Thursday, April 09, 2020

DESDE LA VENTANA


“Si no quieres sucumbir a la rabia, renuncia a escarbar en la memoria”. El aforismo de Cioran es, como tantas otras veces, desolador… además de ferozmente autodestructivo. El confinamiento al que creemos habernos acostumbrado, seguramente porque no somos conscientes de lo que está haciendo en nosotros, tiene ese efecto: invita a escudriñar en nuestro pasado. Añadamos un exceso de merodeo por Facebook y ya tenemos el coctel perfectamente tóxico.

El de ayer fue el día más extraño desde que empezó el confinamiento. Un endemoniado entrecruzamiento de coincidencias -ya saben cómo es Facebook- me hizo saber que alguien a quien conocí en mi juventud había fallecido hace algún tiempo. Dudé que fuera ella porque me costaba reconocerla en sus últimas fotos… Algunos datos  que recogí en su muro, la mayoría por allegados que le lloraban, me hizo deducir que, inequívocamente, se trataba de Estela. Recordé lo luminosa y lo inalcanzable que me parecía en mi juventud. Cuando la conocí recuerdo que llevaba dos tipos permanentemente revoloteando alrededor. Y ese era tan solo el séquito habitual. Estela rompía, no te enamorabas perdidamente de ella porque todo hijo de vecino sabe que algunos sueños son imposibles... Estela solo besaba a hombres que, cuando te veían cerca de ella, ni siquiera se inquietaban porque intuían que no eras rival. Cuando ayer me convencí que aquella mujer de cuarenta y tantos que había fallecido era efectivamente Estela, sentí como si, por un instante, algunas de mis más antiguas cicatrices volvieran a supurar. Subí como un sonámbulo a la terraza del bloque donde vivo. El ruido ensordecedor de las aspas de un helicóptero de la policía me sacó del anonadamiento en que me había quedado mirando a mi ciudad con los ojos de quien descubre, repentinamente, que nada tiene demasiado sentido. Regresé a casa antes de que los geos bajaran por una cuerda a detenerme.

¿Para qué vivimos? La respuesta de que la vida no tiene finalidad y que es inútil insistir en preguntárselo es insatisfactoria… No porque no tenga razón, claro que la tiene, la vida no tiene ningún sentido, pero esa certeza no ahoga la tentación de volver a hacernos la pregunta en ocasiones sucesivas.

Se me ocurre que los seres humanos somos decepcionantes. También a esto aludía Cioran, a quien parecía complacerle su poder para seguir defraudando a sus congéneres. Mi biografía está atravesada por el recuerdo de docenas de despedidas. De algunas me arrepiento, me alejé de personas a las que ahora echo de menos. Por suerte o por desgracia no son demasiados. A la mayoría dejé de verlos porque me defraudaron, como también yo he defraudado a muchos. A lo largo de este medio siglo he conocido a infinidad de farsantes. Algunos eran tan cínicos y tan impresentables que se tardaba poco en verlos venir. Con otros tardé más… tardé demasiado, diría yo, porque su juego era mucho más astuto y peligroso. Y, sin embargo, con algunos de ellos, los que, como Estela, causaron un impacto demoledor en lo más profundo de mi alma, me pasa eso que dijo Rene Char: “el rayo me dura”.

Quiero ser honesto, a lo mejor eso, la honestidad -y la lucidez-, es lo único que me queda. Algunas personas son decididamente olvidables y no nos han servido más que para hacernos perder estúpidamente el tiempo. Otras… bueno, el problema quizá es solo que no nos dieron lo que les pedíamos. Quizá no quisieron, y estaban en su derecho, o a lo mejor es solo que les pedíamos demasiado y no podían dárnoslo. Como el mono egoísta que somos, desafiamos al mundo a que nos depare amor y atención, pero no tenemos el valor de dárselo a muchos que nos lo piden a nosotros. Estela murió y yo no estaba allí. Ya no vale de nada llorarle tan a destiempo. Como tantas veces en mi vida, he llegado tarde a casi todo… incluso a los entierros.

Miro a la ventana como aquella mujer del cuadro de Hopper. Debo dejar de escudriñar en Facebook, no quiero saber más, no quiero sucumbir a la rabia… Tampoco a la melancolía de no haber sabido ser, a tiempo, el hombre con el que soñaba ser cuando era niño. 


A mis espaldas mi hija sigue una clase de danza on line. Sus movimientos contienen una belleza que llega a producirme consternación cuando me da por pensar que todo aquello de lo que disfrutamos es efímero. Quizá por eso es tan hermoso, porque, como las flores, no está destinado a durar demasiado, y no nos queda otra que intentar gozar de ello como si fuera el último momento.

Una noche, mientras la acostaba, me preguntó por la muerte. Le contesté que todos vamos a morir, que yo también me iría algún día de su lado…

“… Pero quedarás en mi memoria”, contestó.   

3 comments:

Anonymous said...

Hay que pelear un poco más. Aprovechar este virus vengador.


