Friday, September 14, 2012







DE VIAJE




1. Los "no lugares", los espacios dedicados únicamente al tránsito, donde el guión que trazamos para nuestros días no incluye nada memorable, son ocupados por personas de piel oscura, gentes del Sur. Suelen ser ellos los que te hablan o ríen contigo ante algún desperfecto cómico como el de una maleta que se abre inoportunamente. También son ellos los que besan apasionadamente a sus seres amados o danzan juntos en las estaciones. La razón es que sólo los que están lejos de la opulencia saben que es estúpido esperar a la meta para volver a disfrutar de la vida. No otra cosa pretendía Kerouac con aquello de que "el camino era la vida". Hemos ignorado ese mensaje, desconozco si seguiremos haciéndolo ahora que volvemos a ser pobres.


2. Cuando viajo se reafirma la sensación de que el nacionalismo y cualquier otra forma de localismo corresponde no sólo a una profunda estrechez mental sino, además, a una impostura. Algún amigo extrañamente seducido desde niño por el Barça y por Catalunya me indica que "Barcelona tiene mucho más glamour que Madrid", como queriendo buscar una ventaja proporcional a los goles que Valdés encajó de Cristiano Ronaldo en el Bernabeu hace unos días. Todo sea dicho: conozco muchos más que, desde la trinchera enemiga, insiste en la grandeza imperial de la capital del Reino y que los catalanes viven de expoliar las arcas del Estado. 

Llego a Madrid, pero no encuentro a Madrid, no veo por ningún lado un Madrid que merezca la pena odiar o reivindicar. Es la misma megalópolis dura e inhóspita que sólo te mira bien si tienes dinero. Ya no hay espacio para experimentar la "ciudad verdadera". Barcelona y Madrid son dos puntos de luz más que se asoman a las fotografías del satélite: las mismas franquicias ocupando las grandes vías, el mismo albedrío caótico de lenguas y etnias, diferentes fetiches con valor histórico pero el mismo fin: atraer al turismo simulando una vida que ya no albergan. 

3. Durante los años de prosperidad, agitación inmobiliaria y turbocapitalismo veía el tráfago de Madrid como un enjambre enloquecido donde todo el mundo parecía estar a punto de llegar tarde a algún sitio, lo cual significa que tenían a dónde ir, que algún tipo de dedicación les esperaba. Los españoles habíamos dejado atrás aquello de "perdone, tengo prisa" porque se daba por sentado que todos la teníamos, o mejor que éramos esa prisa, una cárcel móvil que nos habíamos construido para nosotros mismos y que nos hacía sentir infelices pero seguros. Ese tren ha descarrilado con la crisis y, pese a que algunos jóvenes siguen corriendo tras las puertas de un metro que se cierra, la gente parece ir adaptándose al ritmo de las naciones decadentes. De alguna forma, presentimos que correr ya no sirve para nada, que apresurándonos no haremos sino agravar los problemas. No es una regresión en el tiempo, no exactamente, es la cultura posterior a la gran orgía, nos asomamos a las postrimerías de la opulencia y estamos aprendiendo a vivir de otra manera. De eso que está ocurriendo ya entre las masas silenciosas, los políticos, atentos únicamente a la obsesión patológica por un poder con el que ya no saben qué hacer, nada se dice en los telediarios ni en las reuniones de oligarcas. 

4. En las ocho horas que paso en Madrid recuperó una vieja sensación de obscenidad, algo así como un gigantismo mal entendido y que parece más bien corresponde a la hipertrofia de una ciudad que se sintió históricamente tan sobrada de espacio que creyó poder sobredimensionar todos sus proyectos, construyéndolos a la medida de sus sueños. Esto es inimaginable para un mediterráneo, incluso para Barcelona, que tramó su historia desde la estrechez de una muralla. 

