Sunday, July 30, 2023

HIROSHIMA (Y NAGASAKI)

 




Mientras trato de descifrar los recovecos mentales del Oppenheimer encarnado por el inquietante Cillian Murphy, me viene a la memoria "Hiroshima mon amour". Hay una escena de esa bellísima película de Alain Resnais que se ha quedado en mí para siempre. Un grupo de personas heridas, destrozadas o simplemente aterrorizadas yacen juntas en algún rincón entre las ruinas. Se escucha una llantina confusa, un susurro de infinito dolor de unos supervivientes que aún están lejos de entender lo que acaba de pasarles. 

Esa imagen y otra relatada por un superviviente que recuerdo de un documental me dicen mucho más sobre aquel horror que todos los esfuerzos de Christopher Nolan. Aquel hombre, pese a estrellarse contra el techo de su casa por la implosión de la bomba, se salvó por vivir a varios kilómetros de la ciudad. No estaba seguro de qué había pasado, no sabía muy bien qué significaba aquel hongo de fuego que se abatía sobre la capital. "Al cabo de unas horas llegó alguien arrastrándose por la vereda del bosque que daba a mi casa. Estaba tan devastado, que pensé en una de esas criaturas monstruosas de los cuentos que oía de niño. A unos metros de mí se terminó de desplomar. Intentó decirme algo... Y expiró."

Lo siento, no creo en Nolan. Ya sé que sus adeptos son legión, pero a mí, que detesto particularmente "Origen", solo llegó a seducirme con "Interestelar". Tiene un buen pincel, pero eso no significa que pinte buenos cuadros. Se lo han dado todo para hacer "Oppenheimer", ha dispuesto de una legión de actores formidables... Le han permitido incluso tres horas de metraje, algo casi intolerable en Hollywood, a pesar de que, vista la película, se me ocurre que a Nolan le ha sabido a poco. 

No está bien relatada. Al contrario, es un desastre. Empeñado en tener ataques de director en cada escena, cuenta demasiadas cosas, abre insistentemente frentes que se cierran en falso, sin madurar lo suficiente. Quiere ser original y ocurrente por sistema, aunque eso reduzca las necesidades de expansión dramática de lugares y personajes. 

No dudo que haya un relato digno de una película en el alma atormentada de Oppie. Creyó, como el propio Einstein, que los aliados debían acometer un programa nuclear porque los nazis ya lo habían iniciado. Tratándose de judíos, no es extraño que la perspectiva de una bomba nuclear en manos de Hitler fuera la del Armagedón. Defendió el lanzamiento de la bomba en dos ciudades, creyó que sinceramente las vidas que destruiría acelerarían la rendición... Años después le atormentó la culpa. Bien, puede funcionar...El problema es que en el film esa es solo una línea narrativa entre otras, y, por tanto, al igual que las tendencias adúlteras de Oppie, quedan mal explicadas. 

Este no es en cualquier caso un escrito contra Nolan, entre otras cosas porque creo que conviene ver su última película. 

Miren, hay algo que me preocupa desde niño en relación a la Segunda Guerra Mundial. Dicen que la historia la escriben los vencedores. Imagínense por un momento que Adolf hubiera lanzado bombas como las de Hiroshima y Nagasaki sobre Manchester y San Francisco. No sé si hubiera supuesto que los aliados perdiera la guerra contra el fascismo, pero lo que sí tengo claro es que el trauma sobre toda la civilización occidental hubiera sido brutal. 

Resulta que semejante atrocidad no la perpetraron los nazis -no porque no quisieran, no soy idiota-, sino el democrático gobierno norteamericano. Decía el médico interpretado por Alan Alda en Mash que "nosotros somos los buenos y podemos hacer todas las gorrinadas que nos apetezcan". No soy sospechoso, Auschwitz es el síntoma más concluyente del poder destructor que tiene el mono raro que somos, y la guerra más criminal de la historia fue desatada por el fascismo, lo que convierte su derrota final en una feliz noticia. 

