Friday, October 14, 2011






GUARDIOLA, LA MARGATÀNIA
Y LA DUQUESA DE ALBA


1. ME HAGO MAYOR. ¿Saben en qué lo noto? Por ejemplo en que, cuando veo o escucho a Pep Guardiola me siento atraído... diría que razonablemente seducido. Por el contrario, cuando veo a su supuesto Moriarty, José Mourinho, experimento hartazgo. Hubo un tiempo en que los enfant terribles me hacían cierta gracia. No sé si fueron lecturas inmaduras de Nietzsche y todo aquello de la voluntad de poder y el superhombre, o ese furor destructivo que a veces sobrevive más de la cuenta a la adolescencia, pero creo que me he quitado de encima la ingenua propensión a admirar a estos patanes que van por el mundo meándose en eso a lo que llaman el stablishment, mirando a todo dios por encima del hombro y tratando de gilipollas, cobardes y vendidos a todos los que no les bailan el agua.



A lo largo de mi vida -y no saben cuánto lo siento- he ayudado a incrementar el ego de algunos de estos caballeros que se pasean como Mourinho por las aceras de la vida con rictus de hastío porque el mundo les ha decepcionado, pero hoy, en el trasfondo de esa "intensa personalidad" que tiene misteriosamente abducida a la mitad del país, ya sólo veo la mala educación, la barbarie y un alma atravesada hasta las trancas por el pavor a volver a ser el tipo gris y mediocre que fue antes de ganar la Champions. En la permanente acusación de Mourinho -"hipócritas"- a todos los que no aceptan su dictadura -que es, a la sazón, la de Florentino Pérez, es decir, la del neofascismo del poder económico-, subyace, además de una profunda simplicidad intelectual, el prejuicio típico del mezquino, el de que todos buscamos lo mismo que él, que todos somos igualmente capaces de cualquier villanía por el dinero, la fama y el triunfo, solo que no tenemos las agallas que tiene él para reconocerlo. Las manifestaciones del mejor de sus íncubos, Cristiano Ronaldo: "me silban porque me tienen envidia, porque soy guapo, rico y gran futbolista", son la mejor expresión de esta filosofía tan profunda.

Escuchen y miren a Guardiola, no hagan demasiado caso al contenido... La cadencia de la voz, el atuendo, la sintonía con sus futbolistas, la connotación irónica tras esa tenue sonrisa... No sé si está quedando muy gay este post, pero hay algo profundamente atrayente, erótico incluso, en los signos de la inteligencia. Debo ser muy hipócrita.




2. LA MARGATÀNIA es un equipo catalán infantil que ha batido todos los records de derrotas. Acabó la pasada campaña con 273 goles en contra y 1 a favor, obviamente perdió todos los partidos, siendo un 11 a 0 el mejor de los resultados obtenidos. A alguien se le ocurrió rodar un corto con los chicos de la Margatània como protagonistas. Llega uno a la conclusión de que son demasiado pequeños para la liga, de que apenas han jugado al fútbol, de ahí que el entrenador tenga que recordarles con frecuencia que la portería a la que se han de dirigir es la contraria y no la propia... Cuando los niños explican las causas de su "fracaso" la cosa no tiene desperdicio: "Nunca marcamos un gol, bueno una vez la Ruth marcó, pero estaba en fuera de juego"... "Quizá nos ponemos un poco nerviosos"... "Un día un equipo solo nos metió doce, no eran muy buenos"...

En el corto vemos una jugada en la que están a punto de marcar, los padres viven el momento con una emoción incontenible. Pienso en todos esos padres patéticos que llevan a sus hijos a jugar partidos oficiales convencidos de que tienen un Messi en ciernes que les hará ricos: "No me decepciones", les dicen unos minutos antes de empezar a insultar al árbitro o a los críos del equipo contrario. Si el equipo de su hijo gana, sacan pecho atribuyéndose a sí mismos la victoria; si pierden miran a su hijo con cierto rictus de desprecio, pues empiezan a descubrir que el pura sangre que creen merecerse no era tal.



Me viene a la memoria un equipo de baloncesto con el jugábamos en la liga del Instituto, los Buanaminos, se hacían llamar. Nosotros éramos ya muy grandes y ellos eran críos de trece años que acababan de llegar al Centro. Todos les metíamos palizas impresionantes, la mayoría de forma inmisericorde. Aprovechábamos que eran pequeñitos para incrementar nuestras estadísticas, y así los Buanaminos deambulaban por la liga acumulando derrotas de cien puntos a cinco y cosas por el estilo. Me avergüenzan algunas cosas de mi pasado y ésta es una de ellas. Salí del Instituto y les perdí la pista: me gusta pensar que alguno de los Buanaminos creció y terminó siendo Pau Gasol. O al menos, me gusta pensar que tres años después ellos eran los mayores del centro y, cuando les tocaba jugar contra los críos, evitaban humillarles.

Un consejo, no se pierdan el corto producido por El Cangrejo y titulado L´equip petit, por supuesto con los chavales de la Margatània como protagonistas estelares: http://www.youtube.com/watch?v=P78BifwS9kQ



3. MI SENTIDO DEL HUMOR tiene mucho de irredento y un cierto sabor a venganza. Un día don Pedro, un maestro del tardofranquismo con evidentes síntomas de psicopatía, me infló la cara a hostias por una exhibición inoportuna de mi fina capacidad para la ironía. Desde entonces, juré que me reiría de todo lo que me saliera de los cojones, sin aceptar ningún límite. En los últimos días, la boda de la Duquesa de Alba ha desatado esa vieja disposición mía para encontrar el lado cómico de cualquier cosa. Y en este caso sin esfuerzo porque, salvo sus multimillonarios y permanentemente avinagrados herederos, todo el asunto parece una broma.



Odio las bodas, y, con ellas, también los bautizos y las comuniones. Creo que es de ser muy tonto casarse por uno mismo, y peor hacerlo por complacer a alguien. Más que estos actos en sí, lo que detesto es esa liturgia que te obliga a hacer impúdica ostentación de los sentimientos a cambio de obligar al que invitas a que te suelte la pasta. Cuando alguien me invita a su boda -por suerte hace mucho que no sucede- siempre me entran ganas de preguntarle por qué, en vez de eso, no me pone un cuchillo jamonero en la garganta y me obliga a darle la cartera. Sería más breve y bastante menos desagradable.

La de la Duquesa de Alba es la apoteosis de las bodas de nuestro tiempo. He leído que es un símbolo del fin del Antiguo Régimen. Pero no se engañen, la Duquesa, antes que un noble linaje, es una magnate que posee media España. Es el mundo de los ricos lo que en realidad resulta parodiado en esta boda. ¿Por qué se casa? En realidad "por amor", es decir, por todo lo que no es dinero, que es por lo que se suele casar la clase media... Cayetana se casa para fastidiar, para bailar, para lucir peluca, para exhibir joyas... Y la gente le canta y le aplaude, mientras ella va convencida de ser amada por el populacho. La boda de Alba es un signo de la indecencia que en nuestras sociedades contemporáneas y en plena recesión suponen las grandes fortunas. Riámonos a gusto de esta mamarrachada... Y no dejemos de indignarnos por todas esas indemnizaciones de banqueros negligentes y corruptos de las que se habla tanto estos días.

10 comments:

Francisco Fuster Garcia said...

Amigo Montesinos: la curiosa historia del Margatània me recuerda una anécdota personal que me pasó hace años. Los directivos de mi club de baloncesto me pidieron que fuese como entrenador de un equipo de benjamines a un famoso torneo que tenía lugar en Ontinyent. Fui con los niños (yo entonces tendría 14 o 15 años) y cuando llegué y vi al resto de equipos me di cuenta de que íbamos a ganar todos los partidos con la gorra. No es que fuesemos un equipazo, pero había alguno de mis jugadores que le sacaba una cabeza y varios kilos al más grande del otro equipo. Obviamente, ganamos el torneo sobrados y nos volvimos para Alginet con el trofeo, para regocijo de los padres que me acompañaban en el viaje.

