Monday, April 24, 2023

BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS DENUNCIADO

 




Se hace difícil sospechar que la abrumadora serie de denuncias por acoso sexual contra Boaventura de Sousa Santos respondan a alguna suerte de complot urdido por poderosos reaccionarios para destruir a uno de los más luminosos críticos del capitalismo. Que de Sousa tiene enemigos… No me cabe duda. Que habrá quien quiera desacreditarle por sus diatribas contra las nuevas formas de dominación… Segurísimo. Que algunos le despreciarán por ser un europeo que ha tomado decididamente partido por los oprimidos del Sur del planeta, lo que se advierte por su difusión en toda Iberoamérica, especialmente Brasil… Pueden apostarlo.
He leído mucho a Boaventura, sobre todo a raíz de la pandemia. Y aunque no coincido en todo lo que dice respecto a las “epistemologías del Sur”, la potencia argumental y documental de su extenso trabajo se me antoja deslumbrante. No creo aún así que la circunstancia exija de mí sacar la cara por el ya octogenario pensador portugués tras las últimas informaciones aparecidas. Estaríamos según las mismas ante un personaje repugnante, un sátrapa del mundo universitario que habría aprovechado durante décadas su poder y su prestigio para obligar –presuntamente- a numerosas mujeres a concederle favores sexuales.
Muy al contrario, sospecho que las acusaciones son ciertas y, probablemente, asomen como la punta de iceberg de un asunto que aún se abre paso a duras penas entre las sombras de la omertà. “Todas sabemos”, se lee en una pintada relacionada con el asunto en la Universidad de Coimbra… Me niego a caer en los peros habituales para estos casos. “¿Por qué denuncian ahora y no cuando sucedió?” “Cedieron voluntariamente para obtener prebendas” “Intentan ahora obtener notoriedad con acusaciones que no pueden probarse”…
En fin, ya sabemos cómo funciona esto. Podemos cuestionar algunos excesos asociados al Me Too. Es el caso de Woody Allen, en el cual se viola de forma flagrante la presunción de inocencia. Respecto a Boaventura vale igualmente, faltaría más, y tendrán que ser los jueces de Portugal y Brasil los que diriman si hay pruebas de acción criminal tras los indicios. Ahora bien, el ciudadano, sobre todo si se preocupa de documentarse, tiene derecho a considerar si un personaje como de Sousa Santos puede seguir teniendo autoridad moral como defensor de los oprimidos del planeta cuando, tras sus bellos escritos a favor de la emancipación, nos encontramos prácticas de violencia, sometimiento y autoritarismo… presuntamente.
Bien, permítanme un par de reflexiones.
Hay un enanito dentro de mí que desea que todo sea un infundio. No solo Boaventura me parece un gran investigador, es que creo que hace falta ser valeroso para enfrentarse a los oligarcas del mundo con argumentos y con la convicción que él demuestra. Lo pienso de él, de Naomi Klein, de Noam Chomsky, o, ¿por qué no?, de Julian Assange, quien por cierto también está acusado de acoso sexual. No sé gran cosa sobre la vida personal de estos personajes, pero todos ellos me han dado algo. Y, desde luego, me lo ha dado Sousa. ¿Es un indeseable? Pues puede que sí, hay razones para pensarlo. Y, entonces, ¿cómo entender tal esquizofrenia? Nadie es un santo, pero hay una gran diferencia entre comprarse una casa con piscina en Galapagar y defender la causa de los parias del planeta mientras estás intentando obligar a que te la chupe una becaria que teme quedarse sin trabajo si no cede a tus deseos. Lo primero es discutible, lo segundo te sitúa al nivel de los malvados a los que fustigas… y la conclusión es que corres el riesgo de invalidar tu discurso.
Verán, yo me considero de izquierdas, ya tengo edad para decirlo sin tener que pedir excusas. He pasado por muchas organizaciones cuyo etiquetaje era fuertemente progresista… Lo siento, no quiero amargarle la tarde a ningún cándido, pero la verdad es que algunos de los mayores hijos de perra que han ensombrecido mis días los he encontrado en tales lugares. Hay auténticos farsantes, robaperas y hasta psicópatas en partidos de izquierda, en sindicatos, en emisoras anarquistas, en espacios académicos feministas… Si yo les contara.
¿Tiene algún valor todo esto? “Bueno, en todas partes hay cabrones”, podrían contestarme. Sí, pero reconózcanme que detectar en las listas de Compromís o CCOO a algún tipo del que sabes positivamente que es una víbora resulta cuanto menos inquietante.
“El ciego me sacó de mi natural ingenuidad”, dice el Lazarillo. A mí, de mi juvenil candidez, esa que creía que proclamar ciertas ideas y besar ciertas banderas te otorga automáticamente alguna suerte de superioridad moral, me sacaron hace ya tanto tiempo que creo que ni lo recuerdo. Pero fue así. Y sigo siendo de izquierdas, ya ven.
Por cierto, lean algún ensayo de Boaventura de Sousa Santos. Quizá se lo haya escrito una becaria. Quizá por eso sea merezca la pena.