Friday, November 25, 2016

LORCA. UN POETA EN NUEVA YORK

El escritor Vicente Molina-Foix ha disfrutado de dos momentos de gloria. Uno, hace ya décadas, cuando un crítico literario especialmente iracundo arrastró por el fango las obras del autor en su presencia durante una tertulia televisiva. Se cuenta que llegaron a las manos y no sé si a los pies. La segunda, más reciente, fue motivada por un artículo en el que cuestionaba la iniciativa del Ministerio de Cultura de instituir un premio nacional del cómic. No entendía el bueno de Molina-Foix que un "dibujante de monigotes" -es textual- obtuviera similares prestigio y dinero que un ensayista, novelista o poeta. No entendía que lo que sólo es un entretenimiento obtuviera máximo rango intelectual y artístico. 

No creo que Molina-Foix calibrara el revuelo que iba a provocar con aquella disertación particularmente cutre e indocumentada, el caso es que desencadenó un proceso indignado de toma de conciencia en el entorno de los amantes del cómic respecto al prejuicio academicista que minusvalora el género. A fin de cuentas, por ahí ya han pasado el cine, el jazz o el rock. La historia está repleta de procesos inquisitoriales contra el arte desde los lejanos días en que Platón se quedara más ancho que largo expulsando alos poetas de su República soñada. ¿Saben qué dice wikipedia respecto a la novela gráfica?: "es el último intento del cómic por alcanzar la respetabilidad cultural". Menos mal que los autores de los wikiestudios quedan en el anonimato.

Ahora yo debería posicionarme, enfrentarme a Molina-Foix y a otros intelectuales casposos y sumarme a la turba que mendiga para el tebeo la consideración de octavo arte y exige asimismo la creación de lustrosas academias de bellas artes donde se impartan masters de historia del tebeo. 

Pues miren, no. Cuando le concedieron el Nobel a Bob Dylan me asaltó la sospecha de que el reconocimiento intelectual llega sólo cuando un arte ya está en declive, cuando ya no es lesivo para el stablishment ni se hace indigesto para los bienpensantes. Vivimos una era dorada, no para el cómic -que acaso ya tuvo su momento más dulce en los tiempos de Hergé- sino para la novela gráfica, que ha producido en lo que va de siglo maravillas como Maus, Persépolis, Pyongyang, La gran catástrofe o Arrugas, este último de nuestro Paco Roca. ¿Saben? Creo que es mejor no menear demasiado este debate; que los doctos decidan lo que les dé la gana, dediquémonos a disfrutar este momento, carpe diem. 

Háganme el favor, lean "Lorca. Un poeta en Nueva York", novela gráfica del dibujante del alicantino de El Pinós Carles Esquembre. Este viernes, a las siete y media, en la Librería Bartleby de Valencia, lo presenté al público codo a codo con su autor, quien ya me hizo el honor de encargarme la presentación de su primer relato, "The body".  

Hay mucho que decir sobre el libro, aunque creo que éste habla por sí solo. Como dice el catedrático Ángel Herrero en la brillante introducción, tiene algo de reportaje. Esquembre maneja con precisión la ingente documentación gráfica y escrita sobre el asunto de la estancia de Federico García Lorca en América. Y lo hace para construir un relato que es tradicional y perfectamente translúcido en su discurrir y temporal, pero que se tortura y seduce a sí mismo en esas noches lorquianas que adivinamos tormentosas, cuando aparecen los demonios del poeta granadino y surge esa dimensión simbólica y surreal que es el auténtico secreto de "Poeta en Nueva York" 

Nueva York... la capital del mundo durante el siglo XX. Tras su largo viaje en barco, el entusiasmo inicial de Federico por aquel escenario de las maravillas sucumbió a la profunda tristeza que le animó a dejar España tras un duro revés amoroso. Nueva York terminó presentándose a los ojos de aquel poeta de Fuentevaqueros en el epítome de la deshumanización de las sociedades contemporáneas, un mundo frío y mecanizado, donde la espantosa grisura de unas multitudes convertidas en masa se alza sobre el individuo como amenaza. 

Frente a esa amenaza, la poesía. 

La aurora de Nueva York tiene 
cuatro columnas de cieno 
y un huracán de negras palomas
que chapotean en las aguas podridas.

Lean "Lorca, un poeta en Nueva York".    