Y, sin embargo, el artefacto creado en Los Álamos bajo la dirección del contradictorio y ciclotímico Robert Oppenheimer es una absoluta atrocidad, un monstruo que se lanzó sobre civiles, una caja de Pándora que, una vez abierta, nos amenazará siempre con la destrucción definitiva. Hay que ser muy hipócrita para tratar de convencernos de que matando a cientos de miles una mañana se evitaría matar a otros tantos durante meses. Es un razonamiento digno de Lucifer, pero ya sabemos que Lucifer y sus íncubos habitaban un búnker en Berlín y no creían en la democracia. 

Hay un momento en Oppenheimer que conviene no perderse. Como culminación del Proyecto Manhattan, se habla de varias ciudades del archipiélago japonés como destinatarias de la bomba, entre ellas Osaka. Un halcón del Gobierno, entre risitas, afirma que Osaka debe ser excluida, pues guarda buen recuerdo de ella por haber pasado allí su luna de miel. 

Analicen lo que acabo de relatarles, analícenlo, por favor. 



Wednesday, July 19, 2023

ELEGIR









Orientar el voto en contra de alguien puede parecer poco saludable, pero sospecho que mis convicciones rechazan a la derecha con bastante más clarividencia que cuando apoyan a la izquierda. He hablado en muchas ocasiones de las cosas que ha hecho bien y las que ha hecho mal el gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez. Exactamente igual que, en mi contexto local, con el alcalde Ribó y el President Puig. Ambos me parecen infinitamente más recomendables que sus predecesores, es decir, Barberá y la gloriosa dupla Zaplana/Camps. La razón es sencilla: son personas decentes y, con sus errores, no son gestores negligentes, despilfarradores ni irresponsables. Para mí esta pasado por la izquierda en Valencia ha sido un golpe de aire fresco frente a la corrupción y la falta de sentido institucional de la derecha que ha gobernado de arriba abajo el territorio autonómico durante más de dos décadas. 

¿Hay, aún así, razones para no confiar en la izquierda? Las hay sobradas, por eso no le pido a nadie que comparta mi decisión -votaré a Sumar-, pero no me privaré al menos de explicar por qué creo que apoyar a la derecha, y más a una derecha asilvestrada por los ultras, es un grave error que no va a provocar más que conflictividad, corrupción y pobreza. 

Voy al grano.

1. La derecha cree que la desigualdad es un bien en sí mismo. En eso consiste su "meritocracia", que, como la célebre "igualdad de oportunidades", tendría cierto sentido si fuera real. El problema es que es mentira. La política económica de la derecha no es liberal en esencia, es oligárquica y ahoga la supuesta meritocracia en favor de los privilegios de las grandes fortunas y las macrocorporaciones. El gran problema es que tenemos en este país del mundo desarrollado un 30 por cien de ciudadanos por debajo del umbral de la pobreza. Eso sí, desde la Gran Recesión, la industria del lujo ha incrementado espectacularmente sus ventas. 

2. La corrupción es inherente a la derecha española porque, como es una derecha iliberal y de bases autoritarias, no cree que la política tenga otro fin que la obtención de poder y fortuna. No digo que todo numerario del PP sea un ladrón, lo que digo es que la mayoría de personas que ingresan en ese partido, como en Vox o Ciudadanos, miran un horizonte de enriquecimiento personal a través de la política y sus adherencias, léase puertas giratorias, concesiones a dedo, tráfico de influencias... Este no sería un problema tan grave si la percepción del mal de la corrupción del electorado de derechas fuera similar al de las izquierdas. La izquierda corrupta ha sido durísimamente castigada en las urnas; en la derecha no es así, y, en ocasiones, se diría incluso que  meter la mano o traerse "volquetes de putas" a las fiestas es un elemento electoralmente favorable.

