CABEZA DE TURCO.
Algunos compañeros de Latín, Historia, Lingüística o Filosofía aprovechan estas horas para explicar a los alumnos el sentido de este concepto cuyo origen -como tantas veces sucede- se remonta a remotos y épicos devenires. Al parecer, fueron los cruzados los que, al regresar por mar de Tierra Santa, colocaban la cabeza ensartada de un turco en una pica y pasaban la larga y penosa travesía insultando a la susodicha cabeza y echándole la culpa de todos los males. Así, la infortunada, cada vez más horrendamente demacrada por las tempestades y la necrosis, terminaba recibiendo no solo las increpaciones obvias por la extensión del Mal Infiel o la derrota de la Cruz en castillos hostiles, sino también por el mal tiempo, la esposa que sospechaba un marinero que había roto el cinturón de castidad o el mal aire que queda en la bodega cuando los víveres se pudren.
Ricardo Costa es una cabeza de turco, ¿quien lo duda? No soy sospechoso: el personaje me produce una profunda repelencia. Tanta, que probablemente no tarden mis sentimientos en pegarse la vuelta -como en aquellas máquinas de petaco, que cuando se sumaba una barbaridad de puntos te contaban desde cero- y me pase con él como con Julio Iglesias, el entrenador Mourinho o la Baronesa Thyssen, a los que he deseado toda suerte de maldiciones durante tantos años que al final he terminado por cogerles cariño, fíjense. A fin de cuentas, Costa es uno de esos personajes extremos sin los cuales la vida pierde un poquito de su sabor. No solo es un pijo que no sabe disimular ni mesurar sus gestos, con esa arrogancia del que se siente seguro arrullado en el regazo de los ganadores y convencido de que su talento le llevará algún día a ser el Number One. Costa es, ante todo, un actor, una ambición incontenida con traje de postín, corte impecable y coche de lujo que aplaude a su líder en el Parlamento con sobreactuada euforia para convencer a los votantes de que forma parte de una casta de líderes, y a los oponentes de que "sois unos mierdas".
A estas horas del miércoles 24 de octubre ya sabemos que Costa es un cadáver político. Es posible que a algunos les conmuevan sus lágrimas desconsoladas cuando supo que Madrid había dado órdenes muy claras de cortarle la cabeza. La lógica del capitalismo salvaje que tanto adoran los acólitos del PP es la que le condena. "Usted ya no nos sirve, simplemente ya no vende." Hay un programa concurso de la tele que parece diseñado para sadomasoquistas, no en vano la presentadora adopta aires y atavío de dóminatriz de escuela inglesa. Me encanta la frase con la que despide en tono despreciativo al que cae en la última ronda: "Has llegado hasta la final, pero te vas sin nada. Adiós." No creo sin embargo que Costa vaya al paro. Pero seguro que mientras solloza deja escapar algún dulce "soy un fracasado". Sí, lo eres, yo también, bienvenido.
¿Es inocente Ricardo Costa? Desde luego que no. No hace falta serlo para ejercer de cabeza de turco. Nerón acusó a los cristianos de haber quemado Roma y los inquisidores de aldea quemaban a la loca de la casa de la vereda que decía no sé qué de Satanas porque la sequía devastaba las cosechas. Eran inocentes, Costa no. Lo que revelan los informes de la Fiscalía son conductas sencillamente repugnantes. Lo que se dice, lo que se hace, con quien se trabaja y se festeja, lo que se ambiciona... todo induce a pensar que el grupo político que gobierna el País Valenciano -con todas las salpicaduras madrileñas de conviene no olvidar- está atravesado por la corrupción. El día que se descubrieron unas conversaciones telefónicas en las que supuestamente el ex-presidente Zaplana decía estar "en política para forrarme", se reveló todo un programa de gobierno que, desde luego, no ha cambiado con la Era Camps. Ahora bien, que el peón -o el álfil, si quieren- forme parte del equipo no le convierte en Reina. Si se sacrifica peón o álfil es porque lo que se pretende es salvar la Reina. Así de sencillo. Ahora falta saber si la Reina a salvar está en Valencia o en Madrid, porque el peligro de quitar de enmedio al que te parapeta consiste en que el siguiente puedes ser tú.
