Friday, July 12, 2013




EL GORILA

Un incidente en el Bioparc de Valencia, hace unas pocas semanas. Un grupo de turistas nacionales de avanzada edad está montando un cirio de miedo en el habitáculo donde, a través de un grueso cristal, el público puede contemplar un grupo de grandes simios. Vociferan, se ríen  estruendosamente de sus propios chistes, hacen mofa de los colmillos del gran gorila, de su supuesta fealdad y su cabezota, de su pene... Nadie observa nada, ninguno está entendiendo nada de la escena que presencian; son un hatajo de paletos, bárbaros que se han dejado cuatro céntimos para que el escenario les regale unas cuantas monerías, incluyendo al joven vigilante, cuyas apelaciones al silencio y el respeto son desoídas reiteradamente por la comitiva. De repente, en medio del guirigay y harto de tanta tontería de seres a los que sin duda desprecia, el macho se levanta y tras estrellar su dorso contra el cristal, alza sus doscientos kilos ante los intrusos y se golpea el pecho enfurecido. El terror consiguiente entre estos desencadena una estampida. Se hace el silencio, hay incluso alguna llantina...La cólera de Dios: no tengo ninguna duda.

Situaciones similares se dan a menudo en esta variante un tanto rara de homínido que es el sapiens. He visto a profesores dando una lección memorable en la universidad mientras la mitad de su joven auditorio le ignoraban con estúpidas sonrisas dedicadas a la tablet a la que entregaban su atención sin ningún pudor. He visto a un necio hablando por el móvil a mi lado en los últimos instantes de Dublineses en la noche de un cine de verano. 

Digo todo esto porque no pretendo escribir un alegato en defensa de los animales. No estoy preparado para ello, tampoco para disertar sobre la conveniencia de los zoológicos, incluyendo estos que se construyen ahora donde los animales gozan de relativa libertad y no habitan las tradicionales jaulas. Pero sí sé que forma parte del hábito de los seres humanos, en especial cuando actúan en manada, ignorar las reglas más básicas del respeto. 



También conozco el tipo de emoción que en mi hija despiertan los animales. No sólo las grandes especies de la sábana o la selva ecuatorial, acaso le atraigan más, extrañamente, los pequeños reptiles, los insectos e incluso las ranas. Qué animales, por cierto, tan seductores las ranas. 

Recientemente tuve la suerte de pasar una hora inolvidable con ella en esa sala de los grandes simios. Se desataba una violenta tormenta sobre Valencia, de manera que nadie entró en ese largo rato. Nos sentamos delante del gran gorila, quietos y silenciosos, para no incomodarle. Nos miraba de vez en cuando de reojo. Estaba majestuosamente apoyado sobre una pared, sin apenas moverse, limitándose a recibir la lluvia con indiferencia. 




Cioran dijo algo interesante sobre la pasividad de los grandes gorilas. "Sentados sobre la hierba pasan horas sin moverse. ¿No se aburren?, pregunta alguien, pero esa es una pregunta de hombre, es decir, de una criatura que, atrapada por el miedo, origen de toda agitación, atribuye absurdamente a la acción el prestigio que se niega a conceder a la inacción." 

Esa mirada... Tras esos ojos selváticos se diría que un dios nos escruta. Nunca hallé en cruces ni en vírgenes el poder del espíritu que presentimos aquella tarde en la mirada del gorila.   

9 comments:

Anonymous said...

El profesorado de este pais debiese tener muchísimos más recursos que con los que cuentan los gorilas.

David P.Montesinos said...

No sé si le entiendo bien, me gustaría saber a qué se refiere y que perdiera un poco más de su tiempo conmigo. Quizá le preocupe el tema de la evolución de los zoológicos, con todo lo que implican respecto al tráfico de animales, la cautividad, el maltrato... Tengo una visión insuficientemente madurada de este tema, sólo algunas impresiones de alguien que conoció durante años el antiguo zoo de la ciudad, que era un recinto espeluznante.

Respecto a lo de los recursos del profesorado, un compañero me dijo una vez que las escuelas tienen cierta función de "crianza en cautividad". Le he dado vueltas a la imagen, que tiene su gracia, pero que resulta también muy inquietante. Ya que estamos en esto, mi mayor queja como docente en relación a los recursos es la barbaridad de las ratios -cantidad de alumnos por profesor-, que imposibilita realizar ni un cuarto de la faena que cada alumno requiere para que el instituto sea un centro de atención y no, como el zoo, de reclusión o, como se dice ahora, un "aparcamiento de adolescentes".

Anonymous said...

La evolución de los zoológicos me preocupa grandemente, sin embargo no iba por ahí mi comentario.


Lamentablemente existen más gorilas en las aulas que en los despachos.

David P.Montesinos said...

Yo diría que tenemos un régimen que "engorila" a la gente, pero tampoco sé si se refiere a algo así.

Anonymous said...

Hablando de Gorilas... Hoy me he enterado que en Madrid (esa ciudad, donde nací yo, mis padres,mis abuelos, que le confesé me parecía "asquerosa" y aun paso de la inhabitabilidad después de 25 años de gobierno de tinte conservador rancio y paleto) sube las tasas universitarias un 25% que se suman a las subidas anteriores.

No he sido de los que se han escandalizado con la propuesta del alienado ministro sobre elevar la nota media para acceder a una beca, creo que, aunque con matizaciones, nadie debiese considerar que una nota media de 6 suponga una criba decisiva en aquello de las "oportunidades". Yo mismo, con un cerebro mediocre, voluntad e interés ciertamente "mejorables" creo recordar rondaba esa nota.

La subida de tasas sin embargo supondrá una criba de corte fascista en tanto no discriminará entre quienes alcancen esa nota media, sino que serán expulsados todos aquellos sin los recursos suficientes. Conozco a muchas gentes que asumen sus notas no les permitirán ser becados. Trabajan para pagar sus estudios – en algunos casos también para vivir y mantener a sus familias.- que el curso que viene no podrán matricularse.

Me parece excesiva la pasividad de una población que a la velocidad de la luz está viajando a la edad media. Mis rencores hacia el sistema educativo se acrecientan ante la falta de preparación que muestra una ciudadanía que se sigue comportando como un rebaño de borregos. Sin la más mínima operatividad para ser electores, por ende, para vivir en democracia. (dictadura del pueblo que según su nivel de ilustración, puede ser una dicha o peor que vivir bajo el yugo de Torquemada.)


Solo puedo reiterar aquello que le comenté: necesitamos más "gorilas" en los despachos, acojonando "con la mirada de un dios" a todos aquellos que sean responsables del despropósito que estamos viviendo.

No necesitamos gorilas en las aulas. En los dos casos se reprende se "insta" se "conduce" o en último termino se obliga.

Decídase a quien procede en estos momentos amedrentar con la autoridad de uno de los animales más "reflexivos" que conocemos.
Creo, sin pretender ser alarmista ni oportunista, estamos ante un momento decisivo. La facticidad del pensamiento que domina a un pueblo que baja los brazos es una evidencia que debiese avergonzar a intelectuales.

David P.Montesinos said...

Comparto en todos sus términos su reflexión sobre la nueva normativa madrileña respecto a tasas universitarias. Mi problema tampoco es con el "seis", creo que el Gobierno alude a la excelencia académica y a la por él llamada "cultura del esfuerzo" en un sentido perverso. Tales argumentos podrían valer, pero no con el propósito con el que se están utilizando. Creo en el mérito académico, creo que todo estudiante debe saber que tiene una obligación con una sociedad que le está becando incluso cuando no lo hace explícitamente. Pero, insisto, en Wert tales manifestaciones son pura demagogia en la que él es el primero en no creer. Las usa para justificar recortes cuyo objetivo, además de ahorrar gasto público, es fomentar la privatización de los establecimientos educativos y promover la brecha social, perjudicando a quienes no pueden pagar y arruinando un principio tan básico de las democracias contemporáneas cual es el de la educación entendida en el sentido del ascensor social.

También creo en la condición decisiva del momento en que nos hallamos. Creo no ser tan pesimista como usted respecto a lo que nos depara el futuro a corto y largo plazo. Mi razón, aparte de una candidez cercana seguramente a la neurosis, es aquello de Gramsci del "pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad". Y, como kantiano cada vez más afianzado, no encuentro agente de transformación más revolucionario que la voluntad racional.

Y sí, la mirada del gorila debería inquietar a más de uno.

Anonymous said...

Siento curiosidad al respecto de su optimismo kantiano: ¿se refiere a la prudencia que se haya en "la razón práctica"? Si es así, creo que ya se ha puesto en funcionamiento. Como decía el tal Nelson “la sanidad, educación, seguridad etc siempre serán servicios que funcionen muy por debajo de las posibilidades de los pueblos, pero, por un lado nos hacen dependientes, por otro compran nuestra voluntad por bastante menos de que lo que la podríamos haber vendido” lo que es equivalente a esa “prudencia” que mana de la necesidad puntual para conseguir ciertos objetivos.

No concibo una transformación tan profunda del estado como para convertirse en motor social y no lastre sin que el estado mismo deje de existir. A estas alturas contar con la benevolencia o buenas intenciones de aquello de lo que la sociedad se ha convertido en yonki “los mercados” creo es pecar de un optimismo cuasi religioso.

Lamento si resulto grosero, pero reitero, los intelectuales no pueden pretender reeducar al poder, deben combatirlo, y deben hacerlo ya, salvo que se asuma el hundimiento de el poder (agujero negro que se traga todo lo que se cruza en su órbita, y a quienes desgraciadamente están en su campo gravitatorio)y los que los sostienen.

David P.Montesinos said...

El concepto de Poder es complejo. Debemos luchar contra el Poder soberano cuando su acción institucional supone la cristalización del dominio. Esto significa que, en la medida en que estrangula la capacidad de las personas y los colectivos para participar en el espacio público, el Poder soberano -en la línea del Antiguo Régimen o de los Estados modernos- es enemigo de los ciudadanos -a los que ha convertido en súbditos, cuando no en esclavos- y debe por tanto, como usted afirma, ser combatido por los intelectuales y por los que no lo son.

Ahora bien, el poder es más cosas. Creo que disponemos de poder, o mejor, que somos capaces de construir poder, si lo entendemos como la facultad de instituir o como la de conseguir influir sobre el pensamiento y la conducta de otras personas y colectivos. Y de ese ejercicio pueden esperarse consecuencias cuanto menos esperanzadoras.

No soy exactamente optimista, quizá quiera aferrarme al principio de que nada está escrito, que no hay más destino que el que trazamos para nosotros mismos y que las cosas del pasado hubieran podido ser de otra forma. Mi optimismo de la voluntad es, por tanto, el que tomo de Gramsci, escritor al que releo últimamente de forma recurrente. Se puede esperar cualquier cosa de nosotros, en esto consiste mi optimismo, que, como ve, anda muy matizado. Lo que no puedo pensar es que nuestras circunstancias y nuestro discurrir histórico sea el deseable y nos haya de infundir tremendos ánimos.

David P.Montesinos said...

Mi referencia a Kant... Yo creo que estamos ante el pensador más decisivo de la modernidad, y lo estamos porque el poder crítico de su filosofía, a la par que tremendamente cauteloso y metódico, alcanza dimensiones revolucionarias cuando nos hace descubrir que lo que llamamos verdad, realidad o experiencia, son en realidad producto de una construcción prefijada por la propia Razón.

En suma, somos nosotros mismos los que, a través de la Razón, cuyo mapa Kant diseña con una precisión de colosos, imponemos un sentido al exterior al que nos enfrentamos. En relación a la razón práctica, Kant tiene la sensatez de romper con el dogmatismo de la tradición metafísica, situando los viejos ídolos religiosos en un horizonte difuso, y convenciendo al sujeto de que es él quien ha de darse a sí mismo sus propias normas morales, sin excusas, sin posibilidad de que otros puedan decidir por él, como se ha creído durante milenios. Kant funda el sujeto racional que caracteriza el mundo moderno del que, para bien o para mal, formamos parte.

Déjeme que en algún momento, con tiempo, porque el tema lo merece, le explique mi posición respecto al tema de los servicios públicos.

Un placer.