Friday, June 28, 2019

ELORZA Y PODEMOS

Hubo un tiempo en que Podemos me interesó sobremanera como fenómeno socio-político. Me parecía un partido postmoderno en el sentido más baumaniano, un partido "líquido", es decir, una organización en permanente construcción surgida al calor de un entusiasmo juvenil tan emocionante como voluble y frágil. A falta de un apparatchick maduro y estable como el de los grandes partidos -no otra cosa era "la casta"-, Podemos exhibe la agilidad y el carácter mutante propio de un todoterreno. En contraposición,  genera la desconfianza que envuelve normalmente al inexperto y la hostilidad que se depara al advenedizo. En cualquier caso, siempre entendí Podemos como una forma de aprendizaje político para mucha gente, con cierto carácter abierto o experimental que no estoy seguro de que ya se haya agotado. 

Sigo pensando en esos términos, pero Podemos, partido al que por cierto nunca he votado, ya no me parece un fenómeno en sí tanto como me lo parecen las animadversiones que despierta. La cantidad de artículos de fondo, editoriales y mensajes de toda índole que llegan por tierra, mar y aire contra la organización morada contienen a menudo críticas certeras, pero yo no encuentro la proporción entre las maldades de Iglesias y los que le rodean, aquellos a los que Montero y él aún no han defenestrado, y el volumen colosal de los improperios que les dirigen. 

Esta semana mismo me encuentro con un artículo de Antonio Elorza contra el partido, o mejor dicho, contra su líder, al que muestra una inquina que parece provenir de los tiempos en que eran compañeros en la Complutense. En aquel entonces el señor de la coleta ya demostraba a ojos de don Antonio su carácter agresivo, su delirio mesiánico y un particular sentido del espectáculo. Cuando Iglesias reventaba actos de políticos de la casta lo que le amparaba según Elorza era la condescendencia de las autoridades de la Universidad. (Como toda la vida, los hombres de orden demandando mano dura y cargas policiales contra el bolchevismo, ese epicentro de todas las violencias del mundo, vaya por Dios)

En el 15M, siempre según Elorza, Iglesias y su séquito, tan oportunistas ellos, encontraron la ocasión para brillar. Yo oía decir en aquel tiempo a los Indignados que se dejaran de algaradas y montaran un partido para llevar propuestas al Parlamento. Me asalta una duda: si no lo hubieran hecho Iglesias, Monedero y Errejón, ¿lo habrían hecho otros o el potencial del 15M habría quedado simplemente desactivado? En cuanto a lo del oportunismo, sería una acusación pertinente si ellos hubieran sido externos al movimiento, pero da la casualidad de que estaban dentro de él a todos los efectos, es más, en muchos aspectos fueron responsables de él. 

Pero Iglesias es un zorro maligno, y desde la apariencia asambleísta y tras las panoplias de "la Gente" o "los de Abajo", se ocultaba una visión leninista destinada a someter la organización al yugo de una élite que terminaría tomando todas las decisiones. La "innegable acumulación de energías positivas en Podemos ha sido dilapidada", dice Elorza. Todo vale para los detractores de Podemos: como de los fundadores sólo queda Iglesias, ahora resulta que Podemos, al que no han dejado nunca de defenestrar, empezando por el propio Elorza, no estaba tan mal, el problema era Iglesias, que es el que al final ha ganado. 

A partir de ahí todo son malas jugadas: purga continua de posibles discrepantes, la ruptura con Carmena, el negarse a apoyar al gobierno de coalición Sánchez-Rivera pese a que suponía dar el gobierno a Rajoy... Respecto a esta última cuestión, no deja de ser curioso que se exija a Podemos lo que a nadie, es decir, propiciar un marco completamente contrario a la voluntad de sus votantes, que verían -y con mucha razón- el gobierno de coalición Psoe-Ciudadanos como lo más alejado de sus propuestas. 