En los últimos días explico las críticas socráticas a los sofistas. Estos ilustres y astutos triunfadores del ágora seducían a las masas con su elocuencia, pero desacreditaban el ejercicio de la política, pues tras toda su demagogia no se encontraba sino el ansia del éxito personal. "...que solo tendrán buenos gobiernos aquellas ciudades donde los gobernantes no estén ansiosos por serlo", dice el maestro al joven Glaucón en el Libro VII de la platónica República. Cuando el único justificante de los actos del político es la ambición, cuando el único riesgo que se valora seriamente es el de perder votos, entonces la política ya no es servicio a la polis, solo el escenario de una mezquina lucha por el poder. Y entonces -Platón es rabiosamente actual- el ejercicio de la política se revela como pura retórica: arte de convencer, habilidad para inclinar en pro de los propios intereses la opinión de las masas. El esperpéntico espectáculo mediático de las últimas horas, en que se nos intenta convencer de que los molinos son gigantes y la mierda huele a flores, convencería al maestro de que los titiriteros no abandonaron nunca la caverna.
¿Y ahora qué? Nada.
Nada de nada. El equipo de Camps diseñó hace años una estrategia brillante consistente en hacer creer a los valencianos que hay un contubernio socialista dirigido desde las tenebrosas estancias de Ferraz y la Moncloa para torpedear a la región, lo cual incluye regalarle a la pérfida Catalunya el dinero que nos corresponde, quitarnos el agua del Ebro y negarnos la inversión en toda suerte de grandiosas infraestructuras. La culpa de todo lo malo que pasa en Valencia la tiene Zp -quien para colmo dijo desear que Villa fichara por el Barça-, en cuanto a los éxitos, son cosa de Camps. Para completar la trama tenemos a Rita Barberá organizando fastos inútiles para subir la autoestima de los valencianos y a Canal 9 recordándonos a cada momento el sonsonete no sea que se nos olvide.
Quizá una oposición parlamentaria sólida y creíble haría de esto algo más que un espectáculo circense. En estos momentos, el PP no perdería las elecciones en Valencia ni aunque el Caso Gurtel obligara a dimitir al Presidente Camps. Quizá es que tenemos lo que nos merecemos.
6 comments:
Em pense que has donat en el clau i has explicat amb les paraules adients la situació en aquest país. Trist però real, jo no sé si mereixem els polítics que tenim, però no deixen de ser una mostra de la societat actual: ambició i lluita pel poder.
I el pitjor de tot, és que al País Valencià encara ens queda "PP para rato"... així que continuaran malbaratant els nostres impostos i els recursos en grans "fastos" mentre l'educació, la sanitat, la cultura i altres coses de tipus públic estan xorrant sang.
Un bloc molt interessant. Salutacions
"El político ha de ser una persona hábil, capaz de manipular situaciones valiéndose de cualquier medio; ha de poseer destreza, y una equilibrada combinación de fuerza y tesón, además de intuición para sortear los obstáculos que se le presente y una carencia total de escrúpulos. Ha de ser además capaz de actuar según los cambios momentáneos, buscando apoyos o forzando traiciones según las circunstancias. En consecuencia, el político no debe poseer virtud alguna, pero ha de estar en condiciones de simular poseerlas todas, lo que supone actuar con absoluta indiferencia ante el bien y el mal (amoral) con absoluto despotismo".
-"El Príncipe" de Maquiavelo-
Aunque pueda resultar una postura acomodada en el sillón de la desesperanza creo que el único gran error de Costa ha sido no cumplir con algunos de los preceptos que el florentino establece como imprescindibles para el buen desarrollo de la actividad política. En resumen, es el tontito de turno.
A mi no me preocupa lo más mínimo estos u otros trejemanejes, vengan del color que vengan, los hay en todas las tonalidades posibles, seguirán produciendose y sería de una ingenuidad supina pretender una clase politica procedente de círculos filantrópicos...
lo que verdaderamente me quita el sueño es que nuestro venerado estado de derecho no disponga de las herramientas adecuadas para cortar la cabeza de tantos turcos como sea necesario, con independencia del contenido de los comunicados de Ferraz o Genova, siquiera de la existencia de los mismos... eso si me preocupa, y mucho.
