Friday, November 05, 2010






LOS PROBLEMAS DE LA
DERECHA CON EL SEXO


Descubrí algo revelador hace muchos años. Mi padre visitó Benidorm con una pareja de piadosos católicos. Se acercaron a una playa nudista, de esas que han hecho ganar a la localidad alicantina la etiqueta de moderna Sodoma. Mientras ella lanzaba anatemas y amenazas de excomunión hacia los alegremente despelotados bañistas, el marido asentía con ademán igualmente indignado, pero sin dejar de observar tetas y coños con sospechosa atención a poco que su cónyuge se descuidaba.


Episodios como éste los he presenciado infinidad de veces en mi vida. Con frecuencia he acudido a una cierta playa cercana a Valencia que está catalogada como nudista. Como el cartel es pequeñito, la mayoría de la gente -yo incluido, que no creo mucho en la ropa innecesaria, pero que soy algo pudoroso- acude al lugar con la correspondiente ropa de baño. Sucede que de pronto aparece un tipo paseando con el culo al aire por la orilla. La primera vez - aún no sabía lo de la catalogación de la playa- andaba yo contemplando las olas cuando, al ir acercándose el caballero, pregunté a mi acompañante: "Pero ¿ese tío que viene no va en bolas?". Pocos minutos después apareció una joven en similar situación de impudicia. Después, al fijarme en el escueto cartel, entendí lo que pasaba. Parece que los lugareños han terminado formulando una queja al ayuntamiento correspondiente. Ya se sabe: que si hay niños, que si no es el lugar apropiado, que si qué marranos, que si vienen maricones... todos esos tópicos de la moralina universal con las que los bienpensantes se adornan para estrangular la libertad de sus prójimos. Hace tiempo que no veo bañistas desnudos por allí, y ni siquiera sé si la playa en cuestión ha sido descatalogada, lo cual no me sorprendería.



Por mi parte, no he tenido más tentaciones represivas con respecto al sexo de los demás que la temporada en que una fogosa vecina se dedicaba a pegar unos lujuriosos alaridos de placer en el piso séptimo cada noche a las tres de la madrugada. A lo mejor me daba un pelín de envidia, pero creo que el verdadero problema es que no me gusta que me despierten. Por lo demás, sólo me molesta que los demás follen si yo no lo hago también, que es más o menos lo mismo que me pasa cuando un conocido se va de viaje a Roma un fin de semana en que yo me quedo en casa, o si a alguien le dan un premio literario que me gustaría ganar a mí, o cuando le dicen a un amigo que es muy guapo y guardan silencio al pasar yo... (Pueden ustedes por cierto decirme guapo todo lo que quieran, pueden incluso propasarse diciéndome groserías sobre mi culo y todas esas cosas).








No sé si ven a dónde voy a parar. Creo que el sexo es una cosa que está muy bien o que, en todo caso, es una de las mejores cosas a las que puede uno dedicar su tiempo, sobre todo si se hace con arte y buena sintonía con los congéneres. Y hablando de congéneres, me parece perfecto si se hace con una pareja del otro sexo o del mismo, con otra persona o con cuatro, con amor o sin él...





Vamos, que todo está bien mientras se practique de común acuerdo. En primer lugar porque me parece sano. De hecho, una de las verdades científicas que he podido comprobar en mis carnes -nunca mejor dicho- es que cuando se hace el amor se bloquean los neurotransmisores que producen el miedo, lo cual supone que, durante las relaciones eróticas, uno llega a sentirse de alguna forma indestructible. Ciertamente, se trata de emociones fugaces, pero eso es lo primero que debemos aprender sobre el uso de los placeres: que tienen caducidad. ¿Y qué no la tiene? Siempre aparecerá el platónico pelmazo que diga que se trata de "simple sensualidad" o de "pasiones mundanas". Yo, la verdad, no conozco más pasiones que las "mundanas". Como dijo Woody Allen, "el ser humano está compuesto de alma y cuerpo, el alma es más importante, pero el cuerpo se divierte más". En segundo lugar, me parece bien el sexo porque, por un instinto democrático muy primario, nada está más lejos de mí que condenar el uso de la libertad que las personas hacen sin molestar a nadie. Llámenme liberal, pero prefiero ser liberal que andar por el mundo como el amigo Ratzinger tratando de convencernos de que nuestros orgasmos hacen llorar al niño Jesús.


