Saturday, May 30, 2009









RITUALES




Mis conocidos piensan que detesto los rituales, pero no es cierto; lo que en realidad me resulta insoportable es eso a lo que llamamos "compromisos". Entiendo que alguien considere un motivo de alegría el bautizo de su bebé y quiera compartir tanto jolgorio con sus allegados. Lo que me parece insoportable es ese hábito de chantajear a las personas queridas para que se desplacen cientos de kilómetros de ida y de vuelta, pasen por taquilla desembolsando monstruosas cantidades de dinero a cambio de la obscenamente abundante comida que se les ofrece y la sarta de sandeces en que se han convertido las bodas y, por lo visto, también los bautizos y comuniones.

Pero el ritual es para mí otra cosa. Cuando las formas seguidas con suma observancia -en eso consiste un rito- son la expresión de la devoción sincera por los dioses, los muertos, los amados o aquellos que, de alguna manera, se han ganado nuestro reconocimiento en el drama del tiempo -un tiempo a veces inmensamente extenso- entonces el rito no solo no me parece una ridícula banalidad consumista, sino la expresión más acabada del respeto que las comunidades tienen por sí mismas.
Anteayer celebramos en el Instituto donde trabajo lo que -con cierta imprecisión y notable influencia anglosajona- hemos llamado "día de la graduación". Me hace gracia cuando algunos se burlan de estas cosas por el papanatismo de seguir costumbres transmitidas desde los centros de la cultura hegemónica... Como si los mediterráneos fuéramos tan naturales y espontáneos que no necesitáramos todos esos ritos acartonados; como si las misas, las procesiones, los desfiles, los himnos, las celebraciones futbolísticas y tantos otros homenajes a los que tan aficionados somos fueran otra cosa que ceremonias perfectamente automatizadas y en las que se nos ha adiestrado desde que nacimos. No otra cosa son el racismo y la xenofobia: pensar que los demás son hipócritas y artificiales en sus celebraciones mientras que lo nuestro es natural e instintivo, es decir, verdadero.


Hablando de anglosajones, me ha atraído siempre un rito muy característico de la NBA, la Liga Americana de Baloncesto: el día en que se retira un jugador que ha sido especialmente importante para el club durante años se retira su camiseta, la cual quedará para siempre colgada en lo alto de la cancha, con el compromiso ineludible de que ya nunca ningún nuevo jugador podrá utilizar su número. Muy pocos jugadores de un equipo pueden recibir este honor. Los rivales, cuando llegan a esa cancha, ven dichas camisetas y ya saben que, de alguna manera, las viejas leyendas protegen desde el aire al equipo local. No parece muy distinto de aquellos tótems con los que las tribus llenaban los espacios que demarcaban los lindes de la comunidad. Se trata de hacer sentir tanto al nativo como al extranjero la presencia de lo sagrado, aquello innombrable que vertebra la identidad espiritual del grupo y que se ritualiza en forma de culto a los muertos. No otra cosa es la religión, el reconocimiento de que la supervivencia de un linaje se recuesta sobre la memoria de aquellos que estuvieron antes y se dejaron la piel para convertir el yermo en tierra civilizada. Si, al entrar en una casa donde hay mujeres viejas, observamos con atención, descubrimos que por todas partes hay señales de ese culto, el único que verdaderamente merece textos sagrados y ritos de observancia obligada.

No pretendo establecer asociaciones siniestras con algo tan jovial como la ceremonia de graduación de unos estudiantes, aunque solo sea porque vivimos un tiempo donde la muerte es el tabú por excelencia: todos la tenemos presente, pero es socialmente punible hablar de ella. Es poco higiénico mentar a quienes murieron, está mal visto informar a los demás del dolor que sentimos por una ausencia o recordar que cada uno de los instantes es un préstamo que va agotándose. Y sin embargo, todo ritual de despedida tiene algo de celebración fúnebre. O para ser más exacto, el ritual sirve para conjurar el riesgo de la extinción, propiciando así una lógica que anime a los que ya desaparecieron a seguir extendiendo su influjo benéfico sobre los que todavía están. No otra cosa se busca con el hábito de colocar las orlas de cada promoción que ha pasado por el Centro en una zona respetable pero muy visible, como si el espacio reservado a cada promoción estructurara la identidad histórica de la escuela. Con ello el mero espacio vacío, la trama arquitectónica diseñada con propósitos meramente funcionales, pasa a convertirse en un lugar, un lugar en toda la extensión del concepto, una totalidad civilizada y resguardada espiritualmente por quienes la habitaron en el pasado.