Al hilo de las actuales negociaciones para un gobierno de izquierda -y creo que éste es el verdadero motivo del artículo de Elorza contra Iglesias- lo que ahora pretende el líder de Podemos es satisfacer lo único que siempre ha deseado, el poder personal. Iglesias juega, según Elorza, a exigir un ministerio para imponer su personalidad desde coordenadas ideológicas diferentes a las del Gobierno y convertirse en la imagen con mayúscula del mismo. Me da por preguntarme si el odio personal a Iglesias y el deseo de complacer al todopoderoso Cebrián han vuelto imbécil a Elorza, pero es evidente que no se da cuenta de lo ridículo que resulta acusar a un líder político de querer ejercer poder, de hacerlo desde su tizne ideológico, y, finalmente, de proyectar con ello su imagen para multiplicar su popularidad. 

Miren, a mí no me cae bien Iglesias ni estoy nada seguro de que Podemos tenga futuro. Si Iglesias y Montero están imponiendo un modelo cesarista o centralizado, no se diferenciarán con ello en nada de los demás partidos, los cuales hacen exactamente lo mismo, solo que con menos transparencia, pues constituyen organizaciones jerarquizadas donde la democracia interna no es objeto de polémica -como en Podemos- porque su inexistencia se da ya por hecha. Si se permiten el lujo de rajar de los grandes poderes financieros del país, quizá sea porque no han establecido lazos de dependencia con ellos, lo que les libra de las ataduras que envenenan el sistema. 

Hay quien cree que Podemos es un hatajo de irresponsables. A mí lo que me parece una irresponsabilidad, además de una cobardía política, es no querer asumir que cuando las bases gritaban a Sánchez "con Rivera no", lo que pretendían era exactamente lo que indica la frase, sin ambigüedades. Yo no digo que haya que conceder a Podemos todo lo que pida, pero eso es tan cierto como que la misión de Iglesias en la negociación tampoco es conceder cheques en blanco. Si lo que nos apetece es volcar contra Podemos la acusación de alisarle el camino a la derecha, no empecemos por deslegitimar a Iglesias como negociador, pues los millones de votos que obtuvo le convierten en el hombre destinado a propiciar la investidura de Sánchez, construir un gobierno de izquierdas y evitar que los corruptos y los neofascistas hagan un gobierno a la medida de los deseos del señor Trump, que por si no se han dado cuenta es lo que está en juego. 


Acabo, Antonio Elorza, cuyo currículum intelectual es extenso y admirable, ha dedicado aproximadamente la mitad de sus numerosos artículos en El País a Pablo Iglesias, todos ellos, por supuesto, para denostarle. Salvo que creamos que el señor de la coleta es el mal número uno de la nación, se me ocurre pensar que el resentimiento personal es el peor de los factores del debate democrático, sobre todo cuando, por obsesivo, se hace enfermizo. Así no vamos a ninguna parte. 

Thursday, June 20, 2019

KOBA, EL TEMIBLE (Y II)

Recientemente, y con motivo de los cien años de la Revolución de Octubre, tuve el honor de participar en el número de la revista Saetabis que dirigió Justo Serna. Dos historiadores que me merecen confianza, Julián Casanova, entrevistado por Alejandro Lillo, y José Antonio Vidal Castaño, se pronunciaron en ese número de la revista sobre la experiencia soviética. Me he inspirado en sus palabras para efectuar algunas consideraciones que me parecen oportunas, mucho más después de leer "Koba, el temible", el estremecedor pero, en mi opinión, discutible libro de Martin Amis sobre Iosif Stalin.

1. La trascendencia de la Revolución Rusa es inmensa, incluso si damos por hecho que la Caída del Muro es el síntoma definitivo de un fracaso histórico gigantesco. Podemos pensar que la puesta en práctica del marxismo en la versión bolchevique en aquellos días "que conmovieron al mundo" no es más que un error, una impostura y una desdicha para el mundo. Limitarse a esta consideración, que tiende a explicarlo todo desde la maldad de ciertos personajes y el ADN criminal del comunismo, me parece tan zafio como aquella ridícula teoría de los noventa según la cual el final de la URSS demostraba la condición incuestionable del capitalismo demoliberal. 

2. Amis, y otros como él, tienen razón cuando acusan a la intelectualidad europea de izquierdas de haber guardado un vergonzoso silencio respecto a los crímenes del estalinismo, a pesar de que las informaciones sobre el Gulag y la institucionalización del terror llegaron a ser en los años sesenta lo suficientemente abundantes como para considerarlas simples efectos propagandísticos de la Guerra Fría. No puede extrañarnos que el crédito intelectual y ético de un gran sector del marxismo del siglo XX haya quedado seriamente malparado por aquella infamia. 