Saturday, November 19, 2016

NAOMI KLEIN Y EL POLITÓLOGO

En el Salvados de La Sexta del domingo seis de noviembre, Jordi Évole viajaba a Toronto para entrevistar a Naomi Klein, autora de algunos de los textos más influyentes para el movimiento alterglobalización. He leído estos textos con detenimiento -son miles de páginas de trabajos periodísticos exhaustivos y a menudo desoladores sobre la evolución del capitalismo globalizado- y he seguido los movimientos de la autora con sumo interés en los últimos años. Durante los días posteriores busqué noticia de la entrevista en distintos medios. No tengo problemas para leer a quienes me son ideológicamente lejanos, aunque muy raramente he leído intervenciones interesantes desde las posiciones neoliberales -doctrina que la canadiense fustiga de manera inmisericorde a lo largo de sus escritos-, de lo cual deduzco que no se han molestado en leerla. 

Encontré una crónica en uno de los blogs adscritos al diario La Razón, concretamente el llamado El rincón del politólogo, compartido por tres autores. Uno de ellos, David Muñoz Lagarejos, firma el artículo La propaganda de Naomi Klein.  Me pareció tan desafortunado este escrito, tan mal documentado y tan sesgado en sus planteamientos que no me resistí a la tentación de la réplica. 

Y pasó algo realmente extraño. Mi escrito apareció instantáneamente, de manera que volví a entrar en el blog al día siguiente convencido de que Muñoz Lagarejos, al que  yo me dirigía respetuosamente, me contestaría de forma cumplida. Cuál fue mi sorpresa cuando advertí que mi comentario había sido borrado. Desconozco si fue un error, pero de haberlo sido, entiendo que el autor, experto en materia bloguera, habría debido hacerlo constar de alguna forma, disculpándose e invitándome a recuperar mi intervención. Me creo con derecho a presumir que fue Muñoz Lagarejos quien lo borró intencionadamente, de manera que he optado por publicarlo en mi blog, a la espera que algún crítico de Klein con más valor que Muñoz Lagarejos se anime a la refutación, pues nada me parece más sano que una respetuosa controversia. Ahí va el enlace del blog aludido.  El rincón del politólogo

Bien, aquí viene mi comentario eliminado. 

"El gasto social en España se ha incrementado por la crisis (prestaciones por desempleo) y por el envejecimiento de la población (pensiones) y ha mermado en otras partidas relativas a infraestructuras y a otros gastos sociales, por ejemplo las becas. En ese punto conviene que nos preguntemos si la Recesión la crearon las ideas que defiende Klein o las doctrinas neoliberales que con tanto entusiasmo apoya por ejemplo su periódico. En cualquier caso, no hay en los gobiernos conservadores un “interés social”, de hecho, su tendencia es a recortar ese tipo de gastos, como ya se ha visto en el primer cuatrienio Rajoy. 

Pero no nos vayamos de tema… Naomi Klein no habla de España, país donde el gasto social sigue siendo inferior al de muchos países de la OCDE. En Canadá (nacionalidad de la autora), UK o Alemania, ha descendido en los últimos años el gasto social en relación al PIB.

Naomi Klein no atribuye a la Escuela de Chicago la invasión a Irak, decir tal cosa es caer en una simplificación abusiva. Lo que sí dice es que grandes corporaciones norteamericanas dirigidas por personas muy cercanas al gabinete Bush encontraron en aquella guerra una oportunidad fantástica para los negocios, por ejemplo en relación al petróleo o para, supuestamente, reconstruir el país. Eso y no otra cosa es lo que explica Klein.

Usted cuestiona la jibarización de los viejos Estados. Su afirmación de que son más grandes que nunca es falsa si no se elabora adecuadamente. Lo que denuncia Klein es la impotencia política, es decir, la pérdida de peso de las instituciones de representación ciudadana respecto de los grandes centros de decisión, los cuales se han trasladado a los colosales núcleos financieros en la era de la globalización. Entendida esta, desdichadamente, como un proceso económico, la capacidad de los agentes democráticos para decidir algo respecto a lo que les afecta se ha desplazado a otros lugares.

Dice usted que Friedman pidió a Pinochet “libertades para el pueblo chileno” ¡A Pinochet! Lo debió hacer con la boca pequeña. La Escuela de Chicago creó toda una sucursal para la formación en la doctrina neoliberal y el dictador aplicó sus recetas sin que le estorbaran agentes sociales como los sindicatos o la oposición política. Miel sobre hojuelas para la aplicación del programa friedmanita, el cual fue un desastre.

