Saturday, June 13, 2009







EL TRIUNFO




1. El triunfo es casi siempre más difícil de digerir que la derrota. La imagen es obscena, el alborozo insulta incluso a quienes no encontramos bando derrotado al que aliarnos en el duelo. Ojalá sólo fuera capaz de enojarme -o solazarme, como alguno de mis amigos- con la arrolladora evidencia de la Fealdad. Pero lo que mi sentido arácnido detecta en la pornográfica exhibición de gestos triunfales es la amenaza. Vae victis, ay de los vencidos! Pero los vencidos no son el equipo rival, sino todos aquellos que pensamos en una comunidad regida por los estilos y principios justamente opuestos a los que esta foto representa. Algunas personas solo parecen haber sido educadas para la guerra: su embriaguez ante la victoria denota baja condición, falta de escrúpulos... una mezquina necesidad de convencer al mundo y, en especial, a los enemigos, de que vencer es lo único realmente importante. Pero la Falla no solo exhibe en primer plano al ninot de colores chillones y gesto airado. A la vez entran en la sala dos palmeros, contenidamente sonrientes, dueños de su propia gestualidad como les enseñaron en los Maristas y en el clinic de líderes para el siglo XXI... Secundarios a su pesar, no obstante... Rita es la imagen más expresiva y concluyente de lo que significa ganar en las urnas: no hay corrupción, no hay abuso urbanístico, no hay desmantelamiento de los servicios públicos, no hay devastación educativa... tampoco hay agua, pero de eso la culpa la tiene ZP, ya se sabe. Vae victis.





2. Asisto a la muestra de lo mejor de Cartier-Bresson en el Museo de Artes de Castellón. Admirando sus paisajes humanos -tan simples, tan cargados de sentidos y valores al mismo tiempo- se me hace más pastosa que nunca la vieja discusión sobre si la fotografía es arte, sobre si el fotografo retrata o crea... Ganas de calentarse la cabeza. Cartier supo siempre qué era lo que le interesaba de este mundo y fue a por ello, aunque hubiera de recorrer el planeta entero en los años en que un occidental en China era una rareza propia de un cómic de aventuras. Subidos a la máquina del tiempo, podemos comparar la foto de la alborozada mujer de arriba con el hombre que aparece de frente a nosotros, en las escaleras de la Bolsa de Nueva York. Hincha el pecho, lanza su sonrisa autosatisfecha sobre nosotros, que no somos capaces de llegar a su altura porque no lo merecemos. Quizá esté cerca la Depresión del 29, quizá ese tipo creso y cretinamente ostentoso estrelló su cuerpo contra el suelo desde muy arriba aquella noche del crack. Todos morderemos el polvo, pero quienes llegan a lo más alto a costa de chafarle el cuello a los demás... esos son los que muchas décadas después resultan más ridículos cuando los retratos se hacen inmortales, cuando el tiempo ha puesto ya en su sitio la insignificancia de las ambiciones humanas.


3. El fresco de la Gran Depresión que Cartier-Bresson nos ha legado no habla solo de la mezquindad de tantos y tantos palurdos con traje y sombrero que creyeron que la burbuja de la ganancia seguiría inflándose eternamente. Pese a la leyenda de los cuerpos de multimillonarios que se arrojaron al vacío desde los rascacielos de la Séptima Avenida, las peores consecuencias de la crisis la sufrieron los pobres. El paro, la miseria, el hambre... Quienes no han pasado largas temporadas de desempleo desconocen lo que significa ver como transcurren las horas inútilmente, esa sensación de indigencia moral con la que uno se mira al espejo de la sociedad, esa frustración que no te abandona ni un minuto y que te hace preguntarte si tu presencia en el mundo tiene algún sentido. Ningún político debería alzar los puños ante una victoria electoral... Acaso sea esa mi definición del pudor.







