EL POLÍTICO
En una ocasión, un profesor gritó en un claustro de los docentes del centro que la "educación es una mentira". Él era un magnífico educador, un profesor de Dibujo como no he conocido, capaz de poner a pintar a alumnos "extremos" o de conducta predelincuencial, capaz de ponerse en pelotas delante de algún conseller para exigirle que le pusieran una fuente de agua en el aula para que los chicos pudieran usar acuarelas. No es por tanto que estuviera en contra de "educar", lo que lamentaba a berridos es que la sociedad se sintiera confortada con el nombre de "instituciones educativas" que otorga a sus escuelas, presuponiendo que tales lugares cumplen la función históricamente encomendada, cuando en realidad lo que en ellos ocurre es algo que, en muchos casos, tiene bien poco que ver con lo que es educar a la gente.
Las razones por las cuales suscribo en parte esta opinión tan pesimista son profundas y tienen que ver con mi propia biografía, pero necesitaría escribir varios volúmenes para explicarlas. En este espacio me limitaré a acordarme de los altos gestores, los políticos, y más en concreto, los que presuntamente se dedican a gobernar la enseñanza, que son los primeros de los cuales deberíamos desconfiar.
Gobierna los destinos educativos de la Comunidad Valenciana un tal Font de Mora. Los méritos que contiene el currículum de este personaje tan estrafalario para alcanzar tan alto cargo me son ajenos, en cualquier caso me parece un gestor torpe, incompetente, irresponsable y con preocupantes síntomas de perturbación mental. No pasaría de tipo gris y olvidable, cuyo futuro habría de perderse en algún carguito en Madrid de esos con los que se agradecen a un esbirro los servicios prestados, de no ser porque ha conseguido salta a la fama por sus derivas pirómanas.
Lo de obligar a los Institutos a impartir la Ciudadanía en inglés puede ser una simple ocurrencia de un momento festivo, o puede ser una de esas genialidades que a un destarifado le da por decir en algún brain storming y que, con justa prudencia, el superior le espeta "cállate y deja de decir sandeces, tonto del culo..." El problema llega cuando al superior le da por decir aquello de "uy, no parece mala idea", y el tonto del culo se convierte poco menos que en gurú de la tribu. No es difícil imaginar lo que hay en la cabeza de quienes perpetran este mamarracho: hacerle la pelota a Rajoy, así de claro y de sencillo. Recuerdenlo: empujado por los sectores más reaccionarios del país, el PP cargó de forma inmisericorde contra el proyecto, amparado en una de esas mentiras que, por tanto repetirse -lo he visto otras veces- termina convirtiéndose en verdad para muchos: la de que el currículum de la asignatura tramada por el gobierno socialista constituía una apología de la homosexualidad, el comunismo, el aborto y demás espantajos de la tradición conservadora. Tal cosa no era verdad ni siquiera en la primera redacción de la ley; después los especialistas designados por el gobierno limaron las aristas del temario, eliminaron aquellos aspectos que podrían resultar más polémicos... lo volvieron light, lo desbravaron, demostrando una vez más lo profundamente cobarde que es la social-democracia española cada vez que se topa con la Iglesia. No consiguieron nada, la derecha siguió dando leña al mono y convirtiendo este tema menor en poco menos que el centro de su agenda... No estoy seguro de que tal cosa sentara mal del todo al gobierno del PSOE; a fin de cuentas le serviría para ocultar el horrísono fracaso que constituye su política educativa, fracaso que comparte a medias con la mayoría de las consejerías autonómicas, las cuales tienen transferidas las competencias correspondientes... Vieja estrategia, levantamos humo donde no está la batalla y con ello desvíamos la atención... eso sí, donde decidamos pelearnos por una minucia las hostias no sabrán a miel de la Alcarria.
La traducción autonómica valenciana del asunto no me deja lugar a ninguna duda: Font de Mora pretendía hacerse el gracioso. "¿Quieres Ciudadanía no, Zapatero?, pues ahora verás". Qué tipo tan pillo, que diabólica visión política, una obra maestra de quien ahora mismo, es más objeto de burla que de odio por la comunidad educativa. No hay controversia más antigua en la historia de la filosofía que la que plantea la pregunta de si, en realidad, la política es un ejercicio lógico o retórico. Así, si tienen razón Sócrates y Platón, el político debe dejarse regir por el sentido desintereado del servicio a la ciudad y por el amor a un ideal de justicia universalizable; si la tienen los sofistas, entonces lo inteligente es servirse del poder para satisfacer pasiones básicas y, a partir de aquí, construir todo tipo de discurso capaz de legitimar ante el público las decisiones que se toman. Que Font de Mora se adscribe a la segunda opción me escandaliza poco. El PP valenciano es toda una cantera de cinismo político, con antecedentes tan luminosos como Zaplana o González Pons. El problema de este tipo de personajes no es que asuman tal o cual ideología más o menos reaccionaria, el problema es que no defienden sinceramente ninguna, que son capaces de encarnar cualquier disfraz precisamente porque, como el emperador, van desnudos.
