Saturday, May 23, 2009






HOUSE: NIETZSCHE EN LA CLÍNICA



Debo confesar que jamás en mi vida adulta me ha atrapado tanto un personaje televisivo. La intelligentsia europea, acostumbrada a menospreciar lo que proviene de Norteamérica por el estúpido prejuicio de que es una "cultura sin historia, y por lo tanto pueril", lanza una mirada por encima del hombro sobre el fenómeno, con lo cual no solo podemos perdernos una sabiduría visual y narrativa que Woody Allen o Coppola dejaron en el camino ya hace mucho, sino también esa frescura, esa peculiar insolencia sin la cual es imposible construir un personaje capaz de crear sentido y convertirse en icono de la cultura. Allá ellos.
Hubo un tiempo, hace como un par de años, en que llegó a preocuparme la sombra tan alargada que sobre mí proyectaba el Doctor House. Los miércoles por la mañana contestaba a cada pregunta de mis alumnos con otra pregunta en la que intentaba mostrarles con sarcasmo que la pregunta aparentemente inocente desenmascaraba la culpabilidad del preguntador. Me pegaba también esos días por burlarme de todos los protocolos propios de una institución seria como es la escuela, desde los exámenes, hasta la visita del inspector o la burocracia de tantas reuniones inútiles y padres a los que mentirles... Me dí cuenta del mal cariz que tomaban las cosas y de que probablemente el diablo se estaba apoderando de mí cuando, tras sufrir un esguince de tobillo, empecé a caminar con evidente cojera por los pasillos secundado por un alumno que me pedía que les mejorara la nota mientras yo le contestaba: "¿para qué quieres un sobresaliente?, las chicas van a seguir sin hacerte ni caso porque llevas un aparato en la boca".






El Doctor House -no lo he dudado nunca- es un auténtico hijo de perra. Si lo soportamos a pesar de ello no es porque, como dice la Directora del hospital, "House salva vidas", lo soportamos porque nos seduce. Eso demuestra el principio con el que el propio médico acomete cada uno de los laberínticos casos que tiene que diagnosticar: "todos mentimos". No le queremos porque sea un buen médico, amamos a House por lo mismo que a Groucho Marx: se mofa de todos aquellos protocolos que estructuran racionalmente la vida en común, pone en duda todas las certezas con las que aparentamos engoladamente salir a la calle... Es imposible vivir como House porque a cada momento su conducta reprobable deja una fea mancha sobre el mapa ético que con tanto esfuerzo nos hemos construido... Y, sin embargo, le necesitamos.
Con frecuencia se alude a los vínculos de House con Sherlock Holmes. Sin duda hay en los guionistas un propósito de propiciar este rastreo de paralelismos subliminales tan de moda últimamente. Como en el personaje de Conan Doyle, tenemos a un detective definido por su peculiar metodología de trabajo y, por supuesto, por su genial e imprevisible intuición. Además, su amigo y compañero de trabajo se llama Wilson (cómo olvidar a Watson), es toxicómano, carece de vínculos amorosos reconocidos y estables... Algunas afinidades, sí.



También es común la interpretación que sitúa a House como un adalid de la lucha de la Ciencia frente a la Religión. La tenacidad con la que defiende el principio de que nada es indiscernible para la Razón, de que todo aquello que parece irremediablemente condenado a las tinieblas del equívoco o del secreto es solo una cáscara que puede romperse. Esa mirada escrutadora, que detecta anomalías que pasan desapercibidas para el científico "normal", convierte en víctimas predilectas tanto a monjas iluminadas que hablan con Dios como a vegetarianos radicales, profetas y demás santurrones del New Age de los que House se burla despiadadamente. "¿Prefiere un médico cariñoso que le consuele mientras se muere o uno antipático que le salve?"

