
1. LA TORMENTA PERFECTA corre el serio riesgo de decepcionarnos. El acontecimiento solo es real en toda la extensión de la palabra en la medida en que se configura desde cierta imprevisibilidad. En tanto que un intenso dispositivo de alarmas a partir del gran triodo de poder -comunidad científica, medios de comunicación, administración pública- amplifica la sugestión de la catástrofe, ésta se convierte en una sombra de sí misma, un reflejo especular producido en la factoría mediática. "Tormenta perfecta" es el nombre cinematográfico del armageddon que se abatirá esta noche sobre la costa oeste... Ante ello, "ciclogénesis explosiva" pretende pasar por denominación científica y sustantiva, como si llegara inocentemente descargada de toda connotación, de todo efecto terrorista. No diré la frivolidad de que la tormenta sea una mentira urdida por los medios, torpeza que cometió Baudrillard -"la Guerra del Golfo no ha tenido lugar", dijo, y ni lo entendieron ni él hizo lo suficiente para que se le entendiera-, pero sí creo que la historia de la tormenta perfecta es más bien la de su espera. Como en El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati, la sustancia del relato se va destilando lentamente, en ese transcurso interminable de las horas y los días a la espera de que aquel páramo yermo y vacío que se abre tras las murallas de la fortaleza se llene de los bárbaros gritos guerreros de las hordas tártaras y, al fin, los soldados encuentren su motivo para vivir y para morir... Es la sangre prometida la que habrá de correr entonces, la gloria cuya verdadera historia es la de su ausencia, la de su deseo, la de su temor.
2. DIJO FERNANDO SAVATER que uno de los atributos del imaginario contemporáneo es el temor a la catástrofe ecológica. Ese temor está ciertamente impregnado de culpa. La isla de bolsas de basura que asfixia a los peces en el océano -alguna de Mercadona es la que yo me olvidé de reciclar-, el enorme iceberg que ya está bautizado y que, tras desprenderse de la Antártida, amenaza por su enorme extensión con variar las corrientes y desencadenar la catástrofe climática acelerada, el terremoto que acaba de conmover Chile y que amenaza con un tsunami, de lo cual es posible que también seamos responsables... Todo parece hallarse finalmente tiznado de nuestra culpa. Culpables de nuestro consumo desenfrenado, del hedonismo, del sexo proliferante, hemos atraído sobre nosotros la cólera de los dioses, de ahí que Poseidón encolerizado envíe ahora estos vientos, o que Yahvé lancé su fuego purificador sobre Sodoma.
La publicidad de Diesel ironiza sobre este imaginario milenarista. Vende ropa para jóvenes en anuncios donde no hay palabras, pero sería ingenuo pretender que no hay mensaje. Diesel sitúa a jóvenes despreocupados, sexys y felices disfrutando de un escenario post-catástrofe. Los grandes referentes de la cultura aparecen deslocalizados. La Torre de Pisa emerge sobre un bosque, los pingüinos del Polo se han desplazado hacia nosotros, la Gran Muralla se yergue sobre el enorme desierto en que se ha convertido China... Todo aparece deslocalizado, confundido y mezclado; todo es intercambiable; todo vale, en el sentido más banalmente postmoderno del slogan; el mundo posterior a la catástrofe aparece como un escenario sin historia y sin sentido, un reflejo irónico de sí mismo... Es sin duda repugnante y sospechosa de oculta ideología reaccionaria está llamada al consumo desde la acrítica burla despolitizada... Pero hay algo fascinante en los anuncios de Diesel: el signo de un tiempo en que todo, hasta lo más solemne, parece estar a la mano, todo es usable, todo es ready made... todo es -de alguna secreta forma- falso.