Cuando pase esta pandemia, que pasará puesto qué no hay mal que cien años dure, tal vez conozcamos la letalidad real de este COVID19, aunque poco a poco deberíamos ir exculpándole de todos aquellos males qué se puede intuir tan solo está dejando al descubierto sin ser su causante.
Cuando supimos qué en Alemania los fallecidos víctimas de este virus eran la décima parte que los de aquí, compramos la idea de nuestros responsables políticos de que era por el sistema de conteo, después supimos que ellos cuentan con 9 camas por cada 1000 habitantes, España ocupa el puesto 80 en el ranking mundial, con tan solo 3 (79 países cuentan con más camas de hospital que España) Esto no es culpa del COVID19.
Siguiendo en la misma línea, si bien Alemania permitió deslocalizar a gran parte de su industria, fundamentalmente con destino China (Al igual que el resto de países) se lo impidió a aquellas industrias que consideraban “estratégicas” entre otras las que fabrican equipos médicos tales como respiradores, los que aquí han faltado para atender la demanda en las UCIs. Esto no es culpa del COVID19.
Mientras Alemania es receptora de doctores y licenciados España corre con los gastos de su formación y luego los deja marchar para que si bien sus raíces estén aquí, den sus frutos en otros países. Esto no es culpa del COVID19 solo lo deja al descubierto.
Mientras en Alemania los jóvenes de clase media con empleo no tienen tanta dificultad para adquirir una vivienda ya sea en régimen de compra o alquiler en España es una utopía. La tasa de temporalidad laboral en Alemania es del 11% en España es del 32%, así mismo su tasa de paro es del 4,5% frente al 15% español. En España, debido a que el peso de la industria de servicios más la construcción suponen el 30% del PIB, se presupone que la tasa de paro aumentará hasta el 25% frente a las estimaciones que se hacen para Alemania: inferior al 6%. Esto no es culpa del COVID19.
Mientras que en la mayoría de países occidentales los políticos han renunciado a sacar ventaja de esta crisis frente a sus rivales, en España es todos contra todos, peleando como hienas por la última tajada, por ridícula que esta sea, siendo incapaces de ponerse de acuerdo incluso para hablar en Europa con una sola voz. Esto no es culpa del COVID19.
Trump no es culpa del COVID19, ni el insaciable y destructivo neoliberalismo cuya única lógica es arrasar con todo mientras de beneficio hasta que ya no quede nada, tampoco el egoísmo de los países del norte de Europa frente a los del sur, ni la mediocridad, la estupidez o la soberbia del ignorante. El COVID19 solo ha dejado todos estos males al descubierto.

MA

Anonymous said...


Como verá, le sigo invitando a responder a todos estos asuntos que sin duda le ocupan aunque tal vez tenga la tentación de dejar de lado por aburrimiento o para cuando tenga delante otra vez a sus alumnos.

- Cuestiones.
En un país que ha superado las 21.000 víctimas mortales por COVIB19, donde más de 36.000 profesionales sanitarios se han infectado con este virus por carecer incluso a día de hoy de las protecciones (EPI) adecuadas, chirria que la comparecencia de prensa diaria de las autoridades competentes esté formada por un general de la policía nacional, un general de la guardia civil, un general del estado mayor de la defensa y el director del instituto de control de epidemias F.Simon.
Esto se traduce en que el espacio dedicado a informar sobre el objeto de la crisis, es decir, el virus COVIB19 es de tan solo el 25%, el resto, el 75% está destinado a informar sobre las multas impuestas, los controles de tráfico o las zonas desinfectadas por el ejército, siendo tan solo F. Simon quien finalmente nos informa sobre fallecidos, nuevos infectados etc.

¿Es realmente necesario para el ciudadano el conocimiento sobre las actuaciones de las fuerzas policiales y militares del estado por encima de las actuaciones sanitarias? ¿En tal caso, para qué tenemos un ministro del interior responsable de policía y guardia civil o ministra de defensa responsable del ejército, en tiempos de crisis ya no es válida la interlocución que tenemos los ciudadanos con nuestros políticos?
Esto no es una guerra militar. Basta de comunicados de prensa por medio de generales cuajados de estrellas y remaches.

El petróleo cae a -38 dolares en los futuros de las bolsas de EE.UU, los desastres para este país se van sucediendo a una velocidad tal que se produce efecto acumulación. Produce terror pensar que en el último mes se han vendido en EE.UU más armas de asalto que en el resto del mundo, lo que unido al creciente enfrentamiento entre estados demócratas y republicanos respecto a las políticas de manejo sobre el COVID19 se encienden algunas luces rojas. Lo peor de todo es que nos encontramos con un pais tremendamente plegado sobre si mismo, auto aislado, desplazado tecnológicamente por los países asiáticos, con el 80% de su deuda en manos de chinos, rusos y saudíes...

MA

David P.Montesinos said...

Nada que objetar, me parece muy bien razonado. Tampoco me gusta el aire de estado de guerra que otorga el gobierno español al asunto del virus, tampoco quiero ver uniformes y, como usted, el futuro económico de este país, que me preocupaba ya antes del virus, se me antoja ahora mismo oscuro, muy oscuro.