Wednesday, December 22, 2021

SÍNDROME DE SUGAMO




Aunque tengan ustedes el buen gusto de no dirigir su atención hacia la información futbolística, es muy probable que hayan sabido en estos días de la monumental chapuza del sorteo de la Champions, que no hubo más remedio que repetir por una serie de errores particularmente ridículos. La UEFA mueve mucho dinero y muchas ilusiones, de manera que uno cree -o acaso es que me tranquiliza creerlo- que los señores trajeados y con casas y coches rutilantes que la dirigen son gente más diligente que yo. Por parafrasear a Groucho Marx, yo no confiaría jamás en una organización presidida por alguien como yo, que no sé anudarme la corbata, conduzco un Opel cutre y ceno croquetas en vez de langostinos. Cuando compruebo que el mundo está en manos de gente que es todavía más imbécil que yo me divierto unos instante, pero al poco lo que me produce el caso es acojono.


¿Se les ha ocurrido alguna vez preguntarse si el verdadero problema de nuestros líderes, más que si son corruptos o autoritarios, es si son imbéciles? Dirán  que es sesgo ideológico, pero fíjense en el líder conservador, Casado, y en la señora tan estrambótica que aspira a birlarle el sillón, ¿no deberíamos extraer conclusiones?


Una de las razones por las que desconfío de las hipótesis conspiranoicas es que arrancan de un supuesto que en el fondo es optimista: creen que somos dirigidos, o manipulados, por oscuras élites que lo tienen todo perfectamente calculado. Andan tan equivocados los teóricos de la conspiración que ni siquiera han entendido "Los Simpsons", a cuyo creador, Matt Groening, atribuyen condición de conspirador, pues supuestamente ha acertado con muchas de sus más delirantes predicciones. Curiosamente, lo que los guionistas de esta serie maravillosa llevan décadas haciendo es reírse de las fantasías conspiranoicas. Lo deseable es que Groening esté equivocado, pues sus presidentes andan siempre a punto de apretar el botón nuclear por confundirlo con el encendedor de sus puros habanos.


Piensen en el asunto del Club Bildenberg, formado por distintos miembros de la élite global, y que supuestamente deciden si un Rey ha de abdicar, si hay o no que propagar el covid e incluso lo que voy a merendar esta tarde. Lo siento, amigos, en el mundo hay minorías de explotadores, claro que sí, pero no tienen las cosas bajo control; muy al contrario, yo creo que las cosas andan bastante descontroladas y que es precisamente el desorden lo que permite a los poderosos seguir siéndolo. Este es un planeta lleno de abusos y violencias, pero quienes ejercen el poder, salvo cuando necesitan explotarnos como trabajadores o como consumidores, no tienen el más mínimo interés por "controlarnos"... No les interesamos y lo que de verdad desean es olvidarnos. A los estadistas, por más que los wikileaks de turno se empeñen en que nos tienen perpetuamente vigilados, lo que de verdad les tienta es abaratar costes abandonándonos. Esa, la del abandono y la exclusión, es la verdadera pesadilla contemporánea. Estamos más cerca de Malthus, aquel que soñaba con exterminar a la población sobrante y poco rentable, que de Orwell. 


¿Inquietante? Joder, ya lo creo. La perspectiva de que el timonel va borracho o es un simple farsante nos pone a temblar a todos. Piensen en las medidas, mejor dicho, en la carencia de medidas, respecto al cambio climático, que amenaza muy seriamente con destruirnos. O en la manera en que sucesivos gobiernos norteamericanos se las han arreglado para ponerle gasolina a los incendios de Oriente Medio. O en Trump, todo él. O en la destrucción del Amazonas. O en la mercantilización de las vacunas que cuesta millones de muertes. O en la corrupción. O en los pactos de los conservadores con los fascistas. 




No voy a olvidar nunca cierta conversación con una compañera sobre el pinchazo del boom inmobiliario y la inmoral política de depredación a la que se lanzaron los banqueros con cochinadas como las preferentes. "El Gobierno no les dejará estafarnos así", decía, ..."buscarán una solución para que la economía no se hunda". Ya entonces me parecía ingenua tanta confianza. Imagínense ahora. 


No sé si les suena un asunto que ocurrió hace años en Japón, concretamente en la ciudad de Sugamo. Una madre con cinco críos de entre cinco y doce años, le dejó dinero al mayor para largarse a vivir con un amante, quedando completamente abandonados a su suerte durante años. ¿Y si ya estamos ahí? ¿Y si dirigentes, magnates y potentados de toda ralea han decidido ya desprenderse de nosotros, que solo somos ya un fardo para el capitalismo contemporáneo? ¿Y si la verdadera secesión no es la de Catalunya sino la de los ricos? A lo mejor ya han huido del barco, se han ido a países con trabajadores más dóciles y lo que vemos en realidad solo son ya los hologramas. A resultas de todo esto, solo quedaría una solución, que es por cierto la misma de los niños de Sugamo: arreglárnoslas sin ellos.  


Vale, he visto demasiadas series distópicas últimamente. Solo es un delirio... bueno, o eso espero. 



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