En La selva esmeralda, Tommy, una mañana en que se baña inocentemente en el río con otros adolescentes, recibe de sus padres la noticia de que "debe morir". "¿Es necesario que mi niño muera?", pregunta la madre, "Lo es", contesta él. Lo que en realidad indica el rito es el tránsito hacia la condición adulta: el niño muere en Tommy y surge el hombre, el guerrero, el que ya no juega porque ahora debe hacer fuertes sus espaldas para soportar el peso de su linaje. Ambos procesos han de validarse ceremonialmente, y en el segundo, que representa antes que nada -como todo rito iniciático- el acceso a una casta superior, es irremediable el sufrimiento, es imprescindible demostrar que se tiene coraje, que se puede sobrellevar el dolor y salir después a la selva para cazar un tigre.


Creo que todos estos impulsos colectivos están de alguna manera presentes cuando un ritual está realmente preñado de sentido y no es un mero formulismo, porque en este otro caso, ya solo es puro hastío burocrático o, como en las bodas, bautizos y comuniones a que me refería, simple chantaje fastidioso, compromiso ideado para ganar dinero o cultivar la vanidad y el exhibicionismo.Cuando despedimos a un grupo de alumnos que han pasado más de un tercio de su corta vida en nuestra escuela es toda una larga experiencia vivida la que se celebra entonces. Y también es eso lo que se agradece, la oportunidad que los que se marchan nos han dado de hacer más hermosa y noble nuestra propia vida.
He conocido personas que no soportaban la idea misma de la despedida. Yo creo lo que me enseñó la lectura de Montaigne: "hay que vivir para cultivar los placeres, pero no olvidando nunca que estos tienen una caducidad". Dicen que hoy los jóvenes viven en una adolescencia perpetua... Sí, pero ellos sospechan que el mensaje que les transmite el final del Bachillerato es muy claro: acabó la infancia. Sus adultos parecen muy fuertes ahora, pero más pronto que tarde empezaremos a mostrar signos de envejecimiento y, no estará muy lejos el día en que hayamos de decirles, sin ambages: "a partir de ahora irás sin mí a cazar el tigre, yo ya estoy cansado y enfermo, serás tú quien luche contra nuestros enemigos y tú quien gobierne la aldea". Lo que en definitiva celebramos es la sucesión, la transmisión de una herencia espiritual, lo que supone a su vez el propósito de conjurar los riesgos de la amnesia y la extinción.

2. Dado que no soy seguidor del FC Barcelona, no tengo demasiadas razones para celebrar sus últimos éxitos deportivos. Me alegró suavemente que ganara la Copa de Europa, solo eso. Sin embargo, hay algo de todo lo que viene ocurriendo últimamente en ese club que me parece modélico. Cuando Laporta nombró a Pep Guardiola entrenador del primer equipo no solo estaba dándole la oportunidad a un técnico prometedor, lo que hizo en realidad fue conjurar las fuerzas más profundas de un sentimiento colectivo para crear una cierta magia... Y esa magia ha dado resultado. Guardiola es la encarnación más redonda y fiel de lo que es la catalanidad, o para ser más exacto, del imaginario de lo que Catalunya aspira a ser y a mostrar en el mundo. Es bonito que Guardiola sea hijo adoptivo de Johan Cruyff y que, a su vez, Xavi sea la reencarnación sobre el terreno de juego de lo que fue Guardiola. La catalanofobia de millones de españoles se asienta en la incapacidad para entender que, detrás de ciertos ejercicios de soberbia y egocentrismo, lo que se halla es un fuerte sentimiento de adhesión a lo colectivo, a una lengua, a una virgen, a un equipo de futbol, qué sé yo... Podemos reírnos o considerar equivocada cualquier forma de nacionalismo, pero hay algo en esa devoción por referentes identitarios que hace muy fuerte la autoestima de las comunidades. Mientras sirva para ganar Champions y no para urdir asesinatos merecerá, cuanto menos, un momento de reflexión.

