tag:blogger.com,1999:blog-31315460.post480414040208428758..comments2024-03-06T09:25:12.367+01:00Comments on La cueva del gigante: David P.Montesinoshttp://www.blogger.com/profile/00170971252950457688noreply@blogger.comBlogger6125tag:blogger.com,1999:blog-31315460.post-25912447011586380262010-09-05T08:57:31.563+02:002010-09-05T08:57:31.563+02:00Y acaba:
3. ¿Diríamos lo mismo del joven que alte...Y acaba:<br /><br />3. ¿Diríamos lo mismo del joven que altera a Gustav von Aschenbach en 'La muerte en Venecia', de Thomas Mann? En principio, Tadzio es un muchacho bello, de formas armoniosas, de cutis angelical, de rizos dorados. Pero lo que tiene de 'bonito' lo tiene de perturbador. O tal vez no: tal vez la perturbación está en la mirada de Gustav von Aschenbach. En Thomas Mann, la belleza burguesa es algo decadente, apolíneo, contenido, formal, académico: algo que puede ser destruido por la irrupción de lo sensorial, de lo instantáneo, de lo primitivo, de lo latino. O de polaco, como es Tadzio. Dentrás de la mirada del joven, detrás de su posible coqueteo, hay una insinuación salvajemente lasciva. O al menos así la vive, así la experimenta Gustav von Aschenbach. Tocarse, lamerse, frotarse como posibilidad carnal: eso es todo lo que se insinúa y que le acaba matando, por decirlo así.. En principio, ese roce de las epidermis no es algo “bonito”, sino eventualmente sucio: los fluidos, la transpiración.. ¿Sucios los fluidos? Lo que lubrica y lo libidinoso tienen su belleza líquida. Pero vamos a dejarlo aquí...Anonymousnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-31315460.post-4731543710009125892010-09-05T08:57:00.914+02:002010-09-05T08:57:00.914+02:00Sigue...
2. Umberto Eco publicó dos volúmenes com...Sigue...<br /><br />2. Umberto Eco publicó dos volúmenes complementarios: la 'Historia de la belleza' y la 'Historia de la fealdad'. No sé por qué: sólo compré la 'Historia de la fealdad'. Lo horroroso, lo desagradable, lo espantoso, lo que nos perturba, lo que hiere nuestra sensibilidad me atraen más. ¿Quizá porque tengo algo patológico? ¿Quizá porque padezco alguna malformación? No creo tener mayor curiosidad que otros: me interesa lo que rompe las costuras y me interesa lo que se sale de los márgenes. Quiebran mi expectativa y, por eso, atraen mi atención. A ese efecto, Roland Barthes lo llamaba 'punctum': lo que rasga, lo que hiere la vista. Inmediatamente los ojos se nos van detrás de lo insólito, de lo imprevisto, de lo inaudito. <br /><br />Recuperemos una expresión deliciosamente antigua: “una mujer de rompe y rasga”. Por ejemplo, Anita Ekberg en 'La dolce vita'. Con esa expresión aludimos precisamente a eso, a un 'punctum' femenino, a una dama que se sale de los canones, que se sale del modelo común, que quizá rompe las costuras: pero no porque esté necesariamente gruesa, sino porque el vestido no puede contener sus turgencias o porque sus rasgos exageran ciertas partes de la anatomía. ¿Llamaríamos bonita a una mujer así, a una mujer de rompe y rasga? ¿La llamaríamos 'bonica', como hacen en Valencia? No, supongo que no. La bonita sería una chica de belleza contenida, de finas formas: una chica fina, en efecto. Y si de un varón decimos que es bonito, ¿qué queremos decir? Poca cosa, ciertamente. Fíjense en esta expresión: niño bonito. Nos referimos usualmente a un jovencito pudiente, seguramente mono, ataviado con ropa de marca. ¿Un pijo, tal vez?<br /><br />Justo SernaAnonymousnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-31315460.post-75029305189409770462010-09-05T08:56:06.584+02:002010-09-05T08:56:06.584+02:00Sigue...
