Saturday, February 09, 2013



UN MUNDO SIN DOMINGOS

En el pasado traté con personas que decían odiar los domingos. Tuve una novia que se deprimía ese día, llegando incluso a llorar sin más motivo que ése: era domingo. Entre otros allegados de juventud era costumbre aquella expresión de "rollo de domingo", con la cual se calificaba todo aquello que resultaba tedioso y mustio.  Para estas personas, la perspectiva añadida de un festivo entre semana resultaba poco estimulante, pues suponía extender el rollo de domingo a por ejemplo un miércoles, una perspectiva que a mí, por contra, siempre me ha complacido. 

Sé lo que significa un festivo: las tiendas cierran, la gente tiene más tendencia a recogerse en sus casas a poco que el tiempo no acompañe, los varones van al fútbol, y si te ha dado por salir el sábado hasta altas horas de la madrugada es posible que la resaca te agandule y pases el domingo en un sofá, viendo chorradas en la tele y comiendo berberechos. El día que concluye la semana se convierte así en sinónimo de aburrimiento e improductividad, la tarde languidece inútilmente y la proximidad del lunes ensombrece el alma. 


A mí todo esto, qué quieren que les diga, me parece una pueril inconsecuencia. Quienes dicen amar el sábado y odian el domingo parecen desconocer que el   primero obtiene su prestigio del segundo: existe la promesa del sábado porque existe el domingo. Si no nos topáramos con la amenaza de los días laborales tampoco podríamos ilusionarnos con la llegada del viernes. Temo que, en cualquier caso, sobre este asunto pronto ya sólo platicaremos en pasado. Algún día habré de explicarle a mi hija que existían los festivos, de igual manera que hubo un tiempo en que existía una cosa que se llamaba "Estado del Bienestar", como existieron derechos laborales, vacaciones, pensiones o subsidios de paro. 

No sé cómo habrán recibido los enemigos del domingo la decisión del Ayuntamiento de Valencia de decretar la libertad de horarios para las zonas de la ciudad consideradas como de gran afluencia turística. La respuesta de los centros comerciales metropolitanos ha vuelto inmediatamente inane la calificación de zonas especiales, pues parece que la intención es que abran todos, lo cual supone que los zaras, cortefieles y cortes ingleses de turno estarán a pleno funcionamiento los domingos aunque estén lejos del centro urbano. 

Las controversias en torno a esta decisión han sido puestas sobre la mesa por dos colectivos, los empleados de dichos centros, por un lado, y, por otro, los dueños de los pequeños comercios, ambos damnificados por esta medida por razones que no hace falta explicar. No sé si con la posibilidad de comprar braguitas y pizzas Tarradellas mis antiguos allegados habrán empezado a vencer su depresión dominical, lo que sí sé es que los dueños de los grandes comercios tienen ahora menos razones para lamentarse por la esterilidad económica de los días festivos, todo ello por merced de Rita Barberá, qué gran mujer. No estoy por cierto nada seguro de que estos últimos renuncien a pasar el domingo navegando en un yate o llevando a sus niños vestidos de marinerito a un restaurante de lujo, pero lo que sí sabemos es que sus empleados se han quedado sin el derecho al descanso. 

Esta parece ser la ecuación que marca el signo de los tiempos: recesión económica lleva a desregulación, y ésta a su vez lleva a supresión de derechos laborales. Si el domingo es poco rentable es una cuestión discutible, pues el señor que está de fiesta se gasta su dinero en el cine o se va de merienda. En cualquier caso no es esa la cuestión, no se trata de si son rentables el domingo, las bajas por enfermedad, los incrementos salariales o las indemnizaciones por despido, se trata de que todos los seres humanos tienen la pretensión de vivir dignamente. Los empleados de Mercadona no están en el mundo para hacer ricos a sus dueños, sino para tener una vida que merezca la pena, descansar cuando lo pide el cuerpo y llevar a sus hijos a ver a los abuelos. Ha costado muchos años conseguir el fin de semana, como tantos otros derechos de los trabajadores, para ahora aceptar que todo salte por los aires porque a unos pocos mandarines les moleste. Si asumimos sin rechistar que para mantener o incrementar rentas privilegiadas es necesario empobrecer a la mayoría de los ciudadanos, entonces no sé por qué nos sorprendemos que cunda el desánimo social, cuando no la violencia o la tentación radical y anti-sistema. 