Esta obscenidad de la Villa y Corte se advierte en el pulpo abierto que se exhibe en las vitrinas de un bar donde la primera sospecha es la falta de aseo y de discreción. Las calles del centro histórico o del metro enseñan a los zombis más capaces de revolverte el estómago, los mendigos más lisiados y que más sollozan... los yonquis más blancos y escuálidos (no había vuelto a ver a heroinómanos así desde los años ochenta). Ésta hegemonía en el horror parece corresponder a la misma lógica con la que se nos informa que Madrid posee los mejores lienzos, las tiendas más exclusivas o los mimos más hieráticos. 

5. Tiene razón Javier Marías: Madrid ya no es un lugar habitable, lo fue seguramente, pero ya no es éste su sentido, ahora es una ciudad-espectáculo, no por sus teatros o sus cines -ya nadie va a Madrid por estos- sino por ella misma, porque sus avenidas y sus aceras se han convertido en fetiches de la política, del arte, del drama de la Historia. Secretamente, Gallardón y sus sucesores les dicen a quienes se empecinan en seguir viviendo en el viejo Madrid que se larguen porque les molestan, pues constituyen un foco de resistencia frente al proyecto de ciudad-espectáculo que es lo que de verdad produce dividendos. Los museos, el Bernabeu y su sancta santorum en la sala de las Copas de Europa, el Congreso, la Gran Vía... todo forma parte de la misma lógica de ciudad simulada. No hace falta construir Disneylandia en Europa, las grandes capitales disimulan mejor que los parques temáticos su condición de artificio diseñado para seducir. 

No hay mayor utopía en estos momentos que exigir una ciudad más habitable; simplemente no es rentable, y ello convierte en escandalosa la propuesta.   

9 comments:

Anonymous said...

La última vez que estuve en Cataluña salí de allí con empacho. El tufo nacionalista es casi insoportable. La realidad es que a la mayor parte de los madrileños les importa bastante poco si Cataluña se independiza o no.

Madrid es una ciudad asquerosa. Esto es algo que solo puede detectar el que viene de visita muy de tarde en tarde. Los que nacimos y vivimos en Madrid no advertimos sus monstruosidades. Tal vez sea un mecanismo de defensa... sería imposible convivir conscientemente con las evidencias que describe en su entrada, David.

Existe otro Madrid que permanece oculto, como las catacumbas, mejor dicho, es Madrid la que se ha terminado ocultando. Lo que se ve a simple vista por un visitante es tan solo un artificio. Un trozo de tierra puede soportarlo casi todo pero quienes viven en ella no.

Los madrileños no son capital de ningún estado.

El Madrid que yo veo es la tasca donde nos reunimos los filosofillos fracasados del barrio El parque donde conviven compartiendo sol jubilados, parados, porreros, vecinos. El mesón "el patas" donde comes fiado a mediados de mes, la biblioteca de "la chata" donde encuentras de todo con la única condición de que tenga más de 20 años de antigüedad...

Mis vecinos, al igual que yo, sentimos que cruzamos la frontera cuando en coche, autobús, a pie o en metro cruzamos cierto perímetro y entramos en lo que precisamente se muestra a los de fuera como Madrid. En realidad los madrileños no están ahí, si acaso de paso.


Un saludo.

David P.Montesinos said...

Tengo en primer lugar que agradecerle su intervención, es enormemente deseable que alguien te postee para decir lo que tú no sabes, aquello que ha quedado fuera de la descripción que haces porque simplemente lo desconoces.

Debo salir del armario en este asunto: Madrid me fascinó siempre, a veces desde la distancia, a veces por la manera en que asomaba su gigantismo -inquietante para un visitante de provincias- cuando llegabas de madrugada a la estación de Atocha. Para alguien así, Madrid es una ficción. Probablemente yo no haya sabido entenderla, pero de lo que sí estoy seguro es de que no la entienden quienes desde lejos la detestan. NO es mi caso, digamos que me genera una extraña mezcla de seducción y aprensión. Créame si le digo que la segunda emoción es tan intensa como la segunda, pero me resulta difícil aceptar que sea una ciudad asquerosa, aunque tal cosa sea dicha por alguien que como usted, la ha vivido tanto como para ganarse el derecho a insultarla.

