Saturday, November 21, 2009











LO QUE YO LE HABRÍA DICHO A CAMPS






"¿Los políticos? ...Todos igual de sinvergüenzas".


Hemos escuchado tantas veces esta frase que, por pura cuestión de prudencia, deberíamos tomárnosla alguna vez en serio, pues responde a un estado de opinión muy extendido. Nihilismo de las masas, apoliticismo mezquino, falta de cultura democrática... sí, sin duda tienen gran parte de razón los expertos en sociología cuando se sirven de toda esta serie de sutiles conceptos para reprocharle a la gente su desafección por la política. Sin embargo, nunca se les ocurre a tan sesudos analistas plantearse si no será que la gente odia a los políticos porque los conoce muy bien, que es justamente la hipótesis contraria a la que suele manejarse, la del populacho ignorante y pasota.
Un ilustre, acaso el sabio más influyente de la historia, Platón, escribió largamente en los albores de la civilización europea contra los políticos profesionales. "¿Por qué estudiamos a un señor de hace 2500 años?", me pregunta con todo sentido una alumna justo en el tercer jueves de noviembre, decretado desde 2005 por la UNESCO como Día Internacional de la Filosofía. Se me ocurrió iniciar mi contestación con otra pregunta: "¿Sabes quien es Francisco Camps?".


Hablando de alumnos, una de las verdades más frustrantes que ha dejado en mí el paso del tiempo es que los mejores de entre los que pasan por mis aulas rarísimamente llegan ni tan siquiera a tocar una concejalía de pueblo. Hablo de "mejores" en el sentido más etimológico del término, como "aristoi", es decir, aquellos dotados de auténtica virtud, que tiene que ver más con el coraje, la voluntad de servir a la polis y la inteligencia que con el linaje o la posición social. ¿De qué he de extrañarme? Quienes crecieron conmigo y apostaron decididamente desde jóvenes por eso que se llama la vocación política eran por lo general los tipos más fríos y cínicos del entorno, gente ciertamente astuta, en el sentido más reptante del término, seres con un mapa moral más bien laxo y que entendieron muy pronto que saber obedecer a una determinada oligarquía te lleva más lejos que ir por los bares de las universidades fumando porros e intentar impresionar a las chicas saliendo con sprays de noche para poner pintadas contra la disciplina y el poder, como hacíamos los demás.

Dice Platón en la Carta VII que "al principio estaba lleno de entusiasmo por entrar en la política, pero al volver mi atención hacia la vida pública y verla arrastrada en todas direcciones por toda clase de corrientes, terminé por verme atacado de vértigo, y si bien no prescindí de reflexionar sobre la posibilidad de introducir mejoras en ella, sí dejé de intervenir activamente". Esta alusión a la propia trayectoria biográfica para fundamentar una posición filosófica -que no se debe ser en ningún caso confundida con el apoliticismo, por cierto- se explica por las derivas a las que la intención de mejorar el mundo desde el ejercicio de los cargos llevó al joven Platón, al que solo un milagro permitió en medio de tantas intrigas entre Atenas y Siracusa no acabar como su maestro Sócrates, obligado por la Asamblea a beber la cicuta y decir adiós antes de tiempo.
Abandonar las instituciones como ejercicio de dignidad... Aprecio cierta virtud también en el caso, tantas veces relatado, del político que, obsesionado por la injusticia que reina sobre la polis, opta al contrario que Platón por aguantar en el lodazal y encuentra las fuerzas para hacer sobrevivir su vocación. Como en el film El Político, rodado por Robert Rossen en 1949 -la época más inteligente y atractiva de la factoría Hollywood-, la decidida vocación de luchar contra la injusticia, termina requiriendo la búsqueda de atajos y vías dudosas para hacerse efectiva. Suelo desconfiar de quienes creen demasiado en aquel aserto de Maquiavelo sobre el fin y los medios, pero puedo llegar a entender que, en determinados momentos, el Príncipe deba emplear métodos poco acordes con su filosofía de gobierno para salvaguardar la integridad de la polis.


