Saturday, April 01, 2017

SOCIALISMO POSIBLE: AXEL HONNETH EN VALENCIA



Pospongo citas y obligaciones para asistir a la conferencia de Axel Honneth en la Beneficencia, propiciada por la Institución Alfons el Magnànim. La traducción simultánea se ofrece en valenciano, doble felicitación pues para los organizadores. 

Axel Honneth no es un cualquiera, ni mucho menos. Se le reconoce como figura clave de la que empieza a ser conocida como "tercera generación de la Escuela de Francfurt". Estamos por tanto ante el heredero más célebre de Jurgen Habermas, y más lejos en el tiempo, pero no con menos trascendencia, de Adorno, Horkheimer, Arendt o Benjamin... Mi formación le debe demasiado a la Teoría Crítica, en especial a Adorno, como para no sentir alguna conmoción -tolerenme esta debilidad- al encontrarme el jueves a unos metros de Honneth, escuchando una argumentación sugerente y cargada de sensatez, algo no demasiado habitual en tiempos donde parece que uno sólo concita atenciones si se pone radical y un tanto apocalíptico. Me alegró ver allí a mi viejo maestro, Sergio Sevilla, el más brillante adorniano que conozco.

Vivimos un tiempo oscuro para el socialismo, reconoce Honneth: ¿le dejamos morir sin más? Eso querrían sus enemigos, claro. Lo curioso es que un conservador del XIX jamás habría creído que el debate abierto en las sociedades industriales por el socialismo hubiera tenido un recorrido tan corto. Es el mejor momento para aclararse: ¿qué intentamos decir cuando decimos ser socialistas?

El marco teórico del socialismo ha vivido atravesado por tres errores que han estado cerca de colapsarlo. El primero es el economicismo. Y es un error profundo: el marxismo despreció desde el principio instancias no económicas como el derecho civil porque le costó mucho entender que de lo que tratan las teorías -empezando por las revolucionarias- es de personas. 

El segundo es el prejuicio de definir al proletariado como clase revolucionaria, como si tal cualidad fuera una esencia platónica y eterna. La clase obrera fue un sujeto histórico revolucionario y anticapitalista hasta que dejó de serlo, el socialismo ya no expresa las creencias de la clase obrera porque el capitalismo la asumió desde el final de la Segunda Guerra Mundial. 

El tercero es el determinismo o, si se prefiere, la teleología fetichista. Necesariamente la "economía social", la sociedad sin clases y dictadura del proletariado esperaban a que cayera el capitalismo para ganar el mundo. Los cambios sociales no son científicamente determinables, no hay una inevitable sucesión comunista del capitalismo. Esto nos aboca a la incertidumbre: bienvenidos. No sabemos cómo será el final, no sabemos a dónde vamos exactamente, pero es mejor dejar de soñar con paraísos porque nos perjudica.

Es duro asumir estas evidencias, pero también es muy cómodo negarse a aceptarlas. Frente a un impracticable dogmatismo, Honneth se inclina por el "experimentalismo". Su propuesta es trabajar por el incremento de la "libertad social". ¿Reformismo?Nada es más inútil que seguir en la senda -tan dañina en la historia oficial del socialismo- de quienes distinguen entre buenos y malos, entre revolucionarios y reformistas. 

¿Cómo experimentamos? Debemos empezar por no pretender destrozar aquellos pactos institucionales que han servido para incrementar la libertad de la mayoría. Mientras no sabemos cómo mejorar algo es mejor que no lo destruyamos. Por eso hemos de hacernos a la idea de experimentar con economías mixtas, formas de propiedad privada, iniciativas empresariales, mercados, economías cooperativas...Necesitamos abrir la mente, no cerrarla. 

Son elementos de sobra para el debate. ¿No?

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