11 comments:

imperfecto said...

Si de algo carecemos en Catalunya es precisamente de sentido colectivo, ninguna comunidad, cómo esta, ofrece una fragmentación social tan acentuada.

Futbolisticamente hablando, y aunque todavía resuenan los ecos del triplete, Catalunya siempre celebra algo, se cuentan por millones los aficionados al equipo rival (llámese Español o Real Madrid) tanto que en determinadas poblaciones el escándalo es, si cabe, mayor con las conquistas de títulos de los merengues que del mismo barça...

se cuentan por millones los catalanes que no hablan catalán, por millones los no nacionalistas, perdón, si, nacionalistas si, españolistas (nacionalismo mejor tolerado en la peninsula, siempre han habido clases...)

Laporta fichó a Guardila porque le salía baratito (la pela es la pela), nadie daba dos duros por él, ni siquiera el presi, y su conjura ha sido...

hacer jugar a cada una de las grandisimas individualidades, que ya tenía ese equipo, en su sitio, de forma ordenada (ziga-zaga, ziga-ziga...) y creyendo en lo que estaban haciendo, algo de disciplina, un pelín de mano izquierda, cuatro técnicas de motivación sacadas de uno de tantos de esos librillos de autoayuda, y ciertas dosis de fortuna...

todo lo demás, David, pamplinas... creeme, a los Alves, Messi, Etoo, Henry, Marquez, Touré, Abidal... y si me apuras Iniesta y Busquets le traen al pairo el catalán, la moreneta, y hasta Felipe V y sus decretos de nueva planta, els blotiflers, y la santisima Trinidad...

Que equivocados estais los españoles... ; )

un saludo.

David P.Montesinos said...

Buena andanada, Imperfecto, no está mal. Veamos. Entre los "españoles", como tú nos llamas, hay una idea muy extendida de que Catalunya es algo así como el enemigo. Que el Barça gane la liga y la Champions molesta a todos aquellos que creen que el Madriz es el "equipo de todos". No soy nacionalista -tampoco nacionalista español- y no me he tragado nunca el asunto dels Paisos Catalans. No simpatizo con ciertas actitudes del amigo Laporta, que profesa una corrección política que por lo visto queda muy bien en Catalunya cuando uno es rico y poderoso. El Principado es ciertamente una entidad más compleja y repleta de contradicciones de lo que a TV3 le gusta vender. Creo que la visión de la identidad colectiva a la que aludo en el texto está bastante matizada, no tiene nada de entusiasta. Fue Tonnies quien empleó mucho esfuerzo en articular la diferencia entre los conceptos de "comunidad" y "sociedad". Catalunya pretende ser lo primero, pero si rebuscamos corremos el riesgo de encontrarnos con que eso -como creo que tu post sugiere- tiene mucho de construcción ideológica con intenciones propagandísticas y de protección de ciertos intereses económicos. Sé por lo que me cuentan por qué siniestros derroteros anda la educación pública en Catalunya. Hay cierto onanismo autosatisfecho entre el electorado nacionalista catalán, y Barcelona me parece una ciudad demasiado autocomplaciente, lo que le lleva muchas veces a esquivar la evidencia de sus profundas deficiencias.

El futbol es rentabilizado políticamente ahora tanto como en tiempos de Franco. Pese a todo, me causa cierto atractivo la figura de Guardiola. El trato que por mis lares se le da a líderes como Albelda me refuerza en esa idea, aunque no dudo de que haya razones inconfesables como las que tú apuntas en la contratación de Guardiola.