3. El zar pretendía ser un rey absoluto a la vieja usanza, de ahí que sintiera como una amenaza el inaplazable proceso de modernización del país. Así, Nicolás Romanov se refugió en valores tan obsoletos como la autocracia y la aureola cuasi religiosa del trono y la dinastía. El apoyo de la iglesia ortodoxa y la oligarquía terrateniente se volvió insuficiente ante el malestar de la población, en especial los campesinos. Como afirma Vidal Castaño, "La pobreza y miseria existentes, las hambrunas, las muertes provocados por epidemias infecto-contagiosas, etc... estaban presentes en las temáticas literarias de escritores como Gogol, Tolstoi, Chejov, Dostoievsky, Gorki..." Antes del estallido de 1917, conviene no olvidarlo, estuvo el de 1905.

4. El sistema no se desploma sólo por la agitación social interna. Además de acabar con el imperio prusiano y el austro-húngaro, la Gran Guerra castigó seriamente al imperio ruso y favoreció el descrédito de la democracia burguesa y el surgimiento de los totalitarismos. En los cuatro años del conflicto mundial Rusia movilizó cerca de quince millones de soldados, de los cuales perecieron o quedaron lisiados o heridos casi la mitad.   

5. Los gobiernos provisionales del Príncipe Lvov o del menchevique Kerenski fracasaron porque ya era demasiado tarde para su plan: sacrificar la monarquía para, a cambio de algunas reformas, mantener la guerra y aquietar la agitación revolucionaria. El conflicto entre pobres y ricos en toda Rusia era una herida que ya no podía suturarse, los soldados estaban agotados de la guerra... El país se encaminaba a una guerra civil y la venganza de los siervos, después de siglos de brutalidad y esclavitud, dejaba de parecer una utopía. El problema del proyecto reformista de importar de la Europa Occidental el modelo burgués parlamentario no se vino abajo por ser éticamente inferior a los soviets proletarios y campesinos que proponían los revolucionarios, sino porque el país no estaba estructuralmente en condiciones de asumirlo. 

6. En una situación tan extremadamente inflamable, los bolcheviques ofrecían soluciones, de ahí que se presentaran ante las masas como la alternativa más plausible. No puede extrañarnos que las promesas de colectivizar la propiedad agrícola, entregar a los soviets obreros la gestión de las industrias y poner fin a la guerra generaran tantas adhesiones y que el exiliado Lenin fuera recibido como un mesías al bajarse del tren en la Estación de Finlandia. 

7. En el origen del Estado bolchevique diseñado por Lenin encontramos el aparato de seguridad y coerción que alcanza su máximo desarrollo con Stalin. El liderazgo omnímodo de Koba y la aniquilación de todas las formas de democracia popular asociadas al periodo revolucionario desaparecen definitivamente para dar lugar al terror totalitario. La disidencia y la libertad de prensa son sustituidos por el partido único y una aplastante burocratización, lo que inclina a pensar que el componente más autoritario y liberticida del bolchevismo es el que a todos los efectos impuso su modelo. La persecución sistemática de los protagonistas de la revolución, empezando por Trotsky, es una de sus consecuencias. De ahí provienen los desplazamientos masivos de población, el exterminio de los kulaks, el Gulag, el KGB o la Stasi, la lógica de la Guerra Fría y el Telón de Acero, la corrupción de los nuevos oligarcas del apparatchik... 


Concluyo con dos preguntas: aún admitiendo que el modelo estalinista está de alguna forma contenido en germen en el programa de Lenin, ¿debemos entender el Terror como una desviación o es más bien el cumplimiento irremediable de las condiciones de desarrollo del Estado bolchevique tal y como lo concibió Lenin? 

Y la más importante, la única que verdaderamente me preocupa y que me ha animado a escribir este artículo: ¿demuestra el desdichado experimento soviético que el marxismo fracasa como teoría de la emancipación?

No es fácil contestar, lo sé, pero creo que esa es la gran pregunta.

Wednesday, June 19, 2019

KOBA, EL TEMIBLE (I)

Concluyo "Koba, el temible" con la sensación de haber asistido a un largo catálogo de horrores. Iosif Stalin es, para su autor, Martin Amis, la encarnación del mal, un monstruo sin entrañas, un psicópata que, para desgracia de la humanidad, alcanzó un poder colosal. Su misión fue convertir el aparato institucional creado por la Revolución Bolchevique del 17 en una gigantesca maquinaria dedicada al asesinato masivo, la tortura, el adoctrinamiento y el terror. El estalinismo es el nombre del proyecto de deshumanización totalitaria más infernal de la historia moderna, superando -siempre según Amis, que se esfuerza mucho en recalcarlo una y otra vez- la brutalidad del nazismo. 

Confieso haber experimentado una mezcla de fascinación y horror mientras leía "Koba el temible. La risa y los veinte millones", publicado en 2002 y que recogió muchos lectores, pero también duras críticas desde el ámbito de la historiografía académica. En contra de algunas de esas críticas, he de pensar que algo de virtuoso ha de tener la prosa de Amis, pues ha conseguido atraparme hasta la última página, a pesar de que arranqué el libro del estante de una biblioteca pública sin más motivo que una tibia curiosidad. 

No soy sospechoso de simpatizar con Stalin, obviamente, ni siquiera he experimentado nunca una rendida admiración por los héroes de la Revolución Bolchevique, aunque siempre he guardado cierta benevolencia hacia la figura de Leon Trotsky, quizá por el miedo y la inquina que siempre le profesó su viejo camarada Stalin. Pero mis preferencias personales, teniendo en cuenta que no soy experto en el tema, tienen bien poca relevancia. Lo que sí observo, como lector, es que el Amis ensayista es un manipulador de manual. Su acercamiento a la condición de historiador no resiste un análisis serio. Pese a su habilidad retórica, su crónica está repleta de imprecisiones, opiniones mal fundadas y datos malevolamente seleccionados de cuyas fuentes a menudo no se nos informa. Amis parece saber lo que en cada momento pensaba Stalin, lo que decía en sus conversaciones privadas, y se precia de poder bucear sin escrúpulos en su patológico inconsciente. Incluso incorpora fotografías en las que, como en una que acompaña con la leyenda de "canibalismo en Ucrania durante la hambruna", debemos creer al modo de acto de fe que corresponde a lo que el autor denuncia.

De acuerdo con Amis en lo evidente; Stalin fue un monstruo, un asesino implacable que fabricó una infernal maquinaria de terror para destruir a enemigos, rivales y disidentes, llegando incluso a practicar el hambre y el exterminio masivo de inocentes como estrategia de poder. El largo y sangriento episodio de las purgas o la criminal hambruna creada para acabar con los kulaks, que generó millones de muertes, son sólo los momentos paroxísticos de un uso despiadado del aparato del Estado soviético. El famoso "hombre nuevo" pretendido por el marxismo soviético termina despedazado en la atrocidad del Gulag. Pero no es ésta la cuestión, ni siquiera lo es si, como pretende el autor,  Koba fue el heredero directo de un proyecto infernal ya contenido en el proceso revolucionario que triunfó en el 17 bajo el liderazgo de Lenin. La cuestión es si todos los interrogantes que aún hoy, ya superado el siglo de los totalitarismos, las guerras mundiales y la Guerra Fría, debemos plantearnos, pueden ser resueltos por una crónica como la de Amis. Y la respuesta sólo puede ser negativa.   

(continuará)

Wednesday, June 12, 2019

AFORISMOS PARA FASTIDIAR




1. Sólo consigues que te importe un rábano lo que los demás piensen de ti cuando eres anciano y ya es demasiado tarde para todo. Si haces que ocurra antes dominarás el mundo. 

2. Nadie me quiere por aquello por lo cual "merezco" ser querido. 

3. En una aldea de la meseta castellana donde hice la vendimia me topé con un hombre que arrastraba sin remedio la condición de excluido social. Me dijo, sin que yo le diera motivo para entablar conversación, que jamás había podido soportar que la gente hiciera sufrir a los perros. Le seguí con la mirada en la noche de una carretera por la que desapareció como quien no va a ninguna parte. Esa imagen habita para siempre el centro de mi memoria, de ahí que me asalte casi a diario. Por razones que no acierto a explicar, intuyo que en ella están todas las respuestas a las preguntas de mi vida. Lo demás son puntos suspensivos...


