NAVIDAD
Si tengo la desfachatez de sentirme más cerca de la verdad que cualquier creyente es porque entendí desde el principio que este suelo al que hemos sido arrojados sin permiso es un laberinto. Las personas religiosas -y hay personas religiosas en los templos tanto como en las universidades o las oficinas- son aquellas que demandan una respuesta simple al enigma de la existencia. El nacimiento de Cristo viene a proporcionarnos una de ellas. Quien comulga solo automedica su angustia con un placebo, no porque Dios no exista -cosa que me preocupa bien poco-, sino porque va listo si cree que es posible conjurar su mal con un objeto inerte cuyas propiedades mágicas vienen dadas por rituales de magia tan ridículos como los del hechicero de las tribus de Tarzán.
No intento hacer profesión de fe atea, es demasiado fácil limitarse a decir que todo esa historia del Crucificado y la salvación prometida no es más que una leyenda. Y lo es, desde luego, los sacerdotes lo han sabido desde siempre, por la misma razón que han sido los monarcas los primeros en saber que el Poder era una mentira útil, de ahí que solo ocuparan el trono a condición de hacer de guardianes de un secreto que bajo ningún concepto habría de revelarse. Y ese Gran Secreto es el de una Ausencia: la gran pregunta por el Ser es en realidad la Pregunta Sin Respuesta. "¿Por qué el Ser y no más bien la nada?", se pregunta Heidegger, sabedor de que la verdadera Filosofía no consiste desde Parménides sino en esa pregunta desde la que se constituye todo sentido posible. "No me abandona ni un instante la sensación de perplejidad ante la existencia", dice Cioran. No digo que la existencia sea un sueño ni ninguna de esas viejas baladronadas de la tradición académica de la filosofía, lo que digo es que la existencia carece de sentido, y que solo es justamente posible existir precisamente por ello. Esa es la desgarradura que habitamos.
"Tu modo de pensar es gélido, yo no podría vivir así", me dijo Z en el colegio de curas donde tan pocas veces nos hablaron del cielo pero tantas del Poder Temporal, ese reino de Dios en este valle de lágrimas. Pero es la vida de Z la que hoy resulta triste y gris, no porque él crea en Dios, dado que algunas de las más envidiables aventuras existenciales se las he conocido a quienes peregrinaban por remotas sendas a la búsqueda de su propia santidad... Z es la encarnación del hastío porque Dios es la excusa que se ha dado para consumar su verdadero primer instinto: el de obedecer para siempre, el de no hacer preguntas, el de reprimir cualquier sombra de perplejidad o fascinación. Aún me entra una pequeña arcada pre-suicida cada vez que me lo cruzo por el barrio.
¿Por qué entonces, en vez de celebrar el Nacimiento del Salvador no nos dirigimos a Él en serio y sin mediadores ni placebos? Acaso mejor preguntarle por qué sucumbimos a la tentación de existir, por qué nos agitamos irremediablemente sin deternernos -como los deprimidos, o mejor, los bufones- por la mañana, mirarnos fijamente al espejo y estallar en una carcajada atronadora. No es el Nazareno quien puede salvarnos, pobrecito: es el Humor, único Islam infiel contra el que el universo entero sigue lanzando su Cruzada. El Humor es la única forma pura de Resistencia, es a Él a quien deberíamos celebrar.
Ustedes me permitirán que les felicite la Navidad con una inquietante cita de un resistente, no mas inquietante que la decisión que inconscientemente tomamos cada día de seguir en el mundo, qué irresponsables.
"Mientras me exponía sus proyectos, le escuchaba sin poder olvidar que no le quedaban más que unos días de vida. Qué locura la suya de hablar de futuro, de su futuro. Pero, ya en la calle,
¿cómo no pensar que a fin de cuentas la diferencia no es tan grande entre un mortal y un moribundo ? Lo absurdo de hacer proyectos es sólo un poco más evidente en el segundo caso."
Es de Cioran, sí, diríase que hacer caso de esta idea habría de angustiarnos o deprimirnos, quizá debiéramos incluso encolerizarnos con su autor y dejar de hablarnos con él para siempre. Y, sin embargo, es una extraña paz la que me asiste cuando vuelvo a ella, como si, asumida la imposibilidad de encontrar respuesta a todas mis perplejidad, hubiera encontrado al fin la manera más distinguida y noble de expresarla. Feliz Navidad.
7 comments:
Tús articulos me hacen reflexionar,este en el que nos deseas Feliz Navidad, algo que todos decimos en estas fechas,como una forma de expresar que dentro de tantos desastres, guerras y desencuentros como el de Copenhague por el cambio climatico.Todavía nos quedan esperanzas en que algo cambie para mejor, aunque se que es una utopia, dicen que la esperanza es lo último que se pierde,por eso yo espero que el proximo año sea mejor que este que terminamos por lo menos para algunos o mejor dicho para muchos,que durante este año forman parte de las listas del paro y los que no estan apuntados a ella, por no tener derecho a ningun subsidio, pero que ahí estan resistiendo. Por eso yo también deseo Felix Navidad.