3. La mirada despreciativa, desconfiada y arrogante con la que los reaccionarios miran a la inmigración no les impide tener cuidadoras y chachas hispanoamericanas sin contrato ni emplear a similares en tiendas y bares a sueldo miserable. Viva el emprendimiento.

4. Es muy respetable defender la institución familiar. Pero se me ocurren tres objeciones. La primera es que proteger un tipo de familia no es proteger a "la familia", es solo ser un enemigo de la diversidad y el derecho, además de un hipócrita. Segunda: abortar es algo terrible, sobre todo para la mujer que decide hacerlo. Pretender añadirle sufrimiento haciéndole sentir que no es dueña de decidir sobre su cuerpo es una crueldad atroz. Tercera: nunca entenderé -o quizá sí- por qué quienes más hablan sobre fomentar la familia son los que más trabas ponen a las leyes sobre conciliación y los intentos de evitar la discriminación salarial. 

5. Está muy bien llevar la patria en la muñeca. Yo también me alegré del gol de Iniesta y celebro que a la mayoría de los españoles -por la cuenta que me trae- nos vaya bien. El pequeño problema es que la España que muchos defienden parece no ir más allá del Guerrero del Antifaz, el nacional-catolicismo y sus gloriosas cruzadas, Bertin Osborne, las corridas de toros y el Coño de la Bernarda. Para empezar, y ya que son tan patriotas, estaría bien que pagaran impuestos en vez de evadirlos a paraísos fiscales... La rojigualda sonreiría de felicidad mientras la empuja el viento de la justicia fiscal.

6. El modelo educativo español es uno de los más clasistas de Europa. Adiós al ascensor social que en algún momento se buscó en la escuela pública. Con dinero de todos se financian escuelas de élite, de titularidad generalmente eclesiástica y habituadas a una feroz selección del alumnado, por supuesto en favor de cayetanos y en perjuicio de inmigrantes, tullidos y problemáticos de toda ralea. Nunca en los últimos cien años se ha bloqueado tanto la movilidad social como ahora. Por cierto, lo de que en la escuela pública adoctrinamos, por ejemplo en la "ideología de género", tiene narices. Se ve que en los Maristas y en la Santa Pierna no adoctrinan. Me formé, o más bien me deformé, en un colegio de curas... no me tomen por ingenuo.

7. La idea de que la sanidad se gestiona mejor desde manos privadas es simplemente una mentira, posible solo en la medida en que los gobernantes decidan que si la dejan deteriorarse crearán el espacio adecuado para venderla barata, preferentemente a sus empresarios amigos. La salud es algo demasiado importante como para dejarla en manos de quienes decidirán cuándo mis enfermedades son rentables y cuándo no. Privatizar la sanidad, como se viene haciendo en Madrid, es poner la carga definitivamente destinada a destruir el Estado del Bienestar. "Meritocracia" significará entonces "sálvese quien pueda" o, si lo prefieren, "que se jodan los débiles". Siempre cabe, no obstante, ganarse el cielo ante el espectáculo indecente de la pobreza dejando unas moneditas en el cepillo de la iglesia... "Capitalismo compasivo", creo que lo llamaba Bush. 

8. Ante el cambio climático caben dos formas de negacionismo. La primera pasa por hacer como los medios de ultraderecha: contratar a una vieja senil con ínfulas de meteoróloga que nos diga que sí, que hace calor, pero que no es por la actividad humana sino porque el sol anda últimamente algo estresado. La otra es hacer como si no existiera, es decir, no me gusta que me digan que soy el culpable del calentamiento del planeta y que tengo que cambiar de hábitos, por lo que voto a quien me quite tan molestos cargos de conciencia. Yo no tengo duda de que estamos ante una catástrofe sin precedentes y que los gobiernos no están tomando decisiones suficientemente contundentes. Ahora bien, ¿creen que serán gobiernos de derechas, es decir, negacionistas, los que se sientan presionados políticamente para actuar?