4. El amor, esa ficción devastadora. 

5. "Si fuera rico me hincharía a comer hígado encebollado", dice un mendigo en Los Simpson. Este chiste genial abre una fisura endemoniada en la lógica de la civilización. Se supone que nos movemos por codicia, pero si escarbamos un poco descubriremos que no sabemos el porqué. 

6. El romanticismo, esa estupidez de quienes como yo, todavía creen que sólo se puede amar sin condiciones. 

7. Sin los escrúpulos morales ya nos habríamos extinguido. Y saber que, pese a ello, son perfectamente capaces de destruirnos. 

8. "Senténcienme, sigamos cada cuál con nuestras vidas y no me hagan perder más el tiempo", dice un personaje de Coetzee que está a punto de ser expulsado de la Universidad. Si yo hubiera tenido el coraje de pronunciar esa frase tantas veces como lo he deseado...

9. A lo largo de la historia nada ha sido tan admirable como ser judío. Los guetos iluminaron y dinamizaron los núcleos urbanos que, sin los hijos de la diáspora, se habrían esclerotizado en un tedio insufrible. Si siempre los han perseguido fanáticos y sátrapas es porque su presencia invitaba a la gnosis, al intercambio, al viaje de descubrimiento, al intercambio, al mestizaje...La fundación de Israel es por ello una desdicha. Como afirman los anarquistas, "No le deseo un Estado a nadie". 

10. Los reaccionarios españoles son aficionados a la Historia por la misma razón por la que un hooligan ve una y otra vez repetidos los partidos que sabe que su equipo terminó ganando. España es como Rusia, pero con menos invierno, un desierto donde los heterodoxos y los librepensadores han sido sistemáticamente aplastados por los inquisidores y los mandarines.  

Tuesday, June 04, 2019

ESTOY UN POQUITO HARTO, SÍ.

Algunos allegados comenzaron ya en los noventa a desconfiar de la izquierda, cuando tanto hacía el felipismo por convencernos de que no debíamos ilusionarnos demasiado con la política. Eran los tiempos en que El Muro caía con todo su peso simbólico sobre las esperanzas de los cándidos que aún creían en el "comunismo real", el maoísmo era un fantasma del pasado y la revolución latinoamericana se había vuelto confusa. El paisaje invitaba a creer que el neoliberalismo no tenía alternativa y que lo mejor que uno podía hacer era adaptarse y abandonar horizontes utópicos. Como decía la canción de Gabinete Caligari, "¿A qué tranvía esperas tú? No hay nada que esperar/ porque ha salido ya/ el último tranvía." Ningún reproche. Uno construye su biografía como puede... Y bastante tienes con sobrevivir y, si eres lo bastante imprudente, crear una familia y darle comida y techo, que no es poca aventura. 

Yo también sucumbí durante un tiempo a aquella inercia plastosa que se llamó "fin de las ideologías" y "pensamiento único". Ya conocen la siniestra consigna thatcheriana "There is not alternative" (TINA). Ciertas peripecias personales que no voy a detallar aquí me enfrentaron a sindicatos y administración socialista. Ello me permitió descubrir en carne propia que la intolerancia y el más mezquino sectarismo pueden encontrar un hábitat confortable en la izquierda con la misma facilidad que en la derecha, donde yo siempre supe que los indeseables abundaban. 

Décadas después, la vida me ha llevado por derroteros que me han convencido de que las cuestiones que vuelven inhóspito el mundo son las mismas que me preocupaban en mi juventud, cuando creía que militar en la izquierda era poco menos que una exigencia ética. No sé si soy de izquierdas, en cierto modo creo que soy bastante conservador, pero al menos me he ganado algún derecho. Por ejemplo el de pensar que aquella "pax hispana" que pasó del felipismo a la aznaridad era un ídolo de barro, y que -como reivindicaba el 15M- el régimen democrático se estaba deslegitimando a sí mismo y la Recesión era en realidad una estafa gigantesca. 

Leo incansablemente en los últimos años sobre posibles soluciones a los problemas del mundo que vamos a legar a nuestros hijos. No soy optimista, pero creo que puedo llegar a distinguir las líneas esperanzadoras de aquellas que sólo están destinadas a introducir más miseria, más violencia y más contaminación en el planeta. No pretendo iluminar a nadie, pero al menos concédanme la venia de poner la coraza frente a ciertas balas que me pasan cerca. Trato con ello de contestar a aquellos que, a fuerza de culpar de todo a los "progres" o a Podemos, consiguen sacar de quicio los grandes debates de nuestro tiempo. Lo peor -al menos para ellos- es que cada día se parecen más a esos tipos gordos con aire de Pantunflo Zapatilla o Manolo Fraga a los que tanto detestábamos cuando éramos jóvenes. Lo siento por ellos.

Ofrezco a continuación un pequeño pliego de aclaraciones respecto a ciertas opiniones que leo y escucho a menudo. No pretendo convencer a quienes ya decidieron hace mucho que sus ídolos eran Paco Marhuenda, Federico o Arcadi -estos ya no tienen remedio, pobres-. Trato más bien de suministrar armas defensivas a quienes siguen pensando que la primera exigencia ética con la que cargamos es la de ponernos del lado de los débiles, incluso cuando, como decía Cioran, "uno sabe que están hechos de la misma pasta que sus opresores". 

1. La palabra "progre", que acaso tuviera algún sentido hace cuarenta años, con el tardofranquismo y la Transición, no designa nada en la actualidad. Se es verdaderamente de izquierdas o se es un hipócrita. Lo que no tiene sentido es que un día te llamen "izquierda feng shui" para al día siguiente recordarte los crímenes del estalinismo, como si tú tuvieras la culpa. Yo no sé si hay votantes de izquierda que creen que llevar a sus hijos a guarderías de pedagogía alternativa o cultivar en el balcón té orgánico les hace ser mejores que los adocenados obreros que llevan a sus hijos a MacDonald´s. Lo qué sé es que se está produciendo un traslado intensivo de riqueza desde las clases bajas y medias hacia las élites, que la precariedad laboral se ha vuelto sistémica, que no estamos construyendo un futuro digno para nuestros jóvenes y que lo del cambio climático va completamente en serio. (Ahora llámame progre en la cara y yo te diré lo que pienso de ti) 


2. Empiezo a hartarme de ver a Podemos como perejil de todas las salsas envenenadas. No me gustan nada ni Iglesias ni Montero, y aún menos el ínclito Monedero. Dicho lo cual, el propósito de escorar hacia la izquierda las políticas del PSOE en distintos espacios de gestión, empezando por el gobierno central, me parece perfectamente razonable. Teniendo en cuenta el hundimiento progresivo que han experimentado en toda Europa los viejos partidos comunistas -aquí Izquierda Unida- es comprensible que mucha gente se ilusionara con un partido político surgido de una experiencia colectiva tan relevante como fue el 15M. Si son malos por ser de izquierdas, entonces, estoy con los malos; si son malos por no ser verdadera izquierda, entonces sólo cabe lamentarse y trabajar para que se reactiven o esperar a que surja cuanto antes algo mejor. Dejen de dar la murga: puede que Podemos sea malo, pero no es el problema de este país. 

3. Los "peros" con los que la izquierda seria contesta a las afirmaciones maximalistas son un signo de madurez y responsabilidad, subrayan la inclinación a formar parte de las soluciones y no de los problemas. Son otros los que se acomodan a planteamientos simplistas porque cautivan a los sectores sociales menos preparados. Uno puede no simpatizar con el chavismo, pero ello no supone ignorar que el caso Venezuela está imbricado en una trama geoestratégica que sonroja cuando vemos las lágrimas de cocodrilo que los hipócritas sueltan por la desdicha del pueblo venezolano. Uno puede no desear la secesión de Catalunya, pero ello no le exime de entender que el conflicto no se soluciona haciendo como que no existe o negando a unos conciudadanos la legitimidad para sentir que no quieren ser españoles. Uno puede creer que Amancio Ortega hace muy bien en donar el dinero para tecnología clínica que podría gastarse en sugus de limón, pero ello no nos exime de pensar que en España hay un problema muy serio de justicia fiscal y que las grandes fortunas lo son en gran parte porque se escaquean de sus obligaciones, cosa que otros muchos, aún siendo infinitamente más pobres, no hacemos...

No sigo, creo que se me entiende.