Todo muy obvio, sí, pero parece que hace falta insistir de vez en cuando en que anatematizar los condones o mantener desinformados a los adolescentes es una infamia, o que por masturbarse no te salen pelos verdes en la mano (a mí nunca me salieron), ya que no dejan de aparecer aquí y acullá personajes como cierto alcalde castellano que se ha hecho célebre en los últimos días. Personalmente, no me es nada simpática Leire Pajín, pero lo último que se me ocurriría si yo fuera un representante político es decir públicamente, con otras palabras, que lo que pienso cada vez que veo los morros de esta señora es que me gustaría que me hiciera una felación, que es con otras palabras lo que dio a entender el simpático personaje entre las carcajadas cómplices de la concurrencia.



Muy fino el chiste, sí, tanto como el que recientemente hizo el ínclito Silvio Berlusconi, un auténtico experto en este tipo de ocurrencias con las que recoge al parecer tantas adhesiones entre el electorado italiano. Acusado de incluir menores en alguna de sus célebres fiestas, explicó que siempre es mejor que a uno le gusten las ragazzas que ser gay. Hablando de gays, también recuerdo la ingeniosa frase de cierto locutor de la COPE, famoso por su ingente labor como escritor sobre todo tipo de temas, que, preguntado sobre el tema, dijo algo así como que no tenía problemas en hablarles a la cara porque lo que sí que no quería era "tenerlos detrás". Muy agudo, vaya.










Y hablando de menores y de relaciones insanas con el sexo, es inevitable referirse a la última polémica en torno al insigne intelectual Fernando Sánchez-Dragó. Como ustedes ya saben, en su último libro, escrito al parecer en forma de entrevista con Albert Boadella, el personaje se jacta de haber tenido relaciones sexuales con dos adolescentes japonesas de trece años, a lo que añade, por si las moscas, que fue hace mucho tiempo, con lo cual llega el momento de contarlo, puesto que ya ha prescrito como delito. La calificación moral que puede merecerme la conducta de Dragó es insignificante, pero me pregunto en estos casos como se tomaría don Fernando que, caso de tener una hija de trece años, apareciera en casa un amigote suyo y le dijera algo así como: "no vengo hoy a tomar té ni a leer sobre Ramakrishna, sino a tirarme a la zorrita de tu niña".



Es muy recurrente en estos tiempos que la gente como Dragó, cuando se indica que su conducta o sus palabras son reprobables, se defienda hablando de la peste de la "corrección política". Creo que los fachas en general, seguramente porque la mayoría se ilustran leyendo a César Vidal o Pío Moa, tienen una idea poco rigurosa del concepto en cuestión. Así, caes en el despreciable virus de la corrección política si criticas que un ex-presidente del gobierno defienda el derecho a conducir borracho o que un afamado escritor presuma de pederasta, de manera que no tardaremos en escuchar que quienes pretenden exhumar los cadáveres de los asesinados en la Guerra Civil no actúan sino por la dichosa corrección, más o menos lo mismo que las mujeres cuando piden igualdad salarial o quienes luchan para que la homosexualidad no sea perseguida por el mundo. En suma, que uno puede hacer o defender la mayor de las canalladas y siempre cabe defenderse acusando de hipócritas a los demás.











¿Hipocresía? Desde luego. Deberíamos debatir largamente sobre la omnipresencia mediática de los signos de consumo asociados al sexo o a la belleza y que son cotidianamente inoculados a los menores. El "lolitismo", más allá de las novelas de Nabokov o las pinturas de Balthus, tiene mucho de operación de mercado para aumentar las expectativas de consumo de niños y adolescentes. Y hay ciertamente mucha doble moral entre quienes se escandalizan por noticias horrorosas sobre redes de prostitución o pornografía infantil y en el mismo telediario nos enseñan el último desfile de algún diseñador imbécil de París cuyas modelos parecen crías. Sería igualmente útil estudiar los niveles de respeto de las distintas cadenas de televisión a las normativas de protección a la infancia, de las que por cierto algunos célebres locutores suelen chotearse públicamente. Y de internet, claro...


Ahora bien, si queremos dirigirnos a estos temas sin hipocresías, bueno será que busquemos en los lugares adecuados. Por ejemplo, es repugnante que la misma gente que llama asesinos a los que pretenden despenalizar el aborto, juzga la homosexualidad como una patología o jalea a las autoridades religiosas que anatematizan los métodos anticonceptivos, salga ahora a la palestra para defender conductas tan infames y soeces como las de Sánchez-Dragó o el alcalde citado.




