No es probable que la posteridad otorgue su gloria a
Fernando Sánchez-Dragó por la valía de su ingente obra literaria, pero hay que
reconocer que sus programas televisivos nos brindaron algunos episodios impagables.
Muchos de ustedes recuerdan la borrachera de Arrabal, seguro que sí. Pero, ya
ven, a mí me mola más aquel en el cual Manuel García Viñó lidió violentamente
con Vicente Molina-Foix, concluyendo la contienda fuera de cámara con un
bofetón de aquél a éste.
Viñó ya murió hace tiempo y ni siquiera el libelo que
él dirigía, “La fiera literaria”, continúa publicándose. En
cuanto a Molina-Foix, ha comentado en alguna ocasión que aquel fue un episodio
penoso y que no es buena cosa que a menudo, cuando se habla de él, se le
recuerde por este trance y no por sus textos.
Miren el video, tiene su enjundia. Un anciano con
signos evidentes de enfermedad mental escarnece sin motivo aparente al
contertulio… Le grita, le insulta, trata de convencerle de que es un mal
escritor y, lo más llamativo, dice que puede “demostrarlo”. Lo de acabar con
una hostia es casi lo de menos: si se pudiera matar con las palabras,
Molina-Foix no habría sobrevivido al “coloquio”. Tuvo razón el escritor en su
respuesta: García Viñó se comportó como lo que probablemente era, un fascista. El motivo
fundamental por el que sospecho que Dragó le convocó es que tanto en La fiera como
en diarios muy de derechas se dedicaba a defenestrar insistentemente a los
novelistas más celebrados del país.
A quienes conocían La fiera literaria no debieron sorprenderles tales maneras. El objetivo principal de esta publicación era demostrar que Javier Marías era el peor escritor de la historia. Desataban también largas secuencias de insultos y desafíos a Elvira Lindo, Antonio Muñoz-Molina, Almudena Grandes o Juan José Millàs. No me olvido de Arturo Pérez Reverte, otra de sus fobias declaradas. Claro que don Manuel no se limitaba a los escritores en nómina de Prisa: también cargaba sin piedad contra el star system de otros gigantes editoriales, de ahí sus feroces diatribas contra Eduardo Mendoza o Carlos Ruiz-Zafón. Las malas lenguas interpretan que la final caída en desgracia de Viñó tiene que ver con que molestó a ciertos prebostes del mundillo mediático, y no me refiero a Prisa.
A través de Wikipedia he sabido que el tal
Viñó fue también un prolífico literato, con largas incursiones en materias
dispares como la poesía, la novela o el ensayo. Solo los títulos de sus obras ya
prometen un aburrimiento sin fin, pero creo que no emplearé mis próximos años de
vida en comprobarlo. Mi conclusión es imaginable: un escritor fracasado que se
hace célebre insultando a colegas con éxito es, por encima de todo, un
envidioso.
Su mayor invención como crítico es, por lo visto, la”
lectura acompasada”, que consiste en copiar fragmentos de escritores muy leídos
para demostrar que hacen un uso incorrecto del castellano. Así se entiende lo
que en el video -pueden comprobarlo ustedes- le dijo en un tono muy aseverativo
a Molina-Foix: “puedo demostrar que usted es un mal escritor”.
Bien. He consultado algunos de esos pasajes en La
Fiera. A veces son hasta divertidos. Y no es que no tenga razón ocasionalmente:
supongo que a veces Javier Marías cae en ciertos usos lingüísticos discutibles.
El problema es que si yo no adoro al autor de “Berta Isla” no es porque Viñó y
otros fanáticos del rigor académico me hayan “demostrado” que es un mal
escritor... El problema es más bien que nunca consigo entusiasmarme con sus tramas, con sus personajes,
con su sentido estético, con su ámbito de preocupaciones, con su visión del
mundo… Marías me deja frío, más o menos igual que algunos de los autores a los
que odiaba Viñó. Sin embargo, discrepo radicalmente en otras fobias, por
ejemplo la que toma como diana a Eduardo Mendoza, quien a mi entender alcanza
cimas literarias con novelas como “La verdad sobre el caso Savolta” o “La
ciudad de los prodigios”. Podría hablar de los demás citados, de mis
impresiones respecto a cada uno de ellos, pero yo, al contrario que el señor
Viñó, no me considero un experto literario.
Desconfío de la posibilidad de “demostrar” que X o Y son malos escritores. Yo he oído aseverar de forma concluyente que Hemingway es un escritor nefasto, pero, qué quieren, a mí me encantan “Por quién doblan las campanas” o “El viejo y el mar”. He leído incluso críticas hacia el manejo del castellano supuestamente descuidado de Cervantes en el Quijote, pero a mí don Miguel consigue cautivarme en cada página.
… Y aun así, la pregunta tiene sentido: ¿cuanto de
impostura hay en lo que con gran esfuerzo inversor promocionan Planeta o Prisa?
A los espabilaos de La Fiera les pone enfermos Marías. A mí me parece un bluff
Ruiz Zafón. (A Marías les parecemos imbéciles todos, dicho sea de paso). No sé,
una vez me dijo un músico que los Rolling Stones eran unos “músicos mediocres”.
Pues será así, pero a mí, que no sé ni
solfeo, me parecen geniales. Lo que intento decir es que la celebridad, dentro
y fuera de la literatura, es siempre sospechosa o, como dijo Rilke, “una suma
de malentendidos”. Y sí, la industria literaria nos ha dado a truhanes como
Fabio Coelho o Pío Moa. Pero también nos ha dado a Luis Landero, no lo
olvidemos.
No comments:
Post a Comment