Friday, November 02, 2007




ZONAS SENSIBLES


Si escuchamos a autores de línea crítica tradicional –aunque adaptado su discurso a los nuevas tecnologías de poder de nuestro tiempo- como Ignacio Ramonet o Noam Chomsky*, uno advierte que la contrainformación –entendida como una forma radical y antisistema de propagación de la verdad- abre la única vía posible de resistencia frente a los monstruos comunicacionales que están haciendo mutar de manera sumamente inquietante los sistemas democráticos, convertidos ahora al socaire de la globalización y la revolución internáutica en democracias catódicas, capaces de desarrollar y perfeccionar cada vez más unos mecanismos de construcción de consenso y uniformización de la opinión que recuerdan las viejas advertencias de Orwell o Huxley.*




Si escuchamos por el contrario a los denominados “autores postmodernos”, a los que en ningún caso debemos confundir por pura coherencia intelectual con los nuevos profetas del liberalismo como Fukuyama* o de la pura reacción ultraconservadora como Huntington*, corremos el riesgo de caer en un pesimismo aún mayor. Quienes como Jean Baudrillard*, adoraron a Andy Warhol, primer artista convencido de la inexistencia de una sustancia de verdad oculta tras la producción de signos, parecen asumir la imposibilidad de una Arcadia en que la información no nos llegara ya convertida en mercancía.


Pesimista sí, pero es la sensación que queda cuando tras ponerse delante de la pantalla uno piensa en lo que le están contando. Miren a Darfur y lean lo que ya hace algunos años dijo Baudrillard. “La desdicha, la miseria y el dolor de los demás se ha convertido en todas partes en la materia prima… Los que no lo explotan directamente y en nombre propio lo hacen por delegación, no faltan los mediadores que se cobran de paso su plusvalía financiera o simbólica. El déficit y la desgracia, al igual que la deuda internacional, se negocian y se revenden en el mercado especulativo.” Información global, masiva y en directo, el mundo visto en todos sus recodos como en el Google Earth desde la escuadrilla de satélites, una gran Casa del Hombre como la del programa televisivo Gran Hermano.

Pero, paradójicamente, la consecuencia no es el reforzamiento de los cauces de participación ciudadana, sino más bien lo contrario, el cortocircuito de los canales desde los que cabía hacer real –y no virtual- la respuesta. Abrumados por un exceso tal de informaciones que proliferan en todas direcciones, acabamos sumidos en el sofá con la sensación de anonadamiento propia de la suma cero. Irresponsables en el sentido más literal de la palabra, como esos niños que lloran en la cama ante las tragedias que abruman a sus padres, que escuchan todos sus gritos y discursiones desde la cama pero sin entender nada de lo que pasa, sabedores de su impotencia absoluta. Obsequiados casi al instante, a veces incluso en directo, con el don de la imagen del que se pega fuego a lo bonzo, experimentamos por un segundo la sensación de un enorme poder: "Mira, mira lo que está pasando", como cuando desperté a mi hermano medio adormilado en el 91 porque habían empezado a bombardear Bagdad y la cámara filmaba el saque inicial de aquel partido que prometía sernos retransmitido en directo, con sus anuncios, sus tertulias post y su banda sonora original.




Pero esa sensación de poder –inimaginable para un persona de hace menos de un siglo- contagia de inmediato su decepción cuando comprobamos que se trata sólo de un espectáculo, un espectáculo horroroso y atroz, pero ante el cual nosotros solo somos espectadores que, como en las salas de cine, pueden gritar aterrados y seguir comiendo palomitas o reírse de los gritos mientras juegan con el móvil. Así hasta el siguiente horror-show, un tsunami, una niña destrozada por los maleantes o por sus propios padres, un empleado objeto de mobbing y que reclama su condición de víctima…Ante todo ello uno puede sucumbir como quiere la religión a la sensación de que su bienestar es culpable, pagarle a una ONG o indignarse contra la inacción de nuestros políticos, pero seguiremos en todos esos casos dentro de la misma burbuja de impotencia. Somos como ese niño que, con la habitación vacía, imaginaba maravillosas aventuras porque el mundo de alguna forma era suyo, pero que ahora, cuando le han saturado toda la estancia de juegos caros y sofisticados, muere de aburrimiento tras el primer impacto de abrir las luminosas cajas con el cual empezó a morir lo único que acaso le hacía libre y fuerte: la imaginación. Nada nos vuelve tan idiotas como esa facultad que nos han escamoteado sin que nos resistiéramos.