No acabo de saber qué es lo que ganamos con que El Corte Inglés y compañía abran los domingos. Pero sí sé lo que perdemos, porque después de los grandes comercios, en cascada, iremos cayendo los demás. ¿Tendrá sentido cerrar las universidades, las escuelas, los juzgados o las farmacias cuando ya hayamos interiorizado que nuestro fin de semana es un lujo que el capitalismo no puede permitirnos? Si se convierten en norma los trabajos basura y los contratos abusivos, ¿podremos seguir aspirando entonces a tener empleos dignos? "Quieren acabar con todo", rezaba un eslogan sindical en la última huelga general. Recibimos a menudo aseveraciones en contra de los derechos de los trabajadores, de las instituciones que contrapesan la brecha social, de la Ley de Dependencia, de los subsidios, del empleo público, de las pensiones... Intentan hacernos interiorizar que debemos ser más pobres y que ciertos derechos que creíamos habernos ganado eran en realidad privilegios que el sistema ya no puede soportar. Y todo ello llega siempre desde las mismas tribunas de la oligarquía, mientras el partido que nos gobierna exhibe a sus legiones de corruptos, sus amigos se quedan con los hospitales públicos, los bancos reciben más y más dinero de nuestros impuestos, la Iglesia sigue con sus escandalosos privilegios y, en definitiva, los ricos parece que son más ricos, los pobres más pobres, y aquello a lo que llamábamos clase media se va poco a poco resignándose a la extinción. 




En mis pesadillas aparece un año sin estaciones, un mundo de hombres sin mujeres, de adultos sin niños, de día sin noche... y de semanas sin domingos. "Abierto 24 horas", ¿por qué no dejar Zara y compañía sin cerrar por la noche? Iríamos de compras de madrugada porque, a fin de cuentas, el tráfago de las calles, que ya no se detendría ni un instante, nos impediría dormir. Sus empleados no descansarían jamás. 

Pero es que el descanso no es rentable. Da rollo de domingo, sobre todo a los dueños de los grandes almacenes. 



18 comments:

Isabel Zarzuela said...

A mí también me deprimen los domingos. La mañana siempre se presenta prometedora pero cuando llega la tarde, me deprimo. Debo reconocer que desde que tengo uso de razón, la tarde del domingo siempre me ha resultado algo machadiana. Imagino que conforme avanzo en edad voy encontrando nuevas excusas: no es cosa de tiendas cerradas (como le ocurría a alguna conocida suya), es que se acaba el descanso y comienza la dura semana laboral.

Pero, hasta me siento mal de sentirme mal. Cualquiera podría decirme que tengo mucha suerte por “comenzar una dura semana laboral”. Qué perversa es esta crisis: hasta nos obliga a reprimir todavía más nuestros malestares.

Y hablando de perversión: ¿qué pasa con la Iglesia? Para atreverse a opinar siempre de todo está muy calladita últimamente, ¿no?

David P.Montesinos said...

Empiezo por el final, Isabel, y agradeciéndote, como otras veces, tu grata aparición. La Iglesia católica no aparece para quejarse de este asunto porque sus escrúpulos están a menudo vinculados a sus afinidades ideológicas. En otras palabras, no protestan por esta pecaminosa violación del bíblico descanso dominical porque sus amigos ricachones son los beneficiarios, y con ellos no van a indisponerse, por más que el Crucificado dijera aquello del camello, el rico y el ojo de la aguja. El tema puede compararse tranquilamente con el de la conciliación familiar: defendemos la familia, sí, pero si es usted mujer y quiere protección para la maternidad se fastidia, haberse quedado en casa si quería tener hijos. Es curioso que sea tan de de derechas y tan de la Iglesia eso de no proteger la conciliación familiar. Sepulcros blanqueados.

