Friday, May 20, 2011






LOS INDIGNADOS






"El lunes esto se habrá acabado". Es la opinión de un compañero al que pregunto qué tal fue la cosa la noche anterior, en la que asistió con cierta curiosidad a la asamblea de los manifestantes de Valencia. Tampoco me cuenta demasiado de lo que no me haya enterado esa misma noche a través de la edición virtual de los diarios. Me cuesta entender el mundo a partir de Twitter, cuya lógica entrecortada y urgente me deja siempre sin tiempo para hacerme una idea consistente de casi nada. Los periódicos me resuelven el problema pasando nota casi al minuto de lo que va pasando, con fotos de corresponsales espontáneos incluidas. Ya ven, internet nos está convirtiendo a todos en no se sabe muy bien qué, pero, desde luego, en algo que no éramos.

¿Acierta el compañero? ¿Tienen las movilizaciones la fecha de caducidad pegada a las tiendas de campaña y las pancartas? En ese caso, el entusiasmo de ahora no es sino la promesa de la depresión irremediable que sobrevendrá después. Una vez comprobemos que ni los políticos que les hacen algún que otro guiño van a pasar del palmetazo en la espalda -"ay, qué chicos estos"- y que la revolución queda, como siempre, postergada sine die, el desánimo cundirá y cada cuál se irá a su casa con el fracaso dibujado en el rostro.






Esta visión está probablemente cargada de sentido común, de razones que se han ido fortaleciendo con la experiencia, lo cual incluye también un intenso aroma de amargura y de desánimo respecto al poder de la voluntad humana y, más en concreto, respecto a la tenacidad de los jóvenes. En otras palabras, se cree que el movimiento del 15-M no supera las proporciones de la algarada, cuando no del Botellón puro y duro, y que sustenta su éxito en el componente de divertimento y juego de socialización que sin duda tiene, lo cual supone que está condenado a extinguirse tan instantáneamente como apareció porque lleva la volatilidad inscrita en lo más profundo de su ADN, si es que hubiera algo profundo en lo que para algunos no es mucho más que una rabieta adolescente que se extiende por puro mimetismo.

Indignaos podría entonces ser entendido como el momento de negación dentro de un proceso de "sociedad líquida", si seguimos la afortunada fórmula de Zygmunt Bauman. Algo así como una subversión líquida, una propuesta sin futuro ni voluntad real de dejar algo tras de sí, una escorrentía cuyas emociones más intensas dejarán su lugar a la melancolía, esa que se apodera de nosotros después de toda orgía que se precie.

Todo esta argumentación tiene tanta credibilidad como cualquiera que realice una persona con alma de anciano. Llevo toda la vida escuchando a personas muy mayores y muy escépticas explicar en tono maximalista lo que va a suceder y a qué limbo de ingravidez y olvido van a ir a parar las ilusiones de transformar el mundo. El problema es que parten de un principio equivocado, el de que podemos saber lo que va ocurrir.






No estoy diciendo que el futuro sea ininteligible. Sólo que es peligroso creer que podemos anticiparnos como oráculos a los acontecimientos porque, caballeros, lo que va a ocurrir no lo sabe nadie. Y lo más probable es que muchas de las aseveraciones que se hacen respecto a aquello de a dónde nos dirigimos produzcan hilaridad dentro de algún tiempo, cuando resulte que el futuro ya haya llegado. Es preciso desconfiar del agorero porque quizás no sea tanto que no crea como que
no quiera, o mejor, acaso en el fondo tema que los insurrectos venzan. No sé de una sola revolución social que haya triunfado sin que la empresa pareciera inicialmente descabellada, adánica y destinada a morir en el olvido y el desprecio de las masas, la propia inconsistencia de los amotinados o la amenaza del potro y el patíbulo.

Consignas abstractas, propuestas inconcretas e irrealizables, aseveraciones de trazo grueso... Se reiteran estas críticas en las últimas horas en relación a la causa que analizamos. Aprendí leyendo a Wittgenstein del peligro de los enunciados que empezaban con un sujeto demasiado generalista. "El mundo", "el Sistema", "la Sociedad", "el Capital"... Son justamente estas entidades tan inaprensibles -metafísicas en toda la extensión de la palabra- las que suelen circular a bajo precio entre los movilizados de estos días. De acuerdo, pero hay algo que me suena a tramposo en esta demanda de concreción y finura intelectual que en las últimas horas se lanza en contra de los amotinados.

Si ustedes entran, por ejemplo, en la página de la organización ATTAC, una de las que no ha dudado desde el principio en impulsar activamente la protesta, probablemente descubran que las frases gruesas que nos llegan de los acampados son la vulgarización de un cuadro ideológico de resistencia tremendamente serio, bien fundamentado y sólidamente apoyado en análisis realizados por gente que no va por el mundo haciendo botellones y pegando alaridos adolescentes. ¿Quieren propuestas? Eliminación por ley de los paraísos fiscales, imposición de la tasa Tobin para las transacciones del capital, supresión y transformación de la actual ley electoral, acoso efectivo a la economía sumergida, fiscalización real de los beneficios de las corporaciones y de las rentas del capital, persecución de las gestiones bancarias irresponsables y de los movimientos especulativos turbios... ¿Quieren que siga?