Citando fuentes y sin explicarlo acepta usted la ecuación entre países con libre mercado y países democráticos. Usted no ha leído a Klein: su obra desarrolla durante miles de páginas y un equipo de investigación muy documentado la teoría de que esa ecuación se está desmoronando actualmente. Aparte de la obviedad de que donde aumentan la desigualdad y la pobreza, la libertad se convierte en simulacro, es palpable que el capitalismo globalizado encuentra en nuestro tiempo escenarios muy cómodos en naciones como China, Rusia y otras muchas donde los derechos humanos y las libertades civiles son permanentemente vulneradas.


Y no, las dictaduras comunistas no son el modelo de Klein por la sencilla razón de que jamás se declaró comunista. Debería en este sentido preguntarse por qué algunos defensores del comunismo autoritario detestan a Klein tanto como usted."

Saturday, November 12, 2016

VOTAR A TRUMP

Teniendo en cuenta que nadie ha sido tan concluyente como Podemos en considerar una desdicha el triunfo de Trump, no deja de tener su gracia que algunos ya hayan aprovechado para sugerir afinidades entre Iglesias y el magnate. La inefable Esperanza Aguirre, siempre oportuna, se ha apresurado a despejar dudas, elogiando al nuevo Presidente y aclarándonos donde hay que localizar las semejanzas. ¿Populista? Sí, a mí me recuerda a muchas actitudes de García Albiol, la propia Aguirre y otros líderes de la derecha. Una buena pista es el apoyo al candidato republicano de Sheldon Adelson, que -como ustedes recordarán- pactó con Aguirre aquella atrocidad del Eurovegas madrileño. 

En estos días asistimos a sesudas explicaciones sociológicas sobre el éxito de Donald Trump. Que muchos norteamericanos se sientan poco cercanos a Hillary Clinton no me sorprende en lo más mínimo. No le han negado su voto por ser mujer ni porque soportara el ridículo adulterio de su marido en la Casa Blanca, se lo han negado porque les parece una persona poco fiable y porque, sobre todo, asocian su figura al stablisment. Paradójicamente, el Partido Demócrata ha significado en este caso el voto "conservador", si por tal cosa entendemos la continuidad. Y no ya la de Obama, sino la de un modelo social que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, una América donde la oligarquía se siente cómoda y las instituciones descargan sobre el ciudadano común los desperfectos de la globalización. 

Trump es un voto de repliegue, un voto del miedo, un voto nacionalista que demanda que las cosas vuelvan a ser como antes. Y ¿cómo eran antes? Seguramente no eran mejores para la mayoría, pero la hegemonía de la mayoría blanca y protestante no se cuestionaba, los USA repartían al mundo instrucciones que los aliados no discutían y uno podía sentirse miembro de una "mayoría moral" que no tenía por qué avergonzarse de sentir cada resplandeciente mañana que Dios está de su lado. 

Salvo que tengamos vocación de provocadores como el simpar filósofo Slavoj Zizek, a quien parece seducirle aquello de "cuanto peor, mejor", no veo nada de bueno en la monumental sorpresa electoral que ha puesto en la Casa Blanca a un esperpento aún más risible que Ronald Reagan o George W.Bush, que ya es decir. Viva el patanismo. 

¿Será para tanto? Quizá no, quizá los oscuros poderes fácticos, que parecían haberle dado la espalda ya antes de las elecciones, no le dejen cumplir sus promesas electorales. Lo que sí sé es que no pretende nada bueno. Si no puede construir el famoso muro hará lo posible para que los inmigrantes lo pasen mal. No expulsará a los ilegales, pero favorecerá el trabajo esclavo y la explotación informalizada. No sé si podrá declarar alguna guerra, pero hará lo posible para que millones de árabes del mundo se sientan amenazados por América. Trump es capaz de todo, de todo aquello que le dejen. 

Entre tanto es bueno que alguien recuerde a los millones de personas entre atemorizadas y enfadadas que le han votado que lo que han hecho es sentar en el trono pulsiones muy primitivas y viscerales. "Le voto porque dice lo que todos pensamos y nadie se atreve a decir", afirma uno de sus entusiasmados electores. ¿Y qué es lo que "todos" pensamos?

Yo se lo digo. Pensamos que las mujeres sólo sirven para el sexo, y que se van a la cama antes con el dueño de un buen fajo de billetes que con un "loser". Reclamen, señoras, igualdad de salarios o castigo a los maltratadores, pero ¿que se han creído? Pensamos que los negros van por ahí con la cabeza alta, que los burócratas de Washington subvencionan su vagancia y que deberíamos endurecer las penas de prisión y dejar manga ancha a la policía para que les mantenga a raya. Pensamos que uno es rico por sus méritos y que los pobres son culpables de su fracaso. No quiero pagar impuestos y que con mi dinero se financien las obras públicas o la salud pública, cada uno que se apañe como pueda. Sí creo, no obstante, en los gastos armamentísticos. Necesitamos más Guantánamos, más libertad de armas. Queremos más prostitución, pero no que las putas sean profesionales con dignidad sino simples objetos sexuales con las que podamos hacer lo que nos dé la gana. Queremos más Las Vegas. También que los productos invasores encuentren todo tipo de trabas, pero no aceptamos que nadie imponga condiciones a nuestras exportaciones...