Con este asunto la retórica ha funcionado a toda máquina. Y resultan patéticas las justificaciones del Gobierno Camps a la mamarrachada que han perpetrado. Primero crearon una "opción b" de la asignatura para aquellas familias que "objetaran" la Ciudadanía, como si una asignatura escolar fuera objetable. Los tribunales desbarataron tamaña barbaridad y Font de Mora se conformó con boicotear la asignatura manteniendo su impartición en inglés. Si quieren reírse ustedes pueden consultar en las hemerotecas las razones con las que se ha justificado la medida. Entre otras astracanadas, el creativo conseller ha diagnosticado que las resistencias que están surgiendo en las escuelas entre padres, docentes y alumnos se deben a la dificultad que siempre supone asumir una innovación educativa. Vamos, que es un genio avanzado, pura vanguardia, y que los comunes no llegamos a entenderle. También se ha referido a la conveniencia de convertir el inglés -lengua con más hablantes en el mundo- en un hábito que vaya más allá de la mera asignatura de inglés propiamente dicha. Estaría bien de no ser porque la manera de implementarse esta idea y el currículum del gobierno popular en Educación hacen pensar que no les interesa ni el inglés, ni los padres, ni la salud mental de los docentes, ni Cristo que lo fundó.
Querían el cariño de Rajoy y lo han conseguido. En cuanto a la comunidad escolar, menudo hatajo de pelmazos... viscosos obstáculos en la carrera política del conseller de turno. Yo, visto el tema con frialdad, creo que este tipo será olvidado por todos. Como sucede con quienes hacen el trabajo sucio, sus agradecidos superiores tendrán que conformarse con felicitarle en privado y devolverlos al anonimato, pues la imagen de este tipo de personajes queda irremisiblemente dañada para siempre.
El olvido...¿quien recuerda el nombre de aquel ministro franquista que se empeñó en cambiar el año escolar y empezarlo en enero, siguiendo el año natural? Se le echó encima el mundo entero y terminaron echándolo, pero mucha gente se acuerda de aquella genial ocurrencia. También hay quien últimamente se acuerda de aquel número del agua de Tip y Coll, donde mientras Coll explicaba como llenar el vaso, Tip lo traducía a un francés peculiar. Es más o menos lo que pasaría si los profesores cumpliéramos taxativamente la norma de impartir la asignatura con un traductor simultáneo, como rezan las instrucciones que Mora´s Fontaine envió a los Institutos. Sería divertido y los niños se lo pasarían en grande... El problema es que de pequeño me enseñaron en casa que un aula es un sitio serio y no un circo. Bye, bye, my friends.
3 comments:
Excelente, como siempre, David. Creo que nunca entenderé muchas de las actitudes del PP en las últimas décadas, y menos aún cómo aquí se les sigue votando. Es algo así como el misterio de la Santísima Trinidad reencarnado en la política.
Está claro que ante la estudipez, la ineptitud y la ignorancia lo que hay que hacer es salir corriendo pero, ¿qué pasa cuando no puedes escapar, cuando te tienen rodeado? No se cómo lo soportas.
(Bueno sí, pero debes estar de los nervios). Enhorabuena de nuevo, gran artículo.
Qué sensación de tedio te causa la repetición de lo obvio. La incuria persistente con que el Gobierno popular ha mantenido la escuela pública. Qué aburrimiento escuchar o leer grandes planes arbitristas que idean para tapar la boca, planes que presuntamente solucionarán en un plis-plas las carencias materiales. Qué cansancio te provoca la cháchara prepedagógica de unos políticos que lo ignoran todo, que parecen iletrados, que parecen haber renunciado a las letras y a la ilustración, dicho --eso sí-- hinchando el pecho y con fraseología ignara.
Hace tres años publiqué en El País un articulo sobre los arbitrismos de Alejandro Font de Mora: se puede leer aquí. Como se ve, cuando el conseller interviene, suele tener un par de ocurrencias, ideaciones arbitristas. No más. Me aburre repetirme para combatir otra vez lo obvio, aunque entiendo que haya que enfrentar la ignorancia castiza y animosa de quienes quieren jorobar con chaladuras.
Este artículo
Me pregunto si ante una muestra tal de desprecio por la inteligencia como la que ha mostrado el PP valenciano, no se producirá la catarsis social definitiva que acabe con la atmósfera venenosa que se ha adueñado de nuestra comunidad. Tal vez sea el principio del fin, aunque el PSOE se empeñe en perpetuar la infamia.
El otro día el Telediario de Canal Nou anunciaba ufano la gran ventaja que el partido del orden sacaba a los socialistas. A continuación, como quién no quiere la cosa, informaba sobre las felicitaciones que están recibiendo los ínclitos Camps y Font de Mora desde la UE por su maravillosa política de promoción del inglés, así, sin que se les cayera la cara de verguenza.
Recogiendo lo que dice Lillo y viendo la soberbia y la arrogancia de personajes tan detestables como el tal Ricardo Costa, yo diría que creen que han desactivado cualquier muestra de lucidez o consciencia de esa ciudadanía a la que no quieren educar.
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