Respecto a tu depresión dominical, entiendo el motivo. Quizá mi problema es que he sido siempre un poco inconsciente, que solo me doy cuenta de lo nefasto que es el lunes cuando se me echa encima. Me pasa también un poco al revés, el fin de semana o las vacaciones se me echan encima sin que me dé cuenta, sin que las espera, de pronto me doy cuenta, "joder,si estoy de vacaciones, no había caído". Abrazos para ti y para los tuyos.

Anonymous said...

No entiendo que tienen que ver los domingos con el día libre. Yo me he tirado años currando los domingos y librando los lunes, los mates, los miércoles.

Una cosa es que el obrero tenga que currar por ley 8/7, 10/7 o 16/7 etc. Pero eso es muy distinto a la libertad de horarios.

Desregularización. Que cada uno abra su negocio cuando lo crea oportuno.
Voy a ir mas allá ¿y si mis hijos solo pudiesen dar clase a horas no “lectivas” por las razones que fuesen? Ya… me pago un profesor particular… pero… ¿entraria en algún convenio laboral no “anormal”

David P.Montesinos said...

Hola, y gracias por su comentario, amigo anónimo.

La desrregularización parece, en principio, poco recusable, pues supone la imposición de normas externas a la voluntad del que tiene una empresa, sea del tipo que sea. Pero tiene sus riesgos, y es que, en la práctica, se comprueba una y otra vez que termina suponiendo a menudo pérdida de derechos para los trabajadores. El domingo y otros festivos existe porque garantiza el derecho al descanso del asalariado. Si eliminamos esa norma de los domingos, ¿qué nos impide eliminar también la obligación de imponer días libres? Y, por ese mismo criterio, ¿porque no extender ad infinitum la jornada laboral, tal y como ya se ha hecho en la legislación de la Unión Europea? Debemos preguntarnos por qué los empleados de los grandes almacenes han protestado por esta medida. El Corte Inglés o Carrefour no son un hospital ni un sistema de ferrocarriles, su cierre los domingos asegura el descanso laboral, y eso me parece mucho más valioso que la posibilidad de ir de tiendas en festivo. El problema de este tipo de desrregularización está en los caminos hacia la esclavitud laboral tan peligrosos que abre.

Las razones para que los niños no puedan dar clase a horas lectivas me resultan poco imaginables y, en cualquier caso, excepcionales. No tengo nada en contra de que se abran las escuelas para actividades de distinto tipo en horario no lectivo, pero me parece razonable que el horario lectivo esté instituido por ley, al menos para niños. Las enseñanzas de bachiller, ciclos formativos y universitarias son mucho más flexibles, sin olvidarnos de que existen los centros a distancia. La cuestión del profesor particular es de otra índole, los profesores particulares enseñan, pero no pueden impartir titulaciones ni homologar sus enseñanzas, y es bueno que así sea, y lo digo yo que también he ejercido ese trabajo.

Repito, si eliminamos las regularizaciones horarias en todos los ámbitos terminaremos quedando todos indefensos ante el capital, cuya posición en la relación laboral siempre es hegemónica. ¿Abrir cada cuál cuando quiera? Debemos atender a la opinión de la pequeña empresa. ¿Ha de abrir 365 días al año una tendera del Mercado Central? Me parece inhumano, la posición es ventajosa por su infraestructura para las grandes superficies, pero para el pequeño comerciante es una pérdida de calidad de vida, por lo que no seré yo quien les exija -a usted tampoco- que abran en festivos.

Anonymous said...



Del que tiene una empresa o del que se entiende como individuo.

Incluso cuando acepta un contrato consensuado por individuos que se asocian sin entender por ello que el mundo está plagado de imbéciles.

El domingo no garantiza nada, salvo para los católicos. Lo que garantiza un dia de descanso es lo pactado en un contrato. Ese día puede ser el viernes, el martes o el domingo. Si usted relaciona el domingo al día de descanso es debido a sus costumbres. Le aseguro que una jornada de descanso no tiene por qué tener nombre o apellido.