¿Qué pasa en Darfur? No lo sabemos ni usted ni yo, y lo peor, pese a Chomsky y Ramonet, es que probablemente no podamos saberlo.









*Informaré en los posts sobre los autores referidos

11 comments:

Anonymous said...

Tu comentario me recuerda a la enigmática construcción kafkiana de “El proceso”. Josef K está inmerso en un universo desolado, como acertadamente reflejó en su película Orson Welles, en el que la inmensidad de los mecanismos del poder oprime al ciudadano. Como hace Kafka podemos tomarnos este sinsentido con un cierto humor.

Recuerdo un excelente libro que me recomendaste, “Intransiciones” de Eduardo Subirats, en el que se analizaba con enorme agudeza esa sociedad del espectáculo que encubre la nada. Según Subirats la Transición española significó nuestra incorporación a una posmodernidad, a ese mundo de signos sin significado que tan admirablemente disecciona Baudrillard.

Por cierto ¿El mérito que le atribuyes a Warhol no lo tendría más bien gente como Duchamps y los dadás?

Anonymous said...

Te contesto a lo que preguntas, porque me parece sumamente oportuno que lo plantees. Clasifico a los dadaístas como una vertiente "extrema" de la llamada Vanguardia heroica, cuya condición de posibilidad es, según mi interpretación, la intención de desenmascarar los lenguajes del dominio en el mundo tardoindustrial deconstruyendo su lógica y alumbrando lenguajes nuevos, los cuales, más que anunciar la esperanza de una sociedad emancipada, tratarían de proponer nuevas lecturas de lo real a partir de los restos descompuestos de una ratio históricamente triunfal e imponente que se estaba agrietando ante sus ojos. (Dijo Cioran, no muy lejos de lo que digo, aunque no exactamente en el mismo sentido: "Como todo iconoclasta, he derribado mis ídolos para entregarme a sus restos") La rueda de bicicleta de Duchamp es una propuesta "profunda" en esa línea. Yo, autor, decido lo que es arte y lo que no, porque en realidad es la museificación -acto institucional- la que convierte lo puramente fenoménico en hecho estético. Creo que hay mucho de Duchamp en Warhol, como tú insinúas, pero creo que detrás del primero está la protesta, mientras que el segundo ironiza. Los surrealistas y compañía todavía producen un arte pretendidamente "liberado", aunque para ello haya que mostrar el summum de la alienación leyendo poemas con letras recortadas al azar o colocando una rueda de bici en un museo. "El espíritu ha sido alienado al ser convertido su producto en mercancía", diría un vanguardista, y a partir de ahí sus creaciones, empezando por las que deconstruyen el arte mismo (según Rubert de Ventós, el arte de vanguardia se caracteriza por su repliegue, es un "arte ensimismado", cuya modus vivendi es el mirarse a sí mismo)se convierten en intervención crítica.

Warhol se instala ya más allá de la alienación. Asume que los signos ya han sido convertidos en mercancía, que son mercancía en tanto que aparecen. No sólo mi obra está sometida al valor de cambio, yo, en tanto que autor también soy mercancía. Esto lo entendió Dalí, de ahí las mascaradas con las que jugaba con su propia aura como genio. Pero Dalí sabía que había una obra de pintor tras de sí que sobreviviría a su histrión de "celebridad", de la que se rió hasta que terminó creyéndosela y volviéndose loco. Warhol era una obra en sí, su cuerpo era la obra, él era el look, construyó una celebridad cuya obra sólo era la excusa. Warhol fue un mutante de la concepción occidental del prestigio mutado en celebridad, del creador convertido en autoparodia, de la belleza convertida en "look", de la verdad convertida en ficción, de la producción capitalista a la seducción del consumo, de la historia convertida en moda........Creo que Warhol es hijo de la vanguardia, pero es otra cosa, la vanguardia para mí murió en los sesenta. Después ya fue otra cosa. "Yo soy una máquina", dijo Warhol, ¿por qué no entenderlo como una nueva versión del principio marxista del fetichismo de la mercancía? David

Anonymous said...

Yo creo que lo que estan consiguiendo las democracias catódicas y los medios de comunicación, más que una uniformización de la opinión en el sentido orwelliano, es por contra, una uniformización de la ignorancia y de la falta de opinión. Me explico. Tomando el ejemplo español, por ser el más cercano y el que mejor conozco, solamente hace falta salir a la calle para comprobar como la mayoría de la gente pasa de la información (entendiendo por ésta la "información general", lo que pasa en el mundo) y ya no digamos de la contrainformación tipo Chomsky y compañia (normalmente los que buscan esta contrainformación ya conocen la información "oficial" y quieran conocer otra versión). Los pocos programas de televisión que existían en las cadenas nacionales y que se ocupaban de analizar la actualidad internacional, han ido dejando paso - por esa ley universal de la oferta y la demanda - a lo que le interesa de verdad a la gente: los programas deportivos (para ejercitar el espirítu competitivo del ser humano) y los programas del corazón - agrupados bajo el genérico de "telebasura" - (para saciar la ilimitada curiosidad del género humano).

