Saturday, November 16, 2013



MIS PROBLEMAS  CON ANA PASTOR

Imposible no simpatizar con Ana Pastor después de su cese en TVE cuando, con el triunfo por mayoría absoluta del PP, se cobraron de inmediato su cabeza por haber sido poco amable con distintos dirigentes del partido en entrevistas y mesas redondas. Volteó con admirable coraje, determinación y una sangre fría que envidio a algunos de los personajes del stablishment conservador, léase Dolores de Cospedal o Esperanza Aguirre. “Es fácil ir contra ellos cuando mandan los socialistas”, dijeron algunos peperos ofendidos... Sí, pero resulta que la tele del PSOE no era del PSOE, pues ya se encargó Zapatero de cambiar la normativa en pro de evitar que el ente público se convirtiera en un feudo del poder, una medida de inusitada honestidad que ya se encargó a continuación Rajoy de dinamitar. Por eso en la tele pública actual no caben Anas Pastores ni nada que se le parezca, solo vale el periodismo a toque de corneta, es decir, no hacer periodismo. En cualquier caso ya no le dieron la oportunidad de hacerlo a la sombra de otro gobierno, se la cargaron antes.

Desde entonces sólo he sufrido decepciones. No entiendo el histérico ejercicio de interrupciones constantes con las que hace unas semanas intentó convertir al ex-Presidente Zapatero en lo que no es, es decir, un tipo capaz de decir cosas relevantes. No me gustó el día de la entrevista al Presidente de Ecuador, no entiendo por qué era tan grave que la llamará “Anita”; en aquel exceso de susceptibilidad empecé a detectar una egolatría que me niego a confundir con todo eso de "la fuerte personalidad de una gran mujer" y otras panoplias por el estilo que, por cierto, suelen ocultar importantes dosis de machismo. 

La esperé después por las noches en el programa que le hicieron a medida en La Sexta... Y miren, qué voy a decirles, ya hace tiempo que dejó de interesarme. El programa está fracasando por muchas razones, y cabe la duda de si tratándose de otro personaje se le hubiera dado tanto recorrido a una propuesta tan claramente fallida. Pastor parte de un principio equivocado que supuestamente se inspira en el modelo periodístico norteamericano: los datos constituyen evidencias por sí mismos. Falso: los datos se obtienen siempre a partir de criterios sesgados, criterios que también se aplican para decidir qué datos se publicitan y cuáles se ocultan. Además, tal y como aparecen ya están siendo interpretados, no hay inocencia ni pureza en los datos, los necesitamos y nos ayudan a encontrar respuestas, pero siempre aparecen dentro de un marco valorativo, y por tanto estamos siempre expuestos al dirigismo de las interpretaciones. La Sexta tiene un buen currículum en cuanto a manipulación de la opinión pública, no sé porque Ana Pastor habría de librarse de esta sospecha. Y sobre todo es un error, El objetivo marea a menudo a su audiencia con sus estadísticas, y lo que es peor, determina que alguien miente o dice la verdad como si tuviera un detector de mentiras o estuviéramos en Gran Hermano, lo que además de una insoportable presuntuosidad, arrastra un tufo a show televisivo particularmente insano.

Han terminado cansándome también sus entrevistas. He visto hoy mismo en un archivo de la cadena la que le realizó hace unos días a Esperanza Aguirre. La dirigente popular salió bien librada porque, además de acudir con la guardia más alta que cuando se vieron las caras en la Uno, tiene las suficientes tablas para soportar un pugilato como el que le volvió a plantear Pastor. Ese es el problema, Ana cree que le exigimos dar caña, interrumpir continuamente al entrevistado para desacreditarlo, pillarle, alterarle, hacerle perder la compostura. Si no lo consiguió no es porque no supiera hacerlo, vaya si sabe, pero se enfrentó a alguien que se siente cómodo en las batallas dialécticas. Mejor una entrevistadora insolente que un pelota que se dedica a dar masajes, desde luego, pero uno se queda con la sensación de no haber adelantado nada después de esa entrevista convertida en contienda boxística, por más que los motivos para detestar la lógica en que vive Aguirre sean innumerables.

¿Por qué, ya que hablamos de La Sexta, no sucede lo mismo con Jordi Évole? Salvados también cometió errores importantes al principio, sin duda inducidos por ese hábito trivializador tan irritante de la cadena, y acaso también por los orígenes de comediante del propio presentador. Pero Évole aprendió. Haciéndose el tonto, aparentando la inocencia de un Emilio rousseauniano, consiguió momentos tan inolvidables como la entrevista con Jaume Matas, ex-presidente de Baleares. En el último programa su habilidad para dejar hablar al personaje hizo que Montilla revelara una de las verdades mas estremecedoras que podemos esperar de labios de un estadista: reconoció que la capacidad de la política para incidir realmente en la vida de la gente es hoy en día casi insignificante.
 
Quiero pensar que hay en el aprendizaje de Évole algo del talento inmenso de ese maestro de maestros que es Jesús Quintero. Nadie como el Loco de la Colina conseguía que el entrevistado fuera enredándose en su propia red, hablando sin oposición para que el espectador presenciara cómo sus palabras se iban deslizando hacia la contradicción y el vacío. La lentitud de Quintero es insoportable para quien vive en la urgencia, para quien todavía cree que los políticos gobiernan de verdad la vida de la gente. Ese apresuramiento en el que está cautivo el periodismo en que cree Ana Pastor lleva a desesperarse continuamente ante las evasivas de los políticos, tan habituados ellos a zafarse de preguntas comprometidas. Claro que Quintero, ya lo sabemos, solía entrevistar a perdedores y desgraciados. Ana Pastor no sabría qué hacer con ellos, se desesperaría, inflaría aún más su protagonismo y agotaría a todo el mundo. Aprender a rectificar también requiere coraje. 


2 comments:

Justo Serna said...

Sr. Montesinos, vi mucha impotencia en la entrevista de Ana Pastor a Esperanza Aguirre. Pretendía, en efecto, noquearla. Pero la dama salió bien parada a pesar de lo odioso de su postura. Fue un error de bulto el cometido por Pastor.

No puedo leerle, sr. Montesinos: suelo concordar con usted en un 90% Y, claro, me dedico a escribirle poco por descortesía mía y por temor a encontrar a mi hermano, aquel al que perdí y está en el Limbo. Usted, no. Usted toca el cielo.

¿Ve por qué no puedo escribirle?

David P.Montesinos said...

Señor Serna, en primer lugar debo decirle que su presencia, aún esporádica, por esta cueva es un honor del que me enorgullezco. En segundo lugar comparto lo del intento de noqueo, no sé si podemos sacar algo en claro de este modelo periodístico. No obstante, y pese a que no soy fan de la Sexta, creo que lo que está consiguiendo Évole -arropado en Salvados por lo que se adivina como un equipo formidable- es muy relevante. No sé si llego a entender su metáfora sobre lo del cielo y el limbo, creo que lo intuyo, pero me quedo intrigado...