Hola, Aspasia, gracias por pasar por aquí. Mi reflexión sobre la proximidad de la Navidad no es desesperanzada. Si parece algo fatalista es porque pretende ser lúcida. En cualquier caso mi paganismo es festivo. En contra de lo que sostiene la corrección política a mí me gusta la Navidad. El problema es que tradicionalmente, por unas o por otras, no puedo disfrutarlas como Dios manda. Este año me conformo con hacer todas las imbecilidades de rigor con el espíritu más banal y adocenado posible. Prefiero eso, lo digo totalmente en serio, que cualquiera de las desgracias que me han ensombrecido con una reiteración casi propia de una maldición en estas fechas. Feliz también para ti y para nuestro querido y hoy helado pueblo.
La diferencia entre un mortal y un moribundo.
En la serie de Sandman, de Neil Gaiman, hay un capítulo en que algunos mortales han conseguido escapar durante siglos de la visita de Muerte, por el obvio y sencillo método de no morirse. Cuando uno de ellos, después de casi cinco siglos de vida, perece bajo los escombros de una pared que se acaba de derrumbar, presume ante Muerte: "Hey, he vivido un montón. ¡400 ochenta y pico años! No está mal, ¿eh?" Y Muerte, que es una chica de mirada angelical, pálida, serena, pequeñita, vestida de negro y con cuerpo de modelo de anuncio, le dice con sonriente y delicada sensatez: "Has vivido lo que todos, John: toda una vida."
La diferencia entre un mortal y un moribundo no es nada. Es toda una vida.
Feliz tiempo (¡de vacaciones!:))
He visitado en numerosas ocasiones su cueva ,y esta vez no me voy a quedar con las ganas de intervenir.
Me ha gustado mucho su post, crudo, directo, sin adornos, como la cruda realidad , pero lo comparto.
Menos mal que cada mañana tenemos esa inconsciencia de seguir viviendo. También coincido en qué es el humor el que nos salva, y esos proyectos que hacemos los mortales sin saber qué nos depara la vida a la vuelta de la esquina, porque lo que importa es tenerlos. Son estos proyectos y la inconsciencia que tenemos cada mañana lo que nos permite vivir, y hasta disfrutar de la vida, y reírnos, (algunos podemos hacerlo hasta de nosotros mismos), pero especialmente entiendo aquello que dice al final de su post, esa cita de Cioran que le da sosiego. Seguramente cuanto más nos reconciliamos con la idea de vivir con pocas certezas y muchas incertidumbres, mejor vivimos. Tengo una amiga que suele decir “generalmente las cosas no salen como queremos, así que si alguna vez lo hacen, hemos de alegrarnos sobremanera”.
Feliz navidad Sr, Montesinos
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He visitado en numerosas ocasiones su cueva ,y esta vez no me voy a quedar con las ganas de intervenir.
Me ha gustado mucho su post, crudo, directo, sin adornos, como la cruda realidad , pero lo comparto.
Menos mal que cada mañana tenemos esa inconsciencia de seguir viviendo. También coincido en qué es el humor el que nos salva, y esos proyectos que hacemos los mortales sin saber qué nos depara la vida a la vuelta de la esquina, porque lo que importa es tenerlos. Son estos proyectos y la inconsciencia que tenemos cada mañana lo que nos permite vivir, y hasta disfrutar de la vida, y reírnos, (algunos podemos hacerlo hasta de nosotros mismos), pero especialmente entiendo aquello que dice al final de su post, esa cita de Cioran que le da sosiego. Seguramente cuanto más nos reconciliamos con la idea de vivir con pocas certezas y muchas incertidumbres, mejor vivimos. Tengo una amiga que suele decir “generalmente las cosas no salen como queremos, así que si alguna vez lo hacen, hemos de alegrarnos sobremanera”.
Feliz navidad Sr, Montesinos
Gracias, R, si no me equivoco nos conocemos del blog de Justo Serna. Es un placer departir con usted, y me alegra mucho que se dé por aquí una vuelta de vez en cuando. Disculpas si el post no aparece automáticamente, es la única manera de evitar spams y otros inconvenientes. Feliz Navidad también para usted, es un placer conocerle.
Vacaciones, sí, Marta, espero que el trajín de los kilómetros no te hayan baldado en exceso. No termino de cogerle el rollo a Sandman, que ya sé que te es caro. Me quedé en el Capitán Trueno y, todo lo más, Mauss, qué voy a hacerle.
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