PRISA Y EL FUEGO AMIGO
Sería un acto de intolerable petulancia que yo intentara explicar aquí qué es exactamente lo que está pasando entre la editoria PRISA y el gobierno de Rodríguez Zapatero. Lo que desde que en 2006 empezó a emitir La Sexta han sido soportables turbulencias, ha terminado por convertirse en terremoto cuando el gobierno, con la guerra por las transmisiones futbolísticas en el transfondo, ha mostrado ya claramente su preferencia por Mediapro, grupo dirigido por el potentado Jaume Roures y que parece haberse convertido en la bestia negra de la empresa fundada por Jesús de Polanco. El asunto es oscuro y complejo, con mucha pinta de estar atravesado por todo tipo de intrigas palaciegas, con ese aroma a envenenamientos, traiciones y conjuras a los que la izquierda con poder es tan aficionada como la derecha.
Acaso lo conveniente será que ustedes lean el libro que, a buen seguro, publicará Planeta o alguna editorial por el estilo, presentándolo como el resultado del concienzudo trabajo de investigación de un periodista muy listo que llegó a infiltrarse en peligrosos recovecos e incluso puso en algún momento su vida en peligro. Podría titularse Cebrián contra ZP, lucha a muerte en el laberinto de la izquierda, o, si ese les parece algo desvaído, acaso prefieran La guerra del fútbol, cómo se derrumbó el imperio PRISA. Este tipo de ensayos de impacto y actualidad mola mucho porque, entre lo que el autor o su negro se inventan y lo que tienen de verdad cotilleada por el Garganta profunda de turno, uno llega a tener la impresión de estar leyendo una novela de Patricia Highsmith. Pero, sobre todo, mola porque hace creer a la gente -tan aficionados todos en el fondo a la teoría de la conspiración- que nuestro destino de indefensas criaturas está dominado por unos cuantos dioses olímpicos que se sueltan dentelladas en ocultas estancias para acabar repartiéndose la tarta y decidiendo lo que va a ser de nuestras vidas. Lastima que tres meses después de salir en plan explosivo a los estantes de las librerías ya no valgan más que para el contenedor azul de reciclaje.
Creo no obstante que conviene intentar hacerse cuanto menos una idea siquiera vaga y general del affaire para llegar a conclusiones sobre lo que verdaderamente se está dirimiendo, que -sospecho- es, como en toda guerra que se precie, bastante más de lo que los contendientes reconocen.
La cosa es más o menos así. Cuando ZP llega al poder toma una serie de decisiones favorables a PRISA, por ejemplo la vía libre para las emisiones en abierto de la cadena Cuatro, lo cual le permitirá presentarse ante Polanco como el nuevo Felipe González, lo cual teniendo en cuenta la vinculación histórica y generacional entre el editor y el político es el mayor de los premios. Esta entente es, pese a todo, precaria. El actual presidente del gobierno proviene de un árbol genealógico ajeno a la línea dura del felipismo, y conviene no olvidar que su éxito -que algunos vinculan inicialmente al resentimiento del sector guerrista y que parece tener mucho de imprevisto, por no decir de casual- marca el inicio del declive de la poderosa élite de políticos vinculada al anterior gobierno socialista. Al lado de personajes como Blanco, Chacón, Fdez de la Vega o Moratinos, la estrella de Bono, Almunia, Solana, Borrell, y, últimamente, también Solbes, describe trayectorias claramente centrífugas. Solo el durísimo y astuto Rubalcaba y el incombustible Chaves parecen haber resistido. Podría suponerse que era cuestión de tiempo: antes o después el ascendiente felipista sobre PRISA tenía que marcar hipotecas sobre el gobierno. Pero sospecho que no habríamos llegado a la ruptura si no se hubiera metido Roures por medio.
"El gobierno ha regalado el fútbol a sus amigos". Esta línea de opinión es unánime en las informaciones de los medios cabeceros de PRISA sobre el asunto, lo cual, además de una preocupante pedrojotización de El País, es síntoma de que el poderoso grupo ha perdido algo más que un buen negocio con este asunto. Pese a que propaga continuamente lo contrario, hay razones ahora mismo para pensar que PRISA atraviesa una situación económica sumamente delicada. Perder el fútbol en directo o, como es el caso, tener que competir con un medio que se permite venderlo más barato, puede constituir un golpe mortal para el grupo, el cual sospecho que ya se plantea muy seriamente la viabilidad de muchos de sus numerosísimos espacios de inversión. No es extraño que monten en cólera. Lo difícil es justificar este planteamiento tan emocional de las cosas, sobretodo ante el electorado conservador, que lleva dos décadas tragándose ese mismo sonsonete -el de que los gobiernos socialistas ayudan a su brunete mediática de los "Polanco boys"- de bocas de los copes y pedro jotas de turno. La sensación que se le queda a cualquiera es que al actual hombre fuerte de la editora, Juan Luis Cebrián, le ha sabido a cuerno quemado que le haya salido un competidor potente por la izquierda, perdiendo así el monopolio sobre un espacio de clientela razonablemente ilustrado, crítico y progresista, tal y como el que escucha la SER, ve Cuatro o lee El País.