Pero hay algo en House que va más allá de la condición detectivesca de quien busca bacterias en vez de criminales y más allá también de aquella vieja batalla de los ilustrados contra la ceguera de la fe. Pienso en ese algo cada vez que asoma en primer plano esa media sonrisa que, a través de una estrambótica analogía -un insecto que se ahoga en un vaso de vino, un viejo que en la habitación de al lado delira y pronuncia dos palabras mientras agoniza- descubre que lo que parece irrefutablemente cáncer es en realidad una simple gripe complicada con varios tratamientos anteriores equivocados. Siempre presentimos que es la vanidad del jugador que ha acertado una vez más con las cartas que la satisfacción por el deber cumplido o el agradecimiento del paciente -esa persona que a House nunca interesa más que por el laberíntico acertijo de sus síntomas- lo que le permite arrebujarse en un sofá con la suficiencia de los que ganan siempre.
Y sin embargo, House es cualquier cosa menos un tipo satisfecho o autocomplacido. Muy al contrario, la soledad y la amargura a la que huele desde lejos parecen más una fatalidad que un deseo, y apunta mucho más a un dolor del alma que al de la rodilla, pues aquel no se puede esquivar con bicodina.



En uno de mis episodios preferidos, una paciente que ha quedado preñada tras una violación explica por qué insiste tanto en ser atendida únicamente por ese tipo que en ningún caso le va a dar la comprensión o el cariño que le ofrecerían otros médicos. "Hay en usted algo que indica un enorme sufrimiento, le busco a usted porque es el único que puede entenderme." Hay otro episodio en que debe descubrir qué dolencia tiene un niño autista. Y ya sabemos: los autistas, supuestamente, no pueden comunicarse, con lo cual, la ciencia médica está sin armas para interpretar adecuadamente sus síntomas. House es el primero en intuir que para entender a un autista hay que ser autista. Por eso, cuando el niño se niega con ojos de terror a ser anestesiado, House se enchufa el aparato a la boca y, mientras sale embriagado de la habitación, el niño se deja hacer porque alguien ya le ha demostrado que no van a dañarle. Poco a poco, conseguirá ir reconstruyendo el lenguaje privado del niño, aprenderá a compartir sus códigos y terminará por entenderle. Nada que ver pues con la tradición de la ortodoxia clínica, a cuyo lenguaje universal ha de poder traducirse todo, desde la pura praxis médica hasta los signos que emite el cuerpo del enfermo.

Por alguna extraña fatalidad, House habita la lógica de lo que Baudrillard o Cioran llamarían "fenómenos extremos". No le gustan sus pacientes, y menos sus compungidos y exigentes familiares, algunos de los cuales dudan entre denunciarle o partirle la boca... Y sin embargo, algo nos indica que House llega a donde no llegan ni las lágrimas ni la conmiseración ni el código deontológico: House habla el mismo lenguaje del dolor en medio del cual se agita el enfermo. No comprende al enfermo, en cierto modo lo detesta porque le recuerda a sí mismo, simplemente es capaz de entender el lenguaje de su cuerpo. Como un ángel de la muerte, aparece una noche entre sombras para administrar la muerte por eutanasia a un enfermo terminal... House no es el demonio, pero asume con una serenidad envidiable la evidencia de que todos -ustedes tanto como yo, no lo duden- somos íncubos del demonio o ángeles con alas dependiendo de la trinchera desde la que se nos mire y la convicción con la que nos convirtamos en ejecutores tanto de nuestras inclinaciones como de nuestro deber.

Esa omnipresencia de la muerte, esa angustiosa duda que se le presenta al médico cuando diagnostica porque sabe que cualquier inobservancia puede convertirle en asesino... House, aparentemente ajeno a toda la fauna que habita un hospital, negándose además a llevar bata blanca para que no me "confundan con un médico", es más que ningún otro una criatura de hospital, entendido éste como el único lugar -salvo en todo caso las iglesias- donde se administran el dolor y la muerte.



