Friday, October 01, 2010










AMOR E INQUILINATO







1. El jueves por la noche pasó algo muy extraño en la televisión: vi un buen programa. Y aún diría más -como los Hernández y Fernández de Tintín-: fue capaz hasta de emocionarme. Se trata de un documental sobre Rafael Azcona, conocido por haber sido el guionista de Berlanga y de Ferreri.

En realidad, R. Azcona es bastante más que un gran guionista, ante todo fue un gran escritor. Del reportaje me quedo con una frase de uno de sus amigos: "la escritura de Azcona es la mejor crónica del siglo XX español". Sin embargo, es posible que a muchos apenas les suene el nombre, y más posible todavía que nunca hayan visto la imagen que adjunto. ¿Cómo se explica tanto anonimato, aparte de por la irremediable postergación en que tiende a quedar el screen frente a la dirección? De entrada Azcona era más bien feote y tenía pinta de paleto de provincias. En segundo lugar, tengo la sospecha de que hay una tendencia muy marcada entre las élites culturales a menospreciar a quienes se dedican al oficio del humor -comediantes, chistosos, dibujantes y otras gentes de mirada burlona y copa de chinchón en la mano-, por más que en cualquiera de las novelas o guiones de Azcona se reuniera más inteligencia que en el más académico de los manuales de metafísica.








Pero hay algo mucho más importante: a Rafael Azcona le tentaba la fama tanto como a mí hacerme sacerdote. Creía con todo convencimiento que si acudía a cualquiera de las numerosas galas en que le premiaban, empezando por los Goya, su rostro se haría popular y perdería la posibilidad de hacer turismo de incógnito por el mundo o ir de aquí para allá por Madrid en autobús, algo que hacía con especial orgullo desde que obtuvo en carnet de jubilado, lo cual le permitía subirse gratis. "Si supiera que le estamos haciendo este reportaje creo que no volvía a hablarnos", dice uno de sus viejos amigos. Incluso su esposa reconoce haber tardado mucho en entender esta extraña pasión por la ausencia que caracterizaba a su marido. Reconoce haberse irritado al ver como desperdiciaba la posibilidad de una aplauso que sin duda merecía tan solo por una obcecada timidez. Pero hay algo más: por encima de cualquier vanidad, lo que Azcona valoraba más que nada en el mundo era la posibilidad de hacer lo que le diera la gana. Un ejemplo de ello es la tentación, que comparto, de abandonar las fiestas haciéndose discretamente hacia un rincón y desaparecer sin despedirse, como por no molestar, cuando nadie mira.










Rafael Azcona murió así, con delicadeza. No tuvo grandes ceremoniales ni corrieron ríos de tinta, pero el currículum que deja es mareante. No solo fue un gran guionista, también participó como dibujante de aquellas épocas heroicas de La Codorniz, sin olvidarnos ni por un momento que, si llegó al cine para quedarse, fue porque algunos descubrieron en él un enorme talento como novelista. Así, El pisito, por ejemplo, fue una magnífica novela antes que convertirse en el guión de una de las comedias más negras y tremendas de la historia del cine español. En cualquier caso, lo que deslumbra de su trayectoria es la increíble serie de guiones que tuvo al cargo durante casi medio siglo: El pisito, El cochecito, Plácido, El verdugo, La escopeta nacional, El bosque animado, Belle epoque, Ay Carmela, La lengua de las mariposas... para qué seguir.

Siempre sospeché que el berlanguismo, tanto como a Berlanga, necesitaba a Azcona. A partir de su escritura se vertebra una parte esencial de la historia del cine español. ¿Humor negro? Como él dijo, "yo no creo demasiado en eso del humor negro, pero hay en el español una especial disposición hacia un humor cruel, patético." En quienes como él han pululado con comodidad por ese espacio de lo grotesco, descubrimos el poso de lo que, para bien o para mal, constituye la cultura hispánica, un mundo de hidalguías a destiempo, pícaros irredentos, amantes burlones y hambres superlativas... un mundo de Cervantes, Quevedos, Goyas y Valleinclanes. Veo a Azcona-Berlanga dentro de esa tradición tanto como al cine de Fernán-Gómez. Y barrunto que Alex de la Iglesia trata de moverse, a veces con acierto, por similares derroteros.