Una cosa son los convenios laborales que esta sociedad sin sindicatos, atontada e inculta pueda aceptar. No creo que ni usted ni yo estemos en posición de decidir cuándo es necesario “el corte ingles” abierto.

Las razones para que los niños deban ir al colegio a unas horas son bien conocidas. Todo termina en aquello de “esto no son horas”.

Mire... los horarios son de ámbito social, costumbrista etc. No del capital. Al capitalismo lo que le importa es que yo gaste, no cuando lo haga. Al socialismo le habría ido bastante mejor construyendo viviendas de protección oficial para aquellos obreros que no podían adquirir pisos cuyo precio era fruto de la especulación. El dia de libranza supongo será un problema menor para quienes ahora no pueden pagar su refugio.

Le repito; Las regularizaciones solo benefician la logística del capital, en ningún caso favorecen al individuo.
En esta sociedad solo ha sido posible la anarquía del capital mientras el ciudadano es filtrado por normas que determinan la legitimidad de su existencia.

Lamentablemente (como el post que dedicó a la educación) todo deja de funcionar cuando los implicados se juegan nada en los fallos.

A mi los domingos me importan muy poco... Si fuese grosero le diría que me importan una mierda… sin embargo moriría por defender nuestros derechos laborales.

David P.Montesinos said...

Lo que dice en el último párrafo me hace pensar que acaso no estemos tan lejos como parece. No pretendo refutar sus argumentos, pero hay algunos puntos que no comparto y debo hacérselo saber.

No soy católico, tengo las costumbres que tengo y, desde luego, poco tienen que ver en ellas las prescripciones de la Santa Madre, pero no deja de sorprenderme el silencio de los obispos -tan beligerantes ellos en otros temas- cuando este tipo de decisiones políticas rompen tradiciones que la propia Iglesia estableció y, lo que es más importante, ésta concretamente daña aquello de la conciliación familia-trabajo, ellos que tanto dicen proteger la institución familiar.

Insisto en mi sospecha y mi temor: la supresión del festivo introduce el riesgo de una pendiente deslizante. Si los poderosos presionan con éxito a los legisladores para que se extinga el descanso dominical con la crisis como excusa, ¿puedo estar seguro de que los siguiente no será la prescripción legal de un día semanal de descanso? Quizá sea una sospecha paranoica, pero no lo es el daño que genera sobre la conciliación familiar. Si el domingo deja de ser un festivo común -obviamente con numerosas excepciones en función del tipo de negocio- la posibilidad de la conciliación desaparece. Lo que intento decir es que los miles de empleados que a partir de ahora trabajarán los domingos dejarán de coincidir en su descanso con sus familiares, con la problemática que ello genera, como muy bien han explicado los empleados que se han atrevido a manifestarse en ciudades como Valencia en las últimas semanas. Se me ocurre pensar igualmente que si desaparece el festivo común deja de haber razón para que éste haya de ser retribuido con un plus. Aplicaría un razonamiento análogo a las horas extras. Si los márgenes de horario laboral se amplían atrozmente, deja de tener sentido retribuir con un plus las horas extras, pues éstas dejan de existir como tales. Es a estos peligros a los que me refiero cuando sospecho de la desregulación y la acuso de constituir cesiones al capital y deterioro de conquistas de la clase obrera.

Otra cuestión, las ventas no han bajado porque no se abra los domingos, y no se van a recuperar por eso, han bajado porque la gente consume menos, y la gente consume menos porque la mayoría es más pobre de lo que era.

No defiendo el socialismo, pero la decisión que se ha tomado beneficia al capital en contra del asalariado, pero, para que no se me acuse de bolchevique -cosa que no soy- creo que el pequeño comercio es especialmente perjudicado. No estoy en contra del mercado ni de la libre competencia, es el modelo corporativo de capitalismo el que amenaza la libertad. Hablando de anarquía, es justamente esa anarquía tóxica la que desea el gran capital, la desaparición de las trabas jurídicas que protegen los derechos de los débiles.