Lo curioso vino cuando nos tuvimos que enfrentar al equipo local, formado por una serie de chavalines que corrian como locos detrás del balón. Antes del partido, la entrenadora del equipo se acerca a mi banquillo y me pide por favor que nos dejáramos meter una canasta, que veían que terminaba el torneo y no habían encestado ni una y que los pobres niños estaban un poco tristes. Naturalmente, cedí a ese deseo y luego los padres del equipo rival me lo agradecieron. Creo que el resultado fue 20-2 o algo así. Lo más complicado de todo fue explicar a mis jugadores que debían dejarse meter una canasta. Al final les convencí, pero no te creas que fue fácil.

David P.Montesinos said...

Creo, Paco, que has captado exactamente el sentido de mi alusión a la Margatània. No te pierdas el video porque te aseguro que no tiene desperdicio.

Lucky said...

Magnífica recomendación el corto de Margatánia, me ha ocurrido como en "Up", sólo la entrada con cada niño enfocado desde arriba ya es una buena peli.
Sinceramente, me ha emocionado y me ha hecho recordar cuando en mi equipo de baloncesto, cuando llegaba la hora de humillar al contrario, yo, patética titular indiscutible, pedía ir al banquillo sintiéndome orgullosa por dejar paso a las suplentes, ahora lo veo claro, que sea otro el que humille, pero que humille. Sí hermano, todos tenemos un pasado del que avergonzarnos.
Lucky
Lucky

Anonymous said...

Mira que ha hecho cosas malas en mi vida, pero eso de humillar a los rivales jugando al baloncesto no lo he hecho nunca. Yo simplemente los machacaba, con respeto eso, sí, siempre con respeto.

De entrenador nunca he permitido que los chavales se burlaran de los rivales. Ante todo humildad, que arrieritos somos.


El Magno (alias Steve Nash)

Anonymous said...

El mayor cínico es Florentino Perez.

BT

David P.Montesinos said...

Y yo que creía, señor Magno, que usted no había roto nunca un plato.

Anonymous said...

Los liberales aspavientos y detonante aspecto de Cayetana, que jaleamos casi todos me recuerda el cuento del rey del vestido invisible.
¿Porqué Rosita la de los higiénicos solo conseguía la burla general?
Detella.

David P.Montesinos said...

No sé, Detella, a quien se refiere con Rosita, pero la afinidad que usted encuentra con la boda de Cayetana y el cuento del traje nuevo del Emperador me parece certera... Aunque en este caso temo que somos todos, o casi todos, los que nos hemos dado cuenta.

Anonymous said...

Creí que conocías a Rosita. Tal vez no se llamara así y fuera Blanquita. Era delgada, menuda y frágil, vestida de blanco con una amplia falda corta de organzas y ribetes bordados y la blusa a conjunto. A la distancia parecía niña rica. En la oreja sujetaba un clavel blanco, aunque su alma era el cinturón de cuerda ensartando rollos de papel higiénico, cuidando eliminar servicio a servicio conforme se enmugrecían.
Acostumbraba moverse por el barrio del Carmen y a veces no aceptaba la limosna, según de quien viniera, como una gran señora.
No veo la diferencia, pero ella era objeto de burlas.
Detella.

David P.Montesinos said...

Ahora lo entiendo mejor, Detella. Y sí, conocí a Blanquita. Yo entonces usaba gafas y me llamó "Cara de Bicicleta". Que Blanquita te pusiera mote era un honor del que no todo el mundo puede presumir, y le aseguro que yo nunca me burlé de ella. Creo que la prefiero a la Señora de Alba. Por cierto, de ésta última tampoco me burlo, no al menos tanto como de sus herederos, que, como dicen en Catalunya, fan molta ràbia.