4. Cartier-Bresson estuvo en todas partes. El siglo XX es tan suyo como de Tintin, el jazz o el western. Los aliados han entrado ya en Alemania. La mujer que baja la cabeza con aire avergonzado acaba de ser reconocida como delatora de los nazis. La otra mujer que la señala dice haber sido denunciada por ella. La primera está amedrentada por una multitud que la observa con gesto reprobatorio. La segunda ostenta una sonrisa histerizada, más bien una mueca que señala urgencia, exigencia moral de linchamiento. Se ha convertido en líder de una multitud porque la condición de víctima vengadora le legitima para ello. El nazismo es una de las mayores monstruosidades de la historia, desde luego. "Yo nunca lo habría hecho", nos decimos a nosotros mismos. Y jubilosamente decidimos que la segunda mujer es de nuestro bando y la primera es un monstruo. Visto ahora es ciertamente fácil, demasiado fácil. Mejor que no nos veamos en las mismas...






5. Hay mucha violencia en la celebración. No me atemoriza Cristiano Ronaldo ni me acomplejan sus músculos. Quien se acostumbra a recoger el elogio y los gritos de admiración por todas partes termina perdiendo el sentido de la orientación y sintiéndose el más desgraciado de los hombres. Las fotos de Cristiano con Paris Hilton, festejando con miles de euros en champán francés el fichaje por el Madrid, son la prueba de que el dinero y la fama, por sí solos, solo producen espectáculos zafios y de mal gusto. En plena crisis, Florentino Pérez y su Real Madrid postmoderno gastan cifras monstruosas en fichar a las mayores estrellas del firmamento futbolístico. Dice tener perfectamente trazada la hoja de ruta para terminar volviendo rentables todas estas inversiones. Y sus hipnotizados oyentes asienten con un simple acto de fe. No veo ningún valor positivo en toda esta trama. No hay nada que me provoque afinidad con esta estrella narcisista. Gimnasio, exhibicionismo, dictadura de la estética, dinero rápido, nada interesante que decir... Creo que el fútbol es otra cosa. O quizá soy yo el iluso.



6. "¿Qué hay escrito en las líneas de la mano?", decía una de las viejas canciones de Radio Futura compuesta por Santiago Auserón. Johanna Ganthaler apareció hace unos días en los periódicos porque al perder el billete de avión se libró de morir en el vuelo 447 de Air France, estrellado a unos cientos de kilómetros de las costas de Brasil. Viajando en automóvil por Austria se estrelló apenas unos días después contra un camión en una autopista del centro de Europa. No puedo evitar acordarme de aquella vieja historia, La Muerte en Samarkanda. Un hombre se encuentra a alguien que cree reconocer como La Muerte. Temiendo que le esté llamando, huye despavorido hasta Samarkanda. El Rey envía un emisario para presentarle una queja a la Muerte, pues va por ahí asustando a sus súbditos. "Extraño que aquel hombre huyera", contesta en tono exculpatorio La Muerte al emisario, "pues mi gesto no era el de que me acompañara en ese momento, sino el de emplazarle a encontrarnos unos días después en Samarkanda". Nunca he sabido muy bien qué significa eso de creer en el destino, y no dejan de darme grima quienes presumen de que está escrito y de que hay expertos en descifrarlo. Sin embargo, si analizo mi trayectoria biográfica, sí observo que son detalles muy azarosos, muy particulares, puros detalles aparentemente condenados a la insignificancia, los que han determinado las rutas que mi vida ha ido tomando. No hay manera de saber, en cualquier caso, qué es lo que nos espera en Samarkanda.

13 comments:

Tobías said...

Rita se asemeja a una especie de Godzilla abalanzándose sobre los valencianos para devorarlos sin piedad. Ahora, razones para estar obscenamente feliz tiene; habría que preguntarse que catastrófica oposición hay en Valencia para que esta gentuza, prepotente, corrupta y devastadora, gane cada vez con mayor margen.

El comentario, del que solo lamento la brevedad, es magnífico. No van a tener piedad con quienes detestamos lo que están haciendo con nuestra comunidad. Como dirían las hermanas García Monerris esto es una nación secuestrada, el famoso meninfotismo se ha convertido en voluntad entregada a la pirotecnia y el simulacro de los solo son capaces de decir lo que la gente quiere oir. A mí me dan más miedo los del gesto contenido, a la otra se le ve venir; de los que están educados en las cavernas del oscurantismo religioso nunca sabe uno si serán capaces de diseñar algo peor con lo que fastidiarnos.