2. Umberto Eco publicó dos volúmenes com...Sigue...<br /><br />2. Umberto Eco publicó dos volúmenes complementarios: la 'Historia de la belleza' y la 'Historia de la fealdad'. No sé por qué: sólo compré la 'Historia de la fealdad'. Lo horroroso, lo desagradable, lo espantoso, lo que nos perturba, lo que hiere nuestra sensibilidad me atraen más. ¿Quizá porque tengo algo patológico? ¿Quizá porque padezco alguna malformación? No creo tener mayor curiosidad que otros: me interesa lo que rompe las costuras y me interesa lo que se sale de los márgenes. Quiebran mi expectativa y, por eso, atraen mi atención. A ese efecto, Roland Barthes lo llamaba 'punctum': lo que rasga, lo que hiere la vista. Inmediatamente los ojos se nos van detrás de lo insólito, de lo imprevisto, de lo inaudito. <br /><br />Recuperemos una expresión deliciosamente antigua: “una mujer de rompe y rasga”. Por ejemplo, Anita Ekberg en 'La dolce vita'. Con esa expresión aludimos precisamente a eso, a un 'punctum' femenino, a una dama que se sale de los canones, que se sale del modelo común, que quizá rompe las costuras: pero no porque esté necesariamente gruesa, sino porque el vestido no puede contener sus turgencias o porque sus rasgos exageran ciertas partes de la anatomía. ¿Llamaríamos bonita a una mujer así, a una mujer de rompe y rasga? ¿La llamaríamos 'bonica', como hacen en Valencia? No, supongo que no. La bonita sería una chica de belleza contenida, de finas formas: una chica fina, en efecto. Y si de un varón decimos que es bonito, ¿qué queremos decir? Poca cosa, ciertamente. Fíjense en esta expresión: niño bonito. Nos referimos usualmente a un jovencito pudiente, seguramente mono, ataviado con ropa de marca. ¿Un pijo, tal vez?<br /><br />¿Diríamos lo mismo del joven que altera a Gustav von Aschenbach en 'La muerte en Venecia', de Thomas Mann? En principio, Tadzio es un muchacho bello, de formas armoniosas, de cutis angelical, de rizos dorados. Pero lo que tiene de 'bonito' lo tiene de perturbador. O tal vez no: tal vez la perturbación está en la mirada de Gustav von Aschenbach. En Thomas Mann, la belleza burguesa es algo decadente, apolíneo, contenido, formal, académico: algo que puede ser destruido por la irrupción de lo sensorial, de lo instantáneo, de lo primitivo, de lo latino. O de polaco, como es Tadzio. Dentrás de la mirada del joven, detrás de su posible coqueteo, hay una insinuación salvajemente lasciva. O al menos así la vive, así la experimenta Gustav von Aschenbach. Tocarse, lamerse, frotarse como posibilidad carnal: eso es todo lo que se insinúa y que le acaba matando, por decirlo así.. En principio, ese roce de las epidermis no es algo “bonito”, sino eventualmente sucio: los fluidos, la transpiración.. ¿Sucios los fluidos? Lo que lubrica y lo libidinoso tienen su belleza líquida. Pero vamos a dejarlo aquí... <br /><br />Justo SernaAnonymousnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-31315460.post-79059325164887427212010-09-05T08:54:52.377+02:002010-09-05T08:54:52.377+02:001. ¿Cómo y cuándo empleamos “bonito”? Como dice Da...1. ¿Cómo y cuándo empleamos “bonito”? Como dice David P., hoy en día, lo bonito es una expresión socorrida: lo mismo sirve para describir lo bello, lo bueno o lo que sale bien. Es una fórmula gastada y acaba siendo un concepto vacío o, al menos, anodino. Es lo bello sin estridencias, lo bueno sin gran virtud, las cosas que salen pasablemente, aceptablemente bien. En casa podemos tener cosas bonitas, esas que hemos ido acumulando en nuestros viajes y que consideramos representativas, simbólicas: los 'souvernirs', por ejemplo. Como sucedía en los viajes europeos de los padres de Homer y Langley ('Homer y Langley, de E. L. Doctorow). Pero vemos los 'souvenirs' como productos kistch, objetos con pretensiones estéticas que acaban siendo copias degradadas. No hay nadie que escape de esta situación. <br /><br />Yo mismo, cuando estuve en Londres, lo primero que me compré fueron adminículos inservibles. ¿Dónde? En el 221B de Baker Street: 'souvernirs' de Sherlock Holmes adquiridos en la tienda que han abierto en la residencia que el detective ocupó en las ficciones de Conan Doyle. Esos objetos son una 'monada' y he empezado a repartirlos por casa para que me sirvan de referencia, de reclamo: para que devuelvan el placer que obtengo cada vez que leo un relato protagonizado por Sherlock Holmes. ¿Son bonitos? Seguramente: son objetos bellos sin estridencias, objetos de belleza propiamente circunstancial e inducida, producto de la celebridad del detective. Nada más. Por ello son trastos comunes que he acumulado. Yo leo y acumulo libros, igual que Langley Collyer (de 'Homer y Langley', de E. El. Doctorow) acumulaba periódicos, principalmente periódicos. ¿Por qué? Langley esperaba reunir todas las noticias relevantes en una especie de diario eterno. Con ello no haría falta salir de casa, pues tendría todo lo que hay que saber... Yo no espero tanto. O sí. Los libros que acumulo no son la huella de mis saberes, sino la prueba de mis ignorancias. Si los tengo, alimento la esperanza de que algún día podré leerlos para saber. Pero, en fin, dejemos esto.<br /> <br /><br />Justo SernaAnonymousnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-31315460.post-82284963684787794922010-09-02T09:29:04.229+02:002010-09-02T09:29:04.229+02:00Gracias bonito... Ya veo que sobreviviste al veran...Gracias bonito... Ya veo que sobreviviste al verano, que no es poca cosa.David P.Montesinoshttps://www.blogger.com/profile/00170971252950457688noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-31315460.post-3390061953074316682010-09-02T00:10:50.164+02:002010-09-02T00:10:50.164+02:00Un artículo muy...bonito.
BTUn artículo muy...bonito.<br /><br />BTAnonymousnoreply@blogger.com