Monday, April 13, 2020

BERNIE SANDERS

"Los yanquis deberían dejarnos votar". Hace ahora cuarenta años que mi madre efectuó tal aseveración mientras veíamos un telediario. Puedo datar el momento con precisión porque estábamos en plenas presidenciales norteamericanas, con el republicano Ronald Reagan como aspirante y el demócrata Jimmy Carter intentando ganarse otros cuatro años en la Casa Blanca. No parece, después de todo, tan descabellado. Si un pedazo de nuestro bienestar, prosperidad y seguridad, está en juego en los comicios de ese país, no veo por qué hubiéramos de conformarnos con la condición de espectadores pasivos. 

No fue insignificante para el mundo -vaya si no lo fue- el resultado que convirtió en Presidente a Reagan en el 80... Como no lo será ahora que continúe Donald Trump o, por el contrario, acceda Joe Biden. Dado que, como afirma Noam Chomsky, tenemos en el Despacho Oval a un "bufón sociópata", sospecho que, si me dejaran votar, me limitaría a hacerlo por Biden por la sencilla razón de que no es Trump ni se le parece. ¿Basta con eso?

A ver... Si hablo de votar a Biden es porque ya no hay otra opción: Bernie Sanders se ha retirado de la carrera por las primarias demócratas. No tuve duda hace cuatro años y todavía menos la he tenido ahora: Sanders es el hombre capaz de darle la vuelta al ciclo trumpiano. No sé si, como muchos insinúan, en el caso de ganar las primarias habría sido menos eficaz que sus rivales en el Partido para ganar las presidenciales. Esto ya se dijo hace cuatro años cuando disputó -con idéntico resultado- las primarias a Hillary Rodham Clinton y el batacazo final a la hora de la verdad fue colosal... tanto como para que ahora un majadero con la sensibilidad de una calabaza y la inteligencia de un tarugo ocupe la Presidencia a la que Hillary se sentía irremediablemente destinada. Por qué perdió Clinton y por qué -Dios no lo quiera- ahora podría perder Biden, es asunto digno de larga deliberación... Pero deberíamos preguntarnos si no hemos perdido todos algo con la retirada de Sanders. 


Mi interés por este personaje se remonta a las primarias de hace cuatro años, en las que -con Trump consolidándose como lobo feroz de los republicanos-  obtiene apoyos en personajes tan relevantes como los economistas y premios nobel Joseph Stiglitz o Paul Krugman, el filósofo y célebre disidente Noam Chomsky o la periodista Naomi Klein. Es llamativo que Krugman, azote insistente de Trump desde el New York Times, se haya distanciado de las posiciones de Sanders al considerar un serio peligro, además de un caso de innecesaria autocomplacencia, su insistencia en definirse como socialista. Quizá las reticencias de Krugman, convencido "obamista", sean el mejor síntoma de lo que ha conseguido Sanders: romper el tabú que arrastra la nación más poderosa del mundo con respecto a ese concepto tan asumido en el resto del mundo y, concretamente, en Europa: el socialismo. 

En la visión de Krugman, esa conducta es imprudente, incluso cuando Sanders ya ha recalcado que su objetivo no es acercar los EEUU a Venezuela sino a Dinamarca. Con ello, siempre según el economista, aleja al votante centrista, y refuerza la impertinencia de quienes le califican como el "Trump de la izquierda" o aquel periodista que profetizaba "ejecuciones en Central Park" si Sanders llegaba a la Casa Blanca. 


Majaderías aparte, la trayectoria de Sanders no legitima a nadie para mostrarse sorprendido. Proviene de una familia de judíos que fue casi exterminada en el Holocausto. Sus padres emigraron a Norteamérica y fueron fervientes partidarios del modelo socialdemócrata de Roosevelt. El joven Bernard acompañó a Martin Luther King -sin duda una de sus grandes fuentes de inspiración- en la célebre Marcha por los Derechos Civiles y se opuso desde movimientos pacifistas al reclutamiento para la Guerra del Vietnam. Fue durante muchos años alcalde de Burlington, la principal ciudad de Vermont, estado del noroeste por el cual es senador actualmente. Ha sido reiteradamente calificado como el mejor alcalde de toda la nación. Antes de convertirse en candidato para las presidenciales, había encabezado distintas iniciativas relativas a la financiación de los partidos, denunciando el peso político de Wall Street o acusando a la Reserva Federal de actuar al servicio de los milmillonarios del país. 

Si estaba seriamente destinado a cumplir sus promesas electorales es algo que ya no sabremos nunca, pues dada su edad y el hecho de haber sufrido un infarto no hace mucho, tengo el barrunto de que su carrera ha finalizado aquí. No parece sin embargo el tipo de político que especula por un puñado de votos. 


Por ejemplo, Sanders proyectaba un sistema de atención médica universal, el llamado "Medicare para todos"... un modelo de seguridad social poco menos que impensable en los USA pero común en otros muchos países mucho más eficaces en sanidad que el Tío Sam. Añadimos un proyecto similar a nivel educativo, lo que supondría reforzar extraordinariamente la escuela pública, en la actualidad muy deteriorada en grandes zonas del país. Pretende -mucha atención a esto- mitigar la monstruosa deuda con los bancos de los universitarios, incrementar el salario mínimo, instaurando nuevos reglamentos para aminorar la desigualdad laboral...Sigo: crear una red de seguridad laboral que contemple recuperar la capacidad de negociación sindical, incluyendo la cuestión de las bajas por maternidad; impuestos a Wall Street y en general a la especulación financiera; descriminalización de la inmigración y giro total a la política de Trump en materia de extranjería; regreso a los acuerdos mundiales contra el cambio climático; reforma del sistema de financiación de partidos; supresión definitiva de la pena de muerte; sanciones a la brutalidad policial; legalización del consumo de marihuana; disminución de porcentajes de población en presidios; apoyo a los derechos LGTB...

Puedo seguir, pero, lamentablemente, tendrá que ser algún otro demócrata como Warren quien recoja el testigo. Creo, no obstante, que la sombra de Sanders va a ser alargada y que el hombre que ha decidido asumir su derrota no será olvidado. No creo que esté en la mano de Sanders convencer a la nación de que el socialismo puede ser bueno, pero sí ha logrado algo mejor: poner el capitalismo entre interrogantes, romper el hechizo neoliberal y recuperar, sobre todo entre los jóvenes, la perspectiva de lo colectivo frente a la mentira del "sálvese quien pueda".


No es poca cosa en una nación como la suya, y no es un mal camino teniendo en cuenta lo que muchos están terminando de descubrir con el monstruo de la pandemia: somos frágiles... solos nos extinguiremos uno a uno, solo la solidaridad e instituciones auténticamente democráticas pueden salvarnos.  

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