"Muertos están todos los dioses, ahora queremos que viva el superhombre", dijo Nietzsche. El tiempo pasa para mí, y Nietzsche se me revela cada vez más como un ídolo de juventud. Quizá porque con los años he aprendido a quedarme solo con la primera parte de la frase. Ahí me encuentro con House: "muertos están todos los dioses"... y se acabó. Nada tiene sentido. O, como dice Cioran, "nada importa". House no es el superhombre, en todo caso es su ruina, su imagen descompuesta y fragmentaria, un iconoclasta que ha derribado sus ídolos y ha optado por no erigir otros nuevos, salvo las drogas que consume como caramelos o la guitarra que toca mientras en la habitación de al lado trasplantan el hígado a un pobre infortunado. Podemos sobrevivir a la muerte de Dios, pero cada vez que alguien cree representar al superhombre llega el despotismo y se recrudecen los abusos y las guerras.




Puestos a instalarnos definitivamente en el Nihilismo con el que Nietzsche nos amenazaba, prefiero tener al lado al cabronazo de House. Al menos sirve para que de vez en cuando merezca la pena poner la tele.

18 comments:

Anonymous said...

Confieso que hubo una época, un lapso de varias semanas, en la que también estava pendiente de las andanzas de House. Creo que coincidió con la época de mayor éxito de la serie en España, cuando estaba en boca de todos. Luego he dejado de seguirla. De vez en cuando veo algún capítulo, pero solo de vez en cuando. El personaje ha dejado de epatarme y las situaciones me resultan ja muy repetitivas. Lo que al principio me sorprendía, ahora lo anticipo con demasiada facilidad. Supongo que los guionistas de la serie ya no saben que inventar. Creo que a mucha gente le ha pasado y ha dejado de seguir la serie.

Sobre la diferencia de criterio entre europeos y americanos, es interesante lo que dices. Con la honrosa excepción de los Simpson (para mi una de las mejores series de televisión de la historia), el resto de series americanas importadas a España no han llegado a consolidarse. Han tenido periodos buenos como las primeras temporadas de House, pero no se han consolidado. Algunas cadenas españolas han intentado apostar por las series americanas de éxito (House, Nip/Tuck, Sexo en Nueva York, Mujeres desesperadas, ahora Perdidos). Todas tuvieron o tienen su público, pero no llegan a consolidarse nunca. Series españolas como "Física y química" (me encanta esta serie que he descubierto hace poco; es un monumento a los tópicos) u "Hospital Central" (no conozco a nadie que vea esta serie pero ahí sigue), siguen en parrilla mientras algunas americanas van desapareciendo. Es indudable, como tu apuntas, que existe una especie de barrera. Mi teoria es que el humor americano es diferente al europeo (ya no digamos al español). El libro de Martin Amis que tu has leído es un ejemplo perfecto de eso, del choque del humor de un inglés (de su forma de concebir la vida) con el humor americano. Eso explicaria que una serie como "Los hombres de Paco", con ese humor tan explícito y evidente que te provoca la risa inevitablemente, triunfe más que la provocación de House o la ironia de una serie buena como "Mujeres desesperadas". Es interesante la comparación entre los distintos sentidos del humor entre europeos y americanos. Es un tema viejo, pero de constante actualidad.

Dicho todo esto, amigo Montesinos, me disculpo por mi larga ausencia por estas tierras virtuales. Te he leído, pero no he podido comentar. Estoy "desenganchándome" de los blogs. Con el trabajo que tengo y otra serie de obligaciones más privadas, me resulta imposible seguir el ritmo que he tenido hasta ahora. De todas formas, ya sabes que el martes es la inauguración de la exposición sobre los Trenor. Si vas y yo voy (tengo clase todo el día, pero espero tener fuerzas todavía a esas horas), nos vemos por allí.

Paco Fuster

David P.Montesinos said...

Hola, querido amigo. Tengo intención de acudir a la presentación del martes, de manera que espero que ahí nos veamos, si los exámenes y demás eventos del Instituto me lo permiten. He percibido el hartazgo al que te refieres respecto a muchas series que me interesaron inicialmente. No me ha pasado con House, en esto discrepo. Es cierto que la estructura argumental y la trama escénica tienden a resultar repetitivas, supongo que no hay otra posibilidad. Piensa en lo que supone hacer una película, y aquí hablamos de muchos capítulos de cincuenta minutos cada año. Los personajes van sufriendo transformaciones, como las relaciones entre ellos... Los diálogos siguen pareciéndome avispados... Y el personaje central, demonio, yo creo House se ha convertido ya en un filósofo al que cito tanto como a Descartes o Kant... y resulta que a los críos les mola.