La fotografía de la colaboracionista no la conocía. Repugnante la tipeja de la risa histérica. Probablemente hago un juicio apresurado pero me atrevo a decir que esa colaboró también, o lo hubiera hecho sin dudarlo. La masa es capaz del espectáculo más extraordinario cuando se rebela contra la opresión, cuando se defiende con las armas en la mano, como en el 36 en España, contra el fascismo, pero también es capaz de lo más abyecto cuando humilla al derrotado por resentimiento. Hay una foto, creo que también de Cartier Bresson, en la que una mujer joven con un niño, pelada al cero y terriblemente asustada, es perseguida por el populacho que se burla y la insulta por haber tenido un hijo con un soldado alemán. Pocas cosas tan desagradables como la falta de generosidad en la victoria, sin que esto quite aplicar la ley con todo su peso frente a los culpables.

Hay otra foto en la que se ve a un guardia de Auschwitz horriblemente apaleado, con la cara tumefacta y gesto de terror infinito. Sin embargo en ningún momento siente uno la piedad que podemos sentir por la mujer de la primera foto y la joven perseguida de la segunda. El infierno de Auschwitz es demasiado evidente como para lamentarse por la suerte de los que lo hicieron posible.

A mi tampoco me gusta Cristiano Ronaldo. El Madrid parece que quiera ganar títulos aplastando bajo el peso de los millones de euros.

Anonymous said...

Excelente post. De cabo a rabo.

El destino es el prejuicio literario por excelencia. Ha traspasado hasta a quienes no han leído un libro en su vida. Tiene algo de proyección esotérica. Un hilo conductor que todo parece explicar. Y así como creo que hay que aprender para desaprender, hay también que huir de ese tópico llamado destino. No hay destino, sólo un alambre tenso en el que cada acto presupone una elección. Nadie dijo que fuera fácil.

De fútbol prefiero no hablar. Sólo hay una manera razonable de parar esta oleada de madridismo cateto y prepotente: guardando el secreto. Lástima que esa fórmula no sirva para defenestrar a Rita.

BT

David P.Montesinos said...

El comentario es breve porque, al menos esta vez, creo que sí puede decirse aquello de que una imagen lo dice todo.

Respecto a lo que dice BT, comparto la impresión de que el destino es una figura retórica, en muchas ocasiones una excusa literaria. Y sin embargo, cuando es asumido inteligentemente, como en la tragedia clásica, puede ser un motivo narrativo mucho más denso y complejo que lo que nos aparece en los programas de la Bruja Lola o Friker Jiménez. El destino es eso de lo cuál habremos de morir porque lo llevamos dentro, algo que nos es constitutivo y de lo que no podremos deshacernos ni aunque queramos.

Curiosidad, hoy que uno tiene que controlar los espasmos de asco ante el acoso de la Brunete mediática madridista, entregada con armas y bagajes a la misma causa ¿no creéis que en Florentino Pérez puede estar cociéndose una figura berlusconiana? Mirad las concomitancias: constructor con delirio megalómano,dueño de un equipo de fútbol con poder inversor brutal, presencia euforizante, despreocupada, exitosa y prepotente, trato humillante y vejatorio a sus oponentes, afición a distorsionar los estados de opinión trabajándose a la prensa y las televisiones... Cuidado con este individuo.

Anonymous said...

Comparto su observación de "pudor" o mejor dicho, la apreciación de su ausencia justo allí donde precisamente debiese caer como una losa.

Hay muchas formas de celebrar una victoria. Recuerdo cuando Esperanza Aguirre daba saltos a contratiempo de las babas que como hilos salían de su boca, dibujando ondas sinusoidales que llenaban el espacio vacío que quedaba en ese andamio improvisado de Genova... Después del Tamallazo, la evidencia quedó expuesta para quien quisiera saber, la comisión de investigación supuso el doctorado para todos, desde políticos hasta imbeciles de remate, todos pudimos graduarnos.