9. En España muere una mujer de media cada semana por malos tratos, normalmente de sus parejas o ex-parejas. Está muy bien querer cerrar los "chiringuitos feministas" y cambiar el rótulo de "violencia de género" por el de "doméstica" (hay que ser imbécil, por cierto). Pero si lo que hay detrás del mareo terminológico es desproveer a las instituciones de recursos para combatir el problema, entonces lo que queremos no es que el problema se solucione, sino que crezca. 

10. "El colectivo LGTBI está imponiendo al mundo su ideología"... Yo más bien creo que están defendiendo, con mucha inteligencia por cierto, el derecho a la diversidad. Y ahora viene la pregunta: ¿nos cargamos el matrimonio gay? ¿prohibimos los cambios de sexo como Putin? ¿toleramos e incluso fomentamos que por las calles y en las aulas se acose a los LGTBI cuando les da por "exhibir" su orientación? 

11. "Los jueces no castigan suficientemente a los delincuentes, no hay orden público, los quinquis no van a la cárcel, nuestras casas nos son robadas por los okupas..." ¿De verdad entiende el electorado de derechas en qué consiste la democracia? ¿Reinstauramos la tortura policial y la pena de muerte para que haya orden como con el Caudillo? ¿Recuperamos la censura como, por cierto, ya está sucediendo en Valencia? 


Bien, podría seguir, pero lo dejo aquí que voy a aburrirles. Miren, yo creo que la derecha española, salvo excepciones que cada vez encuentro menos, es profundamente iliberal. En otras palabras, sus bases políticas están vinculadas al Franquismo. Para ella la democracia es más una molestia que otra cosa, una serie de barreras formales que han aprendido a manejar para insistir en lo que siempre han querido: el poder y el dinero. Dicen odiar a los políticos, pero votan a toque de corneta a tipos que viven de la política y que a menudo acaban procesados por ladrones. 

Hay muchos españoles enfadados, lo sé, yo también lo estoy a menudo. 

Pero, sinceramente, creo que Abascal y Feijoó no han llegado para solventar los motivos de ese enfado, sino para que les sirva de trampolín para cumplir la misión que desde siempre han querido cumplir: proteger los privilegios de la oligarquía. 



Monday, July 17, 2023

TRES DÍAS EN MADRID




  Acompaño a mi hija al multitudinario concierto de Harry Stiles en Madrid. Miles de chicas -también muchos chicos, no necesariamente gays- aparecen ataviados de rosa chicle, boa de plumas, botas y sombrero vaquero de Barbie... la secuencia de complementos horteras es tan delirante como las actitudes que uno se encuentra en los grupos de niñas y no tan niñas. Todo muy lovely... ¿Ha vuelto lo femenino en su versión más amanerada? Desacreditado por la revolución feminista, se diría que solo había reculado y que se agazapaba a la espera de que un cantante romántico le sirviera como excusa para regresar como quien sale del armario. También se podría aducir que solo es una moda más, otra efímera explosión de signos de jóvenes que quieren sentirse un poquito tontas un par de noches y que mañana se disfrazarán de cualquier otra cosa. Creo, no obstante, que hay algo más profundo e insuficientemente ignorado en este despliegue de colorido amanerado en el que las mujeres "muy femeninas" se sienten tan cómodas como los gays más afectados: nada es más tentador que adoptar la actitud del objeto. En este tiempo donde se nos exige autoafirmarnos como sujetos y cargar con el peso del poder y la libertad, regresar a la condición de "deseable" adquiere una potencia hipnótica. Me arreglo y me pongo guapa "para ser elegida"... Me dijo una mujer cuando le pregunté hace muchos años. "¿Elegida por quién y para qué?". No recuerdo que a eso llegara a contestarme. 



Sunday, July 16, 2023

AFORISMOS PARA FASTIDIAR


 


1.Enamórate de quien se enamore de ti. A los demás esfuérzate en olvidarlos. De lo contrario pasarás tus noches lamentando el tiempo que perdiste caminando a su sombra. 