Lo de tu desblogización me parece una decisión prudente: salud para la mente como tomar Danacol es bueno para limpiar las arterias. Ojalá nos veamos el martes.

Notorius said...

Para empezar, no he visto ningún capítulo del doctor House y no sé quién es este señor, aunque me lo imagino. Dices, querido David, que hace dos años te comportabas casi como el doctor en el instituto. A lo que parece, no veo que la cosa haya cambiado mucho. La sombra del doctor es alargada. Sobre la relación con Holmes, me viene ahora a la memoria la maravillosa película de B. Wilder del año 1970. Recuerda ese sublime final cuando Holmes recibe la noticia de la muerte de la espía, fusilada (la única mujer que posiblemente haya amado). Watson empieza a escribir la "historia" que han conseguido "resolver" y Holmes coge el instrumental (la jeringuilla...) y se retira a su habitación, solitario. Wilder nos cierra la puerta pero sabemos que Holmes va a por su dosis de droga (esto, por cierto, es cine americano). No suelo seguir las series. Cuando has visto varios capítulos, todas resultan repetitivas, en los personajes, en las situaciones, y, salvo excepciones, son muy difíciles de defender. Es muy ingrata tarea para los guionistas. No es lo mismo cuando la serie tiene un principio y un final porque se basan en un texto literario (pensemos en "Hombre rico, hombre pobre", "Yo, Claudio"...). El que una serie aguante más tiempo en antena no indica que sea mejor o peor, simplemente indica que ha logrado captar el número suficiente de espectadores que aguantan los personajes y las situaciones. No hay más. Y la cuerda se estira hasta que desciende el número de espectadores. Y, en efcto, estamos sumidos en la nada. En cuanto al "superhombre" de Nietzsche hay mucho que decir. Hay que empezar por dominar bien el alemán. La palabra en el idioma tedesco es bastante ambigua. Pero como no domino bien el idioma me callo. Por cierto, querido amigo, ¿has reflexionado alguna vez sobre el nombre de tu doctor? "House". Y para acabar, ¿a qué te refieres en el anterior "post" cuando dices que cuante el asunto de mi libro?

Notorius

Isabel Zarzuela said...

Hola, David. Yo también soy seguidora del Dr. House.
Se trata de una serie muy psicoanalítica: las conversaciones de House con los pacientes, con sus subordinados o con Cuddy y Wilson son muy crudas, desprovistas de toda censura en muchas ocasiones.

Ese vínculo al que haces referencia entre House-Wilson y Holmes-Watson, me parece ínteresantísimo. No se me habría pasado por la cabeza en la vida...

Y como veo que te fascina el personaje tanto como a mí, te dejo el enlace de una página (a lo mejor ya la conoces) en la que puedes acceder a algunos de los diálogos más interesantes de todos los capítulos rodados hasta ahora.

http://es.wikiquote.org/wiki/House


Un abrazo

Ps. Amigo Fuster, me alegra saber que andas bien.

David P.Montesinos said...

Por supuesto que el nombre House guarda cierta afinidad fonética con el de Holmes. Esta costumbre de asociar a personajes de talante detectivesco con el héore de Conan Doyle tiene larga tradición. Acuérdate de Guillermo de Barkerville, el fraile franciscano que busca asesinos en una abadía medieval italiana, y cuyo origen remite al relato probablemente más leído del serial de Holmes.