Lo curioso es que Barcelona me produce el mismo encuentro de sentimientos opuestos, aunque -pese a algunas coincidencias que los habitantes de una y otra megalópoli serían incapaces de reconocer- las razones de uno y otro sean muy distintas. Discrepo de usted en la impresión relativa al tufo nacionalista, creo que huele bastante menos a eso de lo que les gustaría a sus dirigentes, empeñados en convencer al mundo de que existe una base identitaria e incólume de lo catalán y que supuestamente pretende ser estrangulada por el centralismo del Estado. La Barcelona en la que pienso se parece más a la ciudad de los prodigios de la que hablaba Mendoza.

En cuanto a Madrid, siempre me ha parecido una ciudad dura y algo violenta, pero esconde maravillas como los lienzos de Velázquez. Además acaban ustedes de librarse de Esperanza Aguirre. Algo es algo.

Gracias por su aparición.

Anonymous said...

No trato de decirle nada que no sepa, David. Solo intento poner el acento en aquello que no siempre cuenta como factor en los juicios de muchas personas, por obvio que tal ingrediente sea.

Estoy totalmente de acuerdo en que es el poder quien decide aquello que refleja un territorio, la realidad intrínseca no se muestra...

ahora bien, cuando un pueblo saca al 25% de sus gentes a la calle creo se deberíaestimar representativo.

Si las razones esgrimidas por el poder y secundadas por esos participantes son en el fondo que les están robando"lo deseable es no compartir proyecto con un pueblo cuya catadura moral tolera tal infamia.

Esperanza Aguirre se ha marchado. Tenemos algo que celebrar...sde luego. Sin embargo tengo la sensación de que se ha ido una facha recalcitrante que jamás arremetió contra el plan de empleo rural en Andalucía o las prestaciones de los extremeños. Tampoco (que yo sepa) puso sobre la mesa lo cojonudamente que viviríamos los madrileños si el 75% de nuestros impuestos se quedasen en Madrid.
Supongo que no lo hizo no por falta de ganas, sino porque en Madrid es difícil encontrar a gente roñosa y egoísta hasta el punto de preferir que le bajen el IMV a cambio de retirarle a un jornalero andaluz lo que le permite dar un trozo de pan a sus hijos, cuando no hay tajo.
Lo gracioso es que ese “catalonia no es spain” intente ser vendido por supuestos sectores progresistas…. Los mismos que cuentan deformando la verdadera imagen de una ciudad de la que solo conocen por sus escaparates (iluminados por el poder) pero no respaldados por su pueblo.
Madrid continua intentando ser la capital de tan solo ese “no pasaran”

David P.Montesinos said...

Una de las razones de mi seducción por Madrid es probablemente ese "no pasarán", la idea del soldado que guarda heroicamente la capital frente al fascismo, y que la defiende hasta el último momento. Me gusta pensar que queda algo de eso, pero acaso sólo sea el recuerdo.

Fíjese. Tengo amigos y allegados en su ciudad, algunos me dicen del Principado lo mismo que otros allegados de aquellas tierras dicen de ustedes. He oído muchas veces la acusación de que, a cuenta de sus lloros y sus amenazas, los catalanes viven de esquilmar al Estado y de alcanzar una influencia política que no es equiparable al número real de votos que reciben los partidos nacionalistas. También he oído muchas veces lo de que el centralismo permite a los madrileños recibir beneficios de todo tipo de las que se carece en provincias. Me parece viejo y algo cansino este debate, me recuerda a la chorrada aquella de si los árbitros benefician al Madrid o al Barça.