Así pues, pienso que el consenso llega no tanto de analizar la información - o contrainformación - y llegar todo el mundo a las mismas conclusiones, sino por el contrario, del desinterés general de la gente por los temas que excedan y se salgan de su quehacer cotidiano. Cierto es que esto no es así en todos los casos. También esta la gente que trata de informarse y acude a unos medios de comunicación que como hablamos recientemente, han perdido ya todo valor de objetividad, para ser meros poderes fácticos al servicio de intereses políticos o económicos.

En este contexto, o aceptamos que existen diferentes verdades (o versiones de la verdad) sobre un mismo hecho (el último ejemplo llo hemos vivido esta semana con la sentencia del 11-M), o nos volvemos locos y acabamos por aceptar, como dices tu con el ejemplo de Darfur, que por mucho que tratemos de contrastar informaciones, nunca vamos a saber con precisión, lo que está pasando.
Este caso concreto de Darfur (me gustaría a mi saber que porcentage de "la gente de la calle" sabe que ha pasado en Darfur, por no decir su situación en el mapa), es un ejemplo de como la tragedia y el conflicto internacional se ha institucionalizado de tal forma, que ya no sorprende a nadie que los telediarios nos hablen de cifras de muertos y violaciones de los derechos humanos como algo natural e inevitable, algo que ha existido siempre y seguirá existiendo (las desigualdades de la globalización y el capitalismo, ya se sabe).

Dicho todo esto, me parece interesante la aportación de Tobías y su alusión al dadaísmo como precedente de Warhol. No conozco mucho a Warhol, pero Dalí (uno de mis ídolos de siempre) si que me parece que fue uno de los que primeros entendió el poder de los medios de comunicación, sabiendo crearse varias personalidades para explotar las posibilidades que el "show business" le ofrecía. La compleja personalidad de Dalí daría para varias entradas...

Me interesa que me/nos recomiendes algún título representativo de Ramonet y Chomsky. Sobre Darfur (tema complejísimo y sobre el que existe ya abundante bibliografía, la mayoría en inglés) yo como lectura ligera pero documentada para los no iniciados en el tema, recomiendo el artículo del profesor Anaclet Pons "Sudán. Los límites étnicos en el país de los fur" (publicado en "Pasajes. Revista de pensamiento contemporáneo", nº 18, 2005, pp. 93-100), donde se ofrece un intento de explicación de los diferentes tipos de causas (culturales, religiosas, economicas...) que provocaron el conflicto.

Paco Fuster

Anonymous said...

Dices Paco algo con mucho sentido común y que comparto: debemos leer y estudiar más, quedar menos a la intemperie ante los titiriteros, es la única manera de bosquejar un inicio de resistencia. (¿Qué es si no, además de una demanda de justicia, lo de la "memoria histórica"?¿no es a fin de cuentas un rastreo de la verdad enterrada frente a la lógica de que la historia la hacen los vencedores?) Hay sin embargo algo que me preocupa, que no termina de encajarme, como diría un detective de la tele. Sigo teniendo la impresión de que aunque escuchemos a un analista sabio y consistente, seguimos entrando en lugares lejanos y en sus tragedias como un elefante en una cacharrería. Ya sé, ya sé, nunca es lo mismo leer un buen trabajo como el que nos propones que ver el telediario, y sin embargo todo me conduce a la misma situación aporética: hay un "no logo", un punto en el que mi capacidad para comprender la experiencia de aquel que me es lejano se vuelve inútil. Leo por ejemplo a gente que escribe en el blog de Serna con absoluta suficiencia como si fueran el Ojo de Dios y pudieran dar cuenta de todo porque han leído muchos libros o presumen de haber estado en muchas partes -es mentira, no han estado en ningún sitio, y si han estado han entendido lo que han querido entender, es decir nada- y tengo la impresión de que la realidad se nos escapa por todas partes. Creo que ahí está la aporía del mundo global e interconectado: es como un callejón lleno de personas en distintas situaciones -unos ricos, otros mendigando, otros asesinando, otros robando, otros... pero todos exhibiéndose, o siendo exhibidos como figurantes de un gran espectáculo, o compáralo si quieres con un gran mercado persa donde todos te venden algo, cada uno una cosa distinta diciéndote que te interesa...- es imposible decodificar tantos mensajes, estamos en cualquier caso en situación de niños -por eso hay adultos que van zapeando en busca de la información deportiva- o en situación de esquizofrénicos: ¿por qué Darfur? Un free lance que fue a Ruanda en la época aquella endemoniada de la matanza me dijo que había entendido que lo de Ruanda era tan terrible como parecía, pero que toda africa negra estaba de alguna manera en guerra. ¿por qué las azafatas del vuelo y no el tipo que se pudre en una carcel de thailandia?
Creo que decir "no sabemos lo que realmente está pasando ahí" es un inicio socrático no sé si del conocimiento pero sí al menos de la honestidad. Por cierto, cuando he formado parte de alguna historia periodísticamente relevante siempre he tenido la sensación de que la información no transmitía al público ni lejanamente lo que realmente pasaba, y en todo caso, el público ajeno me parecía que quedaba indefenso, sin referentes para hacerseidea de lo que pasaba. Lo curioso es que el mundo está lleno de gentes que cuando leen un periódico creen tener una idea muy clara de lo que están leyendo, craso error. Un último apunte al respecto: creo que empecé a hacerme idea por primera vez de la tragedia de los Balcanes cuando vi "La vida secreta de las palabras", bellísima película tremendamente silenciosa y contenida. No estaría mal por cierto algo parecido sobre las víctimas del terrorismo por nuestros lares.

