Saturday, March 02, 2013



EN LA MUERTE DE STÉPHANE HESSEL



Una cosa es segura, el anciano que acaba de morir no era un cualquiera. Hace casi setenta años los nazis, después de torturarlo, lo condenaron a la horca por su participación en la Resistencia Francesa. Tuvo la sangre fría para cambiar su identidad por la de otro prisionero que acaba de morir de tifus, lo que le salvó milagrosamente de la muerte en el campo de concentración de Buchenwald. Fue a parar a otro infierno, Dora, un centro destinado al exterminio, descrito por él como "el horror puro y absoluto", donde desnudaba cadáveres cubiertos de sangre y excrementos por dos rodajas de salchichón. Tras el armisticio participó en el equipo que redactó la Carta de los Derechos Humanos. Creo que a esto, más que al hecho de haber sobrevivido de forma reiteradamente milagrosa, obedece aquella frase que se ha hecho célebre: "Luché contra Hitler y gané".




En la vejez le llegó el éxito editorial con Indignaos!, un breve y urgente ensayo donde declara el derecho de las masas, y en especial de los jóvenes, a protestar airadamente contra la  trama de tiranía financiera que se ha instalado en nuestras sociedades y amenaza seriamente con estrangular las libertades. Una curiosidad: poca gente sabe que los padres de Hessel fueron junto a Marcel Duchamp los protagonistas del extraño triángulo amoroso que inspiró Jules et Jim, joya del cine de François Truffaut. 

No estoy dispuesto a sufrir en lo más mínimo con la controversia relativa al verdadero valor intelectual de Indignaos! Lo leí porque consideré en su momento que era oportuno hacerlo, y desde la primera página tuve la certeza de que no me encontraba ante un sesudo trabajo académico, sino más bien ante un panfleto, con todo el respeto que me merece la tradición panfletaria. Acepto a este respecto la opinión de Fernando Savater, quien calificó el texto de "esquemático y sencillo", estimando con la visión propia de un pensador experto que el verdadero motivo de reflexión estaba en la explosiva repercusión del escrito. Me siento más lejos de la opinión de Arcadi Espada, quien lo calificó de "marxismo de cuarta división", lo que constituye una invitación a ignorar el texto y sus consecuencias. El desprecio de Espada viene muy bien si lo que a uno más le tienta es la pereza; dijo que "Stéphane Hessel no es nadie" y dio el tema por cerrado. Es fácil captar un pesebre más o menos adicto de lectores cuando uno se dedica a soltar sentencias a bajo precio. 

Tampoco me preocupa en exceso el debate sobre si Indignaos! es o no el libro de cabecera de los actuales movimientos sociales opuestos al modelo de globalización financiera y surgidos a partir de las protestas en el Foro Mundial de Seattle en 1999. Parece poco cuestionable el efecto del texto sobre las movilizaciones sociales que tuvieron lugar en las capitales españolas hace un par de años, en lo que se llamó el 15M, Democracia Real Ya, Spanish Revolution o, siguiendo directamente la consigna de Hessel, los Indignados. No creo sin embargo que estemos sólo ante una fórmula afortunada y oportuna. Antes de hablar de su autor como un vejete entrañable o, peor aún, como un don nadie, sería sensato leer su escrito, y me inclino por aconsejar que dicha lectura conduzca a la de otros textos esenciales para entender lo que nos está pasando como El informe Lugano, de Susan George, o La doctrina del shock, de Naomi Klein. 

Tampoco es mala idea preguntarse por qué a muchos jóvenes inquietos por el derrotero que están tomando nuestras comunidades les atraen tan poderosamente nonagenarios como Saramago, Sampedro, Chomsky o Hessel. Pasó en los sesenta con Bertrand Russell, quien denunció en sus últimos meses de vida la indecente hipocresía de la política exterior norteamericana en un libro tan trascendente como Crímenes de guerra en Vietnam. Los jóvenes están acostumbrados a que los adultos les inciten al conformismo, la pasividad y la obediencia, a que les afeen su conducta tachándoles de inútiles. Cuando un viejo les anima a rebelarse, a sentirse valiosos y responsables para combatir contra la injusticia, entonces abandonan la propensión a no escuchar a los adultos con la que afrontan eso a lo que los sociólogos llaman el vacío intergeneracional.  Puedo especular sobre qué incita a un decrépito cascarrabias a emplear los últimos años de su vida en lanzar invectivas contra los oligarcas del mundo: la melancolía insoportable al contemplar el fracaso o la fragilidad de todo aquello por lo que han luchado durante tanto tiempo, la sensación de que no queda tiempo y es urgente rebelarse cuando ya no hay nada que perder... No lo sé, pero de lo que sienten los jóvenes, de eso sí puedo hablar porque trabajo a diario con ellos. Y me parece insultante ningunear esa misteriosa seducción que generan personajes como Hessel.  