Veo muy lejos de todo esto a la mayoría de políticos actuales. Como ya voy peinando algunas canas, tengo la suerte de haber podido ver cómo han evolucionado algunos desde que pretendían expresarse como imberbes idealistas hasta la actualidad, en que los que han llegado lejos responden poco más o menos al mismo corte: lo único que les importan son los votos, o, para ser más preciso, la única religión que profesan es el Poder.





Conozco a Paco Camps personalmente. Bueno, en realidad no, pero lo tuve un buen rato a medio metro cuando aún era un prometedor Conseller de Educación a las órdenes del Presidente Zaplana. Le montamos un pifostio tremendo un grupo de profesores cuyo cese estaba a punto de ser redactado y nos plantamos allí, unos ochenta, junto a su despacho, tras burlar con la osadía de los desesperados la vigilancia de los guardias de seguridad. Creo sinceramente que aquel atrevimiento le impresionó. Salió del despacho, se situó entre nosotros y nos habló con cierto además chulesco y autoritario, pero con aplomo y una seguridad en sí mismo que, ciertamente, le envidio. Incluso tuvo que contestar a alguna intervención exaltada sin huir ni descomponerse.


No me gusta Camps, no me gusta en lo más mínimo. Su formación, sus maneras, su ideología... no encuentro un solo punto de contacto que me evite ver en él a un enemigo. Jamás confiaré en él porque no tengo ninguna duda de que miente más que habla y que jamás le ha interesado en lo más mínimo el beneficio de la ciudadanía. Tampoco me gustaba Zaplana, desde luego, pero en el gélido cinismo de Zaplana, en ese talante de "soy un truhán, soy un señor" encontré algún motivo para el humor. Por contra, Camps no tiene ni puñetera gracia: hay en él una hipocresía de catolicismo de siglos, un tufo de sacristía e impecable atavío de fiestas de guardar, esos giros de cuello ensayados durante horas ante el asesor, esa media sonrisa controlada, el moreno de rayos uva y club de tenis... Inútil seguir: explico a mis alumnos que ser una buena persona es no parecerse a un tipo así.

...Y, sin embargo, esta semana advertí algo en el President del hombre que doce años atrás salió una mañana de su despacho para recibir a unos exaltados. La imagen recoge el momento en que Camps abandona la Sede del PP y un joven le increpa y le llama corrupto. Camps no respondió aquí al guión habitual del perfecto político, no hizo lo que le habrían indicado sus asesores: sacó algo del tipo de Borbotó (Horta Nord) que lleva dentro, se fue hacia el joven y le pidió que no se marchara y que le explicara por qué le llamaba corrupto.

El joven se marchó. Hizo mal. Creyó ser valiente y en realidad se comportó como un miserable. Debería haber explicado al Presidente los motivos de su indignación, decirle a la cara por qué cree que ese señor es un canalla. Era así como se actuaba en el ágora de Atenas en tiempos de Sócrates: la gente discutía, a veces a voz en grito, a veces con sorna, pero formaba parte de la cultura de la polis más civilizada del mundo que los Pericles o los Alcibíades de turno tenían que ser discutidos, interrogados e incluso increpados por cualquier ciudadano de a pie y que ellos estaban obligados a contestar.


Detesto a Camps, pero, en este tan sencillo gesto, ante un tonto del culo que huyó mientras le insultaba -"¡desgraciao!", qué macho- mostró la dignitas que no ha mostrado desde que empezó el asunto de los trajes, que no ha mostrado probablemente desde que es Presidente de la Generalitat.






Por eso, y dado que el tonto del culo se fue a fumar porros, será cuestión de hacer caso al President, detenerse en medio de la calle y explicarle los sentimientos de muchos ciudadanos. Yo, en realidad, lo haría en forma de unas cuantas preguntas. Helas.



1. Desde que llego al poder usted ha desplegado una estrategia -muy insistente por cierto- que consiste en vanagloriarse de las cosas que van bien y echarle al gobierno central la culpa de las que van mal. Afín a este procedimiento es el de dejar deslizar entre los valencianos la presunción de que Zapatero odia a Valencia y por eso se dedica a intentar hacernos la vida imposible. ¿Le parece ecuánime esta visión de las cosas? ¿La dirige a ciudadanos críticos o a gente poco formada? ¿Cree realmente que con ello nos beneficia o solamente espera crear inquina contra el PSOE?