Hay algo en los personajes como Azcona que resulta antiguo, algo que suena a tiempos que parecen superados... Y, sin embargo, es eso lo que hacía tan atractiva su personalidad. Llegó de una provincia rural y las empezó pasando canutas en Madrid. Poder vivir de su lápiz y su máquina de escribir fue algo épico en aquella España de los años del franquismo profundo. Un día llegó a la redacción de La Codorniz, esa publicación que se identificaba por no pretender llegar "por el Imperio hacia Dios": encontró las máquinas de escribir quemadas con ácido, la edición destruida, los archivos por el suelo, la secretaria y el conserje atados y amordazados a la silla. Pero el humor ha sido siempre una profesión de riesgo en el imperio. Sorprendentemente, nunca le censuraron después por sus películas. Eran tan majaderos los censores que, con no haber medio muslo femenino, te pasaban la película, por más que ésta contuviera tanta corrosión como El pisito o El verdugo.

No se pierdan el documental si pueden encontrarlo. Por cierto, El pisito tiene subtítulo: "Novela de amor e inquilinato". Quien ha conocido el franquismo, aunque sean sus últimos resabios, puede entender cómo a alguien se le podía ocurrir asignar un género tal a su novela.




2. No he visto El gran Vázquez, no terminan de merecerme la pena los siete euros de un estreno las pelis de Santiago Segura, incluyendo las que -como es el caso- intepreta sin dirigir. Ya que el tío va de amiguete y colegón casi parece que lo correcto sería piratearselas. Tengo sin embargo la sensación de que este film, sin salirse de su pasión por los pícaros y los freakys, es algo más que una gamberrada torrentiana más. Como mínimo, hay una astuta elección de personaje.



Sé de Vázquez desde que tuve uso de razón. Como todo quisqui, yo, que presumo tanto de amar a Tintín y El Capitán Trueno -y a veces hasta a Chopenjagüer, fíjense- empecé con las historietas del TBO, del que solo era al principio capaz de mirar las imágenes, ciertamente fascinantes, pues tenía cuatro años y aún no sabía leer. Siempre le asocié con Ibáñez, creador de Mortadelo y de esa pequeña genialidad que fue 13 Rue del Percebe. Si Vázquez se convirtió a mis infantiles ojos en un personaje de leyenda es precisamente porque fue semanalmente dibujado como ocupante del ático del edificio, siempre urdiendo todo tipo de delirantes artimañas para esquivar a sus enfurecidos acreedores. Por lo visto, era tan desvergonzado que no parecía molestarle en lo más mínimo el que su viejo amigo le retratara como el mayor moroso del país.

A Vázquez le debemos Anacleto, agente secreto, La familia Cebolleta -uno de cuyos personajes, el abuelo contador de batallas, llego a convertirse en un fenómeno sociológico- y, mi preferida, Las hermanas Gilda. Se trataba esta última de la historia semanal de dos hermanas solteronas y poco agraciadas, una gordita, ingenua y sumisa, y la otra flaca, irritable y dominanta. Jugando como la inmensa mayoría de historietas del franquismo con la frustración de los deseos humanos más básicos -pensemos en el hambre de Carpanta- Leovigilda vivía para dedicarse a frustrar las continuas intentonas de acceder al amor y el matrimonio que la romántica e infeliz Hermenegilda llevaba a cabo cada semana. ¿Dibujos para críos? Yo creo que no cabe mucho mejor retrato de las contradicciones y debilidades de los seres humanos en un marco social tan agobiante como el de la Dictadura, esa eterna noche que Forges llamó "los forrenta años".






