Saturday, May 13, 2017

PRIMARIAS



Me pregunto por qué las primarias del PSOE sólo consiguen provocarme hastío. 

Desde hace casi dos años, que a mí se me han hecho larguísimos, los medios vienen ofreciéndonos el Partido del Siglo de forma casi ininterrumpida. A quienes como Ferreras -periodista estelar de La Sexta- viven de hacernos creer que "nos la jugamos" en estos trances ya no creo que les cuele, sobre todo si tenemos en cuenta que ya vendieron la misma burra con las elecciones generales de hace un año y medio, con su repetición navideña y, más recientemente, con la disputa fratricida entre pablistas y errejonistas en Podemos. Ahora resulta que, como Pedro Sánchez y sus seguidores no se han resignado a desaparecer, tenemos nuevas raciones de "campaña crispada", que es lo que da más audiencia televisiva, como cuando empiezan las patadas en el fútbol y todo el mundo mira, a ver si corre la sangre y terminan apareciendo incluso en "Sálvame de Lux".

La actual controversia en el PSOE se presenta como un conflicto ideológico. Hay un ala pactista y con sentido de Estado que se abstuvo por realismo para dejar gobernar a Rajoy, y un ala izquierda que se habría negado en todos los supuestos a ese apaño y, supuestamente, estaría dispuesto a un pacto con Podemos. 

¿Ustedes se lo creen? No dudo que hay personas honestas en las bases del laborismo español para las cuales el viejo partido tiene una función social que cumplir, de manera que si queda varado en su actual situación crítica, los derechos ciudadanos y la democracia misma corren un serio riesgo. 

Yo no termino de verlo. Claro que quiero que la izquierda vuelva a poder, pero se me hace cuesta arriba creer que el PSOE es capaz de de desarrollar una política de redistribución de derechos y protección frente al gran capital, ya que vive tan cautivo como el PP del único gobierno real del país, el IBEX, auténtico vencedor de todas las elecciones desde hace mucho. 

Lo siento, Pedro Sánchez me parece un hombre desesperado que es capaz de decir a su ex-novia cualquier cosa con tal de hacerla regresar, mientras a que a Susana Díaz la veo como una khalessi con mala hostia pero sin gracia y con un tufo insoportable a aparatchik, realpolitik y vulgaridad. Mientras algunos ciudadanos se preocupan por lo que nos pase a todos, el PSOE se desangra ante el horror de muchos por la posibilidad de quedarse sin trabajo, que no digo que sea poca cosa, pero que no justifica tantos telediarios.

Les cuento algo. Ayer estuve en un ambulatorio por una vacuna. Tengo una cierta idea de cómo funciona la atención hospitalaria en muchos lugares del mundo, incluyendo naciones tan presuntuosas como el Reino Unido. Pensé en la buena organización del Centro, en lo rápida y eficazmente que fuimos atendidos, en el buen aspecto que ofrece el ambulatorio instalado en una barriada obrera. 

Hay mucho de qué quejarse, claro, pero parece que sólo juzguemos el estado de las cosas cuando va mal, como si una gestión responsable y medianamente eficaz de los servicios públicos fuera lo fácil y no tuviera ningún mérito. 

Muchos creen que el Partido Socialista modernizo en su momento un país esclerotizado y lleno de vicios atávicos para convertirnos en una nación europea moderna y, en muchas cosas, envidiable. Yo prefiero pensar -acaso sólo sea eso, una inclinación personal- que han sido las multitudes las que han sorteado la pestilente ciénaga 
del franquismo para hacer de éste un lugar habitable y del que, por qué no, habríamos de sentirnos moderadamente orgullosos. Ayer vi padres esforzándose por sus hijos, inmigrantes que luchan por abrirse camino en un país donde se sienten más seguros que en los de origen, médicos que tienen el coraje de sanar a pacientes poco rentables, el conductor del metro que te lleva, los ancianos que esperan su turno, el técnico químico que preparó la vacuna... Son las multitudes las que con su esfuerzo diario obligan a los mandarines a levantar hospitales y otros bienes que hacen más dignas las vidas de todos. 

Prefiero que el PSOE salga de ésta, pero si no lo hace habremos de arreglárnoslas sin él. Y sobreviviremos, no tengo ninguna duda. 

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