Wednesday, December 29, 2021

MIS CIEN PELÍCULAS PREDILECTAS

1.     




    The searchers. John Ford.

2.      El hombre que mató a Liberty Valance. John Ford

3.      El Padrino. (I) Francis F.Coppola

4.      Ciudadano Kane. Orson Welles

5.      El séptimo sello. Ingmar Bergman.

6.      Vértigo. Alfred Hitchcock.

7.      La noche del cazador. Charles Laughton.

8.      Con la muerte en los talones. Alfred Hitchcock.

9.      El Padrino (II). Francis F.Coppola.

10.   Apocalypse now. Francis F.Coppola

11.   Dublineses. John Huston.

12.   Esplendor en la hierba. Elia Kazan.

13.   Sunset boulevard. Billy Wilder.

14.   La vida privada de Sherlock Holmes. Billy Wilder.

15.   El cielo sobre Berlín. Wim Wenders.

16.   Delitos y faltas. Woody Allen.

17.   Blade runner. Ridley Scott.

18.   Sed de mal. Orson Welles.

19.   Encadenados. Alfred Hitchcock.

20.   Los siete samuráis. Akira Kurosawa.

21.   2001, una odisea del espacio. Stanley Kubrick.

22.   París-Texas. Wim Wenders.

23.   Cuentos de Tokio. Yoshihiro Ozu.

24.   Una historia verdadera. David Lynch.

25.   Un lugar en el mundo. Adolfo Aristarain.

26.   Eva al desnudo. Joseph L.Mankiewicz.

27.   El bebé de Rosemary. Roman Polanski.

28.   Salvar al soldado Ryan. Steven Spielberg.

29.   Amarcord. Federico Fellini.

30.   El arpa birmana. Kon Ichikawa.

31.   El mago de Oz. Victor Fleming.

32.   Los contrabandistas de Moonfleet. Fritz Lang.

33.   El verdugo. Luis García Berlanga.

34.   Terciopelo azul. David Lynch.

35.   Ocho y medio. Federico Fellini.

36.   Fresas salvajes. Ingmar Bergman.

37.   Recuerdos de una estrella. Woody Allen.

38.   Million dollar baby. Clint Eastwood.

39.   M. El vampiro de Dusseldorf. Fritz Lang.

40.   Rocco y sus hermanos. Luchino Visconti.

41.   Los pájaros. Alfred Hitchcock.

42.   Ed Wood. Tim Burton.

43.   El apartamento. Billy Wilder.

44.   Un sueño eterno. Howard Hawks.

45.   Alien, el octavo pasajero. Ridley Scott.

46.   La ventana indiscreta. Alfred Hitchcock.

47.   Cantando bajo la lluvia. Stanley Donen.

48.   Las uvas de la ira. John Ford.

49.   Los que no perdonan. John Huston.

50.   Río bravo. Howard Hawks.

51.   La diligencia. John Ford.

52.   Sin perdón. Clint Eastwood.

53.   Major Dundee. Sam Peckinpah.

54.   El camino a casa. Zang Yimou.

55.   Raíces profundas. George Stevens.

56.   Senderos de gloria. Stanley Kubrick.

57.   La ley del silencio. Elia Kazan.

58.   Melancholia. Lars Von Trier.

59.   Las aventuras de Jeremías Johnson. Sidney Pollack.

60.   Master and commander. Peter Weir

61.   Ser o no ser. Ernst Lubitsch

62.   Roma. Federico Fellini.

63.   El esplendor de los Ambersons. Orson Welles.

64.   Sopa de ganso. Leo McCarey.

65.   Corazones indomables. John Ford.

66.   El maquinista de la General. Buster Keaton.

67.   Tener y no tener. Howard Hawks.

68.   Tiempos modernos. Charlie Chaplin.

69.   Perdición. Billy Wilder.

70.   André Rublev. André Tarkovsky.

71.   Ladrón de bicicletas. Vittorio de Sica.

72.   Maridos y mujeres. Woody Allen.

73.   Fanny y Alexander. Ingmar Bergman.

74.   39 escalones. Alfred Hitchcock.