¿Adanismo? Miren, yo escucho todos los días las promesas de los políticos que concurren a estas elecciones. Eso sí es adanismo, o lo sería, de no ser porque arranca de un profundo cinismo, el de los estudios de
marketing que los partidos encargan a tipos que sin duda están convencidos de ser geniales. Es de esto de lo que la gente, al menos la que se está manifestando, se ha hartado, y me temo que se ha hartado definitivamente. Esta gente no volverá a creer en la democracia representativa tal y como se encarna en el modelo parlamentario español si éste no opta por aplicar una profunda reforma. Y aunque lo haga, va a hacer falta que quienes aún ostentan algún poder político real se acuerden de que los ciudadanos quieren que les solucionen problemas. Porque -no lo olvidemos ni por un momento- lo que de manera más o menos explícita preocupa a los jóvenes que pernoctan ahora mismo en las plazas de cuarenta ciudades españolas no es si el sucesor de Zp va a ser Rubalcaba o Chacón. Lo que de verdad les pasa es que lo que adivinan de su futuro es incierto, incluso tenebroso. Y tienen miedo. Por debajo del maquillaje del divertimento y la ilusión de ser escuchado, lo que hay, más incluso que indignación, es miedo.



Me viene a la memoria una de las escenas finales de Billy Elliot. "Tengo miedo", dice Billy a su padre, antes de salir en dirección a Londres, donde va a ir a vivir. "No pasa nada, chico", contesta el padre, "...yo también tengo miedo, todos lo tenemos".

Hay momentos en que siento indignación. Cuando se me pasa, descubro que lo que no me abandona es el miedo. Por eso les entiendo.




10 comments:

Jose Zaragoza said...

Bien..ha ganado el PP en la mayoria de España..ya era hora de que la gente se diera cuenta de que estos "rojiles" no nos llevaban a ningun lado sino al fondo de un pozo.

Esperemos ver una evolucion en nuestro pais para poco a poco solucionar este desaguisado, y al año que viene, a ver si se produce tambien el cambio en las generalesy le hacemos un lavado de cara a esta situacion.

David P.Montesinos said...

Estimado amigo anónimo que escribe para mostrar su acuerdo con el anterior posteador. Con independencia de lo que yo piense, todo lo que usted dice me parece perfectamente aceptable, excepto la frase final, en la cual manda usted al paredón a cierta figura política relevante. La pena de muerte, por fortuna, está abolida en España, y demandar que se asesine a alguien constituye, a mi entender, apología del terrorismo. Le pido por favor que insista en decir lo que ha dicho pero eliminando la frase final.

Jorge Ruiz said...

David, creo que me ha entendido mal probablemente por que no me haya explicado correctamente.

Con la última frase no me refería a ese significado concretamente, he querido darle otro sentido a la frase refiriendome a un "fusilamento" en las urnas electorales, proporcionando un castigo severo en forma de voto a su persona retirando toda confianza depositada en el.

Espero que haya servido de aclaración

David P.Montesinos said...

Sirve, desde luego, Jorge, coincidimos en que ha sido un fusilamiento electoral. A mí, más que preocuparme la carrera política del actual presidente del gobierno, lo que sí me tiene inquieto es aquello de las mayorías absolutas, que ha traído consecuencias históricamente negativas, algo que, por cierto, ha pasado tanto con el PSOE como con el PP. Siento no compartir vuestra satisfacción.

Jorge Ruiz said...

Sobre lo de las mayorías absoluta estoy contigo, opino que no se ha dado tanta importancia en los medios de comunicación como la que realmente tiene.

La verdad que el PSOE está en una situación grave, ya que ha perdido la confianza de millones de personas, además no creo que sea algo pasajero de 8-10 años sino algo que pueda convertirse en algo casi permanente y que sin duda le está haciendo y le va a hacer perder muchísimo poder.

Posiblemente la gran mayoría de ciudadanos (me incluyo) va a asociar la palabra PSOE a la palabra miedo, tras una política de derroches innecesarios, mentiras y sobretodo de un gobierno que ha demostrado no estar a la altura de las circunstancias.

Jose Zaragoza said...

Me parece extraño que no hayas contestado a mi comentario, David, ya que siempre sacabas algun argumento para poder hacerme callar..Parece que te he ganado la batalla por una vez.

Respecto a eso que has comentado de la pena de muerte, pues no se que decirte..realmente prefieres que etarras con decenas de muertos a sus espaldas salgan a los 20-30 años de la carcel y vuelvan a vivir una vida tranquila, y quien sabe, volver a reincidir?

David P.Montesinos said...

Querido José Zaragozá, yo no hago batallas ni contigo ni con nadie. Tampoco te he hecho callar nunca. Respecto a la pena de muerte, pregúntate por qué está abolida en casi todas las naciones civilizadas.

David P.Montesinos said...

Comparto tus impresiones, Jorge. El gobierno socialista ha hecho una mala gestión de la crisis, entre otras cosas no parece que sus expertos económicos advirtieran a tiempo las proporciones que podía tomar el tsunami, o quizá fue el propio presidente quien, con un optimismo algo cándido, no quiso hacerles caso. Sí, es una situación crítica para el socialismo español. Yo prefiero situaciones parlamentarias algo más equilibradas que la que se avecina, pero...

Tobías said...

Jose Zaragoza pone una nota de color en este blog, lo que es de agradecer. Siempre he considerado que quienes intentan irritar a los bien pensantes deberían estar protegidos por alguna asociación del tipo de ADENA, o algo así. Un saludo amigo, estoy convencido de que los peperos nos van a sacar de esta una vez más. Y una nueva España comenzará a amanecer.

David P.Montesinos said...

Lo jodido, Tobías, es que a mí me encantaría que fuera así, que Rajoy y compañía acabaran con el paro, la especulación y todas esas cosas que nos desvelan... pero ya ves, me falta fe.