David P.Montesinos said...

Una última cosa. Yo no pretendo decidir cuándo ha de estar abierto el Corte Inglés, intento ser solidario con sus empleados, dado que yo no lo soy. Para mí sería muy fácil, yo descanso el domingo, y hasta podría venirme bien tener el lugar abierto. Pero he decidido no ir.

Anonymous said...

No creo que me hable en serio...Lo peor no creo que me hable a mi.

Sabe que soy anarquista, y sabe que el único punto de encuentro de un anarquista con las leyes es el socialismo que por cierto no existe en este planeta. (salvo en sociedades ultra capitalistas)

Sigo diciéndole lo mismo; no, un no rotundo, no, señor, los domingos no tienen nada que ver con la merma de derechos laborales.

Yo participo en su blog desde hace unos años, puedo entender el vacile, pero…. Seria de agradecer alguna señal de que me está vacilando.

Si le parece bien, lo de los domingos lo vamos a dejar en huelgo. No llego para tanto y a usted le veo muy inspirado.

Tobías said...

El domingo me produce una sensación similar a la que explica Isabel. Hasta que llega la tarde pienso que estoy en pleno disfrute del fin de semana, pero a partir de ahí la cosa cambia, el lunes parece llegar de manera inminente y te planteas preparar todo el trabajo que has dejado pendiente con la amenaza de una noche más corta. En otros tiempos estaba el aliciente del fútbol, ayudaba a pasar la tarde y ya dependía de la victoria o no del Valencia que el resto del día se asumiera con cierto optimismo. Hasta eso se ha cargado la perversa obsesión por el beneficio, diluyendo la jornada futbolística hasta casi desaparecer el concepto.

El descanso no es rentable para quienes pretenden aumentar sus fortunas a costa de la miseria de los trabajadores. Trabajamos cada vez más para ser más pobres; en el fondo, desprovista de controles redistributivos, es la lógica de la producción capitalista. El otro Napoleón, el sobrino golpista objeto de las burlas de Marx, ya decía que cuanto más trabaje la gente menos vicios habrá, incluso se planteó declarar laborables los domingos una vez que los fieles se hubieran puesto a bien con Dios en los oficios religiosos. Contra la santificación del trabajo habló, y muy bien, Paul Lafargue, autor de “El derecho a la pereza”, que pensaba que el trabajo es causa de degeneración intelectual. Lafargue escribió que el objetivo que debe perseguir la clase obrera no es esa tontería beateril de la dignificación por el trabajo, sino el placer. Algo más hedonista que lo que tú comentas, aunque viene a ser parecido.

De todo lo que dices, lo que me resulta más inquietante, porque creo que es un proceso que se está dando casi sin darnos cuenta, es esa interiorización de elementos auto-represivos que van calando desde el poder. Por ejemplo, que los derechos conquistados a costa del sacrificio de los trabajadores a lo largo de años de lucha son privilegios a los que debemos renunciar. Asumir esto es aceptar que nos vemos abocados hacia una forma de fascismo que ya había sido planteada por las más oscuras contra-utopías de la ciencia ficción. La escasa capacidad para la disidencia, la resignación ante las decisiones de quienes nos gobiernan, acabarán haciendo innecesario el aparato represivo del Estado: cada uno será el policía de sí mismo. Después de todos los esfuerzos de la historiografía liberal por demostrar que el fascismo es una aberración ajena al capitalismo, va a resultar que es su consecuencia lógica.

David P.Montesinos said...

Hablamos de lo que usted quiera, y hacemos huelga respecto al tema que desee. Siempre me ha alegrado verle por aquí, pero no me exija que le reconozca que le vacilo porque yo, querido amigo, no le vacilo. Y no sé qué le hace sospechar tal cosa,la verdad. Tengo sentido del humor, creo,pero no suelo burlarme de mis interlocutores, ni en la Red ni fuera de ella.

