Saturday, May 09, 2015

COPPOLA

 COPPOLA ha sido galardonado con el premio Princesa de Asturias, que a veces se concede a tipos insignificantes y a veces, como es el caso, recae sobre personajes con un peso colosal en el mundo de la ciencia, las artes, las letra, la política o cualquier otro espacio que la razón humana haya abierto para hacer un mundo más digno, hermoso y habitable. 

Francis Ford Coppola no es un cualquiera. Si juzgáramos su trabajo por  la dirección de films como El padrino III, Drácula o Life without Zoe,  no tendría yo motivos ni tan siquiera para dedicarle este post. Podría añadir su labor produciendo a autores tan insignes como George Lucas, Akira Kurosawa o Tim Burton, sin olvidarme de la maestría que sin duda ha ejercido sobre su hija Sofia Coppola, responsable de algunos productos tan interesantes como Lost in traslation. Sí, pero tampoco sirve ni de lejos para considerar a Coppola como el mayor genio que ha dado el cine en los últimos cuarenta año, por no hablar de quienes, como es mi caso, no le perdonaremos jamás que haya lanzado la carrera de su insufrible sobrino, el actor Nicholas Cage. 

Ya saben, estoy pensando en las dos primeras de la saga de El Padrino y en Apocalypse now. No tengo palabras para calificar estos dos films, y no es simple metáforas, necesito un gran esfuerzo para comentarlas tal y como lo hace un espectador o un crítico cualquiera. No son obras normales que a uno le gustan más o menos, son películas hipnóticas, estamos ante trabajos realizados en el momento más fecundo de un genio emergente, un tipo capaz no sólo de dominar magistralmente la empresa de guión y dirección, sino además de rodearse del equipo perfecto. Hay algo irrepetible en el mundo creativo que rodea el nombre de Coppola en aquellos años, quizá por eso resulte tan difícil encontrar en Corazonada o Peggy Sue se casó la misma enigmática grandeza de Corleone o de Kurz. 

No voy a analizarlas, es demasiado para este artículo y seguramente para mí. No sé qué puedo añadir a lo dicho sobre las interpretaciones de Marlon Brando, Robert Duvall o Al Pacino; tampoco sé cómo explicar el alcance de la colisión emocional que me produjo aquel piloto colgado en su helicóptero sobre el río Perfume, la nuca de Kurz esperando la ejecución que él mismo había preparado o el rostro de ángel de la muerte con el que Mike observa el destino fatal que ha decretado para todos los enemigos de la familia Corleone, incluyendo su infortunado hermano Fredo. 

Dijo Wittgenstein que algunas cosas no pueden decirse, sólo pueden mostrarse. Déjenme pues encender una pequeña linterna. Hay algo en estos films, y muy en especial en Apocalypse now, que me hace entender que los relatos contemporáneos están condenados a ser problemáticos, a constituirse dentro de la paradoja del "caos organizado" que atraviesa la lógica surreal de la civilización que habitamos. Si el Vietnam fue la locura -y de eso ya nos dijo mucho Joseph Conrad con El corazón de las tinieblas-, su relato debe hablar ese mismo lenguaje trastornado, instalarse en su delirio... no es posible dar cuenta del monstruo si no se habla desde sus fauces, si el narrador y sus personajes no huelen igual que las miasmas y las bestias que pueblan el río de fuego por el que nos aventuramos para llegar hasta el mismísimo centro del infierno. Allí nos espera el ángel caído, ese proyecto de héroe civilizado que extrañamente enloquece y termina construyendo en las selvas más impenetrables el reino de las sombras, es decir, la otra cara de ese supuesto imperio de la razón que esconde la dominación y el genocidio tras la supuesta voluntad civilizadora. 

Sí, caballeros, las palabras de Nietzsche resuenan con todo su maléfico poder sobre nosotros ante la imponente figura del Kurz encarnado por Brando. Con la misma intensidad presentimos el eco de la tragedia shakespeareana tras la aventura terrible en la que, sin poder remediarlo, como un destino que cae a plomo sobre el personaje, nos topamos con Michael Corleone.    

No comments: