Friday, June 06, 2014

REYES




No sé si termina de venirnos bien este rebrote de la controversia sobre la monarquía. No propongo la indiferencia ni la neutralidad, es más puedo ser concluyente y aseverar que el derecho dinástico es un residuo del Antiguo Régimen y, por tanto, una inquietante hipoteca del pasado en las sociedades democráticas contemporáneas. Por más que sus leales intenten revestirla de normalidad desritualizando su sistema de señales, la monarquía parece más una pieza de museo o un entretenimiento de revista del corazón o de parque temático que una institución seria y acorde a los tiempos. 

Mi problema no es, pues, que se debata la legitimidad del régimen monárquico; hace ya casi cuarenta años que algunos vivimos con ese interrogante en la boca sin que se nos preste atención. "¿Qué te habrá hecho a ti el pobre de Juan Carlos?", solían contestarme cuando preguntaba a mis mayores por qué nadie pidió mi opinión respecto a si quería tener un rey. A mí el Borbón no me ha hecho nada, diría que incluso me resulta simpático de no ser porque algunas de sus conductas se me antojan harto reprobables, será porque me gustan los elefantes y los osos. En todo caso se dedican él y su familia a vivir sin trabajar a costa de mi dinero, pero en eso no son los únicos ni los peores. Lo que de verdad me ha hecho es convertirse en Jefe del Estado sin mi permiso o mi aquiescencia, algo inexplicable en democracia, donde los cargos no se heredan porque son electivos, transitorios y revocables.


 "Tú no votaste al Rey, pero yo sí", me dijo mi padre, "lo hice al votar la Constitución". Que yo sepa las leyes no son incontestables ni eternas, pero sobre todo parece muy dudoso el procedimiento. Si muchos españoles no simpatizaban con la Monarquía -y no creo que mi padre fuera jamás un entusiasta-  ¿podían permitirse el lujo de renunciar a la primera constitución democrática que jamás conocieran sólo porque en ella les colaban al Rey? ¿No estamos ante un chantaje astutamente preparado? "Yo sí voté al Rey", ya, pero yo no, a mí no me dieron esa oportunidad, no me la piensan dar jamás y sospecho que tampoco a mis hijos. Se me ocurre preguntarme si la razón por la cual la Monarquía se declara innegociable es precisamente que se trata de una institución no democrática, lo cual supone por tanto que nada hay que discutir. 

Y, sin embargo, creo que es dudosa la oportunidad de esta polémica. Al Gobierno le vendrá muy bien que se prolongue, y acaso también a quienes, no disponiendo de propuestas sólidas para arreglar la economía del país, opten por cebarse en el tema, capturando así un puñado de votos indignados. Está bien el debate, pero lo primero que habríamos de dilucidar es cuáles son los territorios en los que merece la pena presentar batalla. En estos días hemos sabido que muchos comedores escolares van a tener que seguir abiertos en verano porque son la única garantía de alimento para muchos niños. La noticia es estremecedora, pero veo a nuestra querida Vicepresidenta saliendo al paso de las soflamas republicanas mucho más cómoda que teniendo que explicar por qué cada día hay más gente viviendo por debajo del umbral de la pobreza en este país del que dicen sus dirigentes que está saliendo de la crisis. 


No rendiré homenaje a Felipe VI, pero, qué quieren, ahora mismo mi preocupación es convencer a mi madre de que las políticas de la derecha llevan a España al desastre. Es una cuestión de prioridades y urgencias, a la Corona ya habrá tiempo de ajustarle las cuentas. 

Una curiosidad final: nunca he dejado de preguntarme por qué tanta gente quiere tener un Rey. Sé a qué le tenían miedo los españoles en el 78, pero ¿y ahora? Sin golpistas ni riesgo de involución ¿de verdad necesitamos que una institución medieval nos recuerde en Navidad que nunca seremos del todo ciudadanos porque siempre tendremos algo de súbditos? Ya hablaremos... cuando llegue el momento estratégico de hacerlo. 

4 comments:

Tobías said...

Podría decir que es un debate eternamente aplazado y sobre el que nunca se va a encontrar el momento adecuado para plantearlo como una prioridad. Prefiero responder a la cuestión de fondo que planteas porque la contemplo desde una perspectiva diferente: si la República fuera un simple problema jurídico, si solo se tratara de la poco trascendente cuestión de una forma de Estado que, en el fondo, no afecta a lo que es de verdad importante -el contenido democrático de las instituciones-, te daría la razón sin problemas. Hay temas mucho más urgentes en la agenda política, como combatir el austericidio, frenar la política de privatizaciones y las imposiciones desreguladoras de los mercados, defender nuestro raquítico Estado del bienestar... El hecho es que, para mí, y creo que para mucha gente de la que salió a reclamar democracia -de eso se trata- con banderas republicanas, la necesidad de un cambio institucional está profundamente relacionado con la lucha por una serie de derechos que son también sociales y económicos.

Es importante saber determinar las prioridades, tanto como dar los pasos necesarios como para que esta lucha sea eficaz y tenga posibilidades de éxito. El debate no se reduce a si queremos o no tener un Borbón como jefe del Estado, ni siquiera a si es admisible una monarquía que se instauró por la decisión de un dictador fascista. La cuestión es que, en España, tanto en el año 31 como en la actualidad, la monarquía es igual a régimen oligárquico, a democracia de baja intensidad y a control económico por parte de poderes heredados del franquismo. Derribar la monarquía es acabar con un régimen que impide los mecanismos democráticos de participación y que ampara esas políticas de la derecha que llevan a España al desastre.

La República no supone la exigencia de un referendum sobre dos opciones que acaban teniendo apenas un componente estético, es una reivindicación de cambio profundo que implica ampliar los mecanismos democráticos de participación popular, supone recuperar el poder de decisión que ahora parece tan lejano y es la garantía de que los derechos sociales van a estar protegidos por un Estado al servicio de los ciudadanos y no de grupos oligárquicos. En definitiva, la reivindicación de la República es la punta de lanza de la ruptura democrática en torno a unos valores que podemos identificar con el republicanismo español. Soy consciente de que hay repúblicas que en absoluto cumplen estos valores, pero me ciño a nuestro caso, al significado histórico de los términos, a lo que representan unos símbolos que todo el mundo sabe lo que significan. La República en España es social, representa la igualdad y la libertad, por eso la defensa de esas prioridades sociales a las que apelabas es indisoluble de la lucha por una transformación política que las asegure.

David P.Montesinos said...

Estoy completamente de acuerdo, y es precisamente eso lo que alimenta la parte polémica de mi intervención. La república no es, como tú dices, un cambio en el procedimiento de elección del Jefe del Estado, ¿qué más da tener de Rey a Juan Carlos que a Aznar, Bono o algún fenómeno por el estilo de Presidente de la República? La República es un discurso, una manera de entender el espacio de lo público, si me apuras incluso un estado de ánimo, por cierto muy alejado del que se viene reproduciendo en España desde hace años bajo el supuesto manto protector de Juan Carlos I. No estoy en contra de que la gente se manifieste en estos días porque hay motivos para hacerlo, empezando por la ley de aforamiento del rey abdicado que nos quieren meter para convencernos un poquito más de todo aquello de "la casta" que tanto repite el amigo Pablo Iglesias. Y sí, ahora hay una sucesión y algunos pueden pensar que éste es precisamente el momento idóneo.

Es aquí donde discrepo. La sucesión y la coronación de Felipe está ya prevista por la Constitución del 78, pues monarquía implica derecho dinástico, debo decir que incluso me ha sorprendido que haya de aprobar el Parlamento una ley al respecto. Quizá muchos españoles sean más "juancarlistas" que monárquicos y ello, en un momento donde la popularidad de la Corona ha bajado escandalosamente, dé a pensar que es el momento para liarla. No sé, no lo veo. No lo veo porque creo que estamos en un momento donde, además de grandes ideales, tenemos que ser extraordinariamente estratégicos. A mí ahora mismo me parece vital desacreditar el modelo de Europa que ha diseñado Merkel y, para ello, hemos de empezar por acabar con el gobierno del PP, y pienso tanto en el central como en el de Valencia, donde me parece que es ya una cuestión de higiene acabar con toda la trama de corrupción y negligencia que nos abochorna. Si el retorno al poder de un frente de izquierda -ahora parece posible hacerlo sin el PSOE, o con un PSOE no hegemónico- es el horizonte inmediato, la posibilidad de convencer a los dudosos se puede complicar si incorporamos propuestas que pongan nerviosa a la gente. Lo que muchos pensamos del espíritu republicano está por desgracia menos extendido de lo que nos gustaría. Es más, yo creo que la bajada de popularidad de la Corona está más vinculada a la crisis y a la indignación que han producido las corruptelas de un sector de la familia que a un genuino rebrote del republicanismo.

¿Perturba este asunto al Gabinete Rajoy? En absoluto. Les permite mantener una postura rotunda, ser contundente, ridiculizar al adversario, acusar a la oposición menos radicalizada de mantener "posturas ambiguas". ¿República? Pues claro, sueño con la Tercera República -me pregunto si no habría que apostar por la restauración de la Segunda- tanto como tú, pero estamos a menos de dos años de unas elecciones donde creo que tenemos una oportunidad nada despreciable para que algunas cosas empiecen a cambiar. Libramos una batalla frontal y hemos de saber cuál es el terreno donde nos interesa pelear. Yo no pienso gastar demasiadas energías con la sucesión, ya va a haber demasiada atención mediática sobre una pantomima que le va a venir muy bien a Rajoy para esquivar debates esenciales.

Anonymous said...

La verdad siempre sigue adelante.
Hemos logrado, tanto gritar atrona, que la coronación se efectúe sin ceremonia religiosa Dios mediante,ya que el poder tiene del pueblo y allá Arriba a lo suyo que no es reinar, situación que no han osado las demás potencias europeas.
Cuando tenemos sed necesitamos agua frenéticamente y después los seis millones de sedientos daremos las gracias, si las merece, al rey mago que toque.
Quiero la sanidad, la educación pública y cerrar el capítulo de Merkel, como está repitiendo Robespierre.

Tella

David P.Montesinos said...

Dudo, Tella, que la solución de la sed hayamos de debérsela finalmente a un rey, por mago que sea. Y hablando de jerarcas, la señora Merkel, a mí me parece cada día más la encarnación del mal.