CIUDADANÍA (II)
Permitámonos entre las brumas de la pereza estival una pequeña broma, un juego malandrín a riesgo de contradecir la seriedad de mi anterior entrada. ¿Y si realmente toda esta disputa fuera sólo la escenificación, rigurosamente calculada, de una vieja disputa? Gobierno contra Iglesia, laicismo contra fe... La jerarquía católica es muchas cosas, pero no imbécil: ¿por qué entonces tanto ruido ante una cuestión que, en el fondo, sospechamos insignificante? Es posible que intuyan que con la asignatura de Educación para la ciudadanía, Zapatero y su entorno de bolcheviques pretendan cual invasión de los ultracuerpos impregnar a las jóvenes almas escolares de homosexualidad, ateísmo y furia igualitarista. A fin de cuentas es la Iglesia católica la que en España ha gozado in secula seculorum de la patente del adoctrinamiento; no pretenderemos que se avengan a compartir sin rechistar tal privilegio. No deja de sorprender que insistan tanto a través de sus voceros mediáticos en la intención zapaterista de extender el relativismo -ese "todo viene a ser lo mismo, todo equivale" con el que Ratzinger inculpa a todos los que no piensan en términos teocéntricos- y que al mismo tiempo vean en él líder socialista al campeón de propuestas ideológicas tan contundentes como la de destruir la familia, prohibir la libertad de culto o descongelar el rencor frentista de la Guerra Civil. Claro que ésta se ha convertido en una práctica común entre la derecha española: Zapatero tan pronto es un ingenuo "buenista" que habita en el mundo de los sueños como un demonio con cuernos al que le brilla un colmillo unos segundos antes de afiliarse a alguna banda terrorista, rezar junto a Bin Laden cara a La Meca o quemar alguna iglesia.
¿Y el gobierno? No ha hecho sino cumplir expediente respondiendo a lo que se presenta como una demanda social. La pérdida de valores de una juventud cada vez más desorientada moralmente reclama una intervención. Misteriosamente, la gente tiene una gran afición a esperar que Papa Estado le solucione todos sus problemas, los del cuerpo y los del alma, como si Zapatero -o los profes del colegio- pudieran enseñar a nuestros niños que es mejor ser decente que deambular por la vida como un trozo de carne. Conclusión: una hora semanal de Ciudadanía para nuestros niños. ¿Justifica tan insignificante disparo al aire la polémica? Acaso la respuesta es que todos aceptamos formar parte de la misma comedia. La Izquierda
en el Poder -si es que todavía es posible hablar de poder político- simula haber lanzado un órdago tan rojo y tan progresista que es capaz de conmover a los sectores más reaccionarios de la nación, estos juegan a indignarse y nosotros, que asistimos falsamente inocentes a un espectáculo digno de Tele 5, nos enfrentamos en los bares como si fuéramos seguidores del Barça o del Madrid.
en el Poder -si es que todavía es posible hablar de poder político- simula haber lanzado un órdago tan rojo y tan progresista que es capaz de conmover a los sectores más reaccionarios de la nación, estos juegan a indignarse y nosotros, que asistimos falsamente inocentes a un espectáculo digno de Tele 5, nos enfrentamos en los bares como si fuéramos seguidores del Barça o del Madrid.
Dice Jean Baudrillard: Antes teníamos unos objetos en los que creer, unos objetos de fe. Han desaparecido. Las ideologías cumplían el otro papel, pero también han desaparecido. Y sólo sobrevivimos gracias a un acto reflejo de credulidad colectiva que consiste no sólo en absorber todo lo que circula bajo el signo de la información, sino en creer en el principio
y la trascendencia de la información" (El crimen perfecto, 1995)
No es extraño el título de aquel ensayo del pensador francés, el crimen perfecto consistiría en haber convertido la política en un gigantesco espacio de simulación, un trompe l´oeil destinado a sacar durante unos minutos de su sopor apolítico al ciudadano para hacerle creer que hay algo realmente en juego. Un gigantesco truco de prestidigitación, similar al del mago que parte en dos a la dama con un serrucho para acabar recabando el aplauso entusiasta del público cuando ésta regresa entera, tan bella, tonta y sonriente como siempre. Iglesia y Estado ya no son Poder real, sólo juegan retóricamente con los restos de una vieja disputa para hacernos creer que todavía tienen algo que ofrecernos. Acaso no es sino la superviviencia de sus actores, Rouco, Ratzinger, Zapatero, Rajoy... lo único que verdaderamente está en juego en este trampantojo.
No me hagan demasiado caso, a fin de cuentas, sólo es una hipótesis al viento. Pero cuidado, los resultados pueden dar la razón a este juego malandrín. ¿No será que toda esta polémica tan perfectamente atrezzada oculta el hecho de que la administración socialista no se ha atrevido a tocar los privilegios de la Iglesia? Conviene recordar lo contentos que salieron los obispos de la reunión con el gobierno en que se pactó el modelo de financiación, el cual supera con mucho las expectativas que la propia Iglesia católica se había hecho con respecto a este gobierno de rojos y ateos. En cuanto a la educación privada, el más lucrativo de los negocios terrenales de sus santidades, les aseguro que goza de tan buena salud como durante el aznarismo, con la LOE pasándoles por delante sin rozarles y riendo gozosos ante la destrucción de que sigue siendo objeto la escuela pública.
¿Educación para la ciudadanía? No es después de todo una mala idea, pero sospecho que el tema no está donde quieren que miremos. acábense el granizado.
2 comments:
Como todo o casi todo lo que se ha reformado en enseñanza, esto no deja de ser un guiño o pantomima; al final todo sigue igual a la baja, o sea a la destrucción sistemática de la poca dignidad y calidad que todavía le queda a la enseñanza pública. Y respecto a la Iglesia: ¿quién les paga el sueldo a los profesores de Religión? ¿La Iglesia? Uhmmm...
Ante este asunto los ciudadanos hacemos el papel de cornudos y apaleados:
1 Tenemos en las escuelas profesores que no pasan por los procesos de selección establecidos por las leyes, los cuales, todos entendemos que han de valer para todo el mundo. El profe de Religión no oposita, no puntúa en una bolsa de trabajo...
2. Nuestros hijos tienen dos opciones. O van a unas clases entendidas como adoctrinamiento -da igual que luego en la práctica sean sus contenidos más o menos doctrinales porque el objetivo de quienes dirigen esas enseñanzas es la propagación de la fe, por lo que el rigor científico en dichas clases es una contradicción en los términos- o quedan castigados a la dichosa Actividad Alternativa, escarmiento vergonzosamente consentido por las instituciones porque la Iglesia lo pidió.
3 Efectivamente, como dices, amable lector, el sueldo de estos profes lo pagamos todos. Esto significa que el obispado designa, fiscaliza y preserva -por eso cada dos por tres echan a uno por gay o divorciado- y los demás pagamos para que sigan haciéndolo. Mi consejo es que participemos en todas las campañas que se organizan para acabar con esta "excepción católica" que mantiene nuestra democracia en situación de anormalidad.
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