3. UN JOVEN AFRICANO me entrega una octavilla del Profesor Juba. Se anuncia como "curandero y vidente internacional", lo que me suscita la duda de qué pasa si los espíritus hablan por ejemplo en chino o en tagalo. "Tiene los espíritus más rápidos que existen", dice el anuncio. Esa mezcla fascinante entre el espíritu tecnológico y eficiente de los tiempos modernos y el más arcaico jaez de los deseos humanos... Esa obscenidad tercermundista, esa mostración impúdica de los instintos primarios del hombre: "suerte, solucionar problemas jurídicos, sanar enfermedades, quitar mal de ojo, recuperar el amor del cónyuge, rendir a tus pies a la mujer que deseas, poner de rodillas a tus enemigos"... Bien pensado, Juba va al grano, ofrece remedio para los males por cuya sanación suspiramos todos. Es la conciencia bienpensante la que nos impide reconocer que queremos ver a ciertos tipos morder el polvo. Es un charlatán, claro, pero su precio es bajo por hacernos la ilusión de que va a cambiar nuestra vida con llamar al número que aparece en la octavilla. Como le dijo un gitano en el rastro a un niño que preguntó por si el reloj que vendía funcionaba: "no querrás que por veinte duros además funcione".
4. EN CUALQUIER CASO TODOS ACUDIMOS AL VIDENTE. Cuando me despierto por las mañanas la Ser me asaetea con anuncios de productos milagrosos. Alaska, supuestamente curtida en décadas de consumo de todo tipo de sustancias, anuncia un producto que ahuyenta ipso facto los efectos de la resaca por la juerga nocturna, David Meca anuncia otro que te llena de energía hasta el punto de plantearte que podrías como él cruzar el Canal de la Mancha y además decirles a los tiburones que son unos mierdas. Pero el más irritante es el del tipo que toma por las mañanas un producto que le revitaliza hasta el punto de llevar a cabo todas las duras tareas de la vida diaria y, además, cumplir por la noche con la mujer como un Sansón: "lo que yo digo, sabado sabadete", dice el tío... De verdad, me entran ganas de no volver a follar nunca más. Sospecho que todos estos productos, similares al crecepelo que vendían los buhoneros del Far West, pertenecen a la misma empresa farmacéutica. No sirven para nada, desde luego, o, en todo caso, hacen el efecto de la cafeína, es decir alterar el sistema nervioso y ponerte hiperactivo, con el inconveniente de que luego uno tiene insomnio o se pone de humor insoportable. Nada nuevo bajo el sol: seguimos buscando la poción mágica de Asterix... Creo que voy a llamar al Profesor Juba, me cae mejor.
5. TERRY Y BRIDGE no se han dado la mano, titulan hoy las planas webs incluso de los "diarios serios". El destino ha querido que sus respectivos equipos, Manchester City y Chelsea se enfrentaran la misma semana en que se destapa el escándalo de los devaneos del primero, central y capitán -ahora destituido- de la selección inglesa. Al parecer, el bueno de Terry se benefició en su momento a la entonces pareja de Bridge, de la que nos han enseñado muchas fotos para que veamos lo buena que está. No se hacen ustedes idea de lo floja que me la trae con quien se va a la cama Terry. Es más, no me importa ni siquiera con quien se acuesta mi vecino, del que corren leyendas en la escalera sobre su afición a las prostitutas. Lo que no deja de llamarme la atención es la recepción social de este tipo de asuntos, especialmente sorprendente a mis latinos ojos, en el mundo anglosajón. Es tremebundo que a Terry le hayan quitado la capitanía de la selección por follarse a una a la que a su vez le apeteció follarse a Terry, que por cierto ya hay que tener mal gusto. Tan tremebundo como que Tiger Woods haya visto interrumpida su brillante carrera golfística por dedicarse a tirarse a todo bicho viviente -"adicción al sexo", es así como lo llaman cuando un fulano con fama y dinero aprovecha para llevarse a la cama a todo lo que salga por el toril-... Tan tremebundo como aquella mamarrachada del impeachment a Bill Clinton, todo un presidente de los USA caído no por arruinar
las bolsas o lanzar guerras, sino por una mamada de su secretaria -qué escándalo, y además en el Despacho Oval-. Yo sería partidario de que John Terry, Tiger Woods y Bill Clinton les dieran las correspondientes explicaciones a sus cónyuges y que pudiéramos todos dedicar nuestra atención a asuntos más serios... pero no soy optimista.

Me voy, que viene la tormenta. Perfecta, claro.