Wednesday, June 19, 2019

KOBA, EL TEMIBLE (I)

Concluyo "Koba, el temible" con la sensación de haber asistido a un largo catálogo de horrores. Iosif Stalin es, para su autor, Martin Amis, la encarnación del mal, un monstruo sin entrañas, un psicópata que, para desgracia de la humanidad, alcanzó un poder colosal. Su misión fue convertir el aparato institucional creado por la Revolución Bolchevique del 17 en una gigantesca maquinaria dedicada al asesinato masivo, la tortura, el adoctrinamiento y el terror. El estalinismo es el nombre del proyecto de deshumanización totalitaria más infernal de la historia moderna, superando -siempre según Amis, que se esfuerza mucho en recalcarlo una y otra vez- la brutalidad del nazismo. 

Confieso haber experimentado una mezcla de fascinación y horror mientras leía "Koba el temible. La risa y los veinte millones", publicado en 2002 y que recogió muchos lectores, pero también duras críticas desde el ámbito de la historiografía académica. En contra de algunas de esas críticas, he de pensar que algo de virtuoso ha de tener la prosa de Amis, pues ha conseguido atraparme hasta la última página, a pesar de que arranqué el libro del estante de una biblioteca pública sin más motivo que una tibia curiosidad. 

No soy sospechoso de simpatizar con Stalin, obviamente, ni siquiera he experimentado nunca una rendida admiración por los héroes de la Revolución Bolchevique, aunque siempre he guardado cierta benevolencia hacia la figura de Leon Trotsky, quizá por el miedo y la inquina que siempre le profesó su viejo camarada Stalin. Pero mis preferencias personales, teniendo en cuenta que no soy experto en el tema, tienen bien poca relevancia. Lo que sí observo, como lector, es que el Amis ensayista es un manipulador de manual. Su acercamiento a la condición de historiador no resiste un análisis serio. Pese a su habilidad retórica, su crónica está repleta de imprecisiones, opiniones mal fundadas y datos malevolamente seleccionados de cuyas fuentes a menudo no se nos informa. Amis parece saber lo que en cada momento pensaba Stalin, lo que decía en sus conversaciones privadas, y se precia de poder bucear sin escrúpulos en su patológico inconsciente. Incluso incorpora fotografías en las que, como en una que acompaña con la leyenda de "canibalismo en Ucrania durante la hambruna", debemos creer al modo de acto de fe que corresponde a lo que el autor denuncia.

De acuerdo con Amis en lo evidente; Stalin fue un monstruo, un asesino implacable que fabricó una infernal maquinaria de terror para destruir a enemigos, rivales y disidentes, llegando incluso a practicar el hambre y el exterminio masivo de inocentes como estrategia de poder. El largo y sangriento episodio de las purgas o la criminal hambruna creada para acabar con los kulaks, que generó millones de muertes, son sólo los momentos paroxísticos de un uso despiadado del aparato del Estado soviético. El famoso "hombre nuevo" pretendido por el marxismo soviético termina despedazado en la atrocidad del Gulag. Pero no es ésta la cuestión, ni siquiera lo es si, como pretende el autor,  Koba fue el heredero directo de un proyecto infernal ya contenido en el proceso revolucionario que triunfó en el 17 bajo el liderazgo de Lenin. La cuestión es si todos los interrogantes que aún hoy, ya superado el siglo de los totalitarismos, las guerras mundiales y la Guerra Fría, debemos plantearnos, pueden ser resueltos por una crónica como la de Amis. Y la respuesta sólo puede ser negativa.   

(continuará)

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