Friday, May 27, 2022

ARMAS

 

 

 

Creía sinceramente el viejo Kant en un futuro de paz entre los pueblos, una paz cosmopolita y permanente. Tanto optimismo se nos puede antojar ahora cándido, pero tampoco es tan difícil de entender que un burgués prusiano de aquellos años, asombrado ante las maravillas llegadas de una Francia deslumbrante, apostara por un mundo mejor en la medida en que nos dejásemos guiar por la Razón. Es ésta un arma tan potente, que hasta un pueblo de demonios podría instalarse en una convivencia pacífica si la Razón les asistía para recordarles que siempre es mejor entenderse que matarse.



A veces me pregunto con Kant lo que los franquistas con Franco -cada quién tiene sus ídolos-, qué pensaría de nosotros si levantara la cabeza. Acaso se emocionaría con los logros en medicina o astronomía o se maravillaría con el poder de difusión de conocimiento de la cibernética. Pero respecto a cuestiones como la invasión de Ucrania, los femicidios, el hambre en el mundo o la matanza de estos días en un colegio norteamericano… sospecho que todo esto le espantaría en mayor medida precisamente por no esperarlo de una civilización tan avanzada en tantas materias.



No sé qué mueve a un tipo a entrar en un colegio y empezar a disparar a los niños. Sé que ya está muerto antes de cometer tal monstruosidad, su alma se convirtió en algún momento en uno de esos asteroides helados que circulan sin sentido por el espacio… o quizá fue así desde que nació. No lo sé y, sinceramente, no me importa, no comparto la atracción por los psicópatas.



Es posible que la idea de los USA como un reino de locos peligrosos y gente armada hasta los dientes tenga algo de tópica. Sin embargo, los datos indican que la tasa de homicidios de la nación más poderosa del planeta es siete veces mayor que la de España, Japón o Francia, resultando más cercana a la de países del África subsahariana o Sudamérica. Curiosamente, la comparación es similar en materia de población reclusa, aspecto en el cual USA es líder mundial, lo que invita a pensar que su sistema penitenciario es muy activo pero escasamente eficaz. Por otro lado, se calcula que en ese país salen siete millones de armas ligeras a la venta cada año, y se calcula que la cantidad total de armas existentes supera al número de habitantes. Es extremadamente fácil conseguir una pistola o un rifle allí. Se obtienen sin grandes problemas por internet y se anuncian con atractivas fórmulas de marketing como “de fabricación nacional” o “satisfacción garantizada”, sin que conste la obligación de incluir advertencias amenazantes como las que encontramos en los paquetes de cigarrillos.

 

Si entendemos el fenómeno como específicamente norteamericano, pondremos el foco sobre el lobby armamentístico y una cultura del miedo y la violencia que podría remontarnos hasta los tiempos de la conquista del Oeste, donde se daba por sentado que uno debía procurarse los medios para defenderse de salvajes y bandidos, dado que las fuerzas del orden ni estaban ni se las esperaba. Ahora bien, yo he conocido personas violentas a lo largo de mi vida que, no siendo yanquis, participaban de hábitos y creencias muy similares a los que descubrimos en un Trump o en todos esos descerebrados que aparecen en las pelis de Michael Moore enseñando a disparar a sus bebés y llenando las paredes del garaje de pertrechos destinados a reventar cráneos. El ínclito líder de Vox, por ejemplo, ya ha insinuado la conveniencia de “armarnos” para combatir a los malos, aunque no sé si ya ha incluido entre los susceptibles de ser tiroteados a los gays y a las feministas o se conforma con ladrones, inmigrantes sin papeles y, por supuesto, a todos los sarracenos de la Tierra.

 

La culpa es del lobby de las armas”, de acuerdo, pero ¿quién es el lobby? Nos gusta pensar en las corporaciones norteamericanas de armas cortas que experimentan a estas horas un importante alza en la Bolsa, parece que por las muchas que se están vendiendo debido al miedo a que Joe Biden decrete regulaciones. Esto es muy poca cosa en relación a todo lo que mueve la industria armamentística norteamericana, sin duda uno de las claves que explican el enorme poder que el Tío Sam sigue ejerciendo sobre el mundo. En cualquier caso, haremos muy mal en creer que lo de vender armas es cosa de tejanos que adoran disparar a los búfalos. En este enlace encontrarán información de un diario tan moderado como El País, donde se detallan las operaciones de venta de armas y material “de defensa” que lleva a cabo con nuestro país. Léanlo y sonrójense.

https://elpais.com/espana/2021-12-23/las-exportaciones-espanolas-de-armas-rebotan-tras-el-confinamiento-y-crecen-un-37.html

 

Y tras sentir vergüenza, piensen en lo que nuestros dirigentes financieros y políticos, esos señores tan admirables a los que tanto admiramos, tienen que ver con el hecho de que cada día mueren 2000 personas por arma de fuego en el planeta. En cuanto a nosotros… Verán, a mi me horrorizan particularmente las armas, pero a veces la culpabilidad no es por acción sino por omisión. En los años noventa tuve un amigo que practicaba la caza y presumía de saber mucho de rifles y otros artefactos similares. Además era un machista, olía a sudor, le atraía mucho toda forma de violencia y detestaba a los maricones. Reconozco algo de aquel miserable el tipejo ese que esbozó un cartel de Vox en una colina con docenas de conejos ensangrentados. Qué gracia, ¿verdad? No sé qué podemos hacer contra los delirios de un loco que es capaz de perpetrar una barbaridad como la que acabamos de ver en una escuela de Texas. Pero sí podemos hacer algo: dejar de normalizar la violencia, empezando por la que encontramos cerca de nosotros.




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