Me gusta Catalunya, pese a todo. Y como dijo Cioran, jamás he sido capaz de amar nada sin a la vez odiarlo. Sospecho que a ti te pasa un poco lo mismo.

imperfecto said...

sospechas bien, amigo, un dia de estos, con calma, te explico por qué...

un saludo.

Anonymous said...

Es curioso, he llegado a este blog gracias a tu abuelo pero pienso quedarme.

Hay en Guardiola un atisbo de impostura que no conviene desdeñar. Esa creencia más o menos visible de ser el elegido. Un tipo que se sabe y estudia para mito moderno de la culerada al estilo Samitier en el pasado exige una mirada más profunda. En cierto modo es como si el Barça hubiera asimilado la ficcionalidad del fútbol de una manera total. El Barça ha jugado al fútbol muy bien pero sobre todo ha alimentado los resortes de la literatura en directo. Es tanta la urgencia que el relato es hoy, cuando siempre fue pasado mañana. Me molesta esa necesidad urgente de entronizar al mito ya. Y me molesta aún más lo que se avecina: estomagantes de Madrid con el dúo Valdano-Pardeza versus amigos de Guardiola. Como si de manera definitiva el puente aéreo lo simplificara todo en esa dualidad que encima ahora aspira a ser elegante, culta y expansiva.

Imagino, no lo niego, que hay en mi un poso de envidia. Ser hincha del Valencia y ver con claridad como se nos envía (nos enviamos) a las catacumbas...

Paciencia. Y felicidades por el blog. Es muy estimulante.

BT

David P.Montesinos said...

Un placer tenerle por aquí, amigo BT. La envidia deja de ser tóxica cuando uno tiene la grandeza de reconocerla como lo que es. No son en cualquier caso los éxitos deportivos del Barça lo que me fascina, sino la capacidad para gestionar una entidad tan monstruosamente grande en torno a una serie de referentes espirituales muy fuertemente "locales". En tiempos globalizados, donde el montante de negocio tiende a buscarse en nichos de mercado muy lejanos, a veces en las antípodas, aferrarse a un cierto relato de "lo nuestro", lo que ha constituido un cierto imaginario de identidad colectiva, me parece como mínimo sugerente.

Lo que me ha interesado más de tu intervención es lo de la "literatura en directo". Guardiola no me parece un impostor, cree en la institución y cree en el "seny" que representa en la mayoría de sus actitudes y declaraciones, un producto que termina de hacerse vendible precisamente con su lado opuesto,cuando aparecen las carreras alocadas con el gol de Iniesta al Chelsea o las protestas viscerales al árbitro que termina expulsándolo. Todo culé se tiene por un tipo sensato y flemático pero que lleva un boixo noi dentro. Ahora bien, el otro efecto, el que usted denuncia del mito urgente, eso me parece un invento de la prensa, pero un invento que funciona. Un mito cuaja a cocción lenta, debe ser producto de una extensa hoja de servicios, si no es un bluff. Aquí se ha efectuado demasiado a la ligera el tránsito entre el Pep jugador y el Pep entrenador. Y como tú dices, parece que desde Madrid contraatacan con un plan similar. Amortizado el mito de Raúl, que han extendido hasta el hastío, hasta la parodia -"Raúl, selección", gritan al Madrid en los estadios, es una burla-, han decidido que su hombre es Florentino. Todo al microondas. Florentino ya era candidato antes de presentarse, y ya era presidente antes de que le votaran.Rodeado de otros mitos como Butragueño o Valdano nos aprestamos a vivir a un Madrid de leyenda, esto es al menos lo que la Brunete mediática quiere que crea el madridismo... cuestión de ilusión y de autoestima. ¡Qué interesante laboratorio sociológico el futbol! ¿no?

Anonymous said...