El catálogo de horrores es más largo, mucho más, pero no voy a aburrirles más. Qué nivelazo, macho.   

Sunday, November 06, 2016

ESTOY UN POQUITO HARTO, LA VERDAD...

1. Con Vargas Llosa tengo el mismo problema que tuve en su momento con Camilo José Cela: la mayoría de sus intervenciones públicas me parecen impresentables, pero en razón de un prestigio intelectual que responde a una sobrevaloración a mis ojos inexplicable, puede permitirse el lujo de decir absolutas imbecilidades sin que casi nadie se atreva a elevar una voz de reproche. Vargas Llosa siempre estuvo al lado de los poderosos del mundo, no es extraño que insista tanto en que "no hay que luchar contra la riqueza sino contra la pobreza". En estos momentos la economía del mundo está en muy pocas manos. Los cien primeros de la lista Forbes poseen fortunas equivalentes a la mitad pobre del planeta, tres mil quinientos millones de personas. Hay cientos de millones en situación de pobreza extrema y hay, a la vez, muchas, demasiadas personas en el mundo que exhiben una opulencia que les permite encender el habano con billetes de mil y quedarse tan panchos. "Hay que luchar contra la pobreza y no contra la riqueza", ¿de verdad cree este lerdo que ambos asuntos no guardan ninguna relación?

2. No tengo nada que decir a favor del chavismo, pero hay veces que me harto. ¿Por qué parece que los mismos que viven en una lágrima permanente por los dislates venezolanos jamás hablan de los palestinos ni de los saharauis?  


3. Hasta el ínclito televisivo Jorge Javier Vázquez, ese ejemplar adalid de la moral, se ha permitido el lujo de meterse con Pablo Iglesias, quien por lo visto es -con su poder de hipnotizar al pueblo con sus ojos de Fu Manchú- el culpable de que el proletariado español haya abandonado al PSOE. Ahora resulta que un podemita ha especulado con un piso, una malda que no haría jamás ninguno de los que le están poniendo a parir. Es lo mismo que cuando Echenique tuvo un empleado "en negro", eso nunca lo hemos hecho nadie. Por cierto, a mí tampoco me caen bien, pero tienen tantos y tan poderosos enemigos que van a terminar consiguiendo que les vote. Ah, y una preguntita inocente -y dejen de dar la brasa, por favor, con Venezuela, con Irán y con su pastelera madre-: ¿el vínculo financiero de Podemos con los bancos es igual o es diferente al de los demás partidos, incluyendo Ciudadanos?  

4. Veo "I, Daniel Blake", último film de Ken Loach. No soy fanático de este director británico. Uno puede salir del cine con la sensación de que Loach no ha salido del mismo discurso que viene sosteniendo desde hace treinta años y que convierte la cámara en un instrumento de combate político. Y sin embargo estamos ante la obra de un maestro. Dan Blake es lo que puede pasar a ser cualquiera de nosotros en el momento en que ya no tengamos los recursos necesarios para defendernos contra el desmantelamiento de unas instituciones cuyo sentido solidario se empezó a debilitar hace más de tres décadas, cuando Thatcher dijo aquello de que "no existe la sociedad, sólo existen los individuos". Leí "Algo va mal", de Tony Judt gracias a Justo Serna. He triturado con la mirada y el alma ese texto imprescindible. Sus líneas no paraban de venirme a la cabeza mientras veía la película. 

5. Ayer supe que este domingo por la noche "Salvados" emite una entrevista de Évole a Naomi Klein. No estamos ante un personaje cualquiera. Vean la entrevista y quizá descubran por qué la autora canadiense tiene tantos y tan poderosos enemigos. Yo voy a pasármelo muy bien escuchando al personaje público que más me ha conmovido en la última década. 

6. Trump es a no dudarlo un hombre odioso, y todo lo que encarna obedece a un mundo gris, deprimente y resentido. Pero la cuestión es si nos merecemos a Trump. Es una pregunta que deberíamos hacernos cada uno de nosotros, aunque no seamos norteamericanos. Y el problema no se resuelve si el martes pierde.