2.La Biblia tiene razón: "guárdate de los lobos que llegan con piel de cordero". Si no identificas al malo durarás poco en esta Tierra. 

3.Algunas veces sentirás el dolor de haber dejado ir a alguien a quien realmente querías y necesitabas. Es uno de cada 100 de los que has expulsado de tu vida. Los otros 99 deberías están bien donde están, fuera de tu vida. Te aconsejo en cualquier caso pedir una orden judicial de alejamiento.

4.La historia, la religión y la patria son entidades impresentables, no han hecho sino cobrarse vidas gratuitamente. 


5. Olvida a John Wayne, el Cid Campeador o J.F.Kennedy... el verdadero héroe de nuestro tiempo, ese del cual merece la pena construir un relato fundacional, un cantar de gesta, es una africana que salta a Europa en una patera con un bebé en los brazos. 

6.No hay Dios, es una leyenda. Jamás lo hubo, jamás nos escuchó ni le interesamos en lo más mínimo. Nos aborreció hace mucho... y no le culpo. Tus actos no serán premiados ni castigados en el más allá. Solo tienes una oportunidad. 

7. Creer que el mundo no tiene salvación y que es inútil intentar cambiarlo. Tentadora propuesta para un pesimista y un misántropo como yo. Pero no trago: que la dominación es invencible es exactamente lo que los mandarines quieren que pienses. 

8.Todos mentimos, solo los cyborgs no mienten nunca. Importa distinguir cuál es el objeto de la mentira. Se miente por dinero, por poder, por sexo... y también por vergüenza, por amor, por piedad. El riesgo es la auto-mentira. Ahí la aventura empieza a tomar dimensiones peligrosas. En esa aventura consiste la vida, pues somos incapaces de aceptar la Verdad sobre nosotros mismos. 


9.Desconfía de quienes van siempre formando camarillas. Tratarán de incorporarte, obligándote a asumir todas sus condiciones. Si te niegas serás objeto de su venganza. Y sí, no es paranoia tuya: hablan de ti a menudo... mal, por supuesto.


10.Si quieres ser definitivamente infeliz atiende al qué dirán. Eso te destruirá y, lo que es peor, te convertirá en un castrado aborrecible. 

Wednesday, July 05, 2023

JOSÉ MARÍA GARCÍA









Debe verse la serie documental que termina de emitir Movistar sobre la figura de José María García. Olvídense de si les gusta el fútbol o si el tipo les parece repelente. Como el producto -articulado en tres entregas- tiene buena manufactura y el personaje, para bien o para mal, fue relevante, lo inteligente es visionarlo, pues ofrece segundas lecturas nada despreciables sobre su época, en especial los años setenta y ochenta, es decir, las dos primeras décadas con democracia en España.

 García y su éxito inmenso son ahora fácilmente identificables como el producto de una nación sin referentes sólidos. Los españoles habíamos soñado con la libertad, pero no conocíamos su verdadera sabor. La larga noche ya había concluido, y el 23F, al que acudió el propio García para relatarlo como si se tratara de un partido de fútbol, no pasó de ser una mascarada. El nuevo Régimen estaba consolidado, y ahora se trataba de vivirlo, el problema es que faltaba manual de instrucciones. 

García conmocionaba las noches de los españoles. Nos ponía porque atacaba, insultaba y amenazaba a tipos que en realidad no conocíamos -¿a quién demonios le importaba Pablo Porta?-, pero que asociábamos al patriciado franquista. Porta y los demás, a veces un delegado arbitral de Asturias, a veces el secretario de la federación de badminton, eran escarnecidos a diario sin piedad desde el supuesto de que había que depurar el deporte español, al parecer una gran empresa evangelizadora con la que este pequeño lunático de aires quijotescos pretendía salvar al país. 

Pero las claves de su éxito, como suele pasar, eran otras. Las noches de Supergarcía eran la ración de pornografía radiofónica que necesitaban españoles que, como mi padre, habían pasado cuarenta años sin poder fustigar a los mandarines más que en las conversaciones privadas -a poquita voz- y en los chistes. Era pequeño y audaz, de manera que al ciudadano medio le resultaba fácil identificarse con él. Parecía un tribuno de la plebe. Pero cuando la lógica del éxito le convirtió en una de esos Citizen Kane que ha dado la radio española, asimiló todas, absolutamente todas las pautas del poder opresor al que supuestamente cuestionaba. 

García imprecaba, amenazaba y despreciaba en directo a sus empleados. Pasó de intimidar a sus rivales a pretender decirle a los gestores qué debían hacer, convirtiendo en enemigo a cualquiera que se negara a obedecer.  "Atacarme a mí es querer matar al mensajero. "Solo soy un notario de la actualidad". Nunca ha estado tan claro que se afirma exactamente aquello de lo que se carece. García basaba su discurso en los supuestos del "periodismo de investigación" y la independencia informativa. Ambas cosas eran verdad, otra cosa es a costa de qué.   

Debería acabar aquí esta descripción. Pero si fuera así no habría llegado a escribir este texto. García fue un bicho y lo mejor sería olvidarlo... Tanto como a Sardà, JJ Vázquez o Jiménez Losantos, todos ellos pornógrafos que han hecho mucho dinero a costa de explotar el odio, un odio a menudo difuso y mal encauzado, como corresponde a una nación poco formada. 

La figura de García me produce un profundo rechazo personal. Y, sin embargo...

Todos vivimos atrapados dentro de un relato que atraviesa la modernidad, al menos en Occidente. Nos gusta creer que la extensión del conocimiento y las libertades ha de terminar generando prosperidad y progreso moral. El mito de García y su ocaso aparecerían entonces como un residuo de la Dictadura, la deuda que se cobró durante dos décadas la efusión salvaje de una libertad de expresión que costó de digerir. García fue derrotado por otros estilos de periodismo deportivo y habría de ser olvidado tanto como el destape de la Transición, ahora visto como un curioso fenómeno de inmadurez democrática. 

Y ahora viene la adversativa: como con tantas otras cosas, la democracia española ha superado viejos fantasmas para caer en nuevas formas de censura. Hoy García sería impensable. Y sin embargo el periodismo parece estar más maniatado que nunca. En el deportivo tenemos el Chiringuito y es casi imposible encontrar a quien se atreva a investigar de verdad los manejos de Florentino Pérez y otros por el estilo. En el político, el hooliganismo, eso tan futbolístico, parece haber sustituido aquello de la independencia de lo que García tanto presumía. 

García es un bicho, insisto, un mal bicho además. Pero no estoy tan seguro de que hayamos mejorado desde que José Ramón de la Morena le derrotó. 


Tuesday, July 04, 2023

CARTA A MI AMIGO NACHO










Mortifico a menudo a mi compañero Nacho acusándole de ser un "pro-sistema". Nacho suele ser comprensivo e indulgente con el poder establecido. Disculpa las debilidades del equipo directivo del Centro en el que trabajamos, entiende que a menudo  el poder político tome decisiones "impopulares", perdona ciertas corruptelas por considerarlas "residuales" y niega que tras los errores de los árbitros de fútbol haya un plan preconcebido para beneficiar a los grandes ... Sospecho, además, que vota al Psoe, al que yo defino como el partido español de centro por excelencia.

Bien, yo quiero a Nacho, pero, aunque lo digo para fastidiarle, creo sinceramente que es un pro-sistema. El problema es si yo, por decirlo, me creo con derecho a declararme anti-sistema. 

La respuesta es no.

El descreimiento con el que asisto a un proceso electoral, mi supuesto radicalismo, la convicción con la que proclamo que son las multitudes y su rebeldía las que vuelven el mundo un poquito menos inhóspito y selvático... Nada de todo eso me salva del mismo "insulto" que dedico a Nacho entre cerveza y cerveza. Ni siquiera la grandilocuencia bolchevique con la que afirmo que nuestros alumnos tienen razones de peso para no creerse el relato de la democracia española.