Cierto. No es impostor en su barcelonismo. Quizá el grado de impostura que yo le añado no provenga de él y sea, como casi siempre, el redoble de adjetivos que receta la prensa y mi propio hartazgo, del que obviamente no es responsable nadie más que yo. Lo cierto es que hoy, en primicia, el empalagoso habitual Juan Cruz empieza el baile en As.

saludos

BT

Anonymous said...

Los ritos son, efectivamente, necesarios. Nos sirven para delimitar y ordenar el tiempo. También para darle sentido cíclico al devenir: las cosas pasan y vuelven a pasar de manera previsible, cumpliéndose las expectativas, lo cual alivia nuestra incertidumbre. Sé que no podemos vivir sin los ritos, ¿pero por qué tengo la impresión de que muchas de esas manifestaciones colectivas me asfixian? Bodas, graduaciones y fútbol, por ejemplo. No sé qué me angustia más. Siento expresarme así. Debe de ser un estado personal...

Fdo.: Justo Serna

Anonymous said...

Contra los ritos digamos de imposición, siempre caben los ritos personalizados y a la carta para lograr esa ilusión de relativo orden. ¿hablamos de lo mismo pero de una manera más flexible y menos angustiosa?

BT

David P.Montesinos said...

No creo que hablemos de lo mismo, no en todo sentido. Ciertamente, el rito individual termina provocando el mismo efecto -más o menos alucinatorio- de orden, de resistencia al caos y a la desaparición. Ahora bien, yo -en contra de algo que últimamente me ha imputado Imperfecto- creo profundamente en la libertad y en la responsabilidad. No creo que el rito colectivo sea coactivo -aunque Justo Serna lo deja caer al expresar su fastidio- más que en la medida en que nos deja sin dormir por el ruido o nos obliga a posicionarnos ante algo que a lo mejor nos resulta indiferente. Aún así, soy yo quien decide si quiere formar parte fidelizada de ese rito colectivo, y en eso soy tan libre como en el seguimiento de los ritos personales y autoimpuestos. Como explicaron los existencialistas, al final,soy yo quien está solo y libre para, sin excusas, decidir a cada momento qué hacer con mi vida. No estoy seguro en suma que toda identidad colectiva sea "asesina" (Recordar el libro de Amin Malouf, "Identidades asesinas), no creo que toda celebración colectiva sea angustiosa ni necesariamente fastidiosa. Depende de cómo la asumamos, creo.

Elisabet said...

Hola David,exactamente,”de cómo la asumamos” o de cómo la resignifiquemos (aunque ciertos bodrios,ni con las mejores intenciones)…hablas de existencialismo,y me haces recordar el poemita “La Suma”( de Los Conjurados)…pero además reparó en la urdimbre del texto y veo una camiseta en el Este y un viento en ovación constante…”Tellà”….
… aunque estén hablando del Barça…veo la piedra,veo al benefactor , tu antepasado,que como todos,protege,fortalece y extiende la prosperidad…
El para muchos podrá ser mito, pero para ustedes es un bija,la semilla que no se agota, constante en tu decir.Un saludo

Imperfecto¿le vas a reeducar la blableta a Messi?...otro,y nos vemos ¿si?...logicamente

Marta I. Moreno Pizarro said...

Me ha costado dar con él, pero por fin lo tengo. Desde que leí este post he tenido ganas de linckear este vídeo aquí (y ya sabes que no suelo cejar fácilmente en un empeño).

Este documento es para mí un motor de reflexiones. Las preguntas que me suscita son innumerables. Los símbolos del vídeo, las transeferencias de significado entre el compendio de imágenes reales y las de la peli, la intención y el momento en que se usó el montaje, las fibras que se sabía que tocaría (y cómo las tocaría), el potente efecto que tuvo...

Las "semillas inmortales" despiertan incluso en campos de pragmatismo y climas urbanos. Pragmatismo (con todo lo que eso conlleva) y ciudad (en toda la profundidad y esplendor de su significado): y aun así, la mitología emocional sigue latiendo de sentido bajo la superficie.

Un abrazo,

Marta

http://www.youtube.com/watch?v=22Yebk50PpU&feature=player_embedded#