Es, me temo, el mismo tipo de gente que mira de reojo las tetas al aire de las playas de Benidorm mientras ruega a Dios que destruya con rayos de fuego y azufre a los impúdicos bañistas tal y como ya hizo con Sodoma. Yo creo poco en los castigos bíblicos, pero de momento sería edificante que el gobierno de Esperanza Aguirre cesara al amigo Sánchez Dragó como presentador de Telemadrid.







5 comments:

Anonymous said...

No puedo añadir nada que usted no haya dicho ya y menos en este tiempo en el que ando un poco replegada. Me gusta ese ejercicio de honestidad y de llamar a las cosas por su nombre (su vecina parece que tampoco tenía problemas en hacerlo).

Ciertamente, la derecha tiene graves problemas con el sexo y una doble moral que llega a límites escandalosos. Así aparecen luego Dragós por todos lados. Hace algún tiempo leí un reportaje de cómo se manejaba el PP en este tema, no puedo darle la referencia porque no la recuerdo, pero sí la brillantez y la claridad con que se exponía la doble moral del PP en temas relacionados con el sexto mandamiento,y el buen juego que tenía en asuntos como el aborto o el matrimonio gay ¿quién se cree que va a derogar esa ley? en esto siempre ganan.
Lo que más me fastidia es que han impuesto una moral de la “no responsabilidad” donde todo vale, y se puede decir alegremente lo que se quiera desde una responsabilidad pública o intelectual y no hay consecuencias. El otro día Carlos Mendo- que no es santo de mi devoción y menos cuando se pone apocalíptico- decía algo que comparto y es que habrá que empezar a hablar de nuevo de un sentido ético y moral. No todo puede decirse, claro que no.
Lo que nos faltaban son las 24h que nos han dado con la visita del Papa, ese también puede decir lo que quiera que no ocurre nada, menuda desvergüenza apelar al laicismo agresivo de 1930….
Saludos
R.

David P.Montesinos said...

En primer lugar celebro su reaparición por estas tierras, R. Yo, sinceramente, creo que mi vecina tenía cierta tendencia a la sobreactuación.

Tengo alguna duda -creo entender que usted también- respecto a que el PP, caso de ganar las próximas elecciones, se atreva a derogar el matrimonio gay, pues eso les dejará una imagen de regresionista de los derechos civiles que resultará demasiado ridícula en el contexto local e internacional. Algo parecido sucede con el tema abortista. Siendo fieles a sí mismos y a sus votos de fe, habrían de prohibir ambas cosas de manera terminante, pero sospecho que no irán por ahí los tiros. Suavizarán ambas leyes y santas pascuas. No hay más que recordar que en su momento se opusiera el partido de Fraga a la Ley Fdez Ordoñez que reguló el divorcio. No acabaron después con él, qué cosas.

Y sí, tiene toda la razón sobre la benedictina desfachatez con el asunto del símil republicano. En cualquier caso, creo que la falta de osadía -pero no decir algo peor- del gobierno socialista, que no se ha atrevido ni a cumplir la promesa de sacar la ley de libertad religiosa ni a derogar el célebre concordato, que convierte España en un dulce paraíso fiscal para el catolicismo, explica muchas cosas.

Con pesar lo digo: les está bien empleado. Espero que la próxima vez que vuelvan al poder -si es que caen ahora- se planteen seriamente acabar con esta hipoteca tan injustificable en pleno siglo XXI. Al menos entonces se ganarán un poquito más las invectivas del amigo Ratzinger. Me refiero a lo del "laicismo agresivo".

Anonymous said...

No por ser mejor o peor novela, sí querría recordar estas primeras líneas que siempre me parecieron espectaculares:

“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos fue siempre Lolita.”

Y volviendo al tema que nos ocupa, tal vez Anatole France nos ayude a entender mejor algunas cosas: “No hay castos; sólo hay enfermos, hipócritas, maniáticos y locos”

Magnífico post, David. Siempre es un placer leerte.

Isabel Zarzuela

David P.Montesinos said...

La cita de Nabokov es inolvidable, Isabel. La de A.France no la conocía, por suerte ya la conozco, y está muy bien traída, vaya que sí.

Anonymous said...

Thanks :)
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