Politizar la justicia no sólo es darle, una vez más, la razón a Maquiavelo si no admitir, también, el error en el que incurrió dos siglos más tarde el bueno de Montesquieu.
un abrazo, David.
Una teoría.
El psoe, consciente del poder que está perdiendo, ha comenzado a mostrar la trastienda del pp. Los peperos tienen razón, en parte, cuando dicen que hay un contubernio contra ellos.
El psoe, en su afán por mantener el poder, está mostrándonos las entrañas del pp, de un partido político que toca poder. Puede llamarse pp, psoe, ciu, cdu,...
Compartisc plenament el teu diagnòstic, Helena. No em queda -malgrat que ho parega pel meu escrit- tampoc el recurs a la diversió de la venjança. Tant si cau el number one com si no, tindrà igual, el PP continuarà sent invencible mentres no sigam capaços d´aixecar alternatives consistents, i açò ara mateix no ho trobem en el patètic partit del senyor Alarte.
Feliz reencuentro por estas tierras virtuales, querido Imperfecto. Montesquieu me parece una figura clave porque su teoría más reconocida, la de la separación de poderes -que en mi opinión ya estaba en parte contenido en el sistema de contrapesos propio del sistema senatorial romano-, más que un descubrimiento feliz, es una estrategia para poner límites a la posibilidad del abuso por parte de los mandarines. Desgraciadamente, y como ya anunció el ínclito Alfonso Guerra -ese que le cae tan bien a algunos- "Montesquieu ha muerto". Nada mejor para algunos jueces que dejarse arrastrar por el arrullo protector de los partidos políticos, y nada mejor para el poder ejecutivo que poder mediatizar la tarea judicial y acabar así con la independencia del tercero de los poderes.
La cita de El príncipe es oportunísima, acaso más, porque es más descarnada, que la platónica. Paradoja: creo que a Maquiavelo lo leemos los "débiles" y los fracasados, es decir, aquellos que no estamos dispuestos a dejarnos aconsejar por él, puesto que no aspiramos a alcanzar la condición de príncipes. A la gente como Costa o Camps no les hacen falta tales lecturas, son "maquiavélicos" antes de leer a don Nicolás, luego pueden prescindir de él. Eso sí, como tú dices, hay que ser más astuto y -puestos a corromperse y a comportarse como un indeseable, es precepto sagrado evitar que te pillen. Me parece increíble que pillen a este cenutrio conversaciones telefónicas como las que hemos conocido...yo creía que había que ser más listo que yo para llegar tan alto... Parece que no. Me imagino a Zaplana riéndose en su sofá: "pero qué tontitos sois"
De acuerdo en lo sustancial, Ángel, pues lo que se ventila en el transfondo no corresponde sólo al PP, sino al modelo partitocrático en que desde la Transición se sustanció el sistema democrático. En toda democracia hay partidos, pero el poder que tienen estas organizaciones en una democracia como la nuestra es inmoderado. Ellos lo decidieron así en el momento constituyente porque les convenía y los ciudadanos les creímos porque pensábamos por pura falta de educación democrática que muerto el perro del franquismo se acababa la rabia de la dictadura y el sistema de libertades estaba en cualquier caso asegurado. ¿Recuerdas el caso Filesa? Lo que está detrás es la cuestión de la financiación de los partidos, que a la fuerza tiene que ser oscura e ilegal, pues es imposible sostener tales macroorganizaciones burocráticas con los números ridículos de la financiación convencional.
Ahora bien, de igual manera que filesa fue cosa del psoe, gurtel lo es del PP, y estamos en gurtel. Llevo años diciendo que el gobierno autonómico popular en Valencia es un desastre para la Comunitat, pero incluso ahora creo que Camps arrasaría en las urnas. Tenemos un problema de sistema político, sí, pero también hay un modelo de gestión indisciplinada y de corrupción en esta organización que es específicamente suyo.
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