Más allá de su condición de moroso, engañador y seductor impostado, lo que eleva al gran Vázquez a categoría de lo que hoy conocemos como un freaky, son detalles como el de haber creado desvergonzados manuales de picaresca como Los cuentos del Tío Vázquez o ser amigo del gran símbolo del subculto freaky de la Celtiberia, el director de cine Jess Franco, en una de cuyas pelis, Gritos en la noche, aparece como actor. El propio Franco -anarquista como Vázquez y con un apellido que es un chiste en sí mismo-, le dedicó el film Mary Cookie y la tarantula asesina, que ya hay que tener narices para llamar así a una película. Conviene saber que, para acabar de adecentar su perfil biográfico, Vázquez participó en los ochenta tras la desaparición de la editorial Bruguera en revistas de dudoso rigor moral como El papus. Pero aún no les he revelado lo mejor: en los noventa participó en un fanzine erótico con una historieta donde sus tres creaciones más famosas, las Gilda y Anacleto participaban en un menage a trois. Se ganó algunas de sus últimas perras y la lió parda, pues al parecer el asunto escandalizó a mucha gente.

Todo un personaje, vaya que sí.



3. Hoy yo debería estar hablando de la Huelga General, de los sindicatos, de la derecha, de Zp, de por qué hice la huelga y de por qué hay que ser crítico con el gobierno y al mismo tiempo reaccionar frente a la intolerancia de los medios de la derecha, bla, bla, bla, bla... Añadamos las primarias del PSOE, tomémoslo todo en serio... y verán la cara de sesudas personas aburridas que se nos pone a todos.








Cuando caminaba por la ciudad para acudir a la manifestación advertí que a cincuenta metros venían un grupo de sindicalistas de la CGT -anarquistas como Vázquez pero sin tanta cara dura- con globitos negros y silbatos en la boca. Según se acercaban un grupo de empleados de un taller que no había querido cerrar sus puertas los miraba con una mezcla de temor y expectación, un poco como si se tratara de un grupo de milicianos de Durruti en la Guerra Civil y fueran a destruirles el local antes de darles una paliza de muerte. Al pasar el grupito, los del taller se dieron cuenta que eran tres mozalbetas con pinta de no haber roto un plato, dos viejales y un niño de diez años. Eso sí, cantaban a la huelga, a la huelga y portaban las banderas rojinegras de la Confederación. Al día siguiente, al hilo de los incidentes con los antisistema en Barcelona, la prensa de la derecha habló de la huelga como de una especie de kale borroka a lo grande.


Qué cosas. Ya no hay historietas satíricas como las de mi niñez, pero no estoy seguro de que vivamos tan lejos de la Rue del Percebe como nos creemos.

15 comments:

David P.Montesinos said...

Gracias, Mila. Ha introducido usted su comentario en el post anterior, de manera que le doy las gracias en éste. Pienso lo mismo respecto la escritura de R. y a la suya. Anda liada en cierto proyecto académico que parece sumamente prometedor, por lo que he sabido, pero espero que sea ella la que algún día lo cuente, si lo tiene a bien. Gracias de nuevo.

Anonymous said...

Algunas puntualizaciones:
a) lo que tú llamas "oficio del humor" suele no tener demasiado que ver con el humor. Una cosa es la guasa, la gracieta, el retruécano, el chiste y otra el "humor", pero no voy a explicar la diferencia aquí, porque me llevaría demasiado y no tengo ganas.
b) hablas de la tradición de Cervantes, de Quevedo, de Goya, de Valle-Inclán... En términos de humor eso es mezclar las churras con las merinas. En realidad ni siquiera se puede hablar con propiedad ahí de tradición -al menos de tradición española ( me refiero a su maestría en epígonos o prosélitos) -, porque la genialidad de los cuatro desanima a cualquier escritor o artista inteligente de seguir por ahí -por allí, es decir-. Quizás de esta observación se salga un poco Quevedo, que humorísticamente es todo lo contrario de Cervantes, para desgracia de la literatura española, que se empeñó con el primero en vez de éste.
-Vázquez era un tipo curioso, divertido, un jeta con un punto de genialidad. Ibáñez lo acertó de lleno en 13 Rue del Percebe, y Santiago Segura no lo hace mal en la película. Pero de anarquista..., nada de nada.
RS

Anonymous said...

