Wednesday, November 25, 2020

¿LIBERTAD DE ELEGIR?


Se acababa de anunciar el suicidio en la prisión de Spandau de Rudolf Hess, corresponsable de la Solución Final entre otros horrendos crímenes contra la humanidad. "Hess, martir por la paz". Camino de la Facultad me topé con esa pintada en la pared... Aquella mañana descubrí hasta qué punto pueden tergiversarse los conceptos, incluso los más nobles. 


Si existe un vocablo más prostituido que el de "paz" es el de  "libertad". Me maravilla la insistencia con la que se apoyan en él los reaccionarios. Bush jr. hablaba de Sadam Hussein como "enemigo de nuestra libertad" para justificar los bombardeos sobre la población iraquí. En España la Brunete mediática ha defendido durante décadas la teoría de que estamos sometidos poco menos que a una dictadura orwelliana como consecuencia del supuesto poder omnímodo del grupo Prisa. (Qué desfachatez, sí). Cuando cayó el Muro de Berlín, circunstancia ciertamente ilusionante, los apologetas del capitalismo vendieron la especie de que el libre mercado, ya sin enemigos naturales, llenaría de felicidad nuestras vidas. 



Puedo seguir y volver interminable la secuencia de imposturas con la libertad como estandarte, pero el último asunto al que me he referido en el párrafo anterior debe reclamar nuestra atención de forma preferente, pues ha condicionado sobremanera nuestras vidas. Los herederos de Friedrich Hayek o Milton Friedman tienen permanentemente en la boca la palabreja dichosa... Y así, la libertad de la que los neoliberales se presentan como paladines se acompaña de las conocidas recetas de la agenda más favorable para las grandes corporaciones: privatizaciones, eliminación de impuestos a los amos del mundo, supresión de los servicios sociales básicos.... La promesa de prosperidad general oculta el plan de agrandar la brecha de la desigualdad, desproteger a los trabajadores y asfixiar los cauces de participación ciudadana. Los efectos sobre la calidad de la democracia son demoledores, pero de ellos los think tanks neoliberales siempre pueden culpar a los gobiernos laboristas, a la maldad congénita de las instituciones públicas o a la flacidez moral que nos impide asumir que en la vida hay ganadores y perdedores. 


En estos días nos encontramos una impostura de ese mismo estilo. No pienso defender la nueva Ley de Educación, con la que el PSOE va a demostrar, y si no al tiempo, que no sabe ni le interesa atajar los problemas esenciales del sistema educativo español. Sin embargo, me suscitan cierta curiosidad los amagos de motín que le están planteando desde la enseñanza concertada, que constituye el mayor negocio de la iglesia católica española. Sospecho que tienen mucho de aspaviento. Los obispos y las distintas congregaciones católicas, que sostienen con financiación pública sus instalaciones educativas, se dicen entre dientes que no se van a atrever a tocarles un pelo y que, todo lo más, el Gabinete Sánchez -mientras no se le eche demasiado encima el ala de UP- se conformará con escenificar una batalla de conveniencia en la que no llegará la sangre al río.



Más allá de mi pesimismo, no me privaré de desenmascarar la impostura de una línea argumental que vive de la desinformación de la audiencia. 


Veamos. Se habla -la fórmula viene de Milton Friedman- de "libertad de elegir", lo cual es de entrada una redundancia, pues no hay libertad si no es para elegir. No es cierto que la izquierda pretenda acabar con la enseñanza religiosa, lo que se demanda es que no nos toque financiarla a todos. Yo, por ejemplo, soy laico antes que ateo, y ya ha pasado demasiado tiempo desde la Revolución Francesa para que todavía no queramos entender lo que significa el laicismo. Si los católicos no son la bastante generosos como para pagar su Iglesia, como le toca hacer en nuestro país a los adeptos a otras religiones, por cierto igualmente respetables, no entiendo porque ha de ser mi bolsillo quien lo compense. 


¿Se han preguntado por qué en los Centros verdaderamente privados, que son por entero sufragados por sus clientes, se ve este modelo de financiación como una forma de competencia desleal?  Y tienen toda la razón, pues tales escuelas se permiten cobrar -contra toda legalidad- cuotas a las familias, además de que pueden seleccionar sin grandes apuros a sus alumnos. El resultado es el contrario al perseguido por unas instituciones que deberían velar por la fortaleza de la escuela como ascensor social, pues la red pública termina convirtiéndose en destino irremediable de inmigrantes, alumnos problemáticos y familias descompuestas o poco pudientes. 


Les pongo un ejemplo de una claridad meridiana. Me viene brindado por la intervención de un diputado de Vox, partido que, a fuerza de distinguirse de la "derechita cobarde", tiene la virtud de poner sobre la mesa la evidencia del carácter ferozmente clasista de la ideología reaccionaria. "Atacan la libertad de elegir la enseñanza religiosa, la enseñanza diferenciada...", dicen.



 ¿Saben ustedes lo que es la "enseñanza diferenciada"? Pues es la enseñanza que segrega por sexos, o para, ser más claro, lo que hacen centros como el valenciano Guadalaviar, entre otros, que solo admite alumnas y profesoras. Hay otras formas de segregación, como crear en un mismo centro clases o incluso pabellones diferenciados por sexo. Podemos entrar en el debate sobre si es aceptable tal medida en un Estado cuyas normas constitucionales están basadas en derechos humanos básicos. Pero lo que me parece más escandaloso es que una práctica tan repugnante haya de ser financiada por quienes la repudiamos. Una familia puede entender que es sano para su hija no tener compañeros ni profesores varones, por más que a mí me parezca que tal visión de las cosas proviene de una ideología que es tóxica y patológica en sí misma. Ahora bien, cuando el ínclito Espinosa de los Monteros indica que cancelar las subvenciones a tales prácticas en colegios de élite atenta contra la libertad, yo me pregunto si es que la derecha de este país se ha creído que los españoles somos todos gilipollas, cosa sorprendente teniendo en cuenta lo mucho que estiman a la Patria. 


Permítanme para acabar darles un consejo. No se dejen impresionar demasiado por los golpes de pecho, las exclamaciones inflamadas y las palabras grandilocuentes. Lo único que quieren es su dinero. 

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