Friday, March 08, 2019

EL SEGUNDO SEXO

Pese a que las leyes educativas del PP se han esforzado por reducir a su mínima expresión la enseñanza de la filosofía en general, y de la filosofía feminista en particular, el departamento universitario de Valencia ha tenido el inteligente coraje de mantener la presencia de Simone de Beauvoir y "El segundo sexo" en el curso de 2º de Bachiller, que conduce a los estudios superiores. Ahora mismo, un profesor tiene la posibilidad de elegir a de Beauvoir y su célebre texto, "El segundo sexo", en competencia con Ortega, para la parte de Filosofía del siglo XX, convirtiendo a la autora francesa en directa heredera de la tradición racionalista de Descartes y la ilustrada de Kant. 

En vísperas del 8 de marzo, busco información en youtube sobre "el Castor", como le llamaba la pareja de su vida, Jean-Paul Sartre. Con este coloso compartió infinidad de cosas, incluyendo la  competencia intelectual, acaso porque fue el único sabio a su altura que puedo encontrar a lo largo de su vida. Su heterodoxa relación amorosa es ya uno de los mitos de la "gauche" francesa del siglo XX. 


Tras visionar un reportaje de Informe Semanal sobre su multitudinario funeral en París en 1986, me topo una vez más con el estercolero de internet. "Haters", los llaman así. Por cada persona sensata que insta a la gente a leer e informarse antes de decir barbaridades, alzan la voz legiones de fanáticos que apenas saben escribir en español y que se dedican a proferir insultos, calumnias y mentiras sin el mínimo atisbo de cautela. Todo ello ante la complicidad de la celebérrima y omnipresente web, que en contar sus ganancias sí debe ser muy diligente, pero que no parece interesada en hacer nada para evitar la difamación y el escarnio.

A ellos no les servirá de mucho, pues dada su ortografía, sospecho que no leen más allá del editorial de La Razón y algún catecismo, pero a ustedes sí me gustaría hablarles sobre la Simone que ganó mi corazón hace ya décadas, cuando tuve la suerte de leer la vieja edición de "El segundo sexo" que mi padre adquirió clandestinamente en la trastienda de la librería Dávila, poco antes del fin del franquismo. 

Simone de Beauvoir es básicamente dos cosas. De un lado, forma parte de una tradición que, superado el romanticismo individualista del intelectual decimonónico declarado "maldito" y enemigo de la sociedad, entiende la escritura como un acto de compromiso social y resistencia. La sombra del viejo aserto marxiano es alargada: "los filósofos hasta ahora han interpretado el mundo, ahora deben transformarlo". De otro lado, en tanto que analista y crítica del patriarcado, y habiendo asumido la evidencia de que el socialismo soviético no había emancipado a la mujer, marcó la distancia entre el feminismo y las demás teorías de la izquierda, convirtiendo el pensamiento feminista en un discurso singular y con condiciones y lenguaje específicos. Puede entonces decirse sin problemas que con Beauvoir nacen los estudios de género. No es extraño que tras los años de incomprensión y escándalo sobrevenidos por la publicación de "El segundo sexo", la ya anciana Simone fuera convertida en madre fundadora y casi en celebridad totémica de las movilizaciones masivas de los años del pop y el Mayo Francés. 




"No se nace mujer, se llega a serlo", esta es la gran frase que todos citan, empezando por los detractores. No me preocupa demasiado que los torpes no pasen de la primera página, si es que llegan tan lejos. Pero a Simone hay que explicarla, porque su interpretación de la historia de la humanidad es, además de brillante, extremadamente astuta y no está exenta de ironía. 

¿Qué es una mujer? O mejor: ¿de qué hablamos cuando hablamos de lo femenino? ¿Existe algún "eterno femenino" que podemos identificar a través del tiempo y las culturas o más bien es el patriarcado el decidió qué era lo femenino y obligó a partir de entonces a las mujeres a comportarse con arreglo a ese rol pre-decidido? Siempre cabe alegar que todo esto son abstracciones y que, después de todo, lo femenino -como lo masculino- no es otra cosa que un sexo, es decir, una categoría biológica sin más. Y lo es, desde luego, pero no lo es "sin más", lo es con todo lo que ello implica, y eso son miles de años de dominación y silenciosa pasividad. Como explica Beauvoir, "si todo es una cuestión de hormonas, ¿por qué entonces se nos dice que somos mucho o poco femeninas? ¿por qué se habla de la mujer-mujer o del hombre viril como ideales a los que se nos exige acercarnos?"

Queda así desenmascarada la mayor operación ideológica de la historia: el lugar del varón no es singular, se ha erigido en el lugar de lo universal, de "lo humano". Se entiende entonces por qué no existe algo como la "literatura masculina", no hay visión masculina, la suya es la universal, ante lo cual las demás son alteridades, posiciones singulares y, por tanto, defectuosas. 

Durante milenios, dice Beauvoir hace casi setenta años, la mujer ha cargado con las supuestas imposiciones de su biología. Con la incorporación al mercado laboral, la universalización de la escolaridad o la difusión de los sistemas anticonceptivos, llega una oportunidad histórica. Las grandes reivindicaciones ya no son simples utopías de cuatro lunáticas solitarias: autonomía económica sin discriminación salarial, libertad sexual y familiar, reparto equitativo de las tareas de cuidado, coeducación a todos los niveles. 


El más ambicioso proyecto de emancipación humana de la historia contemporánea encuentra en Simone de Beauvoir su mayor fuente de inspiración. No soy mujer, pero no albergo ninguna duda respecto al valor que en mi favor tiene la propuesta de una sociedad menos inhóspita para todos, un mundo donde puedo construir mi vida y decidir mis valores sin tener que rendir cuentas a ninguna supuesta masculinidad universal a la que debo asimilarme. 

"...Bonne Journée de la femme" 

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