Monday, April 15, 2024

SUCCESSION. "SOMOS UNOS MIERDAS"

 


 Si digo que Succession imita la estructura de Star Wars no adelantamos mucho, vale, pero digo verdad … y sus creadores lo saben. Sucede como con La fortaleza escondida, ese inolvidable medieval de Kurosawa que imitó descaradamente Spielberg. La clave es encontrar a dos tontos muy mezquinos cuchicheando insistentemente en las esquinas, lo cual sirve para ir introduciendo al espectador en el relato. Son dos desertores para Kurosawa, dos robots para Spielberg y, para Sucession, Tom y el primo larguirucho.

A partir de esa pista es sencillo establecer paralelismos. El patriarca Logan Roy es Darth Vader, dirigiendo con mano de hierro y una caprichosa crueldad la empresa de comunicación más potente de EEUU y por tanto del planeta. No resulta difícil identificar a Luke, Han Solo, la Princesa Leia u Obi Wan. Quizá ya he dado con el Emperador y tengo que pensar más para encontrar al Maestro Yoda, aunque acepto sugerencias. En cuanto a La Fuerza… bueno, mucho me temo que la única que merece tal nombre es el dinero o, si lo prefieren, el poder, únicas energías capaces de agitar el universo de las megacorporaciones. No es otra cosa que el capitalismo globalizado y monopolista de lo que trata esta serie tan apasionante y, seguramente, tan discutible.

Puedo aburrirles buscando otras referencias como al shapeskeariano Rey Lear –al que me encuentro tan a menudo en toda suerte de historias ficticias y reales-. En términos más precisos, Sucession es, como la saga de Kevin Costner de Yellowstone, un Dallas, Dinastía o Falcon Crest adaptado a la condiciones de producción y recepción características del Siglo XXI, cuando encontramos la teleficción sometida a la lógica de las grandes plataformas y el concepto de serie de éxito se ha hecho más complejo y sofisticado. Se incrementan las líneas narrativas, entran en juego mas personajes, los guiones –y es algo que se refleja mucho en los diálogos- son producto de un ingenio “teamer” sospecho que extraordinariamente profesionalizado… Por lo demás, ya saben: lujo, belleza y un retrato desalentador de la condición humana.

Lo digo sin ambages. Si nos tomamos en serio Sucession es que ya estamos tardando en reinstalar la guillotina, pues el destino de nuestras sociedades, gobernadas desde la sombra por tipos como Logan Roy, es una destrucción asegurada. Sucession es en ese sentido uno de los telerrelatos más crueles de la historia, pues nadie, repito, nadie, puede simpatizar, más que desde el cinismo, con el hatajo de desaprensivos y miserables que pululan por la serie. Basta que alguien, por ejemplo Kendall, tenga algún momento de gallardía para que al poco nos hagan recordar lo profundamente estúpido, engreído y mezquino que es. Y así todos los demás.

Como es sabido, y como indica el nombre de la serie, lo que se nos plantea es la sucesión de Waystar Royco ante la evidencia del ocaso de Logan Roy. Pese a existir más candidatos, la línea narrativa está atravesada por la pretensión de heredar la empresa que tienen tres de los cuatro hijos de Logan, es decir, Kendall, Siobhan y Rome. (El cuarto, Connor, quiere ser Presidente de los EEUU… el pobre no parece entender que a su padre le da igual, pues ya controla con su dinero los centros del poder político, que por supuesto desprecia)

OJO, SPOILERS BRUTALES

La primera muerte de Roy se produce con el inicio de la serie. Tras un ictus el viejo queda en coma y empiezan las hostilidades entre los aspirantes. Contra todo pronóstico se recupera y, hasta la quinta y última temporada, en la que finalmente fallece, dirige el imperio Waystar con la inhumanidad de siempre, pero entre serias dudas respecto a su salud mental. La relación con los hijos es digna de un psicópata, una pelea continua cuyo objetivo es castrar su iniciativa, manipularlos y hacerles sentir que no pueden vivir sin él, por más que, como saben ellos y sabemos los espectadores, tampoco con él, pues Logan Roy es insufrible. A Ken llega a sacrificarlo como Abraham a Isaac, tratando de meterlo en la cárcel para salvar a la empresa; a Rome le da un tortazo; a Siobhan llega a agredirla sexualmente, un siniestro incidente del inicio de la serie y de la que no volvemos a oír hablar, como si hubiera quedado freudianamente invaginado en lo más recóndito de la memoria. Nada de qué extrañarse, el patriarca puede destruir o golpear a sus hijos porque su ira es la de Zeus… puede incluso cometer incesto, pues no hay normas que pongan límites al deseo de un dios.

Cuando al fin muere, la batalla final reúne a los tres hermanos porque hay un yuppi sueco milmillonario e insoportable que amenaza con hacerse con Waystar. Tras una larga pelea, repleta de momentos ridículos y pueriles protagonizados por los hermanos Roy, llega el duelo final. Después de haber acordado juntos que el sucesor es Ken, Siobhan les traiciona y el imperio pasa a manos del yuppi, desapareciendo para siempre de la órbita de los Roy.

Se ha cumplido la maldición de Lear. Con mi muerte acaba todo… y a vosotros, a vosotros os falta talento para ser como yo. Los tres hermanos se apuñalan unos a otros porque, de alguna forma, todos sospechan que no son capaces de dirigir la empresa fundada por su padre. “La verdad”, Ken, “es que eres un mierda, también Siobhan, también yo lo soy… La verdad es que somos unos mierdas”.

En la última escena y después de casi medio centenar de capítulos vemos a Ken solo y devastado sentado frente al mar. Ahora es un inútil con más dinero que nunca porque sus acciones han sido traspasadas, pero solo da lástima.




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