Hay en youtube una larga intervención mía sobre Boaventura de Sousa Santos. Todo lo que digo en ese video es resultado de mis lecturas del escritor portugués, considerado como el gran patriarca mundial del pensamiento de la descolonización. El autor de “Epistemologías del sur” fue uno de los héroes del movimiento alterglobalizador, que tuvo sus momentos más luminosos en las reuniones del Foro Social Mundial, en la primera década del siglo XXI.
Cuando realicé aquel trabajo académico admiraba a este pensador y nada sabía sobre las sospechas que en la Universidad de Coimbra y en otros espacios académicos le señalaban como un depredador sexual. “Todas sabemos”, se escribió a grandes letras en las paredes de la Facultad. Hay que ser cerdo -no me ando con eufemismos- para aprovechar una posición de poder con intención de intimidar y abusar sexualmente de jóvenes profesoras, secretarias o alumnas. Existe la presunción de inocencia, sí, pero hay demasiados testimonios inculpatorios para pensar que la conducta de Boaventura es digna.
¿Qué hago con mis libros de Boaventura de Sousa Santos? No estoy de acuerdo en todo lo que dice, pero la visión que aporta a la cuestión del post-colonialismo es muy valiosa. Hay quien lo tiene claro y afirma que “debemos separar al autor de su obra”; hay quien con la misma arrogancia afirma justamente lo contrario y apuesta por la cancelación.
Me gustaría vivir con convicciones así de rotundas. Lo que puedo decir es que no me veo en condiciones de seguir leyendo a un autor cuya integridad ética –básica para tales escritos- es una absoluta farsa. Tampoco me nace, lo siento, exigir que se retiren de los estantes de las bibliotecas libros que siguen pareciéndome relevantes, incluso cuando ya sé que su autor es un indeseable.
¿Lo han adivinado? Es el asunto Errejón el que me tiene en vilo. Reconozco haberme sorprendido con algo que ahora parece que todos conocían menos yo. Su comportamiento es deleznable, espantoso. Estremece pensar en la calidad intelectual y ética que yo mismo atribuí a sus intervenciones públicas sabiendo, como ahora sabemos, que su conducta entre bastidores era la de un tipejo. ¿A qué tipo de monstruo hemos otorgado el poder de representarnos quienes nos decimos progresistas?
Ando con ojo cuando se trata de afear su maldad a alguien. No soy irreprochable, ni siquiera estoy seguro de querer serlo. Ahora bien, que entre "mi personaje”, ese señor que comparece en facebook o en su aula, y el que realmente soy haya una distancia sideral… eso sería como poco para hacérmelo mirar. Los testimonios que llegan en cascada en las últimas horas hablan de un psicópata, una mierda de persona, el tipo de individuo contra el que van sin contemplaciones todas las ideas que Errejón ha defendido en público –y normalmente con enjundia- desde que le conocimos hace diez años.
Se dice que la izquierda ha quedado en shock y que este puede ser el golpe de gracia, no solo para Más País y Sumar, sino incluso para el Gobierno de coalición encabezado por Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Es cierto que asuntos como éste o el de Ábalos ponen en bandeja a la derecha la posibilidad que en el fondo le hace electoralmente fuerte: “vótanos a nosotros, pues ellos, siendo igual de cabrones que nosotros, te engañan más yendo de buenos”
Pues será, pero no para mí. Asuntos como éste muestran hasta qué punto es necesario crear el tejido legislativo que permita acabar con la impunidad de los depredadores, algo que solo espero de las políticas de izquierda.
Y hay que empezar por quienes han construido su fulgurante carrera diciendo ir contra ellos cuando, en realidad, siempre formaron parte de su odiosa jauría.
No comments:
Post a Comment