Evidentemente la "espe" no celebraba la victoria, se celebraba ella misma. La certeza de un electorado con diploma acreditativo en cazurrez, debe producir una sensación parecida a la de sentirse como el hombre invisible a punto de atracar un banco. Creo que mas que parecerse a la celebración de una victoria, es la reacción de quien estupefacto, comprueba que ganó en la lotería.

El precio de ese tipo que juega al futbol es elevado, acorde quizas con los tiempos, barato... lo que no puede es ser una vergüenza, como lo catalogan aquellos que luego hablan pestes del socialismo o al menos, han utilizado alguna vez aquella coletilla: el capitalismo es el menos malo de los sistemas.

Es comprensible que una sociedad doctorada en cazurrez, no logre distinguir los códigos del sistema que a la vez defienden.

David P.Montesinos said...

Interesante y denso comentario, amigo. Salga del anonimato -aunque sea mediante un nick-. En cualquier caso será siempre bienvenido.

Elisabet said...

David...existe el concepto de "justicia poética"...en ese caso a todos los comentarios les vale"será justicia"¿no? Un saludo

Anonymous said...

La fotografía de Camps y Barberá se merece, sin duda, un comentario como el que David escribe. Comparto el sentimiento que la imagen inspira, pero inmediatamente me corrijo y pienso: a todos nos pueden sorprender en una pose indebida o exagerada o incorrecta. No nos haría gracia que nos sacaran haciendo monadas o provocando espanto. La discusión sobre la intimidad del yo fotografiado es ésa precisamente: ¿quién tiene el derecho a tomarnos un retrato sin posar? Cuando nos fotografiamos, solemos adoptar nuestro mejor perfil, nuestra mejor exposición o situación. A Rita Barberá no se le pide que pose, sino que parece irrumpir en la sala haciendo la señal de la victoria, como un ventartón. Sin duda, el fotógrafo capta lo que la alcaldesa hace, pero es un instante entre otros muchos que el retratista tomó en aquellos momentos. El periódico decide reproducir esa imagen y no otra. ¿Es manipulación? Yo no creo que pueda llamarse así. Es una selección de lo real. El problema de una fotografía pública o política está cuando el retratista quiere hacer una metáfora de un instante más. Por ejemplo, el otro día, en Abc subtitularon una fotografía de Manuel Chaves con estas palabras: "El mal trago de Manuel Chaves". ¿Qué veíamos? Veíamos a Chaves dando un sorbo a un vaso de agua. El periodista quiso hacer una metáfora de un hecho que no tenía nada que ver con lo que el periódico quería subrayar. En el caso de la fotografía de Rita Barberá, su aspecto monstruoso, desencajado, no es una manipulación icónica o verbal: es un hecho sucedido..., entre otros que en aquel momento ocurrieron. Pero me desagrada el énfasis de la imagen.

Fdo.: Justo Serna.

imperfecto said...

"Me he caído de un árbol -donde estaba leyendo, montado sobre una rama, en estos días de calor- y me he roto una pierna. Apenas el cirujano ha terminado su trabajo y me he encontrado inmóvil y prisionero en la cama, he tomado mi acostumbrada precaución. He mandado buscar a toda prisa y con urgencia a dos cojos para que vengan a hacerme compañía. Los pago como son pagados los gobernadores del Estado, pero deben andar y también saltar delante de mí. Los dos derrengados me llegaron al día siguiente: al uno le faltan las dos piernas y camina con muletas; el otro tiene las dos, pero tan retorcidas y encogidas, que se mueve con trabajo y con movimientos grotescos.

Los dos infelices son, en estas jornadas de aburrimiento y de rabia, mi consuelo. El mutilado y el estropeado me hacen ver, con sus ridículos movimientos, aquello en que podría convertirme, y, por contraste, me alegran".