A vueltas precisamente con esto, yo creo que el serial, en las distintas formas que históricamente ha tomado en la novela, el cómic y ahora en la televisión tiene un lugar destacada en la historia cultural contemporánea. Entiendo que te canse y demás, a mí también suelen parecerme repetitivos y entiendo que la carga de esfuerzo sobre los guionistas es inhumana. Así, y todo, la serie a la que nos referimos me parece una joya. Supongo que el tipo de serie a que tú te refieres, un gran relato a modo de capitulos, puede asociarse a la vieja novela por entregas tipo Balzac, o ¿por qué no? a los relatos de Tintin que Herge iba publicando semanalmente en alguna revista juvenil de la época. Sin embargo, hay otros ejemplos interesantes de seriales cuyas historias parciales tenían valor en sí mismas, es decir, comienzo y final en cada capítulo -pienso en el Capitán Trueno o en el serial cinematográfico de Tarzán, por ejemplo- Hay después fórmulas mixtas, tan interesantes en el cap. televisivo como "Cuentame", que me sigue pareciendo un trabajo magnífico y "Los soprano". Estoy de acuerdo en que el éxito y la permanencia no garantizan calidad, ¿quien duda eso viendo lo que pasó con "Ana y los siete" o bodrios similares? Simplemente creo que House es exitosa -como Los Simpsons- porque tiene algo muy inteligente que resulta seductor. Hay sensibilidades de calidades distintas, quiero decir.

David P.Montesinos said...

Hola, Isabel, no sé si sabes que, además, Hugh Laurie, el actor que lo encarna, formó parte de la "banda" de Kenneth Branagh que tanto trabajó a Shakespeare en teatro y cine. Algunos de sus actores como Stephen Fry o Emma Thompson, salieron de allí. Si repasas Los amigos de Peter, excelente película, verás a Hugh con cierta cara de tonto y en un papel de ingenuo totalmente impensable para quien le conoce por el endemoniado doctor cojo. Otra cosa, Hugh Laurie es autor de una novela por lo visto muy interesante y sobre la que cierta allegada mía puede informarnos.

imperfecto said...

He visto apenas medio capítulo del serial al que aludes, David, pero me ha bastado para ver reflejadas, esas pocas escenas visonadas, en tu magnífica aventura por el mundo de la fascinación hacia la aparente libertad de quién, quizás porque lo ha perdido todo o porque no tiene nada que perder hace y dice aquello que piensa...

por encima de asesinos de dioses, pesimistas recalcitrantes o demás fauna filosófica, es la capacidad de seducción de todo aquello que transgrede lo pertinente, en cada una de las situaciones con la que la vida nos regala, lo que nos hace empatizar con esos tipejos...

un abrazo, apreciado tipejo en la sombra... haces bien en salir de ella, de tanto en tanto, aunque sólo sea para aturdir a algún adolescente imberbe...

David P.Montesinos said...

Debo reconocer, amigo Imperfecto, que eres idóneo para empatizar con House, por aquello del tono provocativo. Ese saber que uno no tiene una imagen social presentable que proteger... Creo que eso lleva al personaje a dedicarse a fastidiar a todo el mundo sin perder ni un segundo sufriendo porque le odien... Qué envidia.

imperfecto said...

Disculpame, David, en este caso quizás sea una desventaja "jugar en casa", pero no era mi intención provocar, mucho menos a ti cuando me parece excelente tu reflexión a cerca de ese personaje, simplemente pretendía añadir un aspecto más a las posibles causas que nos llevan a caer presos de la fascinación por ellos... todos, o muchos, quisieramos poder actuar cómo House, yo, desde luego, si, pero ¿ser House y las circunstancias que le han podido llevar a ser cómo es?... esa es la cuestión, creo...

un abrazo, amigo.

David P.Montesinos said...