Soy pro-sistema, me guste o no, porque cada vez que me indigno con alguna negligencia, corruptela, o, simplemente, con la estulticia de los millones de ciudadanos que secundan a mamarrachos como Berlusconi, Trump o Ayuso, me acuerdo inmediatamente de la suerte que tenemos de vivir en la España del siglo XXI y no en la del XVII, o en el actual Afganistán... especialmente si tienes la mala suerte de ser mujer. 

Este mundo es manifiestamente mejorable, pero, reconozcámoslo sin hipocresías ni jeremiadas: tenemos el plato en la mesa, sale agua del grifo, podemos ir por la calle y ejercer nuestro trabajo sin sufrir mordidas de la policía ni ser extorsionados por la mafia local... Vamos con el móvil por la calle sin temor a que nos lo roben y además nos den una paliza, la escuela y la sanidad pública nos protegen, cada vez que un gobierno la empastra tenemos la posibilidad de cambiarlo sin que haya ruido de sables ni venga un cacique a dirigir nuestro voto. 

No es solo que yo piense así, quien más claro tiene todo esto es el señor africano que se sube a la valla de Melilla y ve, a lo lejos, un campo de golf. Proclamarme "antisistema" ante la mirada de ese joven desesperado es una ridícula impostura. 

"¿Y por qué entonces te burlas del conformismo de Nacho?" podrían preguntarme para acabar. Se lo voy a contestar: porque tengo miedo. 

Verán. Está incorporándose al poder político un grupo de gente cuyo target de mercado es el odio. No es que odien a Podemos o a tipos como yo: odian a los inmigrantes, a los maricas, a las feministas... se diría que odian incluso a los políticos, como si los señores de Vox a los que apoyan no lo fueran. 

Este país ha conseguido grandes cosas en no demasiado tiempo. Siempre se pudo hacer mejor, pero la razón por la que aceptamos un status quo con abundantes grietas es que, en general, la mayoría de los españoles hemos entendido que nos va mejor así. Nada que ver con tiempos pasados, cuando éramos una península atrasada, ineficaz y por la que la revolución burguesa y la modernidad habían pasado con muy poquita convicción, como no creyéndoselo mucho. 

Verán, no pretendo decir que Vox sea la razón para volvernos radicales. Al contrario, quizá sea incluso el mejor motivo para ser civilizados y razonables. No, lo que yo digo es que vamos por un camino equivocado, de lo cual el éxito mundial de los ultrarreaccionarios solo es un síntoma. 

El verdadero problema se llama capitalismo. Soy por muchas razones prudente a la hora de afirmar que hay que destruirlo. Eso no es óbice, sin embargo, para sostener que el camino que ha elegido el capitalismo globalizado es sumamente peligroso. A mí me da mucha vergüenza que en este país tan moderno uno de cada tres niños viva en riesgo de exclusión social. Similar sensación me asalta cuando advierto que los ricos son más ricos de lo que han sido nunca. Que se reproduzcan mecanismos de violencia institucional y precarización de grandes sectores de población en un momento tecnológicamente tan brillante me invita a pensar que algo no funciona en nuestra sociedad. 

No soy radical en mis ataques al sistema porque me apetezca jugar a jacobino. Soy radical porque la única forma de producir las transformaciones que necesitamos para no alcanzar situaciones intolerables de abuso y descohesión comunitaria es instalarse de lleno en la cultura de la protesta y el pensamiento antagónico. 

No soy comunista y me dan mucho miedo las masas cuando se enfurecen, entre otras cosas porque tengo familia y un trabajo digno. Sin embargo no es la moderación ni mucho menos la indiferencia política lo que va a hacer que, por ejemplo, las potencias mundiales asuman de una vez que el capitalismo que tenemos es un destroyer tanto para la sostenibilidad ecológica como para la armonía de las naciones. 

Deberíamos pensarlo, me parece a mí.