El drástico giro ideológico experimentado por estos medios en las últimas semanas no deja lugar a dudas: la jefatura de PRISA ha ordenado a sus redactores que carguen con artillería pesada sobre la política del gobierno. Tengo que acordarme de que una empresa periodística es un negocio para que no me irrite demasiado un ejercicio tan interesado y demagógico, tan lejos de la deontología de servicio a la verdad y honestidad informativa que exijo a los medios que leo y escucho. Dado el silencio que prestigiosos articulistas o tertulianos mantienen sobre este tema que afecta al corazón financiero de la empresa, me pregunto si realmente merece la pena seguir siendo cliente de medios donde la libre opinión queda tan postergada. Creo que el historial de El País y el talento de muchos de sus empleados merece un juicio cuidadoso. Sin embargo, no resulta edificante presenciar en una cadena como Cuatro, habituada a masajear a los ministros, como es sometido a un ejercicio de caza y derribo el ministro José Blanco, el cual debe empezar a sentirse en los platós de PRISA tan en territorio hostil como si acudiera a la COPE o El Mundo. Es elogiable la pericia con la que un redactor-jefe de El País le acorraló en la tertulia política de Concha García Campoy, hasta el punto de alterar a uno de los hombres más poderosos de la nación; lo que uno no deja de preguntarse es si antes de la concesión de la TDT de pago a Mediapro el trato hubiera sido el mismo.
Entre tanto, la cuestión no es sólo si un gobierno socialista puede sobrevivir contra PRISA. Cuando empezó esta campaña anti-gubernamental intuí que el gobierno se había hecho el hara-kiri y que la Era del Talante tocaba a su fin. Esta percepción, por cierto, casa bien con la sensación de que El País empieza a comulgar de manera más o menos sinuosa con la tesis de la oposición de que España necesita unas legislativas avanzadas, una pretensión a mi entender muy poco fundamentada desde la sensibilidad democrática y con evidentes visos de interés mezquino, tan mezquino como lo fue el de todos aquellos que se asociaron en los primeros noventa contra el gobierno de González y fueron acusados -por ejemplo por PRISA- de formar parte de una conspiración republicana. Pero la pregunta sigue planteada: ¿se ha suicidado políticamente ZP por ayudar a sus amigos y porque está harto de las exigencias de Cebrián y de la sombra felipista? El sistema de señales que el leonés viene emitiendo desde que fue lanzado a la fama -hace tan sólo una década, dicho sea de paso- no me cuadra con un diagnóstico de soberbia e imprudencia... Bien es cierto que fue en las etapas profundas de sus legislaturas cuando González y Aznar dieron sus más graves pasos en falso, cuando uno se los imagina solitarios y taciturnos, como el general en su laberinto, pensando que las cosas se hacen "por mis cojones", "que ya estoy harto de ser blando con estos cabrones" o que "ya lo recuperaré todo ante la gente con mi carisma"... etc, etc. No me cuadran este tipo de caudillismos en Zp. No es su lógica. Quizá sospecha que puede aguantar con el apoyo de los medios de Roures, capaces como parecen ser Público y La Sexta de atraer a un electorado juvenil que se incorpora. O acaso cree que la clientela de PRISA no cambiará el sentido de su voto aunque desde tales medios se le desprestigie. En todo caso, me pongo un poco retorcido, puede pensar que, una vez derrotado por Rajoy, la posibilidad de seguir en la brecha como líder de la oposición depende de que Mediapro tenga más fuerza que PRISA, dado que desde ese mismo día la intención de Cebrián será la de sacarle de la escena.
En fin, como he dicho, un laberinto. Y bastante poco fascinante en mi opinión. Me preocupa poco si Barroso, pareja de Carme Chacón y ex-Secretario de Estado de Comunicación y vinculado al parecer a los negocios mediáticos de Roures, ha sido el factotum de todo este turbio asunto. No hay duda de que el entorno del Presidente del Gobierno está fuertemente vinculado a la empresa enemiga de PRISA. Sin embargo, creo que hay algo más serio detrás de todo este asunto que lo que nos contará el librito de marras del periodista listillo dentro de unos meses. Hay algo más que intrigas y guerras por el futbol. Tengo la sospecha de que entre lo que representa PRISA y lo que empieza a advertirse con fuerza en los medios de Roures, hay algo más que un conflicto de intereses. Creo que nos hallamos ante una verdadera crisis generacional en el mundo de la información. El tipo de "izquierda" que encarnan Público o La Sexta no tiene nada que ver con el de El País, Cuatro o la SER... Es otro rollo, otro ethos. Y lo es el de quienes siguen -todavía pocos- dichos medios con entusiasmo. Mediapro encarna una cultura de negocio editor completamente nueva para este país, una lógica empresarial wall-martizada, un espíritu falazmente crítico y de radicalismo simulado que se inserta confortablemente en el espíritu del nuevo capitalismo. PRISA, empresa repleta de veteranos de viejas guerras, empezando por la épica batalla contra los sectores duros del postfranquismo durante la Transición, se encuentra ahora mismo -unos meses después de la muerte de su fundador- en medio de una verdadera encrucijada...
¿Es todavía viable su modelo? Este es el problema que verdaderamente me interesa seguir tratando aquí.
... CONTINUARÁ