Otro para ti, querido, pero es que a mí la provocación -y más si, como en tu caso, es hábil- me seduce...En el caso del personaje en cuestión la "excusa" es un insistente dolor en la pierna. Muchas personas a las que he conocido, cuando empiezan a advertir que a los demás nos satura la tenacidad con la que conducen en algunas cuestiones de la vida, tienden a aludir a determinadas experiencias más o menos traumáticas que les han hecho ser como son. No siempre eso que nos revelan es falso, pero aunque no lo sea -como el triceps extirpado de la pierna de House- aluden a ello con la intención de que les consintamos insistir y no rectificar. Yo creo que no tenemos excusa, soy lo que soy, nadie es culpable. No me han hecho cosas peores de las que yo he hecho a otros, y el trauma por el dolor que me causaron, aunque me deje una cicatriz permanente, no sirve nunca para cambiar mi carácter ni para hacerme más desconfiado y menos ingenuo ni más listo... Soy el que soy, y sin excusas, sospecho que estoy condenado a repetir los mismos errores. ¿Qué hace a House ser el hijo de perra que es? No lo sé, pero quienes le conocen de antes nos informan de que antes de la pierna ya era así de cabrón. El dolor solo le resta escrúpulos.

imperfecto said...

Si, cómo nos advertía Laplace, conocemos los mecanismos que rigen ese determinismo, al que creo te aferras en exceso, podríamos resultar los únicos responsables de nuestro particular yo al poder preveerlo con antelación...

desafortunadamente las leyes físicas que rigen el destino del universo nos son ajenas, aunque algunas conocidas, ya que nos llegan impuestas, de la misma manera, gran parte de los aspectos que influyen en nuestro ser no son susceptibles de ser manipulados por nosotros, tu entorno geográfico, tu familia, tus genes, nada ha sido escogido por ti, y lo que es peor, no conoces ley alguna con la que ponderarlos, anticiparlos, preveer los posibles resultados para, finalmente, intentar modificarlos...

creo que es evidente que determinadas circunstancias pueden hacer de nosotros el mayor cínico hijo de perra del mundo, probablemente no acertaremos a conocer la o las causas exactas, quizás no es la pierna, pero ahí están esperando que rasquemos un poco y demos con ellas...

claro, que ahora que lo pienso, acabariamos todos autopsicoanalizandonos, una especie de inmensa cuadrilla freudiana de taraos rebuscando por los baules mientras unos pocos, hijos del existencialismo, dedicarían sus vidas a llenarlas de placeres con el vacio que nosotros dejasemos en las nuestras... creo que me cambio de bando... ¡¡viva el existencialismo indeterminista!!

un abrazo, y gracias por estos ratillos que nos procuras con tus escritos.

David P.Montesinos said...

Otro para ti, querido, tienes pinta de lector sin condiciones, gracias por tu tiempo y tu inspiración mordaz.

Elisabet said...

Desde que te espío estaba esperando que pases del flash al “homenaje”…más de lo que esperé en vilo que Mulder me bese….
Que por momentos seas House, que seas la sombra que extirpa, el filósofo terapeuta que a la vez se depura en ese proceso doloroso es lo que más me asombra .
La vejez: quedate tranquilo,la inocencia no arruga, y ésta no es otra cosa que estar expectante esperando la catarsis, que doblega el acartonamiento y el estatismo intelectual.
Mantenerte en la inocencia es restablecer el vínculo con el antihéroe al que nos convendría religarnos,porque este vive en un realismo mágico.
Y retomando los conceptos de heroe/antiheroe,pienso en ethos,en aitia,en eros,y en pathos,que luego se llenan de etología y ética,o de etiología y en amor que hace sufrir al anular a tánatos.
El primero que significó el ethos fue Homero,como cubil para animales…y de cubil a house,la casa, el receptáculo,la conducta, para albergar el virus, la bacteria innoculándola,marca la no separación entre pensamiento y acto,entre cuerpo y espacio.
House es un símbolo pleno de la institución y de la ética médica,es el nosocomio ,y el detective que por eros asume el patos y llega al diagnóstico ,y más aún a la raíz del dolor.Si consideramos esto,el paciente es lo transitorio,es el punto de partida de la investigación,y su curación es un efecto colateral,por eso el Dr.no es antiético,porque mantiene solo una posible forma de manifestarla,su sacrificio,que solo se ve compensado cuando ataca y absorbe la patología…¿para qué delantal? Si es la misma pared y más intimamente el lente microscópico.
Su búsqueda primordial es el bicho doloroso, al cual seduce,con su música y lo alberga.
Juega al trueque, te quita lo que es parte de si mismo para devolverte la reconfortación
¿acaso eso no es amor? ¿acaso lo trágico solo debe ser lo griego?.Un saludo y gracias

imperfecto said...

