En el hábil y sugerente reportaje de "Salvados" sobre los antiguos alumnos de El Pilar, Juan Luis Cebrián reconoce formar parte de "eso a lo que podríamos llamar la Casta", pero no pierde oportunidad de, mirando a Jordi Évole a la cara, hacerle ver que él también ha pasado a formar parte de La Casta, categorización que hace extensiva, por supuesto, a Pablo Iglesias. A Évole le toca ser Casta por preguntar y porque la gente ve su programa de los domingos en la Sexta, al líder de Podemos por ser el inventor y difusor del apelativo.
Entendemos que, según esta consideración, "casta" es cualquiera que tenga poder, lo cual, además de a los miembros del stablishment financiero o mediático, puede aplicarse a un político que ha conseguido sin apenas respaldo económico considerables adhesiones ciudadanas o un periodista cuyo espacio televisivo genera una amplia expectación.
Pero Cebrián -como buen oligarca, y más si ese oligarca lleva medio siglo instalado cómodamente entre los cuadros de mando de una gran comunidad como es España- manipula cínicamente, pues él sabe perfectamente que lo que dice, al menos en el caso de su interlocutor, es falso. A Cebrián se le entrevista porque hace toda la vida que forma parte de un cenáculo de elegidos, su poder es enorme, un "poder fáctico", de esos a los que hay que saltarse o camelarse según convenga cuando alguien trata de moverse con éxito entre los bastidores de la fortuna. Évole, por contra, sólo es un periodista ocurrente y simpático que ha conseguido elaborar un programa televisivo brillante. Cebrián salió de El Pilar donde, inmediatamente después de Luis María Ansón, ya dirigió la revista del colegio hace cincuenta años, un colegio del que, como demostró el reportaje, han salido muchos, muchísimos de los actuales líderes del país; Évole estudió en una escuela pública de Cornellà, no compartió pupitre ni patio con Garrigues Walker, Aznar, Rupérez, Rubalcaba, Solana, Wert, Marchesi...
Con esa autoindulgencia con la que los poderosos asienten cuando se les recuerda lo afortunado de las cartas que les deparó el destino, los entrevistados reconocen haber crecido rodeados de los futuros miembros de la élite, pero la mayoría al final suelen no encontrar razones sólidas para tanta coincidencia. Incluso cuestionan la especie de que El Pilar fuera sumiso con el Régimen. La hipótesis que alguno formula tiene su gracia: "en El Pilar se criaba la élite, leíamos y decíamos lo que nos apetecía, es en Vallecas donde resultaba peligroso que la gente pudiera leer a Baroja". Repite una y otra vez un ex ministro que todo es una especulación sin fundamento... "azar, puro azar", dice respecto a la misteriosa coincidencia cuya repercusión en la historia reciente de este país es tan colosal. Y hablando de cosas graciosas, no se lo pierdan: El Pilar es actualmente un centro concertado, es decir, lo pagamos todos. Debe ser por la gran obra social que lleva a cabo preparando a los dirigentes que tendremos.
Volviendo a la Casta, ahora que Podemos parece un soufflé a punto de desmoronarse, no viene mal otorgarle cuanto menos el mérito de haber popularizado el uso de un término que, a mi entender, dice mucho si es adecuadamente aplicado, respecto a la salud de nuestra democracia. Seamos precisos: no hay casta porque haya dirigentes. Toda sociedad crea estructuras jerárquicas. Cuando esas estructuras cristalizan en tramas donde el acceso al poder queda estrangulado de tal manera que los cuadros de mando se reparten de forma recurrente entre allegados, entonces empezamos a tener una casta.
Pero vivimos en democracia... Claro, pero en la medida en que el sistema vive sometido a los designios de una minoría privilegiada, en la medida en que la verticalidad del sistema de transmisión de instrucciones no se contrapesa adecuadamente con mecanismos de acción ciudadana, lo que tenemos
es una oligarquía.
Claro que a lo mejor mi problema es que yo también soy casta, no sé si Pablo Iglesias me consideraría tal cosa, pero Cebrián seguro que sí.
4 comments:
A mi entender, Cebrián sabe muy bien lo que dice, no creo ni por lo más remoto esté reaccionando como un niño que le dice a otro "tú también" " y tú más". España es la cuna del verdadero concepto de casta en su sentido más pícaro, nunca dejó de funcionar como la garduña, solo es más sofisticada. Cebrián como miembro ilustre de las casta, reconoce perfectamente a otro miembro de tal o que al menos está en la tarea de superar las pruebas para formar parte de la hermandad.
En cualquier caso no deja de ser curioso un país donde el 90% de la gente que alcanza destacado poder no resistan la prueba del algodón respecto al enchufismo o linaje. Unos estudiaron en El Pilar, otros son primos de famosos a su vez hijos de alcaldes que a su vez son hijos de altos cargos… otros, descendientes de pesos pesados sindicales o políticos. No estoy señalando ningún caso concreto sino el funcionamiento general de este país y tal vez de gran parte del planeta.
En cierta ocasión un tipo se presentó ante notario con una lista de aspirantes a superar unas oposiciones (22 entre 600) asegurando que todos ellos culminarían con éxito la prueba, acto siguiente se puso en contacto con una cadena de tv que hizo público el 100% de acierto, tal vez el tipo fuese mentalista.
Estoy de acuerdo con Cebrián, un vampiro siempre reconoce a otro. Ojalá algún día nosotros aprendamos a reconocerlos.
MA.
Estoy completamente de acuerdo en todo lo que expone, por cierto argumentado con brillantez, pero sostengo mi interpretación inicial respecto al cinismo de Cebrián. Casta no es cualquiera que coleccione un éxito o tres, cualquiera que apruebe una oposición o que consiga un piso a bajo precio. Tal y como Cebrián señala a Évole se diría que cualquiera puede ser un "poder fáctico", cuando lo que precisamente define el concepto es su carácter sectario. Repito, Cebrián lleva medio siglo instalado de lleno en los cenáculos del poder. Si alguien tiene poder para condicionar gobiernos o propiciar operaciones económicas de altísimo calado, ese alguien está al mismo nivel que Cebrián. Évole es un periodista, o un humorista, no lo sé, Cebrián es un oligarca.
Un placer ha sido el haberte encontrado
Lo mismo digo.
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