Thursday, April 14, 2022

MILTON FRIEDMAN Y LA LIBERTAD

Nada que objetar a
a que El País, que aparece perfilado ideológicamente como "centro-izquierda" en wikipedia, atienda a una pensador tan significado para el conservadurismo contemporáneo como el economista Milton Friedman. A fin de cuentas también publica cada domingo a un reaccionario tan recalcitrante como Vargas-Llosa y tampoco tengo inconveniente en leerlo, aunque solo sea para maravillarme de que un novelista de tanto talento alcance tales niveles de desfachatez y simplismo cuando se trata de argumentar opiniones políticas. 

Me mosquea más -he de decirlo- que se "blanquee" y se otorgue tanta indulgencia a la figura del fundador de la Escuela de Chicago. Como si no tuviera nada que ver con los desmanes de los muchos y muy poderosos gestores que han llevado a la práctica sus ideas. Como si a fuerza de insistir en que el Estado es el mal, aunque un "mal necesario" -claro- hubiéramos de sorprendernos después de que los aparatos estatales sean troceados para venderse a los dueños del mundo, que se privaticen los servicios públicos esenciales o que se agranden las brechas sociales. 


Afirma el articulista que el verdadero Milton, más que en sus ensayos sobre economía, se encuentra en su novela de cabecera, El manantial, de Ayn Rand, cuyo protagonista es un emprendedor hecho a sí mismo que jamás claudica. Todo un homenaje a esa fórmula tan friedmaniana de la "libertad de elegir". Friedman "fue un revolucionario", dice Miguel Ángel García Vega. Y añade, y se queda tan ancho, que su revolución consiste en la proclamación del libre mercado sin restricciones. Si trabajó durante diferentes periodos para el Gobierno fue porque quería convencer a sus gestores de que lo mejor que podían hacer con la economía es facilitarla con fórmulas monetarista, pero sin interferir en el curso natural de la ley de la oferta y la demanda, el cual siempre termina arreglando todos los desajustes. 


No es extraño que declarara al Estado norteamericano responsable del crack del 29 y la consiguiente Gran Depresión. Los burócratas siempre son los malos en la ideología liberal desde los tiempos de Adam Smith, pero a mí -que sé poquito de economía- se me ocurre que el verdadero error de el Estado fue no parar a tiempo a los especuladores. 


Nixon, Ford, Reagan... la inspiración de Milton le convierte en un pater familias neocon, aunque nadie le amó tanto como Margaret Thatcher, esa gran mujer, quien reconoce haberse criado ideológicamente "a su regazo". El mismo Bush jr se arrimó al modelo de Chicago con su "capitalismo compasivo", que responde a la idea friedmaniana de que siempre es deseable aumentar los beneficios de las corporaciones, pues ellas se ocuparán libremente de emplearlos en causas sociales. Manda huevos, con perdón.



No dudo de la sinceridad de sus convicciones cuando aseveraba que la libertad política derivaba de la económica. Por eso sus "Chicago boys", empezando por el Ministro Piñera, ayudaron tanto a Pinochet a imponer las recetas liberales en Chile, incluyendo la privatización del sistema de pensiones. Qué progresistas, jo. El terreno era ideal: tras el golpe militar y el asesinato de Allende, sindicalistas y opositores de toda ralea habían sido silenciados, encarcelados, torturados y "desaparecidos" por el turbio régimen militar, con lo que los fans de Friedman podía aplicar sin molestias todo el recetario neoliberal.

Según otro Premio Nobel, Joseph Stiglitz, al que cita el artículo de El País, Friedman fue un firme defensor de sus ideales, pero sus fórmulas a medio y largo plazo son un desastre para las naciones, pues entre otras cosas incentivan la desigualdad.

Si me hacen el favor de seguir leyendo, les presentaré la versión que de este asunto ofrece Naomi Klein en su célebre "La doctrina del shock", de la que di cuenta creo que cumplidamente en mi ensayo sobre la periodista canadiense. 

Naomi Klein, considerada como uno de los grandes azotes de la derecha norteamericana, afirma que el ideario neoliberal es tramposo, pues sus consecuencias son las opuestas a las que proclama. Lejos de la ecuación que anexa capitalismo y libertades, lo que muestra la hoja de ruta neoliberal que ha tomado la globalización es que la democracia es cada vez más una perturbación para el mercado. La bochornosa colaboración con la sangrienta dictadura chilena solo es un ejemplo. Allá donde han sido invitados los Chicago Boys a ofrecer sus propuestas, las corporaciones se han hecho más ricas y poderosas, las instituciones de protección de la ciudadanía han sido esquilmadas o vendidas y la cohesión social no ha hecho sino debilitarse. 

Es cierto que el capitalismo corporativo, traducido como "de amiguetes" y entregado a la protección de unas cuantas macroempresas, ha sido a menudo cuestionado desde los think tanks neoliberales. Aquí mismo, el friedmanita Juan Ramón Rallo ha insistido en que ni siquiera cuando gobierna el PP se asume con todas las consecuencias el recetario del libre mercado. En otras palabras, que hay que reducir más la fiscalidad a las empresas, que hay que abaratar aún más el despido, que hay que privatizar más servicios públicos, que hay que anular a los sindicatos, que hay que acabar con los gastos sociales... Cuando desde el Cato Institute o el Instituto Juan de Mariana se acusa a los gobiernos de promover el capitalismo corporativo, que supuestamente daña la libre concurrencia empresarial y disuade del emprendimiento, a mí me sobrevienen siempre las mismas sospechas. 


Por ejemplo, yo creo que Rallo se lleva muy bien con el PP y el PP con Rallo. La ecuación vale para el Cato y Trump. Si son tan malos los gestores de derechas, ¿por qué siempre las críticas y las movilizaciones vienen de la izquierda? ¿Por qué siempre es la izquierda no solo la enemiga del PP, cosa obvia, sino también de los neoliberales? Aquí no me queda otra que participar de la teoría de Paul Krugman, quien atribuye "mala fe" a los ideólogos del libre mercado que respaldan al Partido Republicano. El cinismo de personajes como Rallo consiste en que sabe que la derecha comparte su propuesta de desmantelar el Estado Social y proteger los beneficios de las empresas... Ahí sí viene bien el fuego de cobertura ideológico neoliberal, que por ejemplo ve seguro que con buenos ojos modelos como el de Aguirre-Ayuso, practicantes de un infame modelo de dumping que ha competido a Madrid en un paraíso fiscal, en clara situación de competencia desleal con las demás regiones del Estado. 

¿Y después? ¿Dónde se meten los neoliberales cuando el resultado de sus recetas aumenta la desigualdad y la injusticia y deteriora la calidad de la democracia? ¿Qué pasa cuando el sistema que han diseñado estalla y los especuladores, tan liberales como eran, van corriendo a que Papa Estado les rescate? Cuando es la salud pública quien nos salva a todos de un desastre como la Covid, ¿nos acordamos entonces de la convicción con la que hablaban de lo poco rentables y eficaces que resultan los servicios públicos?



Está muy bien cuestionar a los oligarcas, pero resulta poco creíble cuando el dogmático y purista del libre mercado de turno vive permanentemente al servicio del IBEX. Porque es eso, el IBEX, a lo que nos referimos con el capitalismo oligárquico o corporativo. Lo siento, señores herederos de Milton Friedman, pero son ustedes unos fachas, la etiqueta liberal es tramposísima. Curiosamente al final el problema para todos ustedes siempre son los sindicatos, las feministas, los políticos, los funcionarios... Ah! y el Coletas, que no se me olvide.  

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