Elisabet... sólo se me ocurre... PRIMOROSO.


David... ¿y tú eras el que envidiabas?... despues de las palabras que te acaban de dedicar, siento reconocer que soy yo el máximo exponente de ese pecado capital...

un abrazo a ambos.

Anonymous said...

Anonymous said...
Excelente.

bar Torino

8:55 PM

Anonymous said...

8:55 PM
Últimes vesprades a Mestalla@gmail.com said...
Estimat David,

sóm els editors d'un blog que preten retre homenatge al Camp de Mestalla en estes les seues últimes vesprades. La idea va sorgir davant la pasivitat del Club, l'estiu passat, quan, tot i que encara s'afirmava que ésta seria la darrera temporada, no es programava cap acte conmemoratiu ni d'homenatge a la nostra casa ni als que l'ha fet gran. El blog es diu, precisament, ultimesvespradesaMestalla.blogspot.com

El blog està obert a la participació de qualsevol persona que vullga compartir les seues vivències al voltant del Camp de Mestalla, de manera que trobem relats malencòlics, articles on es tracten aspectes poc coneguts de la història de Mestalla i també la participació d'aficionats d'altres equips en la secció "Banqueta visitant".

Trobar el teu article sobre el teu iaio ha segut una sorpresa colpidora. Si tens l'amabilitat de visitar el nostre blog voràs que hem dedicat monogràfics a figures com la de Cubells o Peris. Seria per a nosaltres un gran honor si et decidires a escriure un post o una sèrie d'articles al voltant de la figura de Arturo Montesinos. Confiem en que la idea et resulte atractiva, i que, en el pitor dels casos, pugam publicar, al menys, este preciós article.

La nostra direcció d'email és: ultimesvespradesaMestalla@gmail.com

Esperem les teues notícies.

Atentament,

últimes vesprades a Mestalla

1:42 PM

Alejandro Lillo said...

House, en el mundo de la apariencia, es lo auténtico. De algún modo representa nuestro lado oscuro: es despreciable, manipulador, impertinente, egoísta, embaucador… y lo es abiertamente, sin tapujos. Así, el personaje, hace realidad el deseo de muchos de nosotros, por eso nos gusta. ¿Cuántas veces al día desearíamos ser House, hablar sin represión alguna sobre lo que realmente sentimos o pensamos acerca la gente que nos rodea? Es cierto que en House no hay represión, pero también es verdad que sin represión no puede existir vida en sociedad. Vemos a House y sabemos que no puede ser verdad, que así no podríamos vivir, que acabaríamos solos, pero aún así nos atrae, porque su comportamiento apela a nuestra naturaleza más primaria. Sin embargo, también da la sensación que el propio doctor sabe todo esto, y que exagera ese comportamiento, añadiéndole un punto de impostura y teatralidad a su modo de vida. Con lo que la madeja se lía un poco más. Sin embargo, hay un aspecto de su vida en el que parece comportarse de forma distinta, es como la excepción que confirma la regla: sus sentimientos hacia Caddie. A veces da la sensación que por ella sería capaz de ser “normal”, pero a la vez parece ser consciente de que lo que a Caddie le atrae de él es precisamente ese descaro que domina su personalidad. House aparece así como una persona atrapada, inmovilizada por sus propias pasiones, lo que se traduce, ¿tal vez? en un intenso dolor en la pierna.

Interesantísmo el post e interesantísimas todas las intervenciones. Se aprende mucho. Saludos.

David P.Montesinos said...

Se aprende mucho también de ti, querido Alejandro. Enhorabuena por la exposición sobre la familia Trenor, en la que me consta que has participado. Quiero verla con detenimiento, pero tengo conocimiento de causa suficiente para presumir que es recomendable. En la Universitat del carrer La Nau de Valencia la tenemos.