Friday, May 16, 2014



CAÑETE Y LAS CHICAS

Hace una eternidad yo jugaba un partido de fútbol con otros chavales en un solar del pueblo de mi madre. Apareció una niña que se llamaba Penélope y que jugaba como los chicos, entraba con fuerza y le pegaba duro al balón. Yo, sorprendido, pregunté a uno de los chicos, el cual me contestó que no se comportaba como las chicas: "nunca lleva pendientes ni ná". Penélope cogió el balón en el centro del campo y desbordó a un rival. "¡Te ha regateado una chica!", gritó un rival al infortunado, el cual quedó avergonzado... "me ha regateado una chica", rumiaba. 

En El segundo sexo explica Simone de Beauvoir que las mujeres han soportado una esclavitud durante milenios porque, desde que nacen, quizá desde antes, son adiestradas en el rol que el patriarcado ha predeterminado para ellas. No es que las mujeres sean frívolas, sensibles, maternales y dulces, es que se les enseña a serlo. No se es nada de todo esto por tener útero, se llega a ser todo esto porque esa mitad de la población es concienzudamente adiestrada en ello. De igual manera, a los varones se nos enseña a no llorar, a ser fuertes, racionales, proyectivos e intrépidos. ¿Lo somos? No, pero debemos serlo, y en la medida en que no conseguimos encarnar ese ideal se nos escarnece y se nos insulta diciéndonos que no somos suficientemente machos. "No te engañes", me dijo la jefa de estudios recientemente, "a los niños del instituto se les sigue insultándolos llamándoles maricón y a las niñas puta."


Es de una candidez intolerable pretender que el problema de la discriminación está resuelto, las mujeres siguen siendo maltratadas, acechadas, esclavizadas o postergadas en mayor o menor medida en función del contexto social en que la fortuna les haya deparado nacer. Pero también me parece abusiva y victimista la pretensión de que nada se ha movido desde aquel lejano 1949 en que escribió su obra cumbre de Beauvoir. Precisamente por eso, porque cualquier ciudadano mínimamente sensato ya intuye que el sexismo es un rescoldo de antiguos regímenes, se me antoja más escandaloso que un líder político, a punto de concurrir a unas elecciones trascendentes, se pronuncie en unos términos tan machistas y tan cutres como en estos días Arias Cañete. 


Comparto la interpretación que se ha generalizado: irritado por su evidente fracaso en el debate con Elena Valenciano, el campeón popular optó por apretar un poco más la soga de su propio ridículo al explicar que no quiso emplearse a fondo porque estaba delante de una fémina. ¿Por qué extrañarnos? Es el PP quien va a lanzar una legislación sobre el aborto que en el extranjero -alertados por la evidente regresión española- ya han calificado como de corte franquista. Es el gran gurú, José María Aznar, quien dijo que a él le gustaba la "mujer-mujer", un término con el cual ya se burlaba de Beauvoir del mito del eterno femenino medio siglo antes de que este genial estadista pronunciara tan soberbia soplapollez. 

Ay, Cañete, te ha regateado una chica. 

No comments: