VOTAR O NO VOTAR
1. Votar a la izquierda y saber por qué: ésta es la cuestión. Y no es exactamente la misma que ser de izquierdas, como ingenuamente cree mucha gente. Que la gente conservadora vota -más bien ser diría que ficha- disciplinadamente a la derecha cada cuatro años es algo que no ofrece dudas. Lo hacen aunque, como ahora es el caso, no les guste el candidato.
Quienes contemplan con melancolía la historia de las izquierdas españolas como un largo trayecto de desencuentros, luchas intestinas y hasta tiros por la espalda, reconocen en privado que ese sentido de la disciplina es lo único que merece la pena envidiar de la derecha. Se equivocan, no entienden que eso a lo que llaman "disciplina" es justamente lo que define a las derechas y no un simple atributo. Yo lo entiendo de otra forma: falta de sentido crítico hacia sus líderes, o para ser más preciso, de determinación para hacer efectiva dicha crítica. La izquierda, por contra, vive en una permanente tensión hacia quienes dicen representarla: el líder está permanentemente cuestionado porque es el principio de representación el que -como afirma una de las consignas más célebres del 15 M- vive siempre bajo sospecha.
Este fenómeno origina una fuerte heterogeneidad de intenciones y decisiones electorales entre quienes se consideran de izquierda, ciudadanos que, por lo general, tienden a dar un sentido ético a su actividad política. Eso explica que personas que participan en movimientos de reivindicación de derechos civiles o están adscritas a organizaciones solidarias esquiven los comicios y adopten el abstencionismo como un modo de protesta: simplemente no se sienten representadas. Otras muchas optan por votar a partidos que no sólo no tienen ninguna posibilidad de formar parte de un gobierno, sino que ni siquiera van a ser capaces de generar una presión opositora consistente. Las hay también que optan por expresar su inconformismo inclinándose por partidos que se presentan como nacionalistas y de izquierdas, un estrambótico cóctel que en España asumimos con naturalidad, como si la exaltación identitaria, la tradición, la sangre, la tierra y el separatismo fueran valores progresistas.
De todo este galimatías parece que sólo puede esperarse una consecuencia: la derrota. Temo que a partir de ahora -en realidad a partir de las primeras elecciones que ganó la derecha en España- los triunfos electorales de la izquierda vayan a ser una absoluta anomalía. Habrá de pasar algo para que gane la izquierda, y cuando digo algo me refiero a asuntos como el del 13-M, un monumental resbalón del Gobierno Aznar que consiguió poner en pie de guerra a toda esa masa heterogénea y disgregada de las izquierdas para sacar a su partido del poder y poner en su lugar al primero que pasara por allí.
2. No me interesan nada las razones del electorado de derecha, no porque no existan tales razones, sino porque llevo demasiado tiempo comprobando que no suelen proceder de un análisis crítico. No digo que para ser de derechas haya que ser idiota -aunque viendo ciertos canales de televisión, escuchando ciertas cadenas de radio o leyendo ciertos periódicos le entra a uno la tentación de decirlo-; lo que digo es que la inmensa mayoría de los electores de derecha votan atendiendo a emociones muy básicas y a principios escasamente elaborados. Puede sorprender que a estas alturas de democracia todavía tengan pegada clishés como el de la unidad nacional, la primacía cultural de la religión católica, la familia patriarcal o la desconfianza hacia la inmigración, pero el hecho es que la tienen, y no es algo de lo que debiéramos sorprendernos: quien parezca estar más cerca de dichos valores tendrá cautivado ese voto masivo, y es muy difícil que eso lo consiga alguien que casa homosexuales, otorga papeles a los inmigrantes o hasta se alegra de las victorias del Barça.
Resulta bastante más complicado entender qué significa ser de izquierdas. El candidato socialista ha identificado estos días a la derecha con el principio del "sálvese quién pueda", lo cual implica que lo que define a las izquierdas es su naturaleza solidaria. Me gusta más como lo dijo Norberto Bobbio, según el cual, las izquierdas promueven su iniciativa política en la dirección de atenuar los factores de la desigualdad, mientras que las derechas declaran a esta ineliminable, declaración que en realidad esconde el firme deseo de que las desigualdades subsistan. En los últimos días he leído una aún mejor. Antonio Gramsci, en sus escritos desde la prisión donde le confinó durante años el fascismo, diferenció derecha e izquierda en función de su actitud ante el sarcasmo. Unos y otros dicen estar a favor de los valores que la modernidad asocia a la emancipación del ser humano; ahora bien, mientras la izquierda enuncia su sarcasmo con melancolía cuando descubre que libertad, igualdad y fraternidad son promesas permanentemente anunciadas pero incumplidas, la derecha -que en esto es más hipócrita que sarcástica- se complace secretamente con dicho incumplimiento.
3- Durante la mayor parte de mi vida fui un convencido abstencionista. Me caí del caballo una noche que identifico con el final de mi juventud. Sucedió hace ocho años, en vísperas de los comicios quedarían contra todo pronóstico el gobierno a Rodríguez Zapatero. Alguno de mis compañeros de mesa lanzó una soflama en contra de los políticos, de las instituciones y del capitalismo para terminar por declararse anarquista y negarse a participar en el juego corrupto de las elecciones. Aquellas palabras me sonaron en ese momento a demasiado oídas, de manera que, un poco a modo de tentativa de provocación, me dio por decir que estaba valorando la posibilidad de votar al Partido Socialista. En ese momento, el anfitrión de aquella cena, un tipo muy próspero y que había asistido incluso con cierta sonrisa complaciente a la anterior exhibición de jacobinismo irredento, montó en cólera conmigo y me exigió, levantándome la voz, que le ofreciera las razones de tamaña felonía. Se me ocurrió decirle que no pensaba concederle al aznarismo otros cuatro años de poder omnímodo, ante lo cual el tipo me insultó llamándome "miserable", lo cual, aparte de demostrar el profundo talante democrático y el respeto a la discrepancia tan característico de los fachas con los que suelo toparme, me incitó a una reflexión muy obvia: si la derecha le ríe las gracias a los supuestos radicales y se pone enferma con un tipo tan moderado como Zp es que algo no encajaba en mi visión del mundo.
Ocho años después, aquel simpático caballero tiene -lo supongo, porque yo trato con discrepantes pero evito a los maleducados- menos dudas de las que tenía entonces, si es que tenía alguna, y yo, por contra, tengo muchas más. Tantas como que no estoy nada seguro de que otorgar la responsabilidad de gobernar al equipo de R.Zapatero durante estos ocho años haya sido un acierto. Dejo a la torpeza del enemigo considerar que mis dudas son prueba de mi error, son ellos los que aspiran a vivir sin cuestionarse lo que les cuentan sus líderes.
La pregunta surge de inmediato y hay que saber muy bien lo que significa "izquierda" para tener las agallas de planteársela: votar de nuevo al PSOE, ¿no supone caer en los mismos errores anteriores? ¿No será que estamos legitimando una futura práctica de gobierno que, como ya ha sucedido anteriormente, terminará por pactar con el gran capital, evitará conflictos con la Iglesia y recortará dócilmente derechos de los débiles en cuanto los mercados se lo pidan?
Es ésta la pregunta que nos hacemos, la pregunta que hemos de hacernos. Se me ocurre una propuesta de solución, siquiera eventual: votemos a la izquierda, ayudemos a estos políticos que con frecuencia nos decepcionan a plantarle cara a una derecha que amenaza con alcanzar un poder omnímodo. Van a pasarse una larga temporada en la oposición; quizá les sirva para meditar y, quizá, como tantas veces le ha sucedido a la izquierda, hacer oposición les sirva para definir verdaderamente su identidad ideológica y saber qué tipo de sociedad pretenden construir o, cuanto menos, cómo es la que no desean. Pero démosles al menos la posibilidad de que puedan llevar a cabo esa oposición.
Lo demás es un poder absoluto e incontestado de la derecha. A poco que hagamos un poquito de memoria podemos pensar en lo que ha hecho la derecha española -sus políticos, su entorno mediático, sus afines en el mundo financiero o en los obispados- durante estos ocho años en que no ha gobernado el Estado. Serán estos los que gobiernen, y lo van a hacer sin contrapesos si no lo evitamos. En el País Valenciano, por ejemplo, hemos tenido una larga pasada por la mayoría absoluta del PP... si quieren les cuento mis impresiones al respecto.
Votemos, votemos sin olvidar ni por un momento que la iniciativa política no se acaba, ni tan siquiera empieza el día de las elecciones. No pienso concederles a los políticos tal prerrogativa, pero tampoco voy a cargarles con la exigencia de hacer todo lo que no se puede hacer sin el apoyo -o sin la presión- de la gente.
22 comments:
Las gentes de derecha fichan -como bien dices- las de izquierdas, sencillamente no tienen a quien votar.
¿Clichés democráticos? ¿Cuál democracia? ¿Desconfianza hacia la inmigración? ¿Religión católica? ¿casar homosexuales?
Abaratar el despido no es de izquierdas... aumentar la edad de jubilación, cambiar nominativos constitucionales con objeto primordiar el cumplimiento de las obligaciones adquiridas con los "prestamistas" o blindar jurídicamente a los super millonarios en SICAV... No es de izquierdas.
Liberalizar mano de obra haciendo competir a los obreros como perros por un trozo de pan, no es de izquierdas.
Retirar crucifijos de las aulas al tiempo que se aumentan las subvenciones públicas a dicha confesión religiosa y se abren las puertas al establecimiento y consolidación de otras formas de control represivo (¿islam?) no es ético. (ya no digo de izquierdas)
¿qué de(ocracia?
Los gobiernos de media Europa están cambiando sin que sus ciudadanos tengan "vela en ese entierr"”. Griegos, italianos, portugueses, irlandeses, españoles... El poder capitalista decide gobiernos.
Lobbys... represaliados a los que se les atiborra hasta el fascistodelirio. Gradación del crimen razonable (creo que ya lo hemos visto y vivido) donde está vigente la venganza mientras pueda pagarse la razón.
Soy discrepante... en casi todo, pero me gustaría no ser catalogado como al discrepante de tu artículo.
Desgraciadamente vivimos tiempos basura. Imaginarios ideológicos. La mamá dulce que nos consuela de las hostias de "papa" pero no las evita. Sobre todo un pueblo agilipollado hasta el vomito.
(no se lo digas a nadie, pero, el 15M, supuso para mi –una semana después- la confirmación de que estábamos superjodidos)
MA
No se lo digo a nadie si no quieres, MA, pero creo que tu visión de las cosas es peligrosamente desesperanzada. No digo que no corresponda a la realidad, a una parte de la realidad al menos, pero temo que ese pesimismo nos aboque a la inacción. Hay cosas que ha hecho el gobierno del PSOE en estos ocho años que me molestan profundamente, y, sobre todo, creo que hay cosas que no ha hecho porque no se ha atrevido y que su electorado le reclamaba. Sin embargo, hay aspectos como la gestión de la lucha antiterrorista, la ampliación de algunos derechos civiles, la Ley de Dependencia o la salida de las tropas de Iraq que merecen mi aprobación y mi apoyo.
No estoy nada seguro de que la izquierda actual merezca ser votada, pero creo que no son los principios socialdemócratas los que están precarizando las relaciones laborales y ensanchando las grietas sociales. Necesitamos reconstruir el espacio de lo público y proteger prerrogativas del estado del bienestar que están seriamente amenazadas. Y eso no lo va a hacer la derecha.
¿Los principios social demócratas? Te sonará aquello de que el estado es una interminable tumba de individuos que intentaban pasar desapercibidos.
La inacción está más cerca de tu discurso que del mío. El PSOE ha convertido al pueblo en un carnero roñoso... sin emociones. Ha conseguido que los intelectuales (los pocos que teníamos en este país) no sean mas que estómagos agradecidos. ¿Qué ideales mueven a esa piara de intelectualoides que militan con ínfulas de gobernantes?
Efectivamente, hay cosas que ha hecho este gobierno (liderado por un botarate) que han sido tremendamente molestas para la derecha; (cosmética dura) ningun contenido. ¿Dónde está la derogación de los juicios sumarísimos? Mi abuelo (militar de profesión y bla bla bla) o cualquiera que fuese jodido por la dictadura (a efectos legales) hubiesen deseado algo con sustancia, real... sigue siendo una putada figurar como criminal de guerra haber defendido la legalidad de un puto país de acomplejados... donde -como tu dijiste- a los madrileños se les odia en todas partes.
¿Pero que broma es esta?
Si hablamos de estos delirios tipo; que viva la inmigración "queremos más" o..."abajo el catolicismo, que viva el “islam".
Está claro que el desconcierto domina el pensamiento de nuestros intelectuales (tal vez ¿intelectualoides?)
Podria decir que dios nos pille confesados si no fuese porque no hay ningún dios, nadie puede perdonar nuestros pecados. Estamos tan solos que las putadas que hacemos nunca serán redimidas. Las gilipolleces que decimos o pensamos.... Son un chiste. Barato... Y eso es triste.
Un saludo amigo.
MA
Hola de nuevo, MA. Comparto tu decepción respecto al tema de la memoria histórica que, como tú indicas, ha tenido más pinta de cosmética que otra cosa. La pervivencia en la democracia española de grumos de franquismo ha tenido más recorrido del que hubiéramos podido esperar nunca, y no hay más que acordarse de que ha sido justamente al meterse con el Régimen cuando consiguieron echar a Garzón de la judicatura.
Puntualizo lo de la "inacción". A lo largo de mi vida -y por Dios, no digo que sea tu caso- he conocido infinidad de personas que hablaban de una sociedad globalmente enferma y cuya única solución era un derribo completo. Desde el final de la Segunda Gran Guerra Europa ha conocido un tiempo de prosperidad y cohesión social sin precedentes. No conozco uno solo de mis mayores que no me haya informado sobre cómo era España hace medio siglo y cómo es ahora y no termine repitiéndome lo mismo: "no sabéis lo que tenéis".
Quiero ser respetuoso con quienes vivieron mucho peor que yo. Creo que ellos tenían más derecho a quejarse, como creo que lo tienen aquellos a los que les toca vivir en comunidades feudalizadas por los mandarines, acosadas por la violencia cotidiana de las mafias, los grupos paramilitares o los maridos maltratadores y, en definitiva, afectadas del sálvese quien pueda. Me niego a ser radical porque la vida que he tenido -yo y la mayoría de personas que conozco- no lo justifica.
Cuando hablo de "principios socialdemócratas" sólo pretendo referirme a la voluntad de redistribuir la riqueza sin colapsar la prosperidad. Desde el reagan-thatcherismo ese delicado equilibrio está seriamente amenazado, y creo que es la causa esencial de la actual recesión. Urge recuperar el poder de las instituciones y lograr que la iniciativa institucional recupere parte del control que ha perdido sobre las operaciones financieras.
Siento decepcionarte por lo moderado de mi propuesta, pero, en un tiempo en que el capital parece dominarlo todo, comparto esa consigna de "hacer que regrese la política".
Me solidarizo plenamente con Ud., Sr. Montesinos, porque he vivido una situación similar a la que Ud. describe en el punto 3. Ocurrió no mucho después de la victoria socialista de marzo de 2004, en una cena a la que asistían varios profesores universitarios y unos cuantos becarios. Yo pertenecía a este segundo grupo, de modo que habría hecho bien en tener la boca cerrada, pero entonces, ¡ay!, era joven e imprudente... Al grano. Bien entrada la noche, algunos de los comensales de más alto rango se pusieron a perorar sobre la política y los políticos, y no precisamente con la mesura y la elegancia que uno esperaría en un universitario. Ya se figurará Ud. lo que se escuchó por allí; sus tesis principales (formuladas en unos términos que no reproduciré aquí) eran las siguientes: (a) que todos los políticos, sean del color que sean, roban y mienten sin tasa; (b) que los políticos de antes (años 80, supongo) sí que eran buenos, y que los de entonces (temporada otoño-invierno de 2004) eran todos unos botarates. [Continuará]
Continúe, Profundador, me interesa su historia...
Le agradezco el interés que muestra por mi curiosa y verdadera historia, que prosigue así:
En el clímax de su exaltación (exaltación calurosa, colorada y bonachona, como hija del vino que era), uno de los oradores apostrofó a la audiencia: "Porque vamos a ver, ¿acaso hay un solo político que sea honrado?" [no reproduzco la letra de su intervención, pero sí el espíritu]. A la vista estaba que el orador no esperaba ni quería respuesta, pero yo, imprudente, me atreví a dársela (mis veintipocos años me disculpaban, creo). Y lo que dije fue que J. L. Rodríguez Zapatero me parecía honrado. Más me valdría haber callado, porque mis palabras fueron recibidas con una mezcla de rechifla y rabia que me dejó anonadado. [Continuará]
Tercera y última parte de la historia:
Durante diez o quince minutos, aquellos venerables maestros llevaron a cabo una suerte de ejecución verbal (no se me ocurre ninguna denominación mejor) del pobre de Rodríguez Zapatero. Hicieron relación de sus mil y un pecados, y destacaron, entre todos ellos, el de ser un licenciado raso (esto es, sin tesis doctoral). De vez en cuando, dejaban caer las consabidas invocaciones a la experiencia y a los desengaños: "Cuando era joven, yo era el más rojo a este lado del río Óder, pero luego me di cuenta de que bla, bla, bla". Entre tanto, yo callaba, pero lo fruncido de mi ceño y lo torcido de mi gesto daban a entender que no me gustaba lo que estaba escuchando. Visto el incidente desde hoy, me doy cuenta de que pequé de temerario: aquella actitud habría podido costarme muy, muy, pero que muy cara. Afortunadamente no fue así, porque, en el fondo, mis contradictores eran buenas personas.
Epílogo (1):
En esta mañana de 21 de noviembre de 2011, sigo pensando lo que entonces pensaba: que Rodríguez Zapatero es un hombre honrado, y que el diluvio de insultos que ha recaído sobre él durante los pasados siete años es síntoma inequívoco de un inquietante asalvajamiento de la derecha española (¿y de la sociedad española en su conjunto?). Lo que ya no pienso es que nuestro Presidente-en-funciones sea un hombre de izquierdas. Zapatero es un liberal, en el buen sentido de la palabra: laico, creyente en la perfectibilidad de los individuos y los pueblos, respetuoso con el adversario, dúctil, etc. Corriendo los tiempos que corren, no me parece poca cosa. El problema es que, a la hora de repartir los costes del ajuste, lo ha hecho de una manera atrozmente injusta, poniendo así de manifiesto su compromiso esencial con el presente orden económico. Desde luego, a un presidente del PSOE no se le puede pedir que se declare anticapitalista, pero sí que tenga el arrojo necesario para cuestionar públicamente algunos de los supuestos en que se basa la particular modalidad de capitalismo en la que nos han metido de hoz y coz.
Epílogo (2):
Una izquierda que solo se atreve a tomar medidas sociales en períodos de crecimiento económico (cuando hacerlo es más o menos fácil), una izquierda que permite que las clases populares carguen con todo el peso de los recortes en épocas de crisis, es una izquierda abocada a la deserción de millones de sus electores. Y luego pasa lo que pasa...
Me niego a ser radical porque la vida que he tenido -yo y la mayoría de personas que conozco- no lo justifica.
Lo comprendo, Sr. Montesinos. ¿Cómo no lo voy a comprender, si ese pensamiento es el que desde hace años viene impidiéndome la afiliación a la llamada izquierda auténtica? Mi problema es que en el PSOE (organización en la cual milito desde hace ocho años) tampoco he acabado de sentirme cómodo... Por lo demás, tengo mucho miedo de que la vida de mi hijo (que aún no ha cumplido los tres años) sí pueda justificar el radicalismo. No quiero ponerme cursi ni melodramático, pero le aseguro que ese temor me ha robado el sueño más de una y más de dos noches...
Y este es mi último comentario. No quisiera monopolizar la pantalla.
Tras una jornada electoral normal, la nación ha hablado en las urnas y se muestran los resultados que los sondeos vaticinaban, una aplastante victoria del PP como no podía ser de otra manera y que España se haya dado cuenta que un gobierno socialista no es la solución.
Sin duda, era un cambio necesario y obligatorio puesto que el PSOE se ha visto superado por la situación y la falta de ideas. La verdad es que veo al PP con energía para plantarle cara a esta situación, ya lo hizo Aznar tras el mandato de Felipe González (aunque bien es cierto que la situación no era la misma, pero si similar en temas de desempleo).
David, me da la impresión que tienes una percepcion quizá algo distante del conservadurismo de la que corresponde con la realidad. El PP es un partido democrático serio de centro-derecha como cualquiera de la Unión Europea, véase los gobiernos de Alemania y Francia (no les va mada mal). Además, no creo que el PSOE haya hecho un gobierno de izquierdas... ni muchísimo menos, como bien ha dicho el señor Anónimo del primer comentario.
En conclusión, se acerca un cambio político que esperemos que principalmente luche contra el paro, recupere la confianza de los mercados y sobretodo tras fijar el límite de déficit de la constitución consigamos reducir el mismo de las administraciones públicas y del gobierno.
Señor Rajoy, has sido elegido para dirigir una ardua tarea debido a la herencia recibida por el peor presidente de la historia de España. Ánimo y suerte
Amigo Martín, me alegra mucho que se pase usted por aquí y quiero agradecerle también el tono de su discrepancia, que por lo que veo es tan contundente como respetuosa. Por partes.
1. Comparto la tesis de que el gobierno socialista se ha visto superado por las circunstancias. Soy más cauteloso respecto al calificativo de "peor presidente" de la democracia que usted le pone a Zp. Creo que hay aspectos sumamente positivos de su gestión, en relación por ejemplo a derechos civiles, Ley de Dependencia o gestión de la lucha antiterrorista. Yo no pondría tal calificativo a Mariano Rajoy ("peor líder de la oposición de la historia"), pero la ejecutoria de la oposición de estos ocho años me ha parecido no solo ineficaz sino además desleal. Jamás se colaboraba, jamás se construía, la derecha actuaba como le instruían desde su prensa afín, más radicalizada y destructiva cada día, con la calumnia y el insulto como práctica cotidiana. Unos días le habían vendido Navarra a los terroristas, otra resulta que poco menos que habían organizado ellos la barbaridad de Atocha, otro día es que Interior nos vigilaba a todos... Una mañana Zp era un ingenuo buenista, otra era la encarnación del mal; a veces nos molestaba porque era un comunista radical, otras resulta que su política era de derechas y también nos molestaba. Hay muchas cosas de este gobierno saliente que me han decepcionado, pero eso no justifica el furor con que la derecha le ha tratado. En mi opinión nunca se aceptó el triunfo electoral de hace ocho años y se lo han hecho pagar con una deslealtad cuyo mejor ejemplo es la labor de desprestigio de la imagen de España que desde FAES ha hecho el expresidente Aznar, tan patriota como él era. Su frase "era un cambio obligatorio" me suena a esa misma dificultad para aceptar que el Partido Socialista fue legítimamente encargado para gobernar el país.
2. No comparto la buena imagen que usted tiene del primer gobierno del PP. Aznar pilló una época de bonanza económica y la aprovechó, exactamente lo mismo que hizo Zp en su primera legislatura, sólo que a éste no se le va a reconocer nunca.
En cualquier caso hay muchos aspectos sumamente discutibles en su periodo.
3. Diga que tengo una percepción equivocada de la derecha -centro derecha, como a ella le gusta hacerse llamar-, pero no me diga que mi percepción es "distante", por favor. Llevo veinte años siendo gobernado en mi ciudad por una alcaldesa popular y otro montón a nivel autonómico. Y la experiencia me va cansando por muchas razones, se lo aseguro.
Sigo.
4. Aprecio los esfuerzos que la derecha española ha hecho desde tiempos de Manuel Fraga por integrar sectores ultramontanos y acomodarlos al modelo democrático, pero rebrotes de fascismo y de xenofobia como los del PP de Catalunya me parecen muy preocupantes. Le podría hablar también de la connivencia ideológica con algunos de los planteamientos más retrógrados de la Iglesia, del tono cotidianamente fanático de la prensa que les es afín... Acépteme que pueda sentirme preocupado.
5. No me parece que el gobierno de Sarkozy pase por un buen momento, los datos registran una pérdida de crédito muy grande en casi todos los gobiernos centrales de Europa, lo cual confirma que la crisis es una trituradora para cualquiera que tiene la desgracia de que este tsunami le pille gobernando. En cuanto a Merkel, tengo la impresión de que está intentando diseñar una Europa a la medida de los intereses alemanes. Deberíamos preguntarnos qué podría hacer España si en vez de pagar intereses del cinco los pagara del 1 como hace Alemania. Así también mantengo yo el déficit bajo. No sé, de otro lado, por qué olvida usted a Berlusconi.
6. Según los expertos -yo, como es notorio, no lo soy-, el problema de España no es la deuda del Estado, todavía razonable, sino la de las familias, que ésta sí está disparada. Este fenómeno tiene que ver con la célebre burbuja, que yo relaciono, como en general todo lo relacionado con la especulación y el tránsito incontrolado de capitales, con la renuncia de las instituciones a fiscalizar y controlar la economía. Aquí tenemos el resultado del neoliberalismo que puso de moda el reagano-thatcherismo y que nos ha llevado al colapso actual. Zp puede haber sido un mal gestor, pero la crisis no la inventaron ni él ni la socialdemocracia. Comparto la decepción de MA por las políticas no suficientemente izquierdistas del PSOE -me cuesta más entender que usted coincida con él en eso-. En cualquier caso, lo preocupante, el gran tema de debate a mi entender es en qué situación se encuentra la iniciativa política institucional para que ningún gobierno puede aplicar recetas sociales y laboristas a la trama económica.
Hola, de nuevo, O Profundador, quiero agradecerle la totalidad de sus intervenciones, que leo -yo y me consta que otras personas- con sumo interés.
Mire, yo no sé si Zapatero ha sido un buen gobernante, quizá no, pero siempre me pareció un hombre honrado. Creo que le perdió su optimismo, y eso, cuando se vuelve demasiado insistente puede, en momentos de tempestad, convertirse en una actitud irresponsable. Eso y alguna majadería monumental como lo de los trescientos euros, o la falta de coraje para acabar con el Concordato Vaticano me parecen suficiente para ponerme a mucha distancia. Pero no todo ha sido malo, como ya he dicho aquí...
De todo lo que usted dice me ha impresionado sobre todo lo de su segundo epílogo. Comparto plenamente su preocupación, me pregunto también si llegará el día en que tengamos que acordarnos con ternura del 15-M como un movimiento pacífico, porque llegué un tiempo en que la indigencia de amplias capas de población -empezando por la gente joven- haga que las corrientes de protesta se parezcan más al puro disturbio vandálico, y no hay más que tomar nota de lo ocurrido en Londres este verano.
Le agradezco sus palabras, Sr. Montesinos, y coincido con Ud., por supuesto, en que no todo ha sido malo. Zapatero ha sido un buen hombre, estoy convencido. Desgraciadamente, la sola bondad no basta para llevar a buen puerto la nave del Estado (nunca me perdonaré haber escrito esta vulgaridad).
Por otra parte, quiero hacerle una confesión. Cuando escribí el párrafo en que expresaba mi preocupación por el porvenir de mi hijo, se me vino a la memoria un texto que Ud. publicó en este blog hará unos meses. En aquel texto se aludía al milagro cotidiano de que el agua mane cuando abrimos el grifo, o de que la bombilla se encienda cuando pulsamos el interruptor. Lo que yo temo, precisamente, es que esos milagros se interrumpan. Por supuesto que me preocupan (¡mucho, muchísimo!) la precariedad de los contratos, la privatización encubierta de la sanidad o el ataque contra la enseñanza pública. Pero más todavía me preocupa la posibilidad de que mi hijo (que lo es también de un planeta atestado, contaminado y recalentado) pueda llegar a pasar hambre o sed, o a olvidar qué son los semáforos y las bibliotecas...
Me tomo la libertad de dejarle el enlace a un texto que me ha hecho pensar sobre estos asuntos:
http://crookedtimber.org/2011/09/22/contradictory-beliefs/
Gracias por el enlace, amigo. Me permito yo también una referencia. Cuando leí "La carretera", de Cormac McCarthy me planteé seriamente si no era una tremenda irresponsabilidad traer un niño al mundo. Comparto sus temores, y no -que se me entienda- porque hayan ganado las derechas en España.
Algo que se me quedó en el tintero en el anterior post: (aunque por supuesto no sea políticamente correcto, pero como comprenderán; los que se sientan ofendidos; a mí me da lo mismo)
Lo bien que se sienten los intelectuales (¿los había catalogado ya de intelectualodes?) chapoteando en algo como el 15M. Siempre fue igual. Pretender que los pueblos cortan las cabezas de sus gobernantes por simples creencias o frases puntuales me parece tan burdo como pensar que alguna revolución se ha llevado a cabo sin la colaboración de los que los mantuvieron oprimidos hasta que ellos mismos bebieron de esa copa.
Ciertamente las excusas son tan diversas como las razones, lamentablemente nuestro sistema no pide ni lo uno ni lo otro. Gracias a este sistema hemos llegado al punto donde nos encontramos.
Decias que no había mas alternativa a la victoria de la derecha….. sabes, eso me hace pensar en un poema de un tal Nieto;
“de mis manos ya no será posible el cielo que una vez te prometí porque mi munndo abraza la desdicha de hombres que siendo cosecha copiosa, de esperanza, son recolecta en la tristeza, producto que nace sin memoria, sin derechos, sin destino... no comprometen nuestras risas... pero... ¿Cómo hemos llegado a esto?
Algunos pensamos que hay cuentas que ajustar, me parece imcreible la facilidad con la qué los fascistas se han colado en el destino del ser humano.
Me parece sugerente esta última intervención, aunque no sé si entiendo el sentido de todo lo que dices. Se me ocurre pensar en aquello de Hannah Arendt y la banalidad del mal, o, tal y como yo lo entiendo, el fascismo cotidiano, esa idiotez moral que deteriora la convivencia y colapsa la reflexión y el debate. Aquello de tiene más razón quien más grita...
Lamentablemente, quien grita mas fuerte no la posee pero la somete. Como una boca de riego en un campo de futbol, un pistacho en el tapete.
La trayectoria que el tirador imprime a la bola intenta esquivar el pistacho, pero… realmente quién controla la partida? Imagina dos pistachos, cuarenta. Las condiciones controlan en tanto determinan.
Lamento no haber podido responder públicamente al Sr. Martin. Cosas que pasan. Tal vez la justicia esté condenada a sobrevivir a su propio drama; la razón. Si antes no se queda sorda de tanto grito. Sin poder soltar una hostia.
Hironias.
Pues yo como casi ignorante del tema he de decir que voté a Compromís para darle lo que se denomina un "voto de confianza". Y al final consiguió un escaño. El PP... sí, ha ganado gracias a una ley del sistema electoral injusta además de por los votos de la gente que hace lo mismo que la sociedad con los móviles: este no va, pues otro. Si hasta el domingo han habido manifestaciones, ahora habrá más. Antes de ejercer mi derecho al voto por primera vez, tenía la duda de si votar al PSOE o a Compromís, la cosa era no votar al PP (vamos, como cuando uno es del Atlhético de madrid y le da igual contra quien juegue el Real Madrid, la cosa es que pierda). La cosa es que no sabía si hacer un voto ""útil"" o no. España saldrá de la crisis cuando Europa salga de la crisis, y si para entonces los ciudadanos debemos pagar por ir al médico o pagar 4.000 (o más) por ir a la universidad, no seremos la generación NI-NI, seremos la generación NAdeNa.
Y bueno, a mí esto de la política me sobrepasa, casi tanto como cuando pienso que hacemos aquí, qué es esto del mundo, pero me apetecía escribirlo :)
Un saludo enorme David, espero que vaya genial por el instituto y que tu niña (bueno las dos) esté genial. Un beso!!
Hola, Ester, me alegra mucho saber de ti, y gracias por los buenos deseos. Me las arreglo razonablemente.
Los augurios presentan un futuro negro para la generación de adultos que serán los de tu quinta. Pero la historia está tan llena de pronósticos felices que fracasaron como de lo contrario. Hubo momentos de mi vida, más o menos cuando tenía tu edad e incluso después, en que se extendió una corriente de pesimismo peligrosamente contagiosa entre la gente de mi quinta. Luego sólo se quedó en ese "na de na" que tú dices aquél que se tomó demasiado en serie esa negrura momentánea, una negrura que fue pasajera y que no vino a quedarse. Eres joven, eres capaz de cualquier cosa, cualquier cosa buena y cualquier cosa mala...En el fondo es cómodo pensar que nos lo han puesto imposible, pues así uno se siente excusado para no pelear. Y hay que pelear, como siempre se ha hecho. No creáis en los agoreros, el mundo está por construir siempre. Un abrazo muy fuerte y mis mejores deseos.
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