Wednesday, December 01, 2021

OS ODIO

 


Ustedes me conocen y saben que soy persona de paz. Pero tengo mis límites. Si me hubieran visto en las últimas ocasiones en las que estuve en "mi" sucursal bancaria, creo que se habrían sorprendido."¡Solo sabéis robar!" Eso es lo que dije -o mejor, lo que grité- la última vez, cuando intenté que me solucionaran cierto problema insignificante. No me lo solucionaron, obviously.

Verán. Estoy pasando un calvario porque soy cliente de una entrañable entidad bancaria valenciana que en su momento se llamó Bancaja. Sus trajeados consejeros y ejecutivos eran básicamente una trama de facinerosos que, mientras se lo llevaban crudo, arruinaban a la corporación con sus irresponsables juegos especulativos, especialmente inmobiliarios. Para rescatar a sus ahorradores de la negligencia de estos caballeros, los españoles hemos tenido que abonar una enorme cantidad de dinero que ni nos han devuelto ni parece que tengan planes de hacerlo. 

La cosa tiene su comicidad. Los ineptos se forran y la ciudadanía les rescata. O, si lo prefieren, nosotros les damos el dinero que ellos han despilfarrado para que a continuación nos lo presten con interés. Si lo que toda esta gente nos ha robado se lo hubiéramos entregado a unos salteadores de caminos que me atracaran pistola en mano, los diarios más fachas aprovecharían para insistir en que "por-culpa-de-pedro-sánchez- la-inseguridad-callejera-domina-nuestras-calles". Como quienes de verdad nos roban a todos son estos hijos de perra con corbata... nada, a seguir pagándoles sus volquetes de putas, sus mariscadas y sus casoplones. ¿Demagogia? Sí, a la Verdad con mayúsculas le llaman demagogia quienes no están nada interesados en que sepamos lo que realmente está pasando.

 


Vuelvo al calvario. Bancaja se convirtió en Bankia -qué bien- lo que en su momento me causó alguna pequeña molestia. Lo bueno ha llegado ahora, cuando se han fusionado con la Caixa. Desde entonces no he parado de tener problemas estúpidos que me toca solucionar acudiendo una y otra vez a la sucursal correspondiente. Mi inclinación a desoír tales reclamos es vencida porque, sutilmente, me insinúan que si no acudo a firmar toda una larga serie de mierdas, van a robarme más en comisiones y otros inventos. Yo no les pedí que se unieran a la Caixa, pero han decidido que los desperfectos los resuelvan los clientes. Eso no les impedirá seguir practicando el filibusterismo financiero, que es lo que mejor se les da. Nada nuevo bajo el sol, acuérdense del pavoroso asunto de las preferentes, quizá el mayor fraude colectivo de la historia de España. 
 

Les informo: próximamente abandonaré Bankia.



Bien, ya he soltado unos cuantos espumarajos por la boca. Paso a ser práctico. Puedo entender que, por ejemplo un comunista, me diga que en un sistema capitalista debe haber entidades bancarias y que es intrínseco a su modus operandi que practiquen la usura y financiaricen la economía, generando el consiguiente escenario especulativo. Puede que tengan razón, pero mi problema con los comunistas es que son menos cabrones que yo, y no entienden que los malos se quedan muy tranquilos del estilo "necesitamos una revolución porque el capitalismo es irreformable". No se engañen: lo que de verdad temen los banqueros no son las improbables aventuras radicales, sino que les desmonten el chiringuito aquí y ahora, para lo cual hace falta una intensa presión legislativa.
 

Permítanme citar a uno de los tipos más sabios que conozco, el economista Joseph Stiglitz: “Los grandes bancos tienen una ventaja competitiva sobre los demás, que no se basa en una fortaleza económica real sino en las distorsiones provocadas por la garantía implícita del gobierno"

 Quizá esa frase lo explique todo, o casi todo. Y añade... (ojo a esto)

 “Si los fondos de bajo coste se hubieran empleado bien, por ejemplo, si hubieran ido a apoyar la inversión en nuevas tecnologías o la expansión de empresas, habríamos tenido una economía más competitiva y más dinámica.”

Acabo con otro premio Nobel, Paul Krugman, este por cierto especialmente odiado por los neoliberales y, muy en especial, por el trumpismo:

"¿Tendremos la fuerza de voluntad suficiente para llevar a cabo una reforma seria del sistema financiero? Si no es así, la crisis actual no será algo pasajero, sino el patrón que seguirán los acontecimientos venideros"

No sé si se dan cuenta, pero yo empiezo a tener claro que no se trata de encontrar formas inteligentes de hacer virar al capitalismo... Estas formas ya sabemos cuáles son, no son ideas lo que nos falta. Sospecho, leyendo a Krugman, que es una cuestión de coraje, de si vamos a tener agallas para ir contra nuestros verdaderos enemigos, que, por más que se empeñen algunos, ni son los inmigrantes, ni los funcionarios, ni las feministas... Adivinen a quienes me refiero.

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