Por mi parte, yo sí creo que la supresión del descanso dominical forma parte de un plan generalizado de precarización de los regímenes laborales, y creo que he dado razones.

David P.Montesinos said...

Hola, Tobías, me parece bien traída la alusión a Lafargue, que siempre me ha parecido algo así como el lado sombreada que el marxismo deja tras de sí. Quizá haya que empezar por sospechar de la máxima de que el trabajo es ennoblecedor de por sí. De ese prejuicio, sin duda de origen religioso, a la panoplia calvinista -tan determinante para la cultura norteamericana- de que el enriquecimiento es una prueba de salvación del alma, van muy poquitos pasos.

Dicho lo cual, me cuesta compartir tu sentimiento y el de Isabel, porque, pese a que me niego a considerar un privilegio lo que yo me he ganado, sí creo tener una enorme suerte por agradarme mi trabajo, de ahí que ni el viernes me suscite una especial euforia -aunque desee el descanso- ni el domingo me deprima.

Anonymous said...

Es sencillo: librar el domingo no es una reclamación obrera salvo para quienes querían asistir a misa y cumplir ciertos mandatos católicos.

Puede ser que yo esté muy equivocado, pero creo que el descanso, salvo por coincidencias festivas que legítimamente obligan a planificar teniendo en cuenta la aritmética, no deberían estar sujetas a nominales u horarios.

No se tome tan a mal aquello del "vacile". Puedo asegurarle que para mí es algo simpático, positivo...

La realidad; determinadas costumbres debieran ser definitivamente desterradas de los convenios laborales. Los horarios. No es cierto que trabajar los domingos o trabajar por la noche merme derechos; Salvo para quienes su jornada laboral choca con los mandatos de sus creencias religiosas.

Creo sin la más mínima duda, que es hora de una clase obrera que negocia sus derechos sin el parapeto religioso o en último caso costumbrista de sus mandatarios. Creo en una sociedad que evita los atascos desde el mismo momento que advierten no ser rebaño: conducidos todos a la misma hora a pastar.

Si la sociedad sigue decidiendo cuando los individuos duermen, cuando salen a divertirse, cuando pueden entrar en un comercio, tal sociedad es una dictadura costumbrista – religiosa o no –

El domingo, no es un símbolo -no debiera ser- para la clase obrera. Los derechos laborales no tienen no vienen en el calendarío.

Anonymous said...

Me gustaría comentar sobre lo que dice Tobias; El obrero, el servíl, siempre cree que tienen un sueldo que depende de lo que agrada a su jefe. Ese obrero "típico español" piensa que si no trabaja en su empresa lo tiene crudo.

Lamentablemente la clase obrera española entroniza todos y cada uno de los parámetros fascistas. Realmente mueren por defender no su derecho al trabajo, si no a la empresa que les da de comer. “mi casa”

La clase obrera en países como España tiene aun un gran trecho por recorrer. Los sindicatos de este pais han sido una broma, al igual que las revoluciones…

tristemente todo nos pasó de largo.
No espero que me entiendas cuando digo que sacralizar determinado horario, día, mes o incluso año, siglo etc. No es más que seguir escribiendo un calendario donde a los que les interesa saberlo, saben exactamente donde está el grueso de su masa laboral; en casa, durmiendo, ¿merendando en el campo?

El fascismo comienza con la implantación de normas básicas destinadas a destruir al individuo en post de una sociedad en manos de ganaderos que conocen exactamente las costumbres del rebaño.

David P.Montesinos said...

Aclarado lo del vacile. Lo que no comparto es el presupuesto de que sólo puede haber un trasfondo religioso en mis quejas respecto a la supresión del descanso dominical.No creo que los empleados del Corte Inglés y otras grandes superficies que sacaron el valor no sé de dónde para manifestarse contra dicha medida del ayuntamiento de Valencia presionado por los dueños de tales negocios responda al deseo de ir a misa el domingo. Es más, son esos mismos empleados los que han argumentado su queja por otros derroteros, a los cuales ya me he referido anteriormente.