David

Anonymous said...

El texto más popular y fácilmente legible para Ramonet y Chomsky es el conocido "Cómo nos venden la moto", son dos artículos, uno de cada autor. Tiene un tono muy cercano al del programa ese que la 2 emitió en diversas entregas sobre la globalización. De Ramonet me parece inteligente leer "Guerras del siglo XXI", o cualquier artículo de Le monde diplomatique. Fuera de tema, te recomiendo un libro que cito en mi libro "La goloxina visual", sobre los nuevos derroteros que el cine y la televisión fueron tomando a partir del último tercio del siglo.De Chomsky está bien cualquiera, aunque ahora mismo veo mirando a la estantería "11/9/2001"

El texto que comenta Tobías también te digo que es altamente recomendable.

Más cosas, la manera más astuta de seguir a Baudrillard es leer de anagrama "El paroxista inteligente", pues se trata de una larga entrevista con Philip Petit donde da repaso a todo su pensamiento, aunque sobre el tema del blog me parece esencial, también en anagrama "La guerra del Golfo no ha tenido lugar", que en realidad son tres artículos.

Anonymous said...

Respecto a Orwell y Huxley es obvio que me refiero a "1984" y a "Un mundo feliz". También se puede apostar a que de Fukuyama me refiero a "El final de la historia" -uno de los libros más tramposos que he leído- y de Huntington "Choque de civilizaciones", todo un Hobbes puesto al día en su versión más reaccionaria, aunque creo que es un autor al que hay que "vigilar" porque encarna la conciencia neocon a la perfección.

Anonymous said...

Lo cierto es que habría un montón de cosas que plantear a partir de vuestras dos intervenciones. Me limitaré a un par de ellas. Cuando David afirma que la vanguardia finaliza o muere en los sesenta entiendo que está asimilando la vanguardia a una crítica con proyecto emancipador, tal vez en un paralelismo con las tesis que plantea en “La juventud domesticada”.

Dalí es un tipo que siempre me ha interesado como fenómeno pero albergo un profundo escepticismo sobre sus actuaciones. Probablemente se volvió loco después de entender perfectamente como estaba montado el tinglado artístico pero siempre me viene a la cabeza la comparación con Buñuel. Uno creyó en las posibilidades revolucionarias del surrealismo y se entregó con pasión a la tarea, el otro utilizó descaradamente el impacto social del grupo para epatar al burgués y forrarse de dólares.

Chomsky me parece un personaje a considerar, aunque solo sea por tratarse de una voz alternativa opuesta al pensamiento único. Temo que David no está de acuerdo. En cualquier caso, y para entender las razones de ese desacuerdo, recomendaría el famoso debate con Foucault: “La naturaleza humana: justicia versus poder” (editorial Katz).

Una segunda recomendación. Hay un documental estremecedor realizado por el francés Hubert Sauper (está junto a “La pesadilla de Darwin”) y titulado “Los diarios de Kisangani”. Sin denunciar, sin moralizar y manipulando lo mínimo posible (la total asepsia es imposible) realiza un dolorosísimo retrato de la realidad africana y de la situación del Africa subsahariana en particular.