Flojita el gran Vazquez.

BT

David P.Montesinos said...

Hola, RS, yo sí tengo ganas. En este artículo me refiero a dos personajes que se ganaron la vida escribiendo o dibujando escenas, peripecias y personajes que pretendían hacer reír o al menos provocar algún tipo de comicidad.

No sé si se entiende que Cervantes o los demás eran "humoristas". NO pretendo decir tal cosa. Lo que creo es que el trasfondo cultural en el que se apoyan algunos cineastas, poetas, historietistas y hasta grupos de música es, en parte, el de tales autores. Decir que hay mucho Goya en Buñuel o algún Valle Inclán en Berlanga o cierto cervantismo en toda esa tradición del llamado humor negro que se sustancia en tebeos, novelas o películas no me parece abusivo.
Releyendo lo que dices, creo en cualquier caso que manejo un concepto de tradición más laxo que el de tu comentario. No digo que se haya seguido la línea literaria de Cervantes, lo que digo es hay un sustrato cervantino absolutamente irrenunciable y que se refleja en toda la cultura -la "alta" y la "baja"- de nuestro Siglo XX.

No he visto la película, uso la etiqueta "anarquista" porque se la aplicaba él a sí mismo, algo que por cierto hacen muchos sinvergüenzas.

David P.Montesinos said...

Si seguís así me vais a convencer para no verla, y eso que el personaje me seduce...

Anonymous said...

Me pongo un poco borde, porque cuando veo -leo- a tus comentaristas darte tanta cera, me parece que estoy en el blog de una secta, la de los davidistas o los montesinitas, que me gustas más, porque me recuerda a la cueva de Montesinos del Quijote, que es precisamente el único lugar de la novela donde Cervantes insinúa que su protagonista puede ser un cuentista y un menitiroso -un colega, vaya-. Por otra parte, en tu contestación patinas de nuevo: ¿dónde está ese "sustrato tan irrenunciable de lo cervantino en la cultura del XX" -en la alta, la baja o la mediana, me da igual? Si te refieres a la literatura ya te ahorro la respuesta: en ningún sitio.
RS

David P.Montesinos said...

Querido, RS. Si alguna vez has tenido un blog, habrás descubierto que la mayoría de las personas que te postean son, de alguna manera, conocidas tuyas. En mi caso, algunas me escriben porque creo que me aprecian y porque a veces les interesa lo que digo. Quien envía un mensaje corto -a mí me sucede en los blogs que leo- quiere con frecuencia hacerte sentir tu aliento. Es un "te leo cuando puedo y me gusta", o mejor, "me gusta saber que sigues ahí". Hay otros que se extienden más y suelen exponer lo que el post les sugiere y lo que ellos piensan respecto cierta cuestión al hilo de lo que uno ha dicho. Alguna vez he tenido intensas polémicas aquí, aunque es inhabitual. En cualquier caso, las personas que te detestan o a las que simplemente aburres tienen la mayoría el buen gusto de olvidarte, de ahí tu sensación de que hay "demasiado jabón".

Respecto al asunto cervantino, creo que la intraducibilidad de nuestras posturas -no sé si lo mío es una "postura", nunca pensé que tal comentario suscitaría tanta suspicacia- se debe a que estoy manejando una noción de "influencia cultural" bastante más laxa y menos académica que la usas tú, que me parece más propia de un experto en filología y que piensa en el rastro de escritores que hubiera podido dejar el autor del Quijote y que, como tú apuntas, no existe. Yo hablo de otra cosa. Yo pensaba en Unamuno, al que releo, y que convierte al caballero en horizonte espiritual de una nación, en Foucault, para el que la noción cervantina de la locura abre el camino del barroco y, por ende, de la modernidad, de Ortega, de esa maravillosa novela quijotesca que es "Sueños de la edad tardía" de Luis Landero, de "El extraño viaje", de Fernán-Gómez, del teatro de El Brujo, de la escenificación del héroe del rock que hace Loquillo, de algunos amigos míos que ven gigantes donde -como Sancho les insiste- sólo hay molinos de viento.