2. ¿Puede explicarme cuáles son las culpabilidades del Señor Costa de las cuales, habida cuenta de que es a él a quien han cortado la cabeza, usted está totalmente libre? ¿De verdad no estaba usted al corriente de las actividades de los miembros de la empresa Gurtel, a los cuales su gobierno ha enriquecido con suculentas concesiones desde hace años? Cuando usted acepta regalos de una empresa como la de los señores Alvárez o Correa, ¿lo hace pensando que dichos señores no esperan a cambio ningún trato de favor?

3. ¿Cree usted en la imparcialidad de Canal 9, ente público que pagamos todos? ¿Qué conclusión hemos de extraer del hecho de que el anterior director del ente, Pedro García, nombrado por su gobierno a dedo, apareciera vinculado al Caso Gurtel?
4. Todos los expertos en economía coinciden en afirmar que la crisis está afectando especialmente a España por haber prosperado como "economía de especulación inmobiliaria y ladrillo". Desde que usted gobierna no han parado de proliferar los PAI y se ha construido más que nunca en la Comunidad. ¿Tiene usted algo que ver con ese modelo económico, especialmente presente en la costa, o es también cosa del contubernio socialista creado desde Madrid para destruirnos?
5. Como profesional docente, le pregunto. Su gobierno le dedica menos inversiones a la educación pública que los de otras comunidades, proliferan los barracones, hay por todas partes necesidades desatendidas por los recortes en personal, las aulas están atestadas... Por contra la enseñanza privada atraviesa un momento magnífico, gracias a que usted emplea el dinero de todos los ciudadanos en subvencionarlas, lo que explica entre otras cosas las magníficas relaciones que guarda usted con la Iglesia Católica. ¿Cree usted que gracias a su gobierno la enseñanza pública puede ayudar a remediar la brecha social? ¿Se ha preguntado por qué no hay inmigrantes ni alumnado conflictivo en los colegios privados? Y, si no es demasiado capciosa la pregunta, ¿por qué mantiene como Conseller d´Educació a un irresponsable como el Señor Font de Mora?




6. ¿Cree usted que en tiempos de crisis, donde la prudencia parece aconsejar la contención, es acertada la política de grandes fastos que se ha convertido en emblema de su gobierno y del que en el Ayuntamiento de Valencia lleva a cabo la Señora Barberá? Además del circuito, la America´s Cup, los campos de golf, los terrenos recalificados para la ruina del futbol... ¿no se le ha ocurrido encargarle a Calatrava un gran recinto para el Festival de Eurovisión? En tal caso, ¿le encargaría la gestión al Bigotes?

Espero, si es habitual lector de este blog, que tenga a bien el President contestármelas. Lo merezco más que el increpador del otro día, eso desde luego.

11 comments:

Rodericus said...

Honradamente, creo que Cámps es un paranoico que está convencido de que él es el salvador de los Valencianos.
Ante sú salida de tono en el Parlament, acusando al la oposición de querer verle muerto, yo habria respondido : "No señór Cámps, yo quiero que usted viva muchos años, que llegue a centenario si fuera posible, pero eso sí, dentro de una cárcel cumpliendo la condena que a Ud. le corresponda."

Marta I. Moreno Pizarro said...

David, siempre me he preguntado si te seducen los poderosos. Tus preguntas a Camps son tan pertinentes y tan atinadas que por el bien de la ciudadanía deberían ser respondidas; o más bien, anticipando la sarta de mentiras y argumentos demagógicos que vendrían tras ellas como respuesta (tú mismo cuentas lo bien que sabe el señor Camps moverse en ese tipo de procelosas aguas), debería *responder por* ellas. En cualquier caso, querido, te dejo una dirección: c/ Caballeros, nº 2. Lo digo por si quieres pasarte por allí antes de llamar tonto del culo y miserable a un joven al que además tachas de fumador de porros porque... ¿Por qué? ¿Por su juventud? ¿Por su aspecto desaliñado? Ah, porque se marchó por no querer entrar en un enfrentamiento dialéctico delante de Canal 9 y de los escoltas y los camarillas de Camps. En fin... ya me gustaría a mí ser tan "tonta del culo" como ese "que se marchó a fumar porros" si alguna vez me topo con Camps, porque claramente jamás aspiraré a la audacia de colarme en su despacho y montarle un pifostio.