Anonymous said...

NO siento desprecio por Chomsky, ni siquiera por Michael Moore, por aquello de las voces alternativas. Digamos, por servirme de la terminología foucaultiana, que su línea discursiva se mueve dentro de la zona de gravedad de los "universales antropológicos", lo cual condena al intelectual -quizá sea esa, la del intelectual, la primera figura a cuestionar- en una figura intransitiva. No creo que valga sólo con hacer circular ideas entre sujetos que reclaman ciertos derechos; hay que hacer todo eso, sin duda, pero hay que plantearse antes cuál es el status de eso a lo que denominamos sujeto, cómo nos enfrentamos a los nuevos modos de información y transmisión... Creo en definitiva que no se ha dibujado un mapa filosóficamente pregnante de las nuevas tecnologías de dominio, de las nuevas formas de subjetivación. Se manejan conceptos gruesos, "los Usa","las multinacionales", "la industria armamentística", "es capital", todo eso existe y hay que denunciarlo, desde luego, pero hay todo un profundo análisis sobre aspectos como la capilaridad de los nuevos poderes o la sustitución de los métodos de dominio punitivos o represivos por las tecnologías de la seducción. No veo en suma en autores como Chomsy una fundamentación de las nuevas formas de construir lenguajes de poder e identidades. No exijo que lo haga, pero si no se hace esa labor, que para mí sí hicieron gente como Foucault o Baudrillard, mi comprensión de esta cultura mutante en que nos encontramos se quedaría coja.

De acuerdo básicamente en lo de Dalí. A eso quizá te haya de contestar Paco Fuster. David

Anonymous said...

Apostillaría a Tobías su comentario sobre Dalí, pero como corremos el riesgo de que mis apostillas sean más largas que la el texto de la entrada (con lo qual ya no serían unas apostillas), prefiero dejarlo para una ocasión mejor. Digo esto porque Dalí es - aparte de uno de mis mayores "ídolos" y referentes - un personaje tan complejo y polifacético que es muy difícil resumir. Además, mi opinión sería muy subjetiva y mi enorme cariño por este personaje y su obra me impide un mínimo de rigor en mis análisis.

Si que te diré sobre tu comentario, que yo no albergo escepticismo sobre sus actuaciones, por eso precisamente, porque eran actuaciones de las cuales él era muy consciente (ya dije en mi primer comentario que fue uno de los primeros artistas - el primer español sin duda - en darse cuenta de la importancia de la imagen del artista como producto; no como productor de arte simplemente, sino del artista como objeto de interés por si mismo). No creo que se volviera loco. Yo creo que él si creyó al principio en las posibilidades del surrealismo - de hecho creo su propio método de análisis, el método paranoico-crítico -, pero fue tal su desencanto tras su contacto con el grupo surrealista "ortodoxo" de Breton, Eluard y compañía; que optó por abandonar la vía oficial (recuerda que dijo que el surrealismo era él mismo, más que ningún otro grupo) y crearse su propio estilo, basado en el método citado y la creación de múltiples personajes y personalidades, que practicaba según la ocasión y el público. Aunque parezca mentira, no creo que se volviera loco, al contrario, le creo muy consciente de cada cosa que hizo y de las repercusiones que iba a tener cada "happening" de los que montaba.

En cualquier caso, Dalí daría como ya dije para mucho, para muchísimo. Prueba de ello es la enorme bibliografía que existe y la cantidad de libros que se editan y reeditan sobre él.

Paco Fuster

Anonymous said...

A mí también me parece interesante el tema. Dalí en particular y la vanguardia en general, sobre todo su vigencia -o descrédito- como proyecto. Te invito Paco a una entrada completa en el blog sobre tal cuestión si te apetece.

David

. said...

Enhorabuena por tu entrada, coherente, bien estructurada y bien acabada. Sólo diré al respecto que el mundo mediático en el que nos encontramos difícilmente puede ayudarnos siquiera a saber donde pudiera encontrarse eso que llaman "verdad", pues las imágenes como las palabras son de espejo deformante. Añadiré que ayer viernes, a la hora del almuerzo, en la pertinente reunión de profesores en el bar, le dijimos a la señora del mismo que por favor apagara la televisión: nos estaban inundando con un sinfín de imágenes de violencia escolar y de palabras, naturalmente por debajo de aquellas.
.....
En lo que respecta al comentario sobre Dalí, la verdad es que siento auténtico desprecio por este "genio" de la pintura, que prefirió ser bufón del franquismo mientras otros tuvieron que hacer las américas.
Gracias.