75.   Psicosis. Alfred Hitchcock.

76.   La quimera del oro. Charlie Chaplin.

77.   Dos cabalgan juntos. John Ford.

78.   La gran ilusión. Jean Renoir.

79.   Monsieur Verdoux. Charlie Chaplin.

80.   Cuentos de la luna pálida. Kenji Mizoguchi.

81.   El infierno del odio. Akira Kurosawa.

82.   La balada de Cable Hogue. Sam Peckinpah.

83.   Eyes wide shout. Stanley Kubrick.

84.   Paisaje en la niebla. Theo Angelopoulos.

85.   El caballo de Turín. Bela Tarr.

86.   La dolce vita. Federico Fellini.

87.   El tesoro de Sierra Madre. John Huston.

88.   Fargo. Hnos Coen.

89.   Los viajes de Sullivan. Preston Sturges.

90.   El halcón maltés. John Huston.

91.   Hiroshima mon amor. Alain Resnais.

92.   La gran belleza. Paolo Sorrentino.

93.   La linterna roja. Zhang Yimou.

94.   Uno de los nuestros. Martin Scorsese.

95.   Mistyc river. Clint Eastwood.

96.   Ciudad de Dios. Fernando Mereilles.

97.   Stalker. Andrei Tarkovski.

98.   Los cuatrocientos golpes. François Truffautt.

99.   El hombre que pudo reinar. John Huston.

100.                   El graduado. Mike Nichols.

 

 

1.     


Wednesday, December 22, 2021

SÍNDROME DE SUGAMO




Aunque tengan ustedes el buen gusto de no dirigir su atención hacia la información futbolística, es muy probable que hayan sabido en estos días de la monumental chapuza del sorteo de la Champions, que no hubo más remedio que repetir por una serie de errores particularmente ridículos. La UEFA mueve mucho dinero y muchas ilusiones, de manera que uno cree -o acaso es que me tranquiliza creerlo- que los señores trajeados y con casas y coches rutilantes que la dirigen son gente más diligente que yo. Por parafrasear a Groucho Marx, yo no confiaría jamás en una organización presidida por alguien como yo, que no sé anudarme la corbata, conduzco un Opel cutre y ceno croquetas en vez de langostinos. Cuando compruebo que el mundo está en manos de gente que es todavía más imbécil que yo me divierto unos instante, pero al poco lo que me produce el caso es acojono.


¿Se les ha ocurrido alguna vez preguntarse si el verdadero problema de nuestros líderes, más que si son corruptos o autoritarios, es si son imbéciles? Dirán  que es sesgo ideológico, pero fíjense en el líder conservador, Casado, y en la señora tan estrambótica que aspira a birlarle el sillón, ¿no deberíamos extraer conclusiones?


Una de las razones por las que desconfío de las hipótesis conspiranoicas es que arrancan de un supuesto que en el fondo es optimista: creen que somos dirigidos, o manipulados, por oscuras élites que lo tienen todo perfectamente calculado. Andan tan equivocados los teóricos de la conspiración que ni siquiera han entendido "Los Simpsons", a cuyo creador, Matt Groening, atribuyen condición de conspirador, pues supuestamente ha acertado con muchas de sus más delirantes predicciones. Curiosamente, lo que los guionistas de esta serie maravillosa llevan décadas haciendo es reírse de las fantasías conspiranoicas. Lo deseable es que Groening esté equivocado, pues sus presidentes andan siempre a punto de apretar el botón nuclear por confundirlo con el encendedor de sus puros habanos.


Piensen en el asunto del Club Bildenberg, formado por distintos miembros de la élite global, y que supuestamente deciden si un Rey ha de abdicar, si hay o no que propagar el covid e incluso lo que voy a merendar esta tarde. Lo siento, amigos, en el mundo hay minorías de explotadores, claro que sí, pero no tienen las cosas bajo control; muy al contrario, yo creo que las cosas andan bastante descontroladas y que es precisamente el desorden lo que permite a los poderosos seguir siéndolo. Este es un planeta lleno de abusos y violencias, pero quienes ejercen el poder, salvo cuando necesitan explotarnos como trabajadores o como consumidores, no tienen el más mínimo interés por "controlarnos"... No les interesamos y lo que de verdad desean es olvidarnos. A los estadistas, por más que los wikileaks de turno se empeñen en que nos tienen perpetuamente vigilados, lo que de verdad les tienta es abaratar costes abandonándonos. Esa, la del abandono y la exclusión, es la verdadera pesadilla contemporánea. Estamos más cerca de Malthus, aquel que soñaba con exterminar a la población sobrante y poco rentable, que de Orwell. 


¿Inquietante? Joder, ya lo creo. La perspectiva de que el timonel va borracho o es un simple farsante nos pone a temblar a todos. Piensen en las medidas, mejor dicho, en la carencia de medidas, respecto al cambio climático, que amenaza muy seriamente con destruirnos. O en la manera en que sucesivos gobiernos norteamericanos se las han arreglado para ponerle gasolina a los incendios de Oriente Medio. O en Trump, todo él. O en la destrucción del Amazonas. O en la mercantilización de las vacunas que cuesta millones de muertes. O en la corrupción. O en los pactos de los conservadores con los fascistas. 