No sé en cualquier caso qué lugar dará la historia a Indignaos! Pero hay un detalle que no pienso pasar por alto. Con Stéphane Hessel se va el último participante vivo en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Bueno es precisar -Hessel ha insistido en ello- que se la terminó llamando "universal" cuando la intención original de las naciones que ganaron la Guerra era llamarla "internacional". La diferencia no es baladí, como no lo es el hecho de que se la haya considerado una declaración "orientativa", cuando no tengo duda de que el deseo de los autores era tan ambicioso como crear un gran modelo jurídico para regular la convivencia entre los seres humanos y perseguir a los torturadores, los dictadores y los que propagan la violencia, la explotación y la miseria. 

Dos ancianos que participaron en la Guerra Civil y fueron después, a riesgo de su vida, luchadores contra el franquismo, me dijeron en una ocasión que, pese a todo, la España en la que vivimos es mucho menos injusta, menos violenta y menos indigna que la que ellos conocieron, aquella que conoció una guerra con un millón de muertos y tanta y tanta infamia. Hessel afirmó poco antes de morir que el mundo sigue siendo profundamente injusto, pero mucho menos de lo que fue antes de que apareciera aquel texto en cuya redacción participó hace casi setenta años. 

Demasiado como para sentenciar que "Stephane Hessel no fue nadie". Valiente majadería. 

14 comments:

Tobías. said...

En la reseña de escépticos con la obra de Hessel falta el más impresentable fantasmón de la derecha, el señor que presume de libertino y no es más que un siervo adulador de sus señoritos: Sánchez Dragó. El autor de ese hito de la literatura fascista que es “Gargoris y Habis” dijo de Hessel que era un tontuelo cuyo panfletillo insultaba la inteligencia. Y concluyó su habitual provocación de bajo estilo diciendo que si Hessel se había forrado con “Indignaos”, el publicaría una respuesta con un título mucho más adecuado: “Resignaos” o “Divertíos”.

Dragó, siempre tan ocurrente, es un cobarde que presume de haber sido encarcelado por el franquismo pero que, a poco que investiguemos, quedó muy lejos de esos lugares en donde se ganan las cruces de hierro (parafraseo tu afortunado post sobre Albelda y la película de Peckimpah); desprecia a Hessel porque Dragó no es más que un lacayo incapacitado para entender la protesta, la indignación contra los poderosos o la rebelión en defensa de un mundo mejor para todos.

Leí “Indignaos” como el escrito de un personaje que poseía eso que los romanos llamaban auctoritas, la capacidad de aquel que está legitimado moralmente para orientar o aconsejar. Tal vez esperaba algo más radical y combativo pero no me sentí decepcionado, me pareció que era la obra que recogía una aspiración más o menos difusa y urgente, además de necesaria, porque revelaba nuevas perspectivas de cara a los acontecimientos que se avecinaban. Era, ni más ni menos, una convocatoria a la participación democrática que desbordara instituciones que apenas poseen verdadera legitimidad.

El panfleto incita a la rebeldía y la responsabilidad, también se puede entender como un llamado a superar el miedo y la inercia. Es evidente que la España actual es muy diferente a la España franquista, o a la España que se desangró durante la guerra, lo que pasa es que yo creo que eso no puede servir para desestimar un análisis de los posibles errores del pasado. Sin volver a la vieja obsesión con la Transición, lo que yo me pregunto es si el miedo es un referente para construir una sociedad mejor a partir de lo que tenemos –que sin duda, es mejor que una dictadura-. Silenciar la República o cubrirla de infamia mientras se valora la presunta responsabilidad de los españoles durante la Transición, la capacidad para establecer consensos, las renuncias para evitar el conflicto y todas esas falacias que constituyen esta especie de mito fundacional de la democracia, es encumbrar el miedo en lugar de la dignidad y la rebeldía de quienes murieron luchando contra el fascismo. En este país –a pesar de todo- al rey se le considera como el héroe salvador de la democracia, mientras que los que lucharon por la democracia, tanto durante la guerra como en la resistencia contra el franquismo, fueron olvidados y eliminados como referente para fundamentar una democracia. Esto es algo que no ocurrió en ninguno de los países que combatieron durante la Guerra Mundial y, en mi opinión, es una de las taras que siguen dificultando el nacimiento de una conciencia cívica y la movilización contra un sistema caduco.

Anonymous said...

Este señor consiguió poner de manifiesto que para que las nuevas generaciones capten un mensaje, hay que dirigirse a ellos con un folletín. El éxito de este señor es la constatación de que estamos jodidos.

Por supuesto los gobernantes están encantados, al igual que los poderes económicos. No me extrañaría que terminasen incluyendo esta obra como asignatura obligatoria de secundaria.

David P.Montesinos said...

Hola, Tobías. Sobre Sánchez Dragó tengo poco que decir: no me atrae, no me hace gracia, no le confiero "auctoritas" de ningún tipo, no me interesa... Es posible que me esté perdiendo un gran talento, pero nunca lo sabré, pues no voy a leerle nunca ni aunque viva siete vidas. En la que tengo emplearé mi escaso tiempo en menesteres mejores, y aconsejo a todos que hagan lo mismo.

De todo lo que dices de Hessel, me llama la atención el calificativo de "urgentes y difusas" relativo a las aspiraciones que Indignaos recoge. Creo que llevas razón, y que lo de urgentes es poco controvertible, pero lo de "difusas"... No digo que no refleje verdad, pero es un adjetivo del que derivan muchas de las acusaciones que se han lanzado sobre los Nuevos Movimientos Sociales, cuyo eje sería el Foro Social Mundial: inane, intransitivo, volátil. La lectura de textos de autores tan cercanos a Hessel como Susan George o Naomi Klein podría ayudarnos a refutar tales presunciones.

Respecto a la Transición -no debe ser casualidad que se suela escribir con mayúsculas- comparto tu interpretación. Quizá mi distancia está en lo recurrente que es este asunto en tu pensamiento. Creo, como tú, que el miedo paraliza, y que por eso es el alma maestra de las dictaduras, incluyendo dictaduras como este despotismo financiero y de la realpolitik que estamos viviendo. En esto, la imagen ideológica de la Transición juega sin duda un papel entre nosotros, pero creo que, en tanto que factor local, no es el más determinante. ¿Por qué? Básicamente porque la entrada de la globalización en los espacios locales tiene, por encima de todo, un valor desestructurador. En otras palabras, que la mundialización vertiginosa del capitalismo y su consiguiente crisis han actuado como un tsunami, ahogando tantas estructuras anteriores, que ni lo bueno ni lo malo de las estructuras locales parecen poder sobrevivir.

Me gustaría explicar más en algún momento esta posición, y por supuesto debatirla, si te place.

David P.Montesinos said...

Aunque no serán los mandarines, querido anónimo, quienes nos hagan incluir el libro en el temario, habremos de ser nosotros, los profesores de Ética, pero habremos de darnos prisa, pues el amigo Wert planea cargarse las materias donde el debate y el intercambio de ideas son posibles.

Anonymous said...

Tengo la sensación de que Wert incluiría de buena gana folletos de este calibre aun cuando tenga intención de cargarse la asignatura de filosofía. No sé si con ello los socialistas quedarían satisfechos o tal vez preferirían que se simplificase un poco más la obra.

David P.Montesinos said...

Sigo pensando que es recomendable leer "Indignaos!", me parece mejor leer eso que leer cosas mucho más banales, o que no leer nada, dicho sea sin dejar de reconocer que el texto, en consideración a su enorme repercusión, puede resultar decepcionante. De todas maneras insistiría en recomendar que se pasara de esa lectura sencilla a otras mucho más serias, y pienso por ejemplo en La doctrina del shock, de Naomi Klein. No creo que al señor Hessel le pareciera mala idea. En cuanto a Wert... sospecho que sería feliz si la gente no leyera nada o, en todo caso, las obras completas de San José María Escrivá, La Razón o el Marca.

Anonymous said...

Se empequeñecen las aspiraciones, se otorga valor a lo que en un tiempo se daba por "sentado".

Me sorprende que Tobias cuasi se escandalice de que un mediocre militante de la derecha más inculta de este pais navegue viento en popa toda a vela en aguas dispuestas para un cicatero tripulante.

Invocar a la lectura, sea cual sea esta, es irresponsable. Mediante determinadas lecturas las masas reciben hostias, mediante determinadas lecturas las gentes se juegan su físico ignorando que alimentan al poder establecido. Leer no es un fin, es un medio.

Nada... nada en absoluto sobre la responsabilidad; consumir productos que compran el modelo de producción. Ni una sola reseña a la lucha de clases. Ausencia de consideración alguna sobre el equilibrio entre la fuerza laboral – demanda, más bien todo lo contrario.

La obra de este señor será implantada en la educación de nuestros niños... Los romanos implantaron la religión católica. Un éxito .

La cueva del gigante recomienda indignaos. El futuro de nuestras gentes entregadas augura unas pieles super curtidas a base de recibir hostias. Los obreros competirán como perros,pero serán felices.

Mano de obra liberalizada a nivel mundial.

"las causas no son las mismas"

Lamentablemente el fascismo no está en un frente... Es mucho peor. Forma parte de la columna vertebral de la sociedad donde vivimos. Nuestros intelectuales (al contrario que en su época) no nos salvarán de la catástrofe.

Estamos solos.

David P.Montesinos said...

