Sunday, July 30, 2023

HIROSHIMA (Y NAGASAKI)

 




Mientras trato de descifrar los recovecos mentales del Oppenheimer encarnado por el inquietante Cillian Murphy, me viene a la memoria "Hiroshima mon amour". Hay una escena de esa bellísima película de Alain Resnais que se ha quedado en mí para siempre. Un grupo de personas heridas, destrozadas o simplemente aterrorizadas yacen juntas en algún rincón entre las ruinas. Se escucha una llantina confusa, un susurro de infinito dolor de unos supervivientes que aún están lejos de entender lo que acaba de pasarles. 

Esa imagen y otra relatada por un superviviente que recuerdo de un documental me dicen mucho más sobre aquel horror que todos los esfuerzos de Christopher Nolan. Aquel hombre, pese a estrellarse contra el techo de su casa por la implosión de la bomba, se salvó por vivir a varios kilómetros de la ciudad. No estaba seguro de qué había pasado, no sabía muy bien qué significaba aquel hongo de fuego que se abatía sobre la capital. "Al cabo de unas horas llegó alguien arrastrándose por la vereda del bosque que daba a mi casa. Estaba tan devastado, que pensé en una de esas criaturas monstruosas de los cuentos que oía de niño. A unos metros de mí se terminó de desplomar. Intentó decirme algo... Y expiró."

Lo siento, no creo en Nolan. Ya sé que sus adeptos son legión, pero a mí, que detesto particularmente "Origen", solo llegó a seducirme con "Interestelar". Tiene un buen pincel, pero eso no significa que pinte buenos cuadros. Se lo han dado todo para hacer "Oppenheimer", ha dispuesto de una legión de actores formidables... Le han permitido incluso tres horas de metraje, algo casi intolerable en Hollywood, a pesar de que, vista la película, se me ocurre que a Nolan le ha sabido a poco. 

No está bien relatada. Al contrario, es un desastre. Empeñado en tener ataques de director en cada escena, cuenta demasiadas cosas, abre insistentemente frentes que se cierran en falso, sin madurar lo suficiente. Quiere ser original y ocurrente por sistema, aunque eso reduzca las necesidades de expansión dramática de lugares y personajes. 

No dudo que haya un relato digno de una película en el alma atormentada de Oppie. Creyó, como el propio Einstein, que los aliados debían acometer un programa nuclear porque los nazis ya lo habían iniciado. Tratándose de judíos, no es extraño que la perspectiva de una bomba nuclear en manos de Hitler fuera la del Armagedón. Defendió el lanzamiento de la bomba en dos ciudades, creyó que sinceramente las vidas que destruiría acelerarían la rendición... Años después le atormentó la culpa. Bien, puede funcionar...El problema es que en el film esa es solo una línea narrativa entre otras, y, por tanto, al igual que las tendencias adúlteras de Oppie, quedan mal explicadas. 

Este no es en cualquier caso un escrito contra Nolan, entre otras cosas porque creo que conviene ver su última película. 

Miren, hay algo que me preocupa desde niño en relación a la Segunda Guerra Mundial. Dicen que la historia la escriben los vencedores. Imagínense por un momento que Adolf hubiera lanzado bombas como las de Hiroshima y Nagasaki sobre Manchester y San Francisco. No sé si hubiera supuesto que los aliados perdiera la guerra contra el fascismo, pero lo que sí tengo claro es que el trauma sobre toda la civilización occidental hubiera sido brutal. 

Resulta que semejante atrocidad no la perpetraron los nazis -no porque no quisieran, no soy idiota-, sino el democrático gobierno norteamericano. Decía el médico interpretado por Alan Alda en Mash que "nosotros somos los buenos y podemos hacer todas las gorrinadas que nos apetezcan". No soy sospechoso, Auschwitz es el síntoma más concluyente del poder destructor que tiene el mono raro que somos, y la guerra más criminal de la historia fue desatada por el fascismo, lo que convierte su derrota final en una feliz noticia. 

Y, sin embargo, el artefacto creado en Los Álamos bajo la dirección del contradictorio y ciclotímico Robert Oppenheimer es una absoluta atrocidad, un monstruo que se lanzó sobre civiles, una caja de Pándora que, una vez abierta, nos amenazará siempre con la destrucción definitiva. Hay que ser muy hipócrita para tratar de convencernos de que matando a cientos de miles una mañana se evitaría matar a otros tantos durante meses. Es un razonamiento digno de Lucifer, pero ya sabemos que Lucifer y sus íncubos habitaban un búnker en Berlín y no creían en la democracia. 

Hay un momento en Oppenheimer que conviene no perderse. Como culminación del Proyecto Manhattan, se habla de varias ciudades del archipiélago japonés como destinatarias de la bomba, entre ellas Osaka. Un halcón del Gobierno, entre risitas, afirma que Osaka debe ser excluida, pues guarda buen recuerdo de ella por haber pasado allí su luna de miel. 

Analicen lo que acabo de relatarles, analícenlo, por favor. 



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