Sumamente interesante resultó la comparecencia de Carlos Taibo el pasado jueves 24 de abril en el Colegio Mayor Luis Vives, como parte de un ciclo sobre la problemática de la inmigración, El conferenciante estuvo bien, francamente bien, conciso, mordiente, irónico..., ante un público atento que, en algún caso, fue capaz de incidir sobre las zonas más sombreadas del discurso de Taibo. Y debo complacerme además de que, en contra de lo habitual en este tipo de actos, no apareció alguno de los habituales carcamales que, sintiéndose en su salsa ante un auditorio "de izquierdas", aprovechan el momento para lanzar toda suerte de imprecaciones demagógicas contra Bush, la derechona, los curas y demás referentes facilones para este tipo de freakys que, como se resisten a morir sin asumir su mediocridad, se empeñan en que todos carguemos con ella. Temo francamente el momento en que aparecen estos energúmenos en los foros del pensamiento -los foros físicos y los internáuticos- para reventar cualquier debate casi con tanta eficacia como los fachas reventaban las asambleas sindicales en tiempos difíciles. Por suerte no fue así.
Esto nos lleva directamente a hacernos la madre de todas las preguntas, la cuestión que hace de transfondo, sin que a menudo nos demos cuenta, de todo este desagradable asunto del agrandamiento de la brecha mundial entre ricos y pobres: ¿es realmente incuestionable la filosofía económica del crecimiento y la competitividad? Olvidamos en nuestra cotidianeidad que el consumo necesita reproducirse a sí mismo a velocidad uniformemente acelerada -ya veremos qué día alcanza ritmo de caída libre- y que el adanismo de niño caprichoso y cebón con la que nos lanzamos a comprar cosas que no necesitamos permite hacer nuestra economía más competitiva al mismo tiempo que, como en la liga de futbol, produce la pérdida de recursos de competidores más débiles o que pelean en inferioridad de condiciones, lo que reproduce el problema del que luego nos quejamos, que hay gente por todas partes esperando a gozar de nuestras riquezas o, al menos, no morirse de hambre en sus aldeas miserables a donde llega el eco de la opulencia del Norte.
La irresponsable incapacidad para asumir las consecuencias de esta forma de vida nos salta a la cara cuando menos lo esperamos. La actitud de cierto alto ejecutivo de una de tantas empresas contaminantes -"lo del cambio climático es una mentira de cuatro ecologistas, no hay nada de eso..."- es clarificadora para Taibo: muestra la incapacidad del capitalismo para regularse a sí mismo y controlar o mitigar las consecuencias de su lógica depredadora. Puro negacionismo, sí, pero quizá sea mejor -porque nos incita a reaccionar ya ante la catástrofe- que la hipocresía de gobiernos como el español que, más florentinos en las artes diplomáticas que el prepotente norteamericano, optó por firmar el Protocolo de Kyoto con la intención de no cumplirlo.
¿Y el voto? Taibo dejó que nos deslizaramos hacia la sospecha de que el PSOE es un fraude. En estos días en que la izquierda oficial no ha parado de repetirnos la obligación ética de votar, con pocos más argumentos que los del miedo a la derecha, conviene volver a preguntarse si realmente tienen algo que ofrecer. ¿Dispone el señor Zapatero de alguna receta para mitigar los efectos de la precarización de los modelos laborales? ¿Sabe como meter en cintura a las grandes corporaciones para que paguen impuestos y no vivan en el permanente paraíso fiscal en que se encuentran ante la impotencia de los Estados? ¿Tiene alguna idea respecto a qué hacer con los inmigrantes que llegan en oleadas aparte de suplicar socorro a Europa? ¿Hasta qué punto está dispuesto a arriesgar para que empiece a haber menos desigualdades sociales?
Un último apunte. Taibo se refirió con ironía a los tertulianos radiofónicos -también por cierto a los de PRISA-, expertos en todo, capaces como el sabiondo de bar del "yo puedo hablar de cualquier cosa", inician cada intervención excusándose -"yo en este tema soy lego,pero..."- y a continuación demuestran que, efectivamente, no tenían ni idea del asunto. Recuperar el compromiso, la capacidad para documentarse honradamente, saber escuchar a las partes con atención, no fiarse de agencias y segundas y terceras voces... por lo visto anda cara la vieja moral del reportero.
Un último apunte. Taibo se refirió con ironía a los tertulianos radiofónicos -también por cierto a los de PRISA-, expertos en todo, capaces como el sabiondo de bar del "yo puedo hablar de cualquier cosa", inician cada intervención excusándose -"yo en este tema soy lego,pero..."- y a continuación demuestran que, efectivamente, no tenían ni idea del asunto. Recuperar el compromiso, la capacidad para documentarse honradamente, saber escuchar a las partes con atención, no fiarse de agencias y segundas y terceras voces... por lo visto anda cara la vieja moral del reportero.
2 comments:
Acabo de ver un documental estremecedor que ayuda a entender qué es lo que está pasando hoy en el mundo. Se titula “La pesadilla de Darwin” y muestra, a través del caso ejemplar de la perca del Nilo, cómo es Africa el continente que más dramáticamente sufre los efectos del salvajismo económico que practican las multinacionales. Africa es la despensa y el vertedero de las potencias occidentales, sumida en un pozo de pobreza, guerra, corrupción y marginalidad. Es verdad que las multinacionales no tienen escrúpulos en expoliar a los más débiles a través de un nuevo colonialismo pero también es lamentable la connivencia de los que lo aprueban y la indiferencia de quienes apartan la mirada hacia otro lado. Tal vez es algo que no se quiere escuchar pero vivimos bien gracias a que en el Tercer Mundo se vive muy mal.
Pese a que los organismos internacionales como la U.E o el FMI manifiestan ufanos que se está creando riqueza en el Tercer Mundo, la realidad es que solo una pequeña parte de la población de estos países ha mejorado su condición y desde luego no invierte sus ganancias en un desarrollo equilibrado del país sino que lo coloca en bancos suizos o se dedica a especular. Encima los impuestos que recauda el Estado son para pagar los enormes intereses de una deuda que se eterniza y que ahoga cualquier política de desarrollo. Es un círculo vicioso del que es imposible salir.
El gobierno socialista tiene muy poco que ofrecer porque ni siquiera se atrevió a discutir y explicar una constitución europea que no propone sino una desmedida liberalización. Estamos inermes ante un mercado laboral europeo cada vez más precario y ante el progresivo desmantelamiento del modelo social. Como anuncian los críticos más lúcidos, dentro de 30 años apenas habrá trabajo industrial, el paro crecerá a pasos agigantados. No creo que timoratos partidos socialdemócratas sean capaces de oponer ninguna solución seria ante esta situación.
Estimado maestro;
Todo un placer coincidir contigo nuevamente. Ha sido un gran descubrimiento, la verdad. Cuando tenga un poco de tiempo libre, leeré con atención cada uno de tus textos. Seguro me aportarán grandes tesoros. Un saludo desde El Pinós, de una ex-alumna que te admira. ¡¡¡Ah!! Enhorabuena por tu libro. Un abrazo.
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