He nombrado a Naomi Klein. Sobre el lugar del consumidor y la posibilidad de convertirse en poder crítico e incluso transformador a partir del rol que el mercado le otorga recomendaría su primer ensayo, "No logo". Respecto a la lucha de clases, fíjese, me pilla ahora mismo leyendo a Toni Negri, "Marx más allá de Marx", un trabajo de 1978 revisado décadas después. Leer de nuevo a Marx y, en general, los textos clásicos del movimiento obrero, con una mirada capaz de trascender las intenciones y las circunstancias del autor que puso con tanta maestría en conceptos la era de la revolución industrial. Trascender incluso la propia marxología. En cuanto a Hessel, no le pidamos más de lo que indica la prudencia. Su texto es un alegato contra la dictadura de la indiferencia. Está bien como está, y leamos más.

Tiene usted razón, leer no es un fin en sí mismo. Como dijo Kant, la filosofía sin un proyecto sobre qué hacer con la vida de la comunidad es filodoxia; como dijo Marx, no es ya la hora de interpretar el mundo si lo que se pretende no es transformarlo.

Anonymous said...

Me he leído la recomendación (No Logo) - el de Mars ya lo había leído - solo puedo dedir que es un truño.
Desde luego está en la línea folletín de "indignaos", obviedades, revoluciones de salón políticamente correctas enarbolando la bandera de la nada.

El capitulo dedicado a China es apoteósico... La denuncia a la manipulación informativa, las represalias al mundo occidental etc etc etc. Es infantil.

Podria haberse resumido alertando a los consumidores: si compran productos chinos les están comprando su modelo, luego, consumidores previamente productores, están pidiendo a gritos una reconversión. Solo en cabeza de niños puede permanecer la idea de producir por valor 1X y comprar por valor 2X.

Sobre el libro de Marx, no le diré que es otro truño. Aun siendo un refrito de intenciones supuestas dispuestas para comensales sin el más mínimo interés por molestarse en pensar, sigue siendo demasiado dificultoso para quienes se movilizan por "indignaos".

Ya no diré más aquello de estamos jodidos, está claro que "cientos de miles" ven esperanza en infantilizar las ideas. Desde mi punto de vista, de seguir por ese camino debiese rescatarse a Gloria Fuertes, o a los payasos de la tele para transmitir una idea a una población que se supone cada vez mas imbécil e imposibilitada en el ejercicio de la decisión.

Aunque tal vez permanezca la duda sobre si un "tonto" lo es en tanto se le trata como tal o lo es per se.

Un saludo.

David P.Montesinos said...

Siento que no lograra interesarle La doctrina del shock, a mí me parece básico. Recomiendo su lectura porque, a la hora de entender las claves ideológicas del Foro Social Mundial, me parece mucho más denso, documentado y útil que el panfleto de Hessel. Respecto a Negri, comparto su escepticismo en cuanto al poder que puede tener en para extender lo que el marxismo clásico llamaría la conciencia de clase. Marx fue árido y encarnizadamente erudito en El capital, no así en el Manifiesto, un escrito de urgencia que se les encargó a él y a Engels como un texto de combate en un momento de enorme tensión social en las naciones europeas que habían experimentado las consecuencias de la revolución industrial. El libro de Negri es el de un académico, hay momentos en que incluso alguien que lleva toda su vida estudiando puede tener dificultades para entender todo lo que dice respecto a la trascendencia de los Grundrisses. En cualquier caso, es el Negri de 1978, el Negri de los escritos posteriores modificó su metodología y amplio sus referentes intelectuales.

Siento enorme respeto por ambos autores, me refiero a Negri y a Klein, claro. ¿No es usted demasiado taxativo en algunas de sus valoraciones?

Anonymous said...

A mi me interesa todo. Incluso lo que se recomienda a los niños. Basico, como usted bien dice.

Recomienda su lectura por qué , como buen profesor, liga sus recomendaciones a críos de instituto. Pero…

Leer a negri es una cosa, las interpretaciones, masticaciones, digestiones o como decía Ortega: Darle al pueblo las ideas ya pensadas...

La infancia me produce nostalgia.

David P.Montesinos said...

Creo que las ideas cuando están bien elaboradas y documentadas deben circular y suscitar debate. Respecto a la infancia... alguien dijo que es el paraíso del hombre, pero a veces veo demasiada puerilidad en los medios. Son cosas distintas, claro.

Anonymous said...

No he sido yo el que ha dicho aquello de pueril... pero una vez más, esta usted acertado.

Hablar para niños no es algo carente de importancia, todo lo contrario. Si se sabe que se habla para ellos, no para adultos, es algo realmente inconmensurable.

David P.Montesinos said...

Ya lo sé, lo he dicho yo. De acuerdo en lo de los niños, en lo de la inconmensurabilidad.