No voy a olvidar nunca cierta conversación con una compañera sobre el pinchazo del boom inmobiliario y la inmoral política de depredación a la que se lanzaron los banqueros con cochinadas como las preferentes. "El Gobierno no les dejará estafarnos así", decía, ..."buscarán una solución para que la economía no se hunda". Ya entonces me parecía ingenua tanta confianza. Imagínense ahora. 


No sé si les suena un asunto que ocurrió hace años en Japón, concretamente en la ciudad de Sugamo. Una madre con cinco críos de entre cinco y doce años, le dejó dinero al mayor para largarse a vivir con un amante, quedando completamente abandonados a su suerte durante años. ¿Y si ya estamos ahí? ¿Y si dirigentes, magnates y potentados de toda ralea han decidido ya desprenderse de nosotros, que solo somos ya un fardo para el capitalismo contemporáneo? ¿Y si la verdadera secesión no es la de Catalunya sino la de los ricos? A lo mejor ya han huido del barco, se han ido a países con trabajadores más dóciles y lo que vemos en realidad solo son ya los hologramas. A resultas de todo esto, solo quedaría una solución, que es por cierto la misma de los niños de Sugamo: arreglárnoslas sin ellos.  


Vale, he visto demasiadas series distópicas últimamente. Solo es un delirio... bueno, o eso espero. 



Tuesday, December 14, 2021

NO ENTIENDO EL MUNDO

  


 Tengo firmemente asentadas dos convicciones. 


La primera es que no merece la pena tener fe en la humanidad. No es una baladronada, hace ya mucho que dejé de creer. Hay, ciertamente, bípedos excepcionales, gente gracias a la cual uno siente que merece la pena haber pasado por este sucio planeta: Marlon Brando, Keith Richards, Pau Gasol, Tintín y Haddock, el Juez Garzón, Lauren Bacall, Buenaventura Durruti... no sé, casos de esta índole, no son muchos pero a mí me sirven para no pensar en el suicidio. 


La segunda convicción, seguramente muy ligada a la primera, es que no entiendo el mundo. No es ya que no me guste -y en verdad no me gusta-, es que ya no sé muy bien de qué va la cosa. Bien pensado, eso es lo que le ha pasado siempre a los viejos. Mi padre, por ejemplo, que acaba de estrenar la condición nonagenaria, no sabe sacar dinero del cajero ni entra en internet, además de que muestra enojo ante la liviandad moral de los nuevos tiempos. No es que te vuelvas tonto con la edad; al contrario, se diría que el mundo se te hace altamente previsible, de lo cual se deduce que -aunque sea más por viejo que por diablo- la experiencia acumulada sirve para algo. Lo que ocurre es que el funcionamiento de las cosas va adoptando perfiles que te desbordan; las cosas funcionan de una manera que para ti son contra natura... Es eso lo que no entiendes. 


Cabe también la posibilidad de que me esté volviendo loco. No es descartable. Hace unos años pasé por una crisis personal de dimensiones considerables. Literalmente, me arrebató el sueño la convicción de que mis esfuerzos, los que había desarrollado a lo largo de mi vida, eran perfectamente inútiles. Y había algo peor, me asaltaba idéntica convicción con respecto a los de las demás personas, empezando por mis padres. No sé si he dejado de escuchar tales voces, quizá es solo que para poder dormir por las noches he optado por adaptarme a ellas. 


Si, bien pensado estoy bastante loco, pero eso no significa que haya perdido la lucidez. Lo diré de una vez: ¿y si es el mundo el que está enloqueciendo? ¿Y si por una vez el problema no está en mí sino en el exterior, es decir, en ustedes? 


Siempre he tenido dificultades para manejarme con las nuevas tecnologías. No es un problema de manejar el ratón, es que nunca acabo de entender la lógica de los procedimientos que últimamente se diseñan para gestionar necesidades y resolver problemas. O, para ser más preciso: cuando consigo al fin dominar un procedimiento, entonces lo cambian porque han encontrado "uno mejor".

Les relato un caso del que he sido víctima en las últimas horas. 

