Sunday, April 15, 2018

SIN ESCRÚPULOS

En vísperas de las elecciones generales que acabaron con el zapaterismo y llevaron al poder a Mariano Rajoy, el estrambótico -pero a menudo certero- crítico de cine Carlos Boyero hizo una aseveración que regresa diariamente a mi memoria: "se van los tontos y vienen los malos". 

A ver, este tipo de afirmaciones suenan a simplistas y pueriles. El PP está lleno de indeseables, conocemos a infinidad de ellos, pero ya saben que no suelo ser indulgente cuando se trata de rojos corruptos, mezquinos, mafiosos o aficionados a las derivas autoritarias. "El verdadero mal es la profesión política", podría decir alguno... Y es verdad en parte, la profesión política es como el Grand National de la hípica: uno va saltando obstáculos mientras ve cómo los demás van cayendo... Lo peculiar es que en la carrera política los bienintencionados y los idealistas, esos que honestamente creen que la política sirve para construir una mejor comunidad, son los que muerden el polvo, mientras que los cínicos, los interesados, los ambiciosos y los que no cargan con el fastidioso fardo de los escrúpulos llegan a lo más alto del podio. 

Es verdad, pero sólo en parte, porque, con independencia de los criterios que gestionan el poder interno en los Partidos, hay algo mucho más relevante, que es la voluntad ciudadana. Lo diré de una vez: el electorado razonable no soportaría mucho tiempo a una Presidenta de Madrid como Cristina Cifuentes... y no soportaría ni un segundo un portavoz como Rafael Hernando. 

Yo no sé si Cifuentes ha sido o no una buena Presidenta para Madrid. Ciertas actitudes que invitan a la moderación y la autocrítica en el PP me hubieran hecho pensar que Cifuentes era algo menos mala que sus predecesores en la presidencia madrileña, Ignacio González, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, tres personajes a los que no confiaría ni mi caja de rotuladores y que parecen formar parte de una estirpe política emponzoñada y abominable. Si la todavía Presidenta tuviera un gesto de honestidad, abandonara la ridícula paranoia y reconociera lo que ya ninguno dudamos, que su currículum ha sido falsificado, al menos se ganaría mi respeto. 

"No he llegado hasta aquí con todos los cadáveres que he dejado por el camino para que ahora me crucifiquen por esta mierda"... Sí, es lo que sin duda dice en la intimidad. Y plantea una cuestión inmediata, si los ciudadanos pueden confiar en alguien que hace trampas en cosas tan serias para dirigir los asuntos públicos. Pero hay en el trasfondo algo mucho más grave y que conviene explicarle a quienes piensan seguir votando al Partido más preñado de corrupción de la historia de la democracia mundial: el PP ha convertido una universidad en su chiringuito. Cuidado, no es una alta escuela de negocios de élite que pagan los potentados, es una universidad a la que va todo tipo de gente y que pagamos los ciudadanos. Me lo paso bomba cada vez que gente tan experta en quedarse el dinero del Estado se siga llamando "liberal", qué cosas. 

Permítanme hablar de Hernando brevemente. Recientemente el siempre agudo y sarcástico -o eso pretende él- portavoz del Gobierno salió al paso de la campaña Armas Bajo Control, llevada a cabo por cuatro ONGS tan prestigiosas e influyentes como Amnistía Internacional, Greenpeace, Intermon Oxfam y la catalana FundiPau. Esta campaña denuncia el contrato de construcción de cuatro barcos de guerra por la empresa española Navatia para Arabia Saudí. Al margen de lo dudoso que resulta comerciar con una satrapía como la saudí, donde los derechos humanos son poco más que una broma, los informes de las organizaciones firmantes prevén que se trata de equipamiento militar para seguir atacando el Yemen. La documentación es demoledora, España viene vendiendo armas durante años a países que los usan para cometer atrocidades y violar sistemáticamente los derechos humanos, y las citadas organizaciones declaran que se está haciendo en secreto y violando la propia legislación española, aparte de la internacional. 

Esto no es culpa del PP, también el PSOE o Ciudadanos han sido conniventes con esta trama repugnante que denuncian las ONGs. El atrevimiento intolerable llega cuando el señor Hernando declaró que esperaba que las ONGs -financiadas con los impuestos- darán trabajo a los empleados de Navatia que irán al paro si se hace lo que las citadas organizaciones pretenden. 

Me cuesta entender que a alguien le haga gracia Hernando, cuyo sentido del humor queda algo grueso para mi gusto. En cualquier caso sería bueno explicarle algunas cosas para que las entienda, por aquello de que a lo mejor sus títulos académicos son algo dudosos. 

Greenpeace, Amnistía Internacional y FundiPau se financian con donaciones y cuotas de socios. La razón fundamental es que nacieron con la pretensión de no tener que depender de tipos como Hernando para llevar a cabo su misión. Intermon Oxfam está vinculada a organizaciones religiosas. Es curioso, yo tengo que aguantar que caballeros como éste me obliguen a financiar a la Iglesia Católica, cosa que detesto, y cuando hacen algo que realmente me parece correcto y acorde con una ética evangélica, va y resulta que a Hernando no le parece bien. 

Los fanáticos de gente como Aguirre o Hernando, es decir, quienes se informan de lo que pasa en el mundo a través de La Razón, el As y Forocoches, son felices pensando que las ONGs se dedican a sacarle el dinero a los incautos para vivir sin trabajar o tirarse a negritas de Haití. 

Tengo una cierta idea de por qué existen estas organizaciones: hace cuatro décadas alguien se percató de que en el laberinto de la política internacional sólo era posible afrontar retos decisivos para la humanidad desde organizaciones surgidas de las sociedades civiles sin distinción de fronteras y capaces de actuar al margen de los intereses de los Estados-Nación. El mundo sería un lugar mucho más siniestro y menos democrático si Amnistía Internacional no denunciara prácticas de tortura, maltrato sexual y formas abusivas de toda índole a lo largo y ancho del planeta, incluyendo los Estados que más presumen de su opulencia y libertades. Greenpeace es la cabeza de una auténtica revolución cultural que se inicia en los años setenta y que ha ayudado a detener o al menos ralentizar prácticas de deterioro ambiental que amenazan con exterminarnos... Intermón lucha contra el hambre en el mundo y aplica al pie de la letra aquella idea del pez y la caña, Médicos sin Fronteras, Save the children, Cruz Roja, Human Right Watch...

Yo no sé si alguna persona que pueda leerme es votante del PP. No consientan esto, por Dios. En este momento hay personas que desinteresadamente está jugándose la vida para salvar a seres humanos de las aguas del Mediterráneo en las que pueden ahogarse en cuanto la patera zozobre. Hay médicos que se arriesgan a contraer el ébola y soportan escenas terribles y tienen que hacer acopio de lo mejor de sí mismos para resistir. Hay quien se arriesga a ser secuestrado y degollado por fanático por seguir tramitando la llegada de medicamentos y comida para miles y miles de refugiados cuyas vidas se marchitan en insalubres campamentos en medio del desierto. 

Hay cuestiones que son de ética mínima... Podemos discutir sobre el lugar de las organizaciones humanitarias, sobre el papel de las instituciones, sobre la legislación internacional... Lo que no podemos es dejar que tipos sin escrúpulos dirijan el país.  

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