(No te enfades por el tirón de orejas; es que a mí me tose uno con poder, después de haberle ladrado, y me desinflo, bien lo sabes tú. Y me suelo poner de parte del más débil, también lo sabes tú. Así me ha ido.)

Cuídate mucho, David.

David P.Montesinos said...

La pregunta de si me molesta el increpador por su juventud o por su desaliño me parece capciosa, pues solo tiene una respuesta aceptable, de manera que la eludo. No le llamo "miserable", digo que se comportó como tal. Me parece una cobardía gritar e insultar a alguien -"desgraciao", le dijo- y no quedarse después a escuchar las explicaciones que el político en cuestión acepta darle. Todo lo más fue capaz de gritar algo así como "eres un corrupto y todo el mundo lo sabe2, falacia ad populum, como sabes. ¿Es un demagogo Camps? ¿Estaba Canal Nou delante? De acuerdo, pero no es justo que después nos quejemos de que les importa una mierda lo que les digamos. Yo he tenido comportamientos "miserables" de ese jaez en tiempos, he sido "tonto del culo" y luego me he ido a fumar porros creyéndome el rey de la rebeldía. Sinceramente, no sé quien es el personaje ni me importa, seguramente es un tipo encantador, pero en aquel momento pareció un holligan. En cualquier caso, llamarle "tonto del culo" es tan arbitrario -y es, ciertamente, arbitrario- como insultar a alguien por la calle sin avenirse siquiera a dar las razones que se le piden. Por cierto, hace algunos años, caminando pacíficamente por el pueblo donde trabajaba me escuché el grito "maestro, hijo puta". Tampoco les interesó mi explicación.

imperfecto said...

Soy incapaz de separar la imagen de Robin Hood de la de Errol Flynn besando a su Lady Marian (Olivia de Haviland). Ni el impertérrito Kevin Costner consigue confundirme...

Siempre tendrá aquel aspecto débil, pispireta, chulesco pero sin perder nunca la elegancia de quién en todo momento hace lo que toca hacer... cuanto tendemos a idealizar los recuerdos, caramba...

lástima, David, que hayas pegado alguna imagen tuya en este blog, de no ser así tendría, por fin, alguien real con quien identificar esa visión, ya ancestral, que pulula por mi subconsciente surgiendo, con vida propia, en cuanto de hacer saldar cuentas a alguien se trata...

creo, y si me equivoco no tienes más que decirlo, que tu crítica al chico no es tanto por la impertinencia de sus insultos, que también, como por la envidia a la vez que decepción, te provoca la oportunidad desperdiciada que tanto te gustaría a ti tener... y yo que lo viese... ;)

un abrazo.

David P.Montesinos said...

Te aseguro que yo no le habría gritado. No me las doy de civilizado, ojo, ayer mismo grité "hijo puta" bien alto a un motorista que me machachó los tímpanos. Lo que creo es que nos solemos quejar de que los políticos siempre eluden el contacto real con los ciudadanos críticos, que Canal Nou no deja escuchar las voces disidentes, que les importa un rábano nuestra opinión. Me gustaría pensar que ese chico ha sabido reflexionar y darse cuenta de que se equivocó. En vez de hacer el cafre, debería volver al lugar esperar a que salga Camps y decirle: "señor President, el otro día mi timidez me impidió entrar en diálogo con usted, ahora sí me gustaría que, como representante electo al que todos pagamos, se dignase contestar a unas cuantas preguntas", por ejemplo...

Advierto, querido Imperfecto, que lo que provoca siempre mayor animadversión son los calificativos, que son sin embargo lo que menos peso tiene en una disertación. He abusado del lenguaje, de acuerdo, he llamado tonto a un tipo que probablemente sea Einstein, de acuerdo. Esto es una simple y modesta bitácora. Si pensara que voy a hacer daño a alguien sería más cuidadoso. Lo que pretendí fue que se leyera entre líneas y se advirtiera con ello que mi descalificación al personaje era tan abusiva como la suya. Creo que es una cobardía negarse a aceptar a un interlocutor, máxime cuando es uno mismo el que empieza. Y creo, debe ser la edad, que hay que ser frío y estudioso, documentarse, medir bien los tiempos... Creo, en suma, que hay que hacerle daño al Poder que nos malgobierna, pero que a ese Poder no se le hace daño con este tipo de actitudes.