Ideo junto a un compañero una actividad extraescolar para mis alumnos. Necesito un espacio ajeno al Centro. De manera que pregunto en una de las salas que el ayuntamiento de la localidad donde trabajo dispone para todo tipo de actividades. El conserje, un tipo muy centrado, me informa de que él no puede tramitármelo, tengo que solicitar el espacio con las autoridades del consistorio. Me comunica que últimamente hay algún problema porque el concejal correspondiente está de baja. También me informa de que, debido a los protocolos covid, he de gestionar la solicitud digitalmente. Advierto que el espacio que he podido no aparece en la web del ayuntamiento (?), de manera que opto por solicitar otro espacio que no conozco demasiado, a riesgo de que no corresponda a mis necesidades. Cuando completo la solicitud, descubro que, como mi firma digital ya ha caducado, me obligan a firmar físicamente, de manera que para concluir la petición no me queda otra que pasar por el edificio consistorial y firmar físicamente. La administrativa me informa de que de inmediato me será enviado un mail comunicándome que el trámite está en marcha.

Ya en casa descubro que el solicitante tiene la posibilidad de seguir la "marcha de su solicitud". Es una página muy bonita que me hace soñar con que, consultándola a diario, podré saber "cómo va lo mío". Pasan los días. No hay respuesta. Se me echa el puente encima sin obtener contestación, de manera que me quedo sin tiempo para pedir a mis alumnos la autorización paterna para salir durante dos horas del Instituto. Tienen edad para leer a Stefan Zweig, hacer botellón y fumar porros, pero hay que pedir la dichosa autorización por si por el camino alguno decide lanzarse a las ruedas de un autobús y es aplastado. 


Falta un día para alcanzar la fecha prevista. Ya no hay tiempo. Acudo al local de la actividad. Otra simpática conserje me comunica que "si no te han contestado es porque no te lo conceden", a lo que contesto que "ya, pero si me dicen algo, por ejemplo que no, al menos yo puedo organizarme". Encogimiento de hombros por su parte. Me dice que debe anular la solicitud, pero que para eso necesita la contraseña de mi clave digital para el ayuntamiento. Le digo que no estoy seguro, que en mi PC la veo en mis cookies. Pruebe por favor con "perritojonnie", "cristianoronaldochulopiscinas", "besosconlengua25" y alguna otra de las que suelo utilizar... Me dice que lo siente, pero que ninguna de las contraseñas sirve. Le digo que puedo ir a mi casa y, con mi PC, encontrar la clave dichosa para anular la solicitud. 


De vuelta a casa procedo. Puedo efectuar una nueva solicitud para otro día, pero no anular la anterior. En cualquier caso debo volver al consistorio para firmar, pues mi firma digital sigue caducada. Acudo al ayuntamiento dejando a medias la salsa de tomate que he empezado a elaborar para hacer macarrones. Firmo la nueva solicitud y, como me han aconsejado, pido eliminar la anterior. Lo primero les cuadra, lo segundo les deja en shock. Una de las ujieres consulta a alguien que, por lo visto, es muy listo o tiene mucho poder. O las dos cosas. Baja ufana y me dice que el ayuntamiento no dispone de un operativo para cancelar solicitudes. "Vaya", contesto, y me voy pensando que me apetece mucho masturbarme, aunque antes he de concluir la salsa para los macarrones. Mi esposa me riñe, pero no por masturbarme, como ustedes se malician, sino porque esta vez no he puesto albahaca fresca en la salsa. "He estado ocupado", le contesto. 


Aún no me han contestado, pero la conserje del local destinado a la actividad ya me ha avisado de que no me preocupe  demasiado y que, aunque haya silencio administrativo, me presente el día señalado con mis chicos, debidamente autorizados por sus padres. 


No canto victoria, de aquí al día de la actividad pueden pasar muchas cosas. Tan solo me hago una pequeña pregunta: ¿de verdad hemos ganado mucho desde aquella época en la que un asunto así lo solucionabas con una simple llamadita telefónica? Mírenme a los ojos y digánmelo: "sí, el mundo funciona mucho mejor ahora, lo que pasa es que tú, David, además de estar loca estás envejeciendo".


 Ah, la actividad de los cojones se llama "Filosofía y conciencia ciudadana". Estoy pensando en cambiarle el nombre y llamarla: "Por qué Kafka era un visionario" 

Wednesday, December 01, 2021

OS ODIO

 


Ustedes me conocen y saben que soy persona de paz. Pero tengo mis límites. Si me hubieran visto en las últimas ocasiones en las que estuve en "mi" sucursal bancaria, creo que se habrían sorprendido."¡Solo sabéis robar!" Eso es lo que dije -o mejor, lo que grité- la última vez, cuando intenté que me solucionaran cierto problema insignificante. No me lo solucionaron, obviously.