No niego que en Catalunya el nacionalismo y, aún más, un secesionismo muy explícito tenga una fuerte implantación. No simpatizo con tal ideología y no solo no me parece progresista sino que más bien creo que arrastra una intensa carga de insolidaridad y falta de espíritu cooperativo. No debería extrañarnos tal cosa en la burguesía a la que tan cercano ha sido siempre el pujolismo. Más complicado es el tema en relación a los partidos que gobernaron Catalunya antes de la actual Convergència I Unió. Unos y otros pueden permitirse el lujo de mal gobernar su país porque al final siempre pueden echarle la culpa de todo al estrangulamiento financiero al que supuestamente están sometidos.

Ahora bien, no creo que tantas personas salgan a la calle por simple mezquindad. Mucha gente ha salido a la calle en todo el Estado en los últimos tiempos porque hay una sensación general de malestar. A mí me hubiera gustado que, además de banderas independentistas y gritos contra la opresión española, alguien se hubiera encargado de recordarle al amigo Mas que cargarse los servicios públicos es tan malo cantando Els segadors como siendo el más rancio de los españolistas. Y sin embargo creo que parte del malestar tiene causas, esas causas las han alimentado personajes como la señora Aguirre. Creo que hay un anticatalanismo galopante en gran parte de la derecha española y que eso genera una profunda antipatía hacia la idea de un proyecto unitario de estado.

Creo en suma que hay que escuchar lo que sobre la situación de Catalunya en el contexto del Estado dicen algunos catalanes sabios. Si me permite, me gustaría recomendarle un artículo de reciente publicación en El País por parte de uno de los periodistas más sensatos que conozco: http://politica.elpais.com/politica/2012/09/12/actualidad/1347463687_086735.html

David P.Montesinos said...

No sé por qué demonios no entra el link dichoso, bueno, no creo que tenga problemas en encontrarlo. El título es "Cataluña cambia de escenario" (Josep Ramoneda)

Anonymous said...

Gracias por el enlace, david.

"La recurrente confrontación entre el nacionalismo español y el nacionalismo catalán, con réditos electorales para las dos partes, ha sido expresión de la eterna incomprensión entre España y Cataluña y motor de desafección."


Que yo sepa en este artificio de país no se ha votado jamás nacionalismo desde que el dictador palmo bien expandido en su colchón. Si mal no recuerdo se han votado propuestas más o menos conservadoras de un corte u otro, pero jamás nacionalismo.

Puede que me falle la memoria pero a nivel de país nunca llegó al poder ningún partido con ínfulas patrioteras claramente definidas. Ni siquiera creo que los peperos con Esperanza Aguirre a la cabeza hayan promovido ningún tipo de nacionalismo españolista exasperado.


Aquí los únicos nacionalismos conocidos y probados son los que son. ¿tal vez esos nacionalismos son menos rancios? Esos si son votados en las urnas... Pero por alguna extraña razón son progresistas...

A nivel personal deseo que todos y cada uno de los pueblos que deseen ser independientes lo sean. Me consta que la inmensa mayoría de mis vecinos piensa igual que yo.

Estoy bastante orgulloso de que parte de mis impuestos vayan a parar a gentes de otras provincias que necesitan más un subsidio que yo un cambio de adoquines en mi calle.

son formas de ver las cosas....

David P.Montesinos said...

Cuando le leo percibo que nuestra discrepancia es escasa, pero hay momentos en que no coincidimos, creo que por una cuestión de enfoque. Trataré de precisar cuál es el mío.

No soy nacionalista, y eso tiene algún sentido decirlo en el País Valenciano, donde hay una tradición de catalanismo nada despreciable, sustanciada a partir de intelectuales tan serios como el suecano Joan Fuster. Jamás simpaticé con el proyecto dels Països Catalans, pero advierto algunos valores interesantes en la tradición que reivindica una cultura autóctona y ha propiciado el desarrollo de instituciones de autogobierno. No pretendo ser neutral ni quedarme en ninguna tierra intermedia, intento simplemente ser justo y evitar maximalismos.