No creo, de otro lado, que sea "borreguismo" lo que determina que muchos acudamos a nuestros centros de trabajo a las mismas horas. En España uno siempre ha sabido que no encontraría menú antes de las dos y después de las cuatro en un restaurante. Ahora podemos exigirlo a cualquier hora en las grandes franquicias. Me parece una pírrica victoria para los consumidores. No me parece que un hábito social, por el hecho de serlo, haya de ser considerado despreciable, y pienso por ejemplo en esa costumbre hispana de pararlo todo durante dos horas al mediodía. Creo en suma que, en muchos casos, la posibilidad de que las personas conciliemos horarios es saludable. Me ofrece muchas más dudas aquello de la flexibilidad: "trabaje usted a las horas que lo desee". Al final, lo que suele suponer es precariedad y sumisión.

A lo mejor soy yo y no usted el que se equivoca, pero, insisto, mi problema no es religioso.

Anonymous said...

Alguna razón habrá. Sinceramente no contemplo la posibilidad de que la gente reclame el domingo como dia de descanso por alguna razón que son incapaces de expresar.

¿Por qué no un lunes? Si se trata de tradiciones, recuperemos el "sangrado" del cordero a las puertas de las casas.
El "apaleamiento del impedido" ante los templos. Las ofrendas a los dioses.

Optimar la ocupación de carreteras escalonando su uso no creo sea "una pírrica" victoria para los consumidores. Mas bien supone una adaptación necesaria para una sociedad que intenta conquistar un universo que a dia de hoy no hemos sido capaces de doblegar mediante creencias o costumbres que terminan cayendo por su peso.

El problema de la sociedad cateta y futbolera en la que vivimos, es que se tiende al potaje. La mezcla que confunde las tradiciones sociales con una sociedad tradicional. La barricada de una clase obrera que jamás entendió ni sus derechos ni sus objetivos. La barricada que solo pringa de barro. Se come el esfuerzo de quienes se intentan parapetar.

Librar el domingo o no... Se trata de librar o no librar. Se trata de conseguir acompañar a una sociedad que trasciende las costumbres. Conservar la esencia de aquello conquistado. Mismo resultado en distintas ecuaciones.

Si sus motivos no son religiosos diga claramente cuales son, no... no hace falta, tiene derecho a guardarse sus razones. Eso si, por más que usted se empeñe; 20 millones de trabajadores yendo a currar todos a la misma hora, sencillamente... ni siquiera es de una sociedad de borregos, es de borregos sin sociedad. Es peor.

David P.Montesinos said...

Siento que no lleguemos a ponernos de acuerdo en nada, lo lamento de veras, pero no voy a insistir en explicar lo que ya he explicado creo que suficientemente. Le agradezco mucho la amabilidad de su interlocución, pero ya he cambiado de tema, y, qué quiere que le diga, sigo negándome a acudir a las tiendas los domingos. Por si a usted o a alguna otra persona le interesa, me parecen muy útiles respecto al tema de la apertura de centros comerciales en domingo algunas intervenciones que aparecen por ejemplo en la web de hostelería del sindicato CCOO.

Anonymous said...

Es usted corto, por supuesto, no publique este comentario. Creo sinceramente que un blog es para ofrecer al mundo la vista que se tiene de el.

Yo no lamento en absoluto que no nos pongamos de acuerdo, si me apura lo celebro…. Cada vez siento mas antipatía por quienes me dan la razón. Usted, no es mas que un ciudadano que ve la vida como la ve
.
Seguiré dándole el coñazo,. Jodiendo su decoración en tanto esta no sea de mi agrado. Eso solo ocurrirá en este sitio si usted lo permite.

Un saludo.

David P.Montesinos said...

Soy corto, pero usted no sabe lo pesada que se pone mi prole en cuanto estoy más de un minuto y medio en el ordenador. En cualquier caso ya conoce usted la frase de Gracián sobre la brevedad.

Y no es un coñazo. El debate, cuando corresponde a una honesta exposición de ideas y no a un inútil cruce de espadas, contribuye a hacernos mejores a todos.