Saturday, September 06, 2025

ILUSIONISMO












Nos preguntamos a menudo si con nuestras acciones e inacciones le hacemos el juego a los ultras. Pero, ¿y si el juego no está donde creemos encontrarlo? Podemos pasarnos el día insultándoles y acusando al PP de darles aire. Lo primero es poco eficaz porque ya se encargan ellos de desacreditarse, no hay más que verlos. Lo segundo, bueno, bastará que siga ganando terreno en el Partido el ayusismo para que al electorado de derechas dejen de tentarle los montaraces de Vox.
Mi propuesta es no aceptar el juego de la dramatización, entendida, según la Academia, como “un exceso de afectación en el juicio”. No propongo la neutralidad ni mucho menos el cinismo. Lo que yo digo es que debemos aprender a enfocar correctamente.
“Sánchez no puede durar ni un minuto más”, “la dictadura bolivariana”, “el autócrata”, “se rompe España”… Saldría al encuentro de todas estas jeremiadas si no las hubiera conocido antes, pero ya las vi con los gobiernos socialistas de Zapatero y González.
A mi entender este país en lo que llevamos de siglo ha pasado por dos situaciones de alto riesgo. Una fue la Gran Recesión, que se solucionó con el escandaloso rescate a los auténticos causantes de la quiebra. La otra fue el Procés. No comulgo con la amnistía, pero menos con la gasolina que le echó al incendio el gobierno Rajoy cuando puso a las fuerzas del orden a soltar hostias el día del ilegal referéndum de autodeterminación. Deberíamos juzgar con mucha calma el papel de cada uno de los grandes partidos ante estos trances, evaluar en qué medida han sido parte del problema y en qué medida lo han sido de la solución. Entretanto, mientras los medios afines a cada cual se empeñen en darnos minuto y resultado del juego de tronos, se me ocurren algunas advertencias.
1. España no es un país central. El margen de acción de un gobierno nacional respecto a cuestiones esenciales, por ejemplo los ciclos económicos, es escaso. Al equipo de ministros le compete gestionar el ciclo expansivo actual y, todo sea dicho, los indicadores hablan de un desempeño competente. Alguna virtud parece que tiene el peor gobierno de la historia.
2. La desaparición de aquel largo horror que fue ETA tiene mucho que ver con la habilidad del Gobierno de Zapatero para gestionar la rendición final de la banda. Sorprende que sea precisamente el PP quien una y otra vez convoque a ese fantasma en su favor. De igual manera es un gobierno de izquierdas el que ha conseguido aquietar las aguas del Procés, cuyos más arduos defensores deben estar deseando que vuelva la derecha para reactivarse. El reclamo de “mano dura” entre los sectores más reaccionarios del país es síntoma de que la derecha española jamás ha entendido la naturaleza de este problema.
3. Los partidos políticos, al menos los más potentes, están condicionados por los grandes actores financieros, lo cual arrastra consecuencias de todo tipo respecto a la gobernanza, la calidad de la democracia y la justicia social.
4. El PP está legitimado para exigir a Sánchez que dimita por la corrupción, pero aún no me ha explicado en qué va a beneficiar a la ciudadanía acabar con él y encaramarse ellos y la ultraderecha en el poder. Ayuso y Mazón, entre otros, son ahora mismo mis indicadores más significativos respecto a lo que hará Feijóo cuando llegue a Moncloa.
5. ¿Les importaría explicarme a los líderes políticos cómo piensan combatir el cambio climático, afrontar el escandaloso problema de la vivienda, garantizar la seguridad social, mejorar los servicios públicos, acabar con la pobreza infantil, ordenar sin demagogias la cuestión migratoria, fiscalizar a las grandes multinacionales…?
6. Mucha gente está enfadada, aunque yo creo que ese enojo es causa de un estado basal, más profundo, el miedo. La gente tiene miedo porque ve cambiar el mundo a una velocidad vertiginosa, algo para lo que no estamos preparados. Cuando muchos andan atemorizados, se incrementa al máximo el riesgo de que aparezcan desaprensivos dispuestos a capitalizar ese miedo y presentarse como salvadores, pudiendo con ello lesionar todo el sistema. Los últimos acontecimientos tienen algo que ver con esto. “Al menos, mientras los políticos se dedican a robar, nosotros hacemos algo, por ejemplo Torrepacheco”. Magnífico.
Se me ocurre que tendría razón quien me contestara que la consigna que propone este texto, “no dramatizar”, es muy fácil cuando tienes una vida acomodada, suponiendo que tal fuera mi caso. Lo único que yo digo es que la ciclogénesis explosiva de la que los gilipollas de la Sexta y especies similares nos informan puntualmente puede no ser el punto hacia el que deberíamos dirigir nuestra preocupación. Señores, ya sé que los partidos están gobernados por psicópatas enfermizamente obsesionados por el poder, pero métanse sus guerras por donde les quepan y dedíquense a solucionar problemas. Suponiendo que sepan hacerlo.

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