Verán. Estoy pasando un calvario porque soy cliente de una entrañable entidad bancaria valenciana que en su momento se llamó Bancaja. Sus trajeados consejeros y ejecutivos eran básicamente una trama de facinerosos que, mientras se lo llevaban crudo, arruinaban a la corporación con sus irresponsables juegos especulativos, especialmente inmobiliarios. Para rescatar a sus ahorradores de la negligencia de estos caballeros, los españoles hemos tenido que abonar una enorme cantidad de dinero que ni nos han devuelto ni parece que tengan planes de hacerlo. 

La cosa tiene su comicidad. Los ineptos se forran y la ciudadanía les rescata. O, si lo prefieren, nosotros les damos el dinero que ellos han despilfarrado para que a continuación nos lo presten con interés. Si lo que toda esta gente nos ha robado se lo hubiéramos entregado a unos salteadores de caminos que me atracaran pistola en mano, los diarios más fachas aprovecharían para insistir en que "por-culpa-de-pedro-sánchez- la-inseguridad-callejera-domina-nuestras-calles". Como quienes de verdad nos roban a todos son estos hijos de perra con corbata... nada, a seguir pagándoles sus volquetes de putas, sus mariscadas y sus casoplones. ¿Demagogia? Sí, a la Verdad con mayúsculas le llaman demagogia quienes no están nada interesados en que sepamos lo que realmente está pasando.

 


Vuelvo al calvario. Bancaja se convirtió en Bankia -qué bien- lo que en su momento me causó alguna pequeña molestia. Lo bueno ha llegado ahora, cuando se han fusionado con la Caixa. Desde entonces no he parado de tener problemas estúpidos que me toca solucionar acudiendo una y otra vez a la sucursal correspondiente. Mi inclinación a desoír tales reclamos es vencida porque, sutilmente, me insinúan que si no acudo a firmar toda una larga serie de mierdas, van a robarme más en comisiones y otros inventos. Yo no les pedí que se unieran a la Caixa, pero han decidido que los desperfectos los resuelvan los clientes. Eso no les impedirá seguir practicando el filibusterismo financiero, que es lo que mejor se les da. Nada nuevo bajo el sol, acuérdense del pavoroso asunto de las preferentes, quizá el mayor fraude colectivo de la historia de España. 
 

Les informo: próximamente abandonaré Bankia.



Bien, ya he soltado unos cuantos espumarajos por la boca. Paso a ser práctico. Puedo entender que, por ejemplo un comunista, me diga que en un sistema capitalista debe haber entidades bancarias y que es intrínseco a su modus operandi que practiquen la usura y financiaricen la economía, generando el consiguiente escenario especulativo. Puede que tengan razón, pero mi problema con los comunistas es que son menos cabrones que yo, y no entienden que los malos se quedan muy tranquilos del estilo "necesitamos una revolución porque el capitalismo es irreformable". No se engañen: lo que de verdad temen los banqueros no son las improbables aventuras radicales, sino que les desmonten el chiringuito aquí y ahora, para lo cual hace falta una intensa presión legislativa.
 

Permítanme citar a uno de los tipos más sabios que conozco, el economista Joseph Stiglitz: “Los grandes bancos tienen una ventaja competitiva sobre los demás, que no se basa en una fortaleza económica real sino en las distorsiones provocadas por la garantía implícita del gobierno"

 Quizá esa frase lo explique todo, o casi todo. Y añade... (ojo a esto)

 “Si los fondos de bajo coste se hubieran empleado bien, por ejemplo, si hubieran ido a apoyar la inversión en nuevas tecnologías o la expansión de empresas, habríamos tenido una economía más competitiva y más dinámica.”

Acabo con otro premio Nobel, Paul Krugman, este por cierto especialmente odiado por los neoliberales y, muy en especial, por el trumpismo:

"¿Tendremos la fuerza de voluntad suficiente para llevar a cabo una reforma seria del sistema financiero? Si no es así, la crisis actual no será algo pasajero, sino el patrón que seguirán los acontecimientos venideros"

No sé si se dan cuenta, pero yo empiezo a tener claro que no se trata de encontrar formas inteligentes de hacer virar al capitalismo... Estas formas ya sabemos cuáles son, no son ideas lo que nos falta. Sospecho, leyendo a Krugman, que es una cuestión de coraje, de si vamos a tener agallas para ir contra nuestros verdaderos enemigos, que, por más que se empeñen algunos, ni son los inmigrantes, ni los funcionarios, ni las feministas... Adivinen a quienes me refiero.