Hay un utopismo muy peculiarmente hispánico, impregnado de un humor ácido que termina siendo algo amargo y hasta negro, un idealismo premoderno que desconfía del pragmatismo y la prosa cotidiana, que cree sentirse destinado a grandes glorias...

Anonymous said...

"He de reconocer que fui a ver esta película ligeramente "intoxicado" por reseñas y comentarios de amigos que había leído. Que si la película está bien pero le faltaba algo, que si debería haberse rodado en blanco y negro, o que si el aspecto "comiquero" no le beneficiaba.


Últimamente trato de ir virgen al cine, si me interesa la película, procuro no haber leído ni una crítica y no haber visto el trailer, por supuesto, donde lo que se lleva es destriparte completamente el argumento.


Así que no fui a ver virgen El Gran Vázquez, pero a la salida he de reconocer que salí encantado, habiendo disfrutado de la película y con muy pocos peros.


La película, dirigida por Óscar Aibar y protagonizada por Santiago Segura trata sobre la vida de Manuel Vázquez, (o sobre un periodo de su vida), uno de los mejores dibujantes de la Editorial Bruguera además de ser uno de los más rebeldes e inconformistas. Creador de Anacleto, Las Hermanas Gilda o La familia Cebolleta entre otros muchos, fue conocido además de sus personajes, por su vida privada, que llevó al propio Vázquez a escribir toda una serie de historietas basadas en sí mismo y a Ibañez a incluirle como personaje en su 13 Rue del Percebe.


Vázquez, si nos atenemos a su biografía, comentarios y a sus propias historietas, era un timador, un amoral, una persona sin escrúpulos y el rey de los acreedores. Y es esta parte de su vida la que retrata la película, sus años más difíciles quizás, aquellos en los que perdió la propiedad de sus personajes, que estuvo en la cárcel, que tuvo que malvivir...


La película tiene ritmo, es dura cuando tiene que serlo y también tiene su parte de humor. Desde mi punto de vista, retrata muy bien el ambiente que se debió vivir en la Editorial Bruguera y a los personajes que la poblaban, así como las circunstancias de la época.


Santiago Segura hace un buen trabajo, así como los demás actores, aunque aquí nos encontramos con uno de los primeros peros, y es que en ningún momento consigo quitarme de la cabeza que Segura es Segura y no Vázquez.


El segundo pero son las pequeñas secuencias animadas que aparecen a lo largo de la película, que, aunque bien realizadas, no aportan nada y rompen un poco la dinámica..


Es evidente que esta película la disfrutarán mucho más todos aquellos que hayan leído los tebeos de Vázquez y los que se hayan interesado también por la historia de la editorial y de su vida, pero ojo, no estamos ante un documental, así que para aquellos de los espectadores que se queden con ganas de saber más sobre esta etapa tan interesante del tebeo en España pueden buscar alguno de los libros que sobre el tema han aparecido.
Yo recomiendo El Gran Vázquez, una película muy disfrutable."
(extraído de www.blogdecomics.blogspot.com)

David P.Montesinos said...

No conocía el blog al que te refieres, pero gracias porque lo he localizado y parece interesante. Siento que no hayas firmado tu opinión -pura curiosidad- y que hayas tenido problemas para publicar el post. Basta con ticar una vez, aunque entiendo que hayas tenido problemas porque blogger hace cosas muy raritas últimamente.

Anonymous said...