Aspasia said...

Me ha interesado mucho este articulo, como casi todos los que publicas, pero son excesivamente largos, para personas como yo que no tenemos el habito de la lectura desde pequeños, y que para leerlo y entender todas la palabras tecnicas "filisoficamente hablando" he de mirar el diccionario para seguir el argumento. pero suscribo todas las preguntas que le formunlas al Sr.Cámps, por lo que ya somos dos los que estamos artos de la manipulación y del cinismo de los póliticos del PP.
Hasta otra.

Marta I. Moreno Pizarro said...

(Un par de aclaraciones: mi pregunta era capciosa; y retórica también. Pero igual no la redacté con claridad, reconozco que la sintaxis puede ser ambigua. No preguntaba si te molestó su actitud por su juventud o su apariencia, sino si por esas razones fue por lo que le tachaste de fumador de porros. Los bloggeros no estais exentos de vuestras responsabilidades como comunicadores, y la identificación "pintas de neohippy ripioso" (entiéndaseme) con "porrero" es ya hora de que se vaya extinguiendo. La segunda aclaración es por mi vena freaky acerca del rigor conceptual que tan bien conoces: la falacia que denuncias, de haberlo sido (porque no creo que él estuviera intentando dar un argumento: no era "eres un corrupto porque todo el mundo lo sabe" sino "eres un corrupto y todo el mundo lo sabe"), de haberlo sido, decía, habría sido una falacia ex populo, no ad populum. Lo sé, soy una listilla tocapelotas, no lo he podido evitar. Te sigo leyendo, así que deja de ir provocando. ;) )

Cuídate mucho!!

Marta I. Moreno Pizarro said...

Yo también quiero verle vestido de Robin Hood, Imperfecto; de verdad que sí... Metafórica y literalmente vestido de Robin Hood; y no sé de cual de las dos maneras tengo más ganas de verle. :)

En cualquier caso, no desperdiciaré la oportunidad de defender el instinto de autoprotección por el que decidida y machaconamente deberíamos regirnos en nuestras relaciones con el poder. Estudiando las experiencias de la gente corriente que ha vivido a la sombra de sociedades y gobiernos estructuralmente inmorales (esos en los que se te obliga a ejercer o tolerar indolentemente la violencia a tu alrededor so pena de padecerla tú mismo o los tuyos), uno aprende que no estamos en situación de juzgar ni a los que alzan su voz ni a los que no. Todos sabemos de esto, David, en una u otra medida. El silencio culpable o, en este caso, la cobarde descortesía de no pararse a escuchar la réplica, es también culpa del que sistemáticamente manipula la información, miente, desoye voces discrepantes y responde con chulería cuando todas sus acciones deberían estar bajo estrictos criterios de honestidad, transparencia y responsabilidad ("accountability" habría dicho aquí: la capacidad de sentir la obligación de rendir cuentas por lo que se hace). Sinceramente: a mí me parece que el chico hizo muy bien. ¿Me habría parado yo a hablar con Camps? Si hubiera sabido autoprotegerme, no. No habría discutido con él delante de Canal 9, ni le habría contestado después de haber empleado ese tono. Camps no estaba pidiendo dar explicaciones; Camps estaba pidiendo explicaciones. Camps no quería responder a unas acusaciones: eso puede hacerlo (DEBE hacerlo) cada vez que se dirigen a él en les Corts, y ya sabemos que él no aprovecha ni una de esas ocasiones, que sin embargo aparentemente sí le parecieron dignas de su tiempo cuando se las grita un chaval por la calle. Camps no quería explicarle a nadie que él no era un corrupto: Camps estaba retando al chaval a que se atreviera a decírselo a la cara. En mi opinión buscaba ridiculizarle, o quedar por encima... pero no explicarse ni defender su honradez. Buscaba una demostración de fuerza y poderío (nada de dignitas), aunque fuera dialéctica, propia de matoncillos de poca monta. Me recuerda a esa actitud que tienen algunos alumnos chulescos cuando te piden una y otra vez explicaciones por el castigo que les estás imponiendo. Cuando se lo has explicado dos veces en román paladino y vuelven a increparte ya no es que necesiten entender: es que quieren echarte el pulso. Así que yo también me habría marchado. Si le fastidia que le llamen corrupto, que dé las explicaciones de una vez donde corresponde: ante los grupos de la oposición en las tribunas de les Corts, ante periodistas preparados e informados en una rueda de prensa con preguntas, y ante jueces independientes que se sepan el sumario de cabo a rabo. El que se retrató en esa escena fue Camps; y aunque del chico también se pueda hacer un retrato, no creo que lo mejor sea subrayar el gramo de indignación que habría de levantarnos, al lado de la inmensa montaña de indignación y vergüenza ajena que nos debe inundar por el otro. (Sigo, que me he pasado de 4096...)

imperfecto said...

A mi, personalmente, y si he dado esa impresión pido disculpas, no me ha provocado animadversión nada de lo que has expuesto en tu artículo. Me ha llamado la atención tu indignación ante un hecho que podría ser considerado casi pueril de no haber sido por la trascendencia mediatica que ha alcanzado. Tras un somero e irreverente análisis de esa, para mi sorpresiva, reacción tuya se me ocurrió pensar que tu espíritu luchador y combativo se revelaba ante la oportunidad perdida, por ese pobre muchacho, de escarniar como merecía al politicacho de turno...

No lo tomes como una crítica que no lo es, diría que lo contrario, con un amigo no virtual lo habría expresado echandole el brazo por encima y esbozando una ligera sonrisa de complicidad...

sabes que no me duelen prendas triturar aquello que no me resulta digerible, así que acepta mis disculpas por el error de interpretación en que te ha podido hacer caer mi torpe redacción.

un abrazo.

David P.Montesinos said...

Solo me parezco a Robin Hood en el momento en que intenta cruzar el río y Little John le hostia.

No soy yo quien ha convertido en protagonista de este debate al chico que increpa a Camps por la calle. Yo soy, en todo caso, culpable de recriminarle su acción. Tengo toda la responsabilidad de lo que escribo, pero tampoco me exijo el mismo rigor cuando publico un artículo en una revista que cuando me expreso a través de una bitácora. Eso no significa que uno pueda soltar cualquier exabrupto, pero me gustaría no estar penando el resto de mi vida por haber llamado "tonto" a alguien que en un momento determinado, se comportó como tal. Y no, no hizo bien, hizo mal, muy mal.

La última de mis pretensiones es defender a Camps, pero, ya que crees mucho en la precisión -gracias por lo del "ex populo- creo que hay que precisar los espacios de la crítica, los lugares desde los cuales es legítimo denunciar el abuso de poder. Camps no es el Mal siempre. Francesc Camps me parece un personaje nefasto, pero no me parece mal que un político pida explicaciones a alguien que le insulta, sea quien sea. No insistiré más en esto porque creo haberlo explicado ya. Si pretendía pedir explicaciones o además darlas es algo que no sabremos nunca porque quien le gritó no deseaba entrar en diálogo con él. Pones ejemplos que también he vivido. Son infinidad las situaciones en que alguien me ha tirado la piedra y ha escondido la mano o se ha conformado con salir corriendo. Y tú, por cierto, no habrías hecho lo mismo.


Todo lo demás -excepto la referencia a la inmoralidad estructural del poder, que no sé si entiendo- lo suscribo completamente, en especial la reflexión en torno a la accountability -seguro que lo escribo mal- que se aplica especialmente al Honorable.

Contestando a una anterior pregunta: no tengo fascinación por el poder, creo por contra que tú sí.

Anonymous said...

Hola buenas tardes David. Primero felicitarte por tus post, nos parecen muy buenos.
Somos Adrián Navarro y Jose Enrique Ruiz y hemos pensado que esto te resultaría gracioso, así que ya nos comentas algo.

http://www.youtube.com/watch?v=xzFniypn2a4

Un cordial saludo.