Gog -Giovanni Papini-

¿no os parece que toda esta fauna acaba siendo, aunque muy bien pagados, quizás en exceso, nuestros particulares cojos?...

espero que lo disfrutes, querido amigo... y si no, no dudes en culparme.

David P.Montesinos said...

Los programas televisivos de humor se sirven mucho de este tipo de poses muy bien seleccionadas.Hay fotos mías en que parezco un sádico, un tonto de baba o un tipo simplemente ridículo. Sin embargo, no estoy seguro de que la actual alcadesa de Valencia sea consciente de lo práctico que resulta no propiciar este tipo de escenas. Entrar en una sala pegando alaridos y haciendo aspavientos con los brazos facilita el que a uno le pillen de esta guisa. No tiene mayor trascendencia salvo porque la fealdad exterior traduce un alma repulsiva. Mis alumnos nacieron ya con esta individua de alcaldesa, no han conocido otra cosa, no saben que se puede gestionar una ciudad de otra manera... Lo siento pero no voy a disimular la profunda aversión que el personaje me produce. Dios que me perdone si me equivoco, pero creo que su impronta es infernal y que ella y quienes le rodean están haciendo un daño irreparable.

David P.Montesinos said...

Hola, Imperfecto. El pasaje al que te refieres y, sobre todo, la comparación hacia la que te deslizas deben, cuanto menos, hacernos reflexionar. Si trato de ser sincero manifestando mi odio a alguien es porque creo que es mucho peor la indiferencia o el pasotismo y, sobre todo, porque creo que es imprescindible tener muy bien definido aquello en lo que uno no debe convertirse. Puedo ser tan odiado como Rita lo es por mí, y acaso quienes me detestan tienen razón, pero no voy a consentirles que me acusen de ser impúdico... Y ella lo es. Es conveniente, como tú sugieres, mirarse en el espejo de lo monstruoso, por si acaso atisbamos al monstruo hacia el que nuestra vida podría encaminarse... Y debemos eliminar a ese monstruo "cojo" de Papini antes de que se haga fuerte. Quizá sea yo tan horrendo como aquello que fustigo, pero no aceptaré piense en mí asociandome al principio al que asocio a esta señora y que lleva veinte años acompañándola a mis ojos: "Destruiré todo aquello que amas"

Anonymous said...

David, amigo, aunque probablemente no alcance para mi el nivel de repulsión que supone para ti esa señora y su entorno, te aseguro que no colocaría jamás un poster con su efigie en mi habitación...

con el fragmento de Papini no he pretendido si no sugerir que matizamos nuestra impotencia, cómo sociedad y masa informe incapacitada para la acción, contemplando la degradación del individuo, sea quién fuere...

el análisis que tu realizas es posterior a ese éxtasis iniciatico que nos sume, de entrada, en el universo de la pura subjetividad...

y por mucho que te empeñes, que no sé si lo haces pero a veces pudiera parecerlo, no te veo liderando ese universo...

un abrazo.

Anonymous said...

Algo curioso. La futbolización de la vida política. En los mítines se corean los mismos cánticos chorras que en las gradas y el gesto deforme de Rita no es más que una caricatura del hincha descompuesto cuando su equipo marca un gol. Eso es lo duro. El imparable proceso de idiotización.

BT

David P.Montesinos said...

El de la degradación humana, querido amigo, es ciertamente un espectáculo morboso. Estos días he visto en algún zapping cómo un hatajo de indeseables provocadores del aplauso fácil "entrevistaban" a un ex-famoso alcohólico y devastado y se lanzaban sobre él como leones para rematarlo. "Él ha querido venir libremente", sí, sí, ya lo sabemos. He indagado y el share de audiencia de dicho programa es brutal.

Creo, amigo BT, que vives atravesado por una profunda contradicción interior. Nos conocimos hablando de fútbol, y parece sin embargo que la aversión al fútbol mismo es un motivo recurrente de lo que escribes. Quizá haya maneras de ver todo ese entramado que no pasen por Florentinos ni Berlusconis, por graderíos adocenados o grupos ultras. Quiero pensar que es así...