Puedo aceptar lo de Landero y FFG, pero no lo de Unamuno, Ortega (Azorín, Maeztu, Ganivet o Rubén Darío -vid "DQ"-). En éstos lo cervantino es la constatación de una ausencia. De Foucault desconozco ese comentario, pero te agradeceré la referencia textual. Frente a la de los del 98 prefiero la lectura de Voltaire. Y respecto al Brujo y Loquillo no sé qué decirte.
(Lo de www.blogdecomics.blogspot.com te lo envié yo).
RS

David P.Montesinos said...

Insisto en que mi afirmación sobre el cervantinismo hispánico es laxa y un tanto de energúmeno. Lo que yo sostengo es que el imaginario de lo celtibérico es en gran medida quijotesco. No creo que lo sea por leer demasiado a Cervantes, sino más bien porque su inmortal novela es síntoma de un horizonte espiritual del que no terminamos de desenbarazarnos.

Comparto tu impresión respecto al 98. En Unamuno la obsesión por el personaje es,justamente, la constatación de una ausencia. Ahora bien, aunque Don Miguel acusa a los españoles de haber vivido trescientos años de espaldas a la exigencia de virtud del Caballero, es decir, de no haber aprendido la lección de la hidalguía, que es ante todo una lección moral, al tiempo considera posible su recuperación porque cree que ese hidalguismo habita silenciosamente el inconsciente colectivo. Algo de eso es la "intrahistoria", ese ethos que se trama en el trascurrir cotidiano y se plasma en ese irracional mirar hacia arriba -hacia los "designios del espíritu" que sin saberlo nos quijotiza.

El Brujo hizo una conmemoración teatral magnífica del cuatrocientos aniversario en forma de teatro. Su manera de entender la dramaturgia me parece que le debe algo a la obra cervantina, aunque es un poco largo de explicar, porque presiento en él ecos de todo el teatro del Siglo de Oro. En cuanto a Loquillo, no hay más que verlo sobre el escenario para ver escenifica la autoconstrucción de un héroe, el cual se define por la distinción de su atavío y sus gestos, su alejamiento de la moral plebeya y la incondicional entrega al honor de la dama.

Y ya para acabar. Hace muchos años hubo un festival de Eurovisión -cuando aquello parecía importante- en que España iba primera en las votaciones. Solo faltaba por votar la delegación española. No podían votar a su propia representación, pero les habría votado no dar un solo voto a los que iban segundos para que España fuera la ganadora. Pues bien, el rival obtuvo la máxima calificación y derrotó a España.

Recuerdo el comentario de mi padre aquella noche:

"Es que siempre hemos de ir haciendo los quijotes por el mundo".

Mila Solà Marqués said...

R.S. siempre me pareció de ágil y exquisita escritura y un gigante de biblioteca, amable y detallista...Pero ahora parece estar abducido por un trol/a o cualquier otra criatura siniestra que ha eliminado las entradas de su blog, inmoviliza su cortesía y nos tiene muy preocupados a quienes le pareciamos de verdad -aunque sea Online- R.I.P, desfragmentación o quizás un antídoto Online en el café? Inténtalo tú desde tu quijotesco y encerado blog -vale la pena el rescate-
Y sigo con mi trabajo -que aunque ya no me permite leerte tan a menudo, no me impide seguir perteneciendo a esta secta.
Saludos cordiales, Mila.

David P.Montesinos said...

Secta no destructiva, espero. Haré lo que pueda, más el misterioso personaje, además de algo quisquilloso, como demuestra alguna de sus últimas intervenciones, es rotundo para irrumpir tanto como para desaparecer.

Mila Solà Marqués said...

"Desde el punto de vista sociológico, secta, es un grupo de personas con afinidades comunes" -nada destructivo-

Anonymous said...

Entro aquí para responder a msm, con quien comparto la sensación que dice en su comentario anterior. A mí me pasaba lo mismo, pero ayer encontré esto, que a lo mejor la http://iesmartinisolercastellano.blogspot.com/2010/10/silencio-y-literatura.html#links convence. A mí no mucho: