Thursday, April 28, 2022

GUARDIOLA Y LA PREHISTORIA







¿Soy el único que se da cuenta de que la prensa deportiva de Madrid odia a Guardiola? Y si el tema quedara solo en As o Marca... pero me temo que, como sucede a menudo, las filias y fobias que se concretan en el mundo del deporte provienen en realidad de terrenos menos banales.


Tras el partido de Champions contra el Atlético, solventado con un escuálido 1 a 0, Pep alegó que, desde la prehistoria (desde que se inventó el fútbol, vamos) marcarle goles a un equipo que se repliega con sus once jugadores es extremadamente complicado, lo cual explica que el City no lograra un ataque más fluido. La prensa calentó a los atléticos, en especial a su racial y testosterónico entrenador, el Cholo Simeone, bajo la especie de que Guardiola había dicho que su rival jugaba "como en la prehistoria". Aunque no les interese el fútbol, creo que son ustedes capaces de advertir la manipulación semántica. Esta circunstancia intoxicó las relaciones entre los dos entrenadores, lo que permitió llenar algunas portadas. Resuelta finalmente la eliminatoria en campo atlético a favor del City, vivimos unos últimos minutos de partido especialmente violentos, echando más leña al fuego Simeone contra Guardiola en la rueda de prensa posterior.


En el siguiente partido de Champions, curiosamente frente al Real Madrid, Guardiola mantuvo una actitud deliberadamente fría y lacónica con la prensa española. Ojo, no fue irrespetuoso, Guardiola nunca lo es porque, por fortuna, está en las antípodas de Mourinho,  por cierto un personaje adorado por un amplio sector del madridismo. En cualquier caso, no hay que negar que Pep fue hostil, civilizado pero hostil. La razón es sencilla: cree que la prensa deportiva de Madrid manipula para dañarle, es así de sencillo. Y es que además tiene razón. 


Obviamente, el escándalo genera rentas periodísticas, y todos sabemos que el amarillismo y las vísceras tienen mucha pegada, lo cual explica por qué se tergiversaron las palabras de Pep. Pero hay elementos más oscuros en el trasfondo de este asunto. Cuando estalló el Procés, Guardiola fue el personaje público con más relevancia internacional que apoyó la causa secesionista. Eso no se le ha perdonado. Quien me conoce sabe que no comulgo con el plan independentista. Pero esa no es la cuestión: Guardiola tiene el mismo derecho a proclamarse secesionista como yo a considerar que dicha solución sería terriblemente dañina para millones de ciudadanos de dentro y de fuera del Principado. 


Pero me malicio que hay más. Guardiola es culto, elegante, domina con verdadera maestría al menos cuatro idiomas y es un soberbio entrenador. También fue un gran futbolista que, por cierto, rindió considerables servicios a la selección española. "Guardiola mea colonia", dicen, pero esa es una crítica de gañán mesetario y cainita. Durante los años más brillantes del Barça, las dirección de Pep dinamitó las elevadas expectativas que -equivocadamente- se crearon en el Real Madrid con Mourinho, un tipo desagradable, maleducado, rencoroso y manipulador que consiguió que el madridismo más tóxico le amara solo porque demostraba odiar al Barça tan ferozmente como ellos. Guardiola le derrotó muchas veces y lo hizo además con un fútbol hermoso con el que contrarrestó la histérica violencia de un Madrid que nunca ha vivido tan equivocado como entonces. 

No soy del Barça y, al contrario que Guardiola, no me molesta que en mi DNI ponga que mi nacionalidad es española. Pero creo que las sacudidas fóbicas que crea Pep entre muchos "españoles profundos" van más allá de una simple desavenencia ideológica. Sospecho que en el éxito de Pep, en su elegancia, en su civismo, en su inmenso talento, descubren algo de sí mismos que, en el fondo, detestan, lo cual delata un venenoso complejo de inferioridad. No hablo del Madrid: por mal que nos caiga, Pep y yo sabemos lo grande que es ese club. Yo hablo de otra cosa, es un problema que muchos españoles han tenido siempre con Catalunya. Y es algo que va más allá del rechazo a la ruptura de la unidad del Estado. Digan lo que digan, es lo catalán, o, si lo prefieren, la compostura y la finura del fenicio, del europeísta, del judío, del mediterráneo, del hombre de diálogo lo que de verdad perturba a muchos reaccionarios españoles cuando piensan en Catalunya. 


De todo ello ven en Guardiola un paradigma. Háganselo mirar.



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