Yo creo que sí existe un nacionalismo español y que la derecha española lo habita sin querer reconocerlo. Dijo Franco que la nación debía ser "una, grande y libre". Si el Régimen insistió tanto en la unidad nacional es porque sabía que siempre habían existido en el seno del Estado sensibilidades que no comulgaban con el modelo que impuso su Dictadura, un modelo en el cual cualquier asomo de federalismo o cantonalismo, cualquier sugerencia en favor de los hechos diferenciales -respecto a cuya existencia y derecho yo no albergo ninguna duda- le parecía ilegítima y perseguible. Prueba de ello es la enorme cantidad de niños valenciano-parlantes que por estos lares fueron reiteradamente reprobados y castigados por hablar la lengua vernácula entre ellos en las escuelas del Régimen.

En un congreso del partido el actual líder de la derecha española proclamó que "la nación no es discutible ni interpretable, yo no estoy dispuesto a permitir que se interprete", lo que fue secundado con una gran salva de vítores.

El nacionalismo español niega tener tal condición porque es la única forma de nacionalismo que se ha institucionalizado como Estado. Que España sea un Estado no me parece en sí ni bueno ni malo, es lo que la historia ha determinado, es el resultado de un proceso incubado durante siglos, pero precisamente por eso, porque es histórico, no se lo puede declarar sagrado e incuestionable. Decir que en todo caso el patriotismo español es incluyente y el nacionalismo periférico excluyente me parece ventajista, pues un modelo de Estado que no admite ningún debate sobre la autodeterminación de las comunidades históricas me parece excluyente en otro sentido.

Me molesta que Aguirre sugiera que se debe impedir la celebración de la final de Copa en el Bernabeu porque sabe que el himno y el Rey van a ser silbados. La Constitución española es seguramente dudosa en muchas cosas, pero protege y alberga a todos los ciudadanos,incluso a los que discrepan de ella y preferirían no vivir bajo sus normas.

Me molesta que el señor Aznar -que tiene una rara habilidad para hacer que muchos nos sintamos amenazados cada vez que abre la boca- diga que lo que nos hace falta ahora es más patriotismo.

¿Nos llegan también este tipo de soflamas desde el Principado por tipos como Mas, Carod y similares? Sí, desde luego, y son igualmente pelmas y manipuladores.

Yo creo que el PP sí obtiene réditos electorales de su nacionalismo. Aunque, como usted sabe, luego no tienen grandes problemas en pactar con los catalanes y hasta en hablar catalán en la intimidad si es lo que toca. Y, por cierto, suelen estar de acuerdo en aprobar leyes para desmantelar los servicios públicos, beneficiar a los banqueros o reprimir libertades ciudadanas.

Anonymous said...

Yo creo que el nacionalismo castellano se apoderó hace bastantes años del resto de nacionalismos a los que condenó a prisión perpetua.

desgraciadamente para el n acionalismo castellano no ha conseguido ahogar los nacionalismos periféricos, y periódicamente se amotinan.
Veremos lo que curre ahora.
Detella.

David P.Montesinos said...

Hola, Detella, me alegra volver a leerle. Para que el nacionalismo castellano acabara con los demás, temo que tendría que exterminar a todos los que no comparten su sensibilidad.

Temo, de otro lado, que este tipo de amotinamientos encuentran su mejor caldo de cultivo en tiempos difíciles, el actual por ejemplo. Y bien que lo saben los políticos, siempre dispuestos a extraer rédito de este tipo de encontronazos emocionales. Sospecho que la alta burguesía catalana ya debe haber advertido al señor Mas que ande con cuidado, que la pela es la pela y que lo del secesionismo tiene sus riesgos. Ya lo ve, el dinero siempre